“Las fuerzas políticas de Galicia deben perder el miedo a realizar la necesaria reforma agraria”

Entrevista a Anxo Vázquez Pernas, fundador y primer director del programa “A Labranza”, que en este 2016 cumple 25 años de emisión en la Televisión de Galicia. Este técnico del Servicio de Extensión Agraria trasladó la filosofía de este servicio, la de ofrecer información técnica y de utilidad para los agricultores y ganaderos, a la televisión

“Las fuerzas políticas de Galicia deben perder el miedo a realizar la necesaria reforma agraria”

Anxo Vázquez Pernas

Anxo Vázquez Pernas fue y es un rostro muy conocido en el campo gallego, como director y presentador de los primeros programas televisivos de información agraria. Primero de “A Terra” (1986), después de “O noso agro” (1989) y por último de “A Labranza” (1991). Como agente de Extensión Agraria trasladó la filosofía práctica y divulgativa de este servicio a la televisión.

De su larga experiencia profesional destaca “la enorme capacidad de adaptación de nuestros agricultores y ganaderos” a unos cambios que considera “los más importantes en el campo gallego desde la Baja Edad Media”. Como retos para el futuro, Anxo Vázquez Pernas considera imprescindible redimensionar las explotaciones ganaderas, agrarias y forestales para ser competitivas. “Y para eso las fuerzas políticas del Parlamento de Galicia deben superar el miedo a perder votos y lograr un consenso para aprobar una auténtica reforma agraria”, concluye.

¿Cómo valoras estos 25 años del programa A Labranza?
En el año 1981 me llamaron desde el Centro Territorial de TVE en Galicia para, en colaboración con el Servicio de Extensión Agraria, dirigir un programa de información agraria , “O Agro”, que era para probar durante seis meses y que finalmente duró cinco años. Luego pasé a trabajar en la TVG poniendo en marcha el programa “A Terra”, que posteriormente se llamó “A Nosa Terra” y por último “A Labranza” y “O agro”.

Lo que destacaría de todo este período es la gran capacidad de la gente del campo de adaptarse a las nuevas circunstancias. Primero a la incorporación a la Comunidad Económica Europea y después a toda la nueva legislación que vino de la CEE y a las nuevas circunstancias de mercado. Es decir, se pasó del objetivo de una agricultura productivista, de producir barato y en cantidad, a producir alimentos de alta calidad y con altos índices de garantías sanitarias y, al mismo tiempo, considerando cuestiones como el bienestar animal y el cuidado de la naturaleza. Fue una continua adaptación a lo largo de los años 80 y 90 y nuestros agricultores y ganaderos fueron capaces de hacerlo.

Ahora se está viviendo una etapa complicada, sobre todo para las ganaderías de vacuno de leche. Y este sector fue el que quizás más esfuerzo hizo para adaptarse a la entrada en la Comunidad Europea y fue capaz de lograrlo, modernizando las explotaciones hasta el punto de ser punteras en Europa.

Otros sectores que destacaría que avanzaron mucho fueron los de porcino y avícola, consiguiendo un alto grado de organización y de transformación, y que puede ser un referente para el sector lácteo.

¿Cuáles son las asignaturas que, a tu juicio, tiene pendientes de resolver el campo gallego?
Hay que tener cuenta que la modernización del campo llegó tarde a Galicia: la revolución industrial y las relaciones de propiedad de la tierra del Medievo finalizaron en buena parte parte de Europa a comienzos del siglo XIX pero en Galicia esa situación se prolongó hasta comienzos del siglo XX, y sus consecuencias aún las arrastramos hoy. Es cierto que ya no hay foros pero nos quedó una enorme herencia en forma de minifundio y de casi que 1,4 millones de propietarios.

“Tenemos que redimensionar las unidades de producción agrarias y forestales si queremos ser competitivos”

Pero la concentración parcelaria supuso un antes y un después en la modernización del campo gallego…..
La concentración parcelaria no solucionó el minifundismo, sino que fue una solución al exceso de parcelas, pero no al pequeño tamaño de la explotación. Es decir, se invirtió mucho dinero en concentración parcelaria pero la rentabilidad que se le quitó fue pequeña, y de hecho muchas explotaciones en zonas de concentración acabaron cerrando y abandonando la superficie para actividades agroganaderas. La concentración parcelaria fue una buena idea para el año 1955 pero hoy no tiene sentido, habría que buscar otras soluciones a la excesiva parcelación y minifundismo, porque las tierras sólo tienen valor, haya concentración o no, en las comarcas con actividad ganadera o agrícola, mientras que en el resto del país o se hicieron pequeñas plantaciones forestales o están abandonadas.

¿Qué medidas se deberían tomar para afrontar el minifundismo y el abandono de tierras productivas?
Considero que la sociedad gallega no puede estar ajena a lo que sucede en el campo. El Parlamento de Galicia no tuvo la suficiente valentía para llevar adelante un programa de reforma de la superficie agraria para que fuera útil para la creación de riqueza en Galicia, y se dejó atemorizar por el miedo a perder votos entre ese millón y pico de propietarios.

Se debería legislar para establecer una diferencia clara y efectiva de los usos productivos agrarios, de ocio, forestal y urbanizables. Establecer limitaciones sobre la propiedad, en este sentido ¿Por que la Ley de Costas no es extrapolable a las tierras agrarias?

En cuanto a la superficie forestal, creció mucho en los últimos años pero sin planificación. Se plantó en fincas muy pequeñas, que pueden ser rentables mientras el propietario o un familiar pueda limpiarlas él mismo pero que son escasamente viables de cara al futuro. Se necesitan unas unidades de producción mínimas y poder mecanizar sus trabajos. Es decir, el sector forestal, al igual que el de la leche, tiene que redimensionar las unidades de producción para ser competitivo de cara al futuro.

¿Se echa en falta un Servicio de Extensión Agraria más apegado al territorio y a los problemas del ganadero y del agricultor?
El Servicio de Extensión Agraria nació hacia el año 1955 e hizo una labor fundamental para que el labrador se adaptase a una agricultura de mercado, y funcionó el servicio durante décadas. Pero con la caída de la población activa en el campo, a partir de los años 70 empezaron a desarrollarse más otros sectores y la economía gallega dejó de ser netamente agraria, un hecho que se intensificó con la entrada en la Comunidad Europea. La administración gallega tuvo que asumir los programas económicos de esa entidad, entre ellas la gestión de las ayudas a los agricultores y Extensión se hizo cargo de la tramitación de las ayudas alternando con las labores divulgativas y de formación para el sector agrario. Pero para los gobernantes la prioridad política era la gestión de las ayudas más que las labores de divulgación, lo que marcó el comienzo de su decadencia.

 “Sería necesaria una Extensión Agraria para las zonas de Galicia con menor dinamismo agrario”

Hoy quizás no tendría tanta razón de ser, por lo menos en el concepto de una Extensión “tradicional”, ya que las propias cooperativas y otras entidades tienen sus técnicos, los agricultores, ganaderos y forestalistas tienen otro nivel de formación y reciben información por muchas vías y están conectados con el mundo a través de Internet. Esto funciona sobre todo en los sectores más desarrollados: en vacuno de leche, en porcino, avicultura y cunicultura, en viticultura, en huerta y también en vacuno de carne. Pero sin embargo, tenemos una parte importante de Galicia que está casi abandonada, en la que no hay dinamismo agrario y con unos recursos económicos muy importantes, especialmente zonas de montaña, y ahí es donde sería necesaria la labor de un Servicio de Extensión Agraria.

¿Qué futuro le ves a las actividades agroganaderas en Galicia?
Con la naturaleza de la que disponemos tenemos que tener futuro, o muy mal lo haremos. Tenemos una naturaleza generosa, con abundancia de lluvias, y temperaturas suaves que nos permiten producir casi todo tipo de cultivos. Pero eso depende del grado de organización que tengamos y de que realicemos una reforma agraria para que las unidades productivas tengan dimensión suficiente para competir en el mercado. Tenemos que avanzar más también en el cooperativismo, transformando y dándole valor a nuestras producciones.

Considero también que las fuerzas políticas del Parlamento de Galicia deberían perder el miedo a perder unos votos para abordar una reforma agraria en Galicia, logrando un consenso entre todos los partidos para que no se use esto como arma electoralista.

¿Que te resultó más motivador de tu período de trabajo?
Los trabajos que tuve que desarrollar siempre fueron muy satisfactorios. La divulgación de la formación agraria siempre me gustó. Me tocó vivir una serie de cambios y de reconversiones en el campo gallego, desde los años 70 y hasta la actualidad, que fue el período más decisivo desde la Baja Edad Media.

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