“Estamos en la zona del mundo con estándares más altos en bienestar animal y de seguridad alimentaria, pero también en la que el consumidor muestra una abierta desconfianza con el mundo ganadero”. Así resume la situación actual Antoni Dalmau Bueno, investigador del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias de Cataluña (IRTA) y coordinador del desarrollo del esquema de certificación de Bienestar Animal AENOR Conform.
Con este reconocido experto a nivel europeo en bienestar animal, analizamos los cambios que se avecinan en esta materia.
Si hablamos de bienestar animal, parece que todo el mundo lo cumple, ¿en qué consiste?
Hay dos conceptos que tenemos que distinguir cuando hablamos de estas cuestiones. En primer lugar, aquellas normativas de las que nos hemos dotado en Europa para exigir unos mínimos de bienestar animal y, en segundo lugar, lo que sería la ciencia del bienestar animal en sí misma.
Si nos centramos en lo primero, o se cumple o no se cumple, blanco o negro. En este sentido hay que decir que sí, mayoritariamente todo el mundo cumple. ¿En qué consiste? Podríamos estar horas comentando todo lo que regula esta legislación, pero a modo general, nos tenemos que quedar con una idea. Las primeras aproximaciones a la legislación en bienestar animal iban destinadas básicamente a evitar el maltrato animal. No obstante, ya hace años que en la UE dimos un paso más adelante y se intenta, a partir de la comprensión de las necesidades de las diferentes especies de producción (que son muy distintas entre ellas), el proporcionar unas condiciones en las granjas que les permitan cubrir estas necesidades.
“Mayoritariamente todo el mundo cumple la legislación de bienestar animal”
En relación al segundo concepto, la cosa se complica. ¿Puedo decir que mi granja está en bienestar y la tuya no? ¿El bienestar animal (no la legislación) es realmente algo de sí o no, blanco o negro o es algo que siempre puede ser mejorable? Imaginemos un caso extremo en el que un ganadero decide dar un masaje a todos sus terneros dos veces por semana para favorecer el riego sanguíneo de los músculos, descontracturar y relajar al animal, como hacemos en nuestro caso cuando nos damos un masaje. Me dirás, hombre, pero esto será muy caro. Te diré, sí, es caro tener a una persona dando masajes dos veces por semana a unos terneros, pero imagina que alguien está dispuesto a pagar lo que sea para que esos terneros tengan esos masajes y se consigue un producto final con prestigio y de alto valor. ¿Este ganadero trabaja en bienestar y el resto no? O más difícil, ¿realmente puedes decir que estos animales tienen un alto bienestar por qué se les da un masaje dos veces por semana? ¿Qué más sabemos de estos animales, de su alimentación, las condiciones de alojamiento, estado de salud o comportamiento? En conclusión, ¿se cumple con la legislación? En general sí. ¿Se cumple con el bienestar animal? Normalmente esta cuestión suele tratarse de forma demasiado simplista y en pleno siglo XXI hay que ser capaces de ir más allá.
¿Por qué es pionera en Europa la certificación de bienestar animal que estáis desarrollando en el IRTA en colaboración con AENOR?
En el año 2004 arrancó el proyecto europeo más ambicioso financiado nunca en Europa en relación al Bienestar Animal, se llamaba Welfare Quality y tenía un presupuesto de 17 millones de euros, con la participación de cerca de 500 investigadores.
Uno de los principales objetivos de este proyecto, en el que el IRTA participó activamente, era el desarrollo de unos protocolos de bienestar animal que permitieran hacer una evaluación global del estado de los animales.
Estos protocolos tenían dos premisas básicas. Primero, se basan en la idea que el bienestar animal no puede simplificarse a una sola idea o a unos pocos parámetros, sino que el conocimiento del estado de un animal o animales debe basarse en la combinación de muchos factores que te acaban dando una idea de cuál es el estado general de los mismos.
Segundo, el bienestar animal te lo dicen los animales, no las instalaciones ni el manejo. Es cierto que hay aspectos de las instalaciones y del manejo que son importantes y que hay que tener en cuenta, pero mucho más importante que eso es saber cómo está percibiendo el animal estas situaciones y como está en relación a las dificultades que tiene que afrontar en su entorno.
El Welfare Quality hará menos hincapié en si hay rejilla en el suelo o como es esta rejilla (cosa que regula la legislación y que no deja de ser un factor de riesgo) y hará más hincapié en si hay animales sucios, si hay animales cojos, si hay bursitis en las articulaciones y si hay lesiones o inflamaciones en el cuerpo del animal, que son las consecuencias que un mal suelo pueden producir en el animal.
Es decir, el protocolo se basa en medidas centradas en el animal no en factores de riesgo que potencialmente pueden mejorar o empeorar la vida de un animal. Esto tiene dos hándicaps. El primero es que a diferencia de otras certificaciones en que se hace un checklist de instalaciones y manejo que puede durar poco tiempo y cualquiera puede hacer, el Welfare Quality requiere de unas 5 horas de media por granja para hacer una evaluación completa de los animales. El segundo es que tomar medidas de comportamiento, salud y estado general de los animales necesita de personal bien entrenado siguiendo un riguroso programa establecido por la misma red Welfare Quality.
“El bienestar animal te lo dicen los animales, no las instalaciones ni el manejo”
Esto hizo que durante algún tiempo se dijera que era imposible implementar el Welfare Quality como un sistema de certificación real, ya que nadie asumiría los costes de hacer auditorías tan largas, y que eran unos protocolos destinados a ser utilizados solo por investigadores, que eran los que conocían el valor de un enfoque de este tipo.
En el año 2013, decidimos desde España darle un empujón a este tema y nos encontramos a un colaborador extraordinario como es AENOR, que invirtió tiempo y esfuerzos en esta idea convencidos que ofrecía un enfoque que sería bien recibido por el sector. El año 2014 auditamos a la primera empresa, que fue de vacuno lechero, y nos convertimos en los primeros en Europa que lanzaban una certificación de bienestar animal que utilizaba los protocolos Welfare Quality en su totalidad (hay quien utiliza algunas medidas de forma aislada).
El año pasado se nos unió Finlandia y desde el Welfare Quality network (la red de centros que trabajaron en este proyecto europeo) se quiere utilizar el ejemplo de España (ahora estamos auditando más de 20 empresas) para darle también un empujón en Europa, donde tendrá que competir con otros esquemas muy instaurados desde hace años.
¿Qué países o sectores serían referencia a nivel internacional o nacional en certificación en bienestar animal?
En cierto modo, podríamos decir que el movimiento de defensa del bienestar animal que tenemos actualmente en Europa nace en los años 70 en el Reino Unido tras la publicación de un libro que causó mucho impacto titulado “Animal Machines”, de Ruth Harrison. Desde entonces, el Reino Unido ha liderado estos movimientos y en la cuestión de las certificaciones no ha sido diferente. Ya sea mediante certificaciones tipo Red Tractor o Freedom Food o esquemas propios de distribuidoras como Mark & Spencer y Tesco, este país lleva años buscando canales de comunicación entre la cadena de producción y el consumidor en relación al bienestar animal. A nivel nacional, apenas estamos dando los primeros pasos en esta dirección.
Pero las normas de condicionalidad de las ayudas de la PAC ya son muy precisas en lo que es bienestar animal, ¿Que aporta a mayores el certificado de bienestar animal de IRTA y Aenor?
Las normas de la condicionalidad aportan un valor añadido a lo que establece la legislación base, lo cuál es sin duda muy bienvenido, pero volvemos al concepto inicial, el bienestar animal es mucho más que cumplir algunos preceptos de manejo o instalaciones.
¿Que nota le pondrías a los ganaderos españoles en cuanto a condiciones de bienestar animal?
Ya hemos auditado más de 100 explotaciones en los últimos años, pero en España, solo de porcino hay más de 80.000. Sinceramente, la mejor herramienta que conozco para poderte contestar a esa pregunta es el Welfare Quality y hoy por hoy el muestreo que tengo no es suficiente como para poderte contestar con rigor suficiente.
“El bienestar animal en las ganaderías españolas progresa adecuadamente”
Dicho esto, las granjas que hemos hecho están en una posición muy correcta y las que he visitado en otros proyectos, fuera de lo que serían las auditorías, también estaban en general bien. En los últimos años se ha dado un paso adelante muy importante en bienestar animal. Yo empecé con esto hace tan solo 13 años y cuando miras para atrás la verdad es que da un poco de vértigo ver cómo han mejorado las cosas. Por otro lado, también es verdad que aún no he salido de ninguna granja pensando que no se podría mejorar alguna cosa. Pero ten en cuenta que soy investigador en bienestar animal y que ese es mi trabajo, detectar puntos flojos y ver cómo mejorarlos. Por lo que, en fin, creo que les pondría un Progresa Adecuadamente.
Y en ganado vacuno de leche y de carne, ¿Que parámetros concretos analiza el certificado de Aenor e Irta?
La ventaja de los protocolos Welfare Quality es que son públicos y pueden consultarse directamente en la web (www.welfarequalitynetwork.com). Los protocolos se pueden bajar directamente en formato PDF (eso sí, están en inglés). ¿Qué se mira? Pues en una muestra de animales se mira que haya una buena condición corporal, suficiente espacio de bebedero por individuo y que esté en buenas condiciones de funcionamiento y limpieza, que los animales al echarse y levantarse puedan hacerlo de una forma normal, sin golpear con estructuras o que estén tiradas en medio de zonas de paso donde se les pueda pisotear, que no haya lesiones en la piel, inflamaciones, tos, descargas nasales u oculares, diarrea, un conteo elevado de células somáticas, cojeras moderadas o severas, suciedad en las extremidades, tercio posterior o ubres, que no se corten colas y que si se hace un desmochado se haga con anestesia y analgesia, se miran los porcentajes de mortalidad de la explotación, la relación con el hombre mediante un test de miedo al observador, que no haya desplazamientos horizontales o verticales entre animales o cabeceos debido a un exceso de competencia por recursos, que tengan acceso a una zona exterior, que puedan pastorear unas horas al día y que tengan un estado emocional general positivo.
“La idea que las condiciones naturales o en ecológico aseguran el bienestar de un animal es simplificar demasiado”
Todo ello acaba dando una puntuación a la granja que oscila entre los 0 y los 100 puntos. No hay ninguno de los parámetros comentados que por sí mismo suponga un suspenso en la auditoría pues iría en contra de la premisa básica del Welfare Quality que el bienestar animal es algo multidimensional que depende de muchos indicadores. Por lo tanto es la combinación de todos estos factores la que te dará la puntuación final para la granja.
¿Como sería una ganadería de vacuno de leche con la máxima puntuación en el certificado IRTA de bienestar animal?
Partiendo de la idea anterior, solo puedo decirte que será la que más se acerque a los 100 puntos. A priori, puedes pensar que será una granja extensiva que tenga pasto, pues de hecho el acceso a pasto es una de las medidas que tenemos en el protocolo y el concepto que el público en general tiene del bienestar animal es que en condiciones naturales el animal está mejor.
Pero la experiencia nos muestra que esto no tiene porqué ser necesariamente así. Hemos visto granjas intensivas que al mirar todos los parámetros en su conjunto tenían mejores puntuaciones (aún y penalizar por no tener acceso a pasto) que granjas extensivas. Pues, de nuevo, la idea que las condiciones naturales aseguran el bienestar de un animal es simplificar demasiado una cuestión que necesita de un abordaje mucho más riguroso.
¿Producción ecológica y en extensivo son, en principio, sinónimos de mayor bienestar animal que producción en convencional?
Para la cuestión de la producción ecológica te haré la misma reflexión que te hacía cuando hablábamos de la PAC. Es cierto que hay una serie de requisitos (pocos, las cosas como sean) de mayor exigencia en relación al manejo y estabulación de los animales en la producción ecológica, pero el bienestar animal es mucho más que estas normativas, y por tanto lo que habría que aplicar es un protocolo específico con medidas basadas en el animal y ver que sale, como en cualquier otro tipo de explotación. Asumir que ecológico es igual a bienestar animal en mi opinión es simplificar demasiado el mensaje.
“Estamos en la zona del mundo con estándares más altos en bienestar animal y se seguridad alimentaria, pero también en la que el consumidor muestra una abierta desconfianza con el mundo ganadero”
¿Consideras que falla el sector en cuanto a comunicar a la sociedad española el bienestar de las producciones ganaderas?
Sí, sin duda. Tenemos una sociedad que se aleja cada vez más del mundo rural tradicional y de la producción animal. Hace 50 años era más fácil que todos los consumidores tuvieran un ser cercano vinculado al sector primario. Hoy en día hay mucha gente con cientos de contactos en el móvil o en el Facebook y ninguno de ellos tiene ninguna relación con la producción primaria en general o la ganadería en particular.
Por tanto, hay dos mundos que se han apartado el uno del otro y que discurren por caminos paralelos. Eso que llamamos el sector o las organizaciones que lo representan son los que deberían haber encontrado las fórmulas para conectar esos dos mundos. Pero en vez de eso, se ha aislado un mundo del otro, se ha encerrado en una gran caja negra y se ha renunciado a mostrarlo tal y como es. Si no eres capaz de explicar lo que haces, no te preocupes que lo hará otro por ti. Ahora, después no te extrañes si lo que explica el otro no te gusta.
Estamos en la zona del mundo con estándares más altos en bienestar animal y seguridad alimentaria, pero al mismo tiempo el consumidor muestra una abierta desconfianza con el mundo ganadero. Ser ganadero debería ser una profesión con prestigio y valorada, pues son los responsables de cuidar de nuestros animales, aquellos que hemos decidido criar, como sociedad, para proporcionarnos alimentos. ¿Qué valor les estamos dando como sociedad a nuestros ganaderos? ¿Conocemos y valoramos su trabajo? ¿Por qué a menudo ellos tienen la sensación que los tratamos como a seres sospechosos que maltratan a los animales y que quieren envenenarnos?
Recuerdo ahora a un amigo mío al que su vecino le regalaba huevos de cuatro gallinas que tenía, y un día fui a ver a esas gallinas. Los animales convivían con palomas y comían en un suelo lleno de excrementos de estas palomas (animales que traían agentes infecciosos de vete a saber dónde). Ya habían tenido que reponer tres veces las gallinas porqué de vez en cuando habían tenido visitantes nocturnos que las mataban. Les habían mutilado las alas para que no pudieran saltar la valla de alambre que tenían y les daba de comer sobras porqué las gallinas son omnívoras. Y mi amigo afirmaba: “Esto sí que son huevos y no la mierda que nos venden”. Está claro que algo se está haciendo mal.
A partir de los estudios previos que habéis realizado, ¿Cómo valorarías las condiciones generales de bienestar animal del ganado porcino, algo que ha generado polémica en España a raíz del programa de Salvados?
Hay una norma que suele cumplirse en todas las granjas y es que la mayor parte del tiempo la mayor parte de los animales están bien. Piensa en una granja con 2000 cerdos de engorde, que es ya una población importante. Es imposible que no haya ni un solo animal que no enferme en algún momento o incluso que se lesione de algún modo en un codo, en una pezuña o en el muslo.
Yo antes que investigador soy veterinario y parte de mi formación consistió en saber identificar estos problemas y tratarlos adecuadamente para intentar recuperar al animal lo antes posible. Esto en las granjas se hace en lo que llamamos los corrales hospital, corrales en los que se alojan estos animales que están en cuidados especiales y que suelen encontrarse en la entrada de la granja, ya que es recomendable que sean los animales con mejor acceso para el ganadero para que estén mejor vigilados por su estado de salud.
Llega un punto en el que si un animal no va a recuperarse hay que aplicar la eutanasia, es decir, matar al animal en la propia granja. Ese animal, lógicamente, nunca llegará a consumo. ¿Qué suele pasar? Pues que en una población de 2000 cerdos te encuentres con uno o dos corrales hospital, normalmente uno con un par de animales con cojeras moderadas que se apartan en estos corrales más tranquilos para que no empeoren y otro en el que puedes ver animales que se han quedado pequeños o que tienen algún absceso o hernia umbilical (estoy haciendo un dibujo muy general de lo que normalmente sueles encontrarte).
Claro, lo sorprendente del reportaje de televisión es que se habla de una granja más o menos de este tamaño y se empiezan a mostrar uno tras otro, tras otro, corrales hospital. De hecho, sorprende por dos razones. En primer lugar, porqué muestra a más de un animal y de dos que deberían haber sido eutanasiados. Y me preguntarás, ¿Por qué te sorprende que hubiera más de un animal que tendría que haber sido eutanasiado? Te cuento. Hay que partir de la base que a los ganaderos les cuesta muchísimo sacrificar a sus propios animales. La verdad es que a nadie le gusta tener que matar a un animal, pero el hecho es que a los veterinarios nos forman para saber aplicar criterios de punto final y con los ganaderos eso es mucho más difícil. El cuidador establece una relación mucho más intensa con sus animales de lo que a menudo se piensa desde fuera y esta relación combinada con experiencias del pasado a veces juegan en su contra.
¿Qué quiero decir? Pues que cuando has tenido a lo largo de tu vida diez cerdos con un mismo mal y hay ocho que no han conseguido superarlo y dos que sí, al cabo del tiempo de los que te acuerdas es de los dos que salvaste. Objetivamente, deberías decir 8 de 10 no se recuperan, pues fuera, sacrificio de emergencia y se acabó. Pero el factor humano a veces nos va en contra en este tipo de decisiones.
“La granja de porcino del programa de Salvados no representa ni de lejos lo que estamos acostumbrados a ver”
De hecho, pasa como con los animales de compañía. ¿Cuántas veces hay perros que se tarda demasiado en sacrificarlos porqué el dueño no se ve capaz de tomar la decisión? Por lo que es cierto que a veces se es demasiado optimista sobre la capacidad de recuperación de algunos animales y se va tarde con la eutanasia, lo cual es un problema real. Hay que tener en cuenta que la eutanasia la suele aplicar el veterinario responsable de la explotación, pero normalmente llevará varias granjas y por tanto no estará siempre allí.
Por lo que dependemos del buen criterio de los ganaderos para que avancen una visita del veterinario en caso de identificar un animal en estado crítico o conseguir convencerlos para que sean ellos mismos quienes practiquen la eutanasia. Dicho esto, como te decía antes, en una granja de ese tamaño no es normal encontrar a más de un animal que debería haber sido sacrificado y sigue en vida, pues las visitas veterinarias imposibilitan que estos animales se vayan quedando en la granja eternamente y este tipo de problemas no aparecen de un día para otro ni en masa, son casos que aparecen puntualmente.
El segundo factor de sorpresa, ya sin contar los casos más graves que deberían haber sido sacrificados, es el hecho que se sale de toda normalidad ver esa cantidad de animales con problemas en una granja de ese tamaño, lo que decía anteriormente de ver uno tras otro, corral hospital, corral hospital, corral hospital. Creo que la misma incredulidad causó fuera como dentro del sector, pues esa granja no representa ni de lejos lo que estamos acostumbrados a ver incluso los que nos acercamos a las granjas con un espíritu más crítico.
En los últimos años se viene hablando de que la Comisión Europea va a suprimir el recorte de pico en gallinas ponedoras o la castración física de cerdos. ¿Que prácticas crees que en ganadería habrá que replantear o que se van a prohibir en los próximos años?
Los puntos críticos que suelen tratarse es todo lo relacionado con las mutilaciones (cualquier cambio físico que se haga sobre el estado natural en el que nace un animal), que es donde se encuadra el recorte de picos o la castración; y las prácticas que supongan confinamiento de animales en jaulas o con limitación de movimientos. Piensa en estos dos factores, aplícalo a las diferentes especies y sistemas productivos y es por donde parece que van a ir los tiros en los próximos años.
¿En qué nuevos proyectos sobre bienestar animal estáis trabajando en el IRTA?
El grupo de bienestar animal del IRTA está formado por tres investigadores y cinco técnicos y nos centramos sólo en el bienestar animal, pero en todas las especies de producción desde que nacen hasta su muerte. Por ejemplo, un proyecto muy inmediato es el desarrollo de un protocolo para la evaluación del bienestar de los conejos en matadero para complementar el que ya hemos desarrollado en los últimos años para granja, basado también en el concepto Welfare Quality.
También estamos trabajando con Neiker-Tecnalia, del País Vasco, en el desarrollo de los mismos esquemas para pequeños rumiantes. Hay que destacar, por otro lado, cuatro proyectos europeos en los que participamos, uno llamado EUPIG destinado a identificar buenas prácticas en ganadería en relación al bienestar animal en toda la UE y estimular que los ganaderos de diferentes países intercambien opiniones sobre esas buenas prácticas. Se pueden consultar estas prácticas en la web (https://www.eupig.eu/). Otro destinado a generar unas guías de buenas prácticas en el transporte de animales vivos que finaliza próximamente y cuyas guías pueden consultarse en (http://animaltransportguides.eu/es/). Un tercero titulado Feed-a-gene en el que el bienestar animal, junto con la alimentación y la genética son abordados como herramientas para incrementar la eficiencia de las granjas (https://www.feed-a-gene.eu/).
“La Unión Europea va a acabar prohibiendo todo lo que sean amputaciones y prácticas que supongan confinamiento o limitación de movimientos de los animales”
Y finalmente un cuarto destinado al vacuno en el que se buscan granjas que apliquen tecnología que les permita tener un mejor control de los animales, mejorar su bienestar y obtener también una mejor eficiencia (http://www.4d4f.eu/).
También estamos trabajando en un proyecto financiado por el gobierno del Reino Unido en el que se evalúa el estado de los terneros que se transportan desde Escocia hasta España. Este se enlaza con otro proyecto en el que el propio sector a través de un grupo operativo está viendo que se puede hacer para que este tipo de animales estén lo mejor posible a la llegada y en su fase de adaptación a las nuevas instalaciones.
Otros estudios que tenemos en marcha se centran en los efectos del ayuno en porcino antes de su sacrificio, los efectos positivos y negativos de tener a las cerdas reproductoras sobre una cama de paja en invierno y en verano, los efectos de recortar o no recortar los colmillos de los lechones los primeros días tras su nacimiento sobre su bienestar y el de la cerda, o buscar alternativas de manejo para reducir los efectos del estrés térmico en cerdos.
Finalmente, un proyecto muy interesante con el que arrancamos ahora es uno que intenta ver el efecto que la microbiota del intestino puede tener sobre el comportamiento de los animales. Esta es una vía de futuro muy excitante, pues se liga con un trabajo previo en el que mirábamos si los cerdos podían ser optimistas o pesimistas. Es decir, si las condiciones de vida que haya tenido un animal determinan que este animal ante una situación neutra pueda tener un buen presentimiento (optimista) o mal presentimiento (pesimista) que haga que avance confiado y tranquilo o recule, se asuste y quiera huir. Imagínate que trabajando sobre la flora microbiana del intestino conseguimos ese animal más optimista.
Y en fin, a todo esto le sumas la certificación en bienestar con el Welfare Quality en el esquema AENOR conform de bienestar animal en vacuno, aves de corral y cerdos. Como puedes ver, no nos aburrimos.