Al margen de los cambios que la crisis del coronavirus está dejando en el funcionamiento de las granjas, el sector porcino se adapta en estos meses también a las modificaciones que trajo la actualización de la normativa sobre la ordenación de granjas de porcino, aprobada a comienzos de febrero. La revisión incide en medidas con las que conseguir una reducción del impacto ambiental, incrementar la bioseguridad o el bienestar de los animales.
La crisis del coronavirus, además de transformar las rutinas de trabajo para extremar las medias de seguridad para los trabajadores frente al Covid-19, también demoró la aplicación de la nueva normativa. «Aunque está aprobada desde comienzos de año y tiene cambios significativos, ahora mismo se le está prestando más atención al tema sanitario por el coronavirus y está todo bastante parado», explica José Antonio Vidal, presidente de la Federación Gallega de Porcino (Fegapor).
La crisis del coronavirus demoró la aplicación de los cambios que introduce la nueva normativa
La opinión la comparten otros profesionales del sector que aún no han visto que los cambios que introduce la normativa hayan comenzado a estar presentes en el día a día. «Por el momento no se vieron cambios en las granjas, en parte por la crisis del coronavirus y también debido a que muchas de las medidas no serán obligatorias hasta el 2022», indica Beatriz Toimil, veterinaria de la Agrupación de Defensa Sanitaria de Porcino (ADS) Deza (Pontevedra).
Incluso hay cierta preocupación desde la Federación Gallega de Porcino porque la crisis del coronavirus haga descuidar otras amenazas que afectan directamente al sector, como la peste porcina africana. «Me preocupa que el coronavirus eclipse otros problemas, se baje la defensa y puedan pagarlo nuestro animales», reflexiona Vidal.
Reducir las emisiones en la granja
Los cambios más significativos que introduce la nueva normativa tienen que ver con el impacto ambiental que generan las granjas y se centran en conseguir una reducción de las emisiones de gases contaminantes, en particular del amoniaco, así como de los gases de efecto invernadero. Se espera que con las medidas se consiga una reducción de las emisiones de cerca del 21% a partir del 2023.
Este ha sido también uno de los aspectos que más controversia ha generado entre los productores. «En su momento ya se presentaron alegatos tanto desde asociaciones como desde la Federación, ahora que el decreto está aprobado lo único que queda es adaptarse e intentar cumplirlo con la mayor rigurosidad», indica Vidal.
Prevén que la instalación y la cobertura de las fosas de purín y de abono sea uno de los cambios que provoque mayores gastos en las granjas
Desde la Federación apuntan que adaptarse a los nuevos requerimientos que estipula la normativa en materia ambiental supondrá un desembolso económico importante para los ganaderos, aunque por el momento no cuentan con una estimación de lo que puede suponer. «Lo único que tenemos claro es que cuando los inspectores lleguen a las granjas, inicien un expediente y den un plazo de 3 meses para realizarlo, entonces podremos ver el coste real que va a suponer, porque no será lo mismo para las granjas nuevas que para aquellas que ya tienen 25 años», valora el presidente de la federación gallega.
Consideran que la instalación y cobertura de las fosas del purín y de abono será uno de los aspectos que va a suponer mayores gastos para los productores. Además, la obligatoriedad de vaciar las fosas más regularmente provocará una mayor necesidad de tierra en la que echar los purines. En este sentido, Vidal critica la falta de apoyo por parte de la Administración para buscar soluciones para los purines. «No hay un compromiso serio de las Administraciones para darle salida a los purines como pueden ser las plantas de tratamientos, similares a las de destrucción de cadáveres», reclama.
En el sector también hay productores que estiman que la nueva normativa apenas supondrá cambios. «En materia ambiental la norma autonómica ya estaba obligando a llevar a cabo acciones como las que recoge ahora el decreto, puede que en otras comunidades lo noten más, pero en Galicia ya estábamos trabajando en esa línea», apuntan.
Bienestar animal
La mejora del bienestar animal es otro de los pilares del nuevo marco legal y uno de los aspectos donde las granjas gallegas ya llevan años trabajando. Es el caso, por ejemplo, de firmas como Nudesa, ubicada en Silleda (Pontevedra), y con granjas tanto de cebo como de madres repartidas por toda Galicia. «Nosotros ya llevamos años trabajando en mejoras en materia de bienestar animal en todas las nuestras granjas», explican desde la directiva de Nudesa. Así es que la empresa lleva recibiendo el premio Porc d’or durante los dos últimos años por las mejoras que está introduciendo en la cría de sus animales.
Una opinión semejante tienen desde Fegapor. «En materia de bienestar animal, las granjas gallegas están bastante adaptadas, es cuestión de suplementar las medidas con las que ya estamos trabajando», apunta Vidal. Uno de los aspectos que puede representar mayores esfuerzos para los productores es la suelta de las cerdas en la fase de parto.
También la eliminación del raboteo, el corte del rabo de los cerdos para evitar la caudofagia, las lesiones por mordeduras entre los animales, es otro de los puntos que puede ocasionar mayores dificultades para las granjas. La nueva normativa incide, al igual que la norma autonómica, en evitar el raboteo y solo se puede recurrir a él cuando el resto de medidas que se puedan implantar en la granja no estén resultando eficaces y se produzcan lesiones. «El raboteo en muchas ganaderías es inevitable y demostrarlo va a ocasionar más gastos y pérdidas a los productores, puesto que hoy ya ni en los mataderos se admiten animales que hayan sufrido mordeduras de pequeños», explica Vidal.
«El raboteo en muchas ganaderías es inevitable y demostrarlo va a ocasionar más gastos y pérdidas a los productores»: José Antonio Vidal, presidente Fegapor
Se prevé que los ganaderos, en el caso de tener que optar por el raboteo para evitar lesiones, tengan que presentar documentación que lo acredite. «Atajar la caudofagia en las granjas no es una solución fácil, no basta con separar los cerdos que comienzan a morderse y puede provocar pérdidas importantes», señala.
En algunas granjas, como las de Nudesa, llevan tiempo trabajando en esta línea para conseguir criar los animales sin tener que optar por el raboteo. «Ya no solo las granjas de cebo, sino en las de madres también estamos consiguiendo evitar el raboteo», detallan desde la firma, que lleva años probando diferentes estrategias para mejorar el bienestar de los animales en sus instalaciones.
Veterinario de granja
Otro de los cambios que introduce la nueva normativa estatal es la figura del veterinario de granja, que será el responsable de asesorar sobre aspectos relacionados con la sanidad y el bienestar de los animales. «Todo parece indicar que este veterinario va a tener que asumir más responsabilidades en cuestiones de las que, hasta el momento, no se encargaban estos profesionales», indica la veterinaria de la ADS, Beatriz Toimil. Además, también se habilitará un registro, el llamado Sistema Integral de Gestión de Ganado de Porcino, que contendrá datos detallados de la gestión de la granja y que deberá actualizarse cada 5 años.
A efectos prácticos, desde las granjas estiman que el veterinario de granja tampoco traerá cambios significativos en el día a día de sus ganaderías, puesto que ya trabajaban con un profesional o un equipo encargado del asesoramiento en temas sanitarios de los animales.
«La mayoría de las ganaderías ya contaba con medidas de bioseguridade»: Beatriz Toimil, veterinaria de la ADS
La norma también incide en incrementar las medidas de bioseguridad en las instalaciones para reducir los riesgos sanitarios, un campo en el que las granjas gallegas también han trabajado en los últimos tiempos. «Podía haber alguna granja que aún no contase con un cierre perimetral adecuado, pero la inmensa mayoría ya dispone de estas medidas de bioseguridad desde hace años», explica la veterinaria.
Al igual que en las medidas de bioseguridad, la reducción del uso de antibióticos también fue uno de los cambios más significativos que han llevado a cabo en los últimos tiempos en las granjas de porcino en intensivo y sobre el que la nueva norma sigue a incidir al exigir a las ganaderías un Plan de uso racional de antibióticos. «La reducción de los antibióticos en los piensos fue muy importante y cada vez se trabaja más en la prevención, con aportes de alimentos probióticos o prebióticos con los que los animales estén más sanos y evitar tener que tratarlos con antibióticos», refiere Toimil.