Pedro Alonso Iglesias suma décadas de estudio del lobo. Fue coautor del reciente documental ‘Entre pastores y lobos’, grabado en la provincia de Ourense, y lideró el estudio que identificó la comarca de la Serra do Xistral (Lugo) como uno de los puntos de mayor densidad de lobos de Europa. En esta entrevista, hablamos con él sobre la situación demográfica del lobo en Galicia y sobre la falta de eficacia de la legislación que regula al cánido. Alonso defiende que la prioridad de gestión tiene que pasar por un mayor cuidado de la naturaleza, de manera que el lobo tenga alimento en los montes.
– ¿Cómo está la situación del lobo actualmente en Galicia?
Yo considero que se encuentra en un estado favorable, en términos demográficos de la población. Desde el punto de vista ecológico, no es una población homogénea, que viva o sobreviva de alimentarse de la fauna silvestre. Hay muchas zonas de Galicia en las que este depredador depende, casi exclusivamente, del ganado equino, vacuno, caprino u ovino.
A pesar de que en muchas zonas sí es cierto que hay jabalí, estos depredadores tratan de equilibrar el esfuerzo que supone la captura de una presa (buscarla, derribarla y matarla). Toda la energía que ponen en la captura tiene que ser compensada con la biomasa que ingieren, de manera que puedan rendir mucho más el esfuerzo que hacen. Es decir, un grupo de lobos que en una ladera del monte cuenta con un grupo de yeguas y sus potros, van a observar que son presas fáciles. Si hay vacas, también preferirán atacar las vacas porque son más fáciles que los cerdos bravos. Además, los jabalís para sobrevivir a la caza y las batidas se acercan a las villas, y ahí los lobos no pueden hacer nada, porque tienen que hacer las capturas de una manera discreta.
Hay muchas zonas de Galicia en las que el lobo, para su alimentación, depende casi en exclusiva del ganado
– ¿En que áreas se registran más daños?
Hay zonas como las montañas de Ourense o el oriente de Lugo (Os Ancares u O Courel) en la que depredan más corzos, cerdos bravos… y no ocasionan tantos daños en el ganado extensivo. Sin embargo, en la parte central u occidental de Galicia provocan numerosos daños, porque no pueden alimentarse de fauna silvestre ya que no hay. Esto lleva a que las pérdidas económicas sean elevadas.
– ¿Cuántas manadas constan en estos momentos?
En el censo encargado por la Xunta entre 2021 y 2022 se registraron 93 unidades familiares. En el anterior (2013-2014) eran 90. Tanto uno como el otro subestiman la población real. En la zona norte de las provincias de A Coruña y Lugo, en un trabajo que estoy elaborando con otros compañeros, estimamos la presencia de 23-24 grupos de lobos, cuando el censo cita nada más que 12. Lo mismo sucede en el resto de provincias y por eso publicaremos un artículo crítico en este sentido, porque se está subestimando no menos de un 18-20 % de la población real.
– Desde un punto de vista social, ¿cómo está percibiéndose la gestión del lobo?
Ahora se habla de que el lobo está protegido y esto derivó en un rechazo por parte de la población rural que está afectada por sus ataques (sectores ganaderos o cinegéticos, principalmente). Esto llevó a que en zonas rurales donde la población tiene cierta vitalidad aumentara la mortalidad del lobo a través de venenos, atropellos no accidentales, batidas camufladas con las del cerdo bravo, lazos que se ponen para el jabalí pero en los que cae el lobo y luego se mata, etc.
Esta reacción la ejerce parte de la población rural y en general no se entiende que estando los efectivos del lobo en un estado favorable de conservación, se abandone y desatienda la ganadería extensiva, especialmente la de equino y vacuno, que se mantiene en grandes extensiones del monte vecinal donde los condicionantes y limitaciones de la aplicación de medidas preventivas de ataques de lobo son evidentes.
Las medidas preventivas marcadas no se ajustan a las condiciones de las diferentes Comunidades Autónomas, como a la realidad de Galicia
– ¿En la normativa de la UE, habrá algún cambio sobre la protección del lobo que impacte en España?
La Comisión Europea abrió un proceso, que ya está cerrado, para recoger informes y documentos en toda la UE para revisar el actual modelo de gestión del lobo. Esto viene determinado porque en la última década hay un proceso de aumento demográfico del lobo, especialmente en Alemania y Francia.
Cabe decir que el lobo es una especie que se reproduce con bastante éxito allí donde no hay demasiada presión humana y debido al gran nivel de abandono del rural que hay en Europa se producen recolonizaciones de especies como el lobo, el oso o el lince. Mas el incremento del lobo va acompañado de un aumento de los ataques a la ganadería extensiva, por lo tanto provoca daños económicos. Por eso se aborda esta revisión, por el aumento de los ataques de este depredador.
Hay que puntualizar que ya Alemania y Francia establecieron cuotas de control demográfico, es decir, fijan una cantidad de lobos que se deben abatir para controlar el incremento demográfico.
Alemania y Francia establecieron cotas de control demográfico del lobo
– En España, ¿cómo se está gestionando el lobo?
Antes de la incorporación del lobo al Listado de Especies en Protección Especial (Lespre), comunidades como Castilla y León, Asturias o Cantabria aprobaban cada cierto tiempo unos planes de manejo en los que concretaban el número de lobos que se debían abatir para ejercer ese control. Una vez que se incorporó el lobo al Listado, toda acción de control está condicionado al cumplimiento previo de un catálogo de medidas preventivas de los ataques a la ganadería.
Hay muchas comunidades que no están de acuerdo porque las medidas no se ajustan a las condiciones de cada territorio. Como ejemplo, este catálogo establece dos medidas para el ganado equino: impulsar un sistema de semiextensivo con cierres e incorporar sementales de gran tamaño porque así defenderán mejor al grupo. Esto en Galicia es ineficiente, primero, porque se va en contra de la tradición, que es tener las yeguas en un monte vecinal totalmente libres. Y segundo, porque la raza pura gallega tiene poca alzada.
Por lo tanto no se podría argumentar que se han aplicado medidas preventivas para justificar o acompañar la solicitud de control demográfico del lobo. Esto sucede por aplicar criterios normativos que desconocen o ignoran abiertamente la realidad de las diferentes situaciones.
Es necesario incorporar al sector cinegético en las medidas de control del lobo
– ¿Cuáles serían las soluciones para evitar los daños que provoca el lobo?
La realidad es que el lobo no necesita de protección, lo que necesita es alimento. Para que tenga alimento hay que cuidar el territorio. No sirve tener una superficie de espacios protegidos y luego, en el resto del territorio, repartir patentes de corso para su destrucción: eucaliptización, ríos deshechos, masificación de parques eólicos… esto no es ningún modelo. Debemos cuidar la naturaleza y la tierra, tratando de conservar los aprovechamientos tradicionales y reducir los intensivos. Con la nueva Ley de restauración de los ecosistemas de la UE tendremos una oportunidad para introducir nuevos enfoques.
Ahora mismo y desde hace décadas, se impulsan modelos forestalistas a cientos de miles de hectáreas. ¿Qué alimento proporcionan estos espacios a las especies silvestres? Nada. Por eso se acercan más a las villas y cascos de población, porque en el monte no encuentran nada. Hay que cambiar los modelos de gestión con una política transversal del rural, forestal y del monte.
– ¿Pueden autorregularse las poblaciones de lobos?
La población del lobo no se autorregula en ambientes humanizados, eso es una falacia. El lobo incrementa la población si encuentra las condiciones necesarias y no se regula mientras los factores que permitieron ese incremento siguen operando, que es lo que sucede en estos momentos en una parte significativa del país, donde la población del lobo se mantiene en niveles elevados, al igual que los daños que provoca. En cambio, allí donde los lobos se alimentan básicamente de especies silvestres, como corzos, ciervos o cerdos bravos, la estabilidad demográfica es la tónica general.
En las zonas donde los daños son elevados y se ponen en peligro la viabilidad de las explotaciones o la supervivencia de aprovechamientos tradicionales, el control del lobo es inevitable. Es peor mañana tener que matar 300 lobos, que hoy 40, por eso es necesario incorporar al sector cinegético a un marco legal de control.
Y todas las prácticas furtivas que se salgan de ese marco hay que perseguirlas con toda la fuerza de la Ley, para lo cual hay que dotar al colectivo de agentes ambientales de los medios materiales necesarios y de las adecuadas condiciones laborales. Y desplegar esas medidas transversales que incidan en la mejora de los hábitats y en las condiciones ecológicas y económicas del medio rural en general.
– Hay discrepancias entre ecologistas y ganaderos sobre cómo hacer los controles de manera efectiva, ¿cuál sería la manera más efectiva?
Primero hay que asumir que en algunos contextos se deben hacer controles y deben estar planificados, obedeciendo a unas circunstancias y requisitos concretos. Las medidas para ganado equino contempladas en el catálogo anexo a la Estrategia para la Gestión y Conservación del Lobo son completamente desafortunadas y no resuelven nada, deberían ser retiradas diera catálogo.
Una vez que se disponga de una base clara de medidas preventivas, hay que considerar el área de distribución del lobo, como están los grupos de lobos distribuidos, cuales cuentan con mayor productividad, en que zonas tienen mayor incidente los daños, fijar zonas prioritarias para mantener una determinada densidad o incluso zonas donde el lobo no debería estar. Con estas premisas, se fijan los controles.
En cuanto a la posible desestructuración de las manadas por acciones de control de lobos, que es un mantra al que se recurre siempre, hay áreas donde los grupos presentes están compuestos por más de 9 o 10 ejemplares y que sólo se alimentan de ganado. No hay que esperar a que un grupo familiar esté desestructurado para padecer una incidencia enorme en la ganadería extensiva tradicional.
«Hay que apostar de forma clara por apoyar al pastoreo, de lo contrario la gente no querrá quedarse en el campo»
Recientemente hubo en Zamora un ataque mortal a una persona por parte de perros que protegían al ganado. ¿Cómo se podrían reducir estos incidentes?
No es el primer caso de riesgo inminente, desgraciadamente este acabó con un final trágico. Ahora mismo, comparten espacio el ecoturismo con los aprovechamientos tradicionales del ganado, que normalmente están vigilados por mastines. Cabe destacar que el ganado menor suele estar vigilado por personas, pero, por ejemplo, en la Cornisa Cantábrica hay vacas que pastan en un espacio diverso y amplio y cuentan con mastín para proteger a los animales.
Eso es un peligro porque esos mastines están solos y la gente camina por la zona. Ahí no se pueden cerrar las vacas en semiextensivo para evitar el contacto entre perros y personas porque son áreas abruptas y sería muy costoso. La única medida preventiva que les queda son los mastines. Salvo que existan ayudas amplias para el pastoreo, la gente no va a estar en el monte todo el día.
Hay que hacer una apuesta clara por el pastoreo, porque sino desaparecerá. Se debe evitar a toda costa este tipo de sucesos. Tensionan enormemente la gestión del conflicto y tienen una influencia enorme para que la gente abandone las explotaciones y el campo. Ante la imposibilidad o la dificultad de tener mastines, la demanda basculará entonces hacia un mayor control poblacional del lobo.
No es realista pensar en el lobo como una amenaza para el ser humano. Tampoco pongo la mano en el fuego, pero las posibilidades son remotas
– En cuanto a la amenaza que puede suponer el lobo para el ser humano, como advierten algunas organizaciones agrarias. ¿Cómo ve esa posibilidad?
Eso ya se habló bastante y se abordó desde varias perspectivas. No creo que volvamos a lo que sucedía hace 50 años. El país cambió mucho. Antes existía una población rural viva, con más presencia en el campo, menos luz, menos escopetas y los lobos atravesando una situación compleja a nivel demográfico. Volver atrás, al riesgo de ataques que existía antes, con el nivel de iluminación actualmente existente en todo el medio rural, sin niños y niñas en el campo acompañando a personas mayores y sin trabajos tradicionales en el campo, yo creo que no es realista. No pongo el brazo en el fuego, pero creo que las posibilidades son remotas.