Clonación in vitro de los árboles con mejores calidades de madera para toneles y chapa

El laboratorio de Biotecnología Vegetal Cultigar busca la mejor genética de dos frondosas gallegas, el roble y el abedul, que le permitan destinar su madera para usos de tonelería y chapa

Clonación in vitro de los árboles con mejores calidades de madera para toneles y chapa

El abedul y el roble son dos árboles con grandes aprovechamientos. Eso es lo que defiende la directora técnica del laboratorio de Biotecnología Vegetal Cultigar (Brión), Marga Fraga, en la jornada celebrada en Oleiros (A Coruña) sobre las posibilidades que ofrecen las frondosas en Galicia. Asimismo, habló sobre el Plan de Valorización de las Masas de la Madera de Frondosas Autóctonas y también expuso los resultados que están obteniendo en las investigaciones que llevan a cabo en Cultigar. La firma ha creado huertos semilleros de clones, como el que se sitúa en Oleiros. Asimismo, investigaron sobre la calidad de las maderas del roble y del abedul para destinarlas a tonelería y chapa, respectivamente.

Marga Fraga señala que en el caso del castaño y del cerezo ya hubo programas de selección desde hace años, sin embargo en el roble y el abedul no se trabajó en este sentido. De estas dos últimas especies, en una primera parte del trabajo lo que hicieron en Cultigar fue seleccionar árboles élite de diferentes lugares de Galicia. Fueron escogidos en función de una serie de parámetros, como la altura, diámetro o la ramificación.

En el caso de los robles los escogieron dentro de unos rodales selectos de Galicia (Paderne de Allariz, Castroverde, Vilalba y Becerreá). Dentro de esos cuatro rodales, se seleccionaron semillas de los árboles individuales por trepa y se plantaron en un vivero. Después se repartieron en cuatro regiones climáticas de Galicia (Lourizán, Santa Comba, Chantada y Trasmiras). En total fueron 20 los árboles seleccionados.

En el caso del abedul se hizo un trabajo similar, pero «en este caso no contábamos con rodales selectos, entonces tuvimos que recoger los mejores ejemplares de la Terra Cha Lucense». Seleccionaron 59 árboles élite, de los que cogieron semillas, las plantaron en un vivero y finalmente se llevaron a una parcela en la Terra Cha y a otra en Cea (Ourense), que ya ardió.

«Con el trabajo del roble, ya observamos que la progenie está creciendo, pero aun son árboles nuevos. En el caso del abedul, como el proyecto se empezó hace 32 años, ahora tenemos árboles maduros, por lo que ofrecen la posibilidad de continuar con el estudio y poder evaluar sus características morfológicas», indica Marga.

El roble para tonelería y el abedul para chapa

Plantaciones de roble y abedul con las que trabajan en Cultigar

Plantaciones de roble y abedul con las que trabajan en Cultigar

Los árboles de roble con los que trabajan tienen unos seis años, entonces sus características forestales «se pueden intuir pero no observar, porque no están totalmente desarrolladas». Aun así, apunta que hicieron una selección y hay ejemplares que muestran un mayor crecimiento que los otros. Marga indica que podrían estudiar la calidad de la madera, «pero son árboles delgados, con troncos estrechos, y la calidad de la madera se mide recogiendo cilindros transversales del tronco y viruta de la madera». Por eso, lo que están haciendo es recoger esas muestras en los árboles madres de las progenies.

Uno de los logros que ya alcanzaron fue correlacionar los contenidos químicos de la madera con los de las ramas. Esto podría permitir avanzar en la selección de árboles jóvenes: «Si llegamos a demostrar esta correlación, podríamos estudiar la calidad de la madera en los árboles nuevos y así hacer una primera selección con este parámetro y no solo por caracteres fenotípicos», señala. Para hacer este estudio, contaron con la colaboración del Centro Tecnológico Forestal y de la Madera de Asturias.

En madera cortada, la tecnología infrarroja permite también verificar calidades y contenido químico de la madera: «De esta manera, cuando tenemos madera cortada en los aserraderos, con la tecnología NIR se podría hacer una selección de la madera con las características de composición química que técnicamente necesitamos para tonelería», puntualiza.

Los buenos ejemplares no tienen brotes basales, por eso tuvieron que forzarlos para iniciar el cultivo in vitro

En el caso del abedul, como ya cuentan con parcelas de árboles con 32 años, ya pudieron realizar una caracterización más precisa. Recogieron todos los datos necesarios en Lourizán y realizaron una estadística en la que ven las diferencias que existen, para así hacer una selección de los mejores para su uso para chapa. Aun así, les falta por añadir la densidad, «que es un factor que queremos analizar».

Multiplicación in vitro de los árboles
Marga apunta que se deberían estudiar más características para otros usos, «pero para eso pedimos la colaboración del sector finalista de la industria de la madera». Ahora se encuentran en un proceso de análisis de la madera que extraerán de las claras genéticas que van a hacer: «Las claras son necesarias para hacer una buena gestión del monte y que mejore la luz, así mejorará su desarrollo».

Una vez que tengan seleccionadas los árboles con los que van a trabajar, que tienen las características fenotípicas o la calidad de madera que les interesa, «multiplicamos in vitro por multiplicación vegetativa. Así conseguimos reproducir cada uno de los árboles seleccionados y luego los llevamos a campo». De 500 genotipos de roble que introdujeron in vitro tienen 64 en cultivo, y de esos, 50 se consiguieron enraizar para poder transferir a vivero.

Árboles multiplicados que ya fueron llevados al vivero de Oleiros

Árboles multiplicados que ya fueron llevados al vivero de Oleiros

En el caso del abedul están a la espera de los datos de densidad para juntar todo y poder seleccionar cuáles son los mejores ejemplares y mientras tanto hicieron ensayos de multiplicación in vitro de ejemplares adultos. Consiguieron un enraizamiento de los árboles adultos, pero tuvieron que emplear brotes basales de los árboles o unicórmicos. Los mejores ejemplares no tienen estos brotes, por eso tuvieron que hacer un anillamiento basal e incisiones encima de los brotes para conseguir forzar esos brotes epicórmicos y partir de esos materiales para iniciar el cultivo in vitro.

Todos estos árboles, tanto abedul como roble, que se están produciendo, se destinan a huertos semilleros clonales, como uno que se instaló en el vivero de Santa Cruz. «Eso es una aproximación de lo que podría ser un huerto, pero hemos pensado hacer otro con todos estos genotipos», indica la directora técnica de Cultigar.

Ahora cuentan con 171 robles de 24 genotipos y lo ideal sería buscar una base genética más amplia. También está prevista una caracterización de estos árboles porque la mayoría de los robles seleccionados en las parcelas provienen de un mismo rodal selecto, «con lo cual estarán emparentados entre sí. Tenemos que investigar ese grado de parentesco para proporcionar la mayor biodiversidad posible a la hora de transferirlos al campo», concluye Marga.

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