La industria del aserrado de madera en Galicia ha sufrido varias crisis en las últimas décadas, una situación que desembocó en una fuerte reconversión del sector. Las coníferas siguen siendo de lejos la principal madera aserrada en Galicia, pero vieron reducida su superficie en monte; por eso recuperar la producción de madera de pino es uno de los principales desafíos que afronta el sector.
Al margen de la oferta de materia prima, el sector del aserrado también experimentó un cambio en el mercado, ya que la demanda de productos elaborados a base de madera fue evolucionando, lo que también está suponiendo un reto para los aserraderos gallegos.
Cambios
El sector de la madera de Galicia enfrentó su última crisis a partir del 2008. «En aquel momento, hubo un descenso muy importante en el número de instalaciones, pero la mayor parte de las empresas que continuaron incrementaron de forma importante su capacidad productiva y mejoraron sus ratios productivos, especialmente con la modernización de maquinaria y la implantación de automatización en sus procesos productivos», explican desde la Axencia Galega da Industria Forestal (XERA).
Las progresivas reconversiones del sector del aserrado afectaron especialmente a las sierras de menor tamaño y con maquinaria más antigua. También fue determinante la rentabilidad económica de las instalaciones y en muchos casos, el abandono de la actividad estuvo relacionado con aspectos como la falta de relevo generacional o la imposibilidad de crecer en tamaño por aspectos legales o urbanísticos.
El serrado de coníferas en Galicia y las diferencias con Europa
En la actualidad, la industria de aserrado en Galicia se basa especialmente en madera de coníferas, si bien el mercado de sus productos varió sensiblemente en los últimos años. Las propias características del monte gallego están condicionando la evolución del sector del aserrado, una transformación que está siendo diferente de la que experimentan otros países europeos con importantes industrias de madera de coníferas.
Así, en el norte y centro de Europa, los aserraderos evolucionaron en los últimos años hacia instalaciones con líneas de gran capacidad productiva y totalmente automatizadas, basadas en el procesado de madera delgada y ancha (normalmente de menos de 40 centímetros de diámetro), para la producción de madera para elementos estructurales en la construcción y carpintería.
Estos cambios, junto con la caída en la demanda de la madera de coníferas para mobiliario y carpintería, hicieron que el precio de la madera de coníferas de más diámetro fuera menor que el de la madera más delgada.
Las características de la madera de coníferas en Galicia, con mayor conicidad y curvaturas que la madera de abeto o picea producida en el norte de Europa, hicieron inviable la implantación en Galicia de estas instalaciones de alta capacidad para producir madera estructural larga (con más de 4 metros).
Las sierras de pino en Galicia se centraron durante muchos años en optimizar al máximo el rendimiento de la materia prima, especialmente mediante el serrado de madera corta (entre 1 metro y 2,5 metros), en la utilización de sierras de cinta con pequeño espesor de corte y en la producción de la mayor cantidad de madera de mayor calidad visual.
Sin embargo, en los últimos 15 años la caída del mercado en productos de carpintería como tarimas y revestimientos, junto al incremento de los costos de producción y mano de obra, hicieron cambiar esta tendencia, y pasar a dar prioridad a la reducción de los gastos de producción a través del aumento de la capacidad productiva y a la automatización de procesos.
En la actualidad, el pino gallego se está aprovechando para muy diferentes finalidades, si bien, como explican desde distintas industrias, uno de los principales usos es la construcción de envases y palés, junto con la producción de tablas para carpintería.
José Carballo. Presidente de la Fundación Arume
«La marca Pino de Galicia es un esfuerzo por estandarizar calidades, lo mismo que ya hace cualquier aserradero nórdico»
La producción gallega está ligeramente por debajo del millón de toneladas de tabla de pino, una cantidad que supone más del 40% de la tabla que se sierra en España. Con todo, estas cifras son mínimas si se comparan con el consumo de tabla que hay en el Estado. Tanto es así que las importaciones de coníferas se sitúan muy por encima de la producción de madera gallega.
Factores como la guerra de Ucrania, la incidencia de plagas que están viviendo los bosques en Centroeuropea o el gran consumo de madera de Estados Unidos y China están provocando una gran demanda de tabla de coníferas, sobre todo de la procedente de países nórdicos. Esa demanda llevó a un aumento de los precios y del interés que genera en el mercado la madera gallega, que aparece en el mercado estatal como fuente alternativa de suministro a las coníferas europeas.
«Este escenario propicia que esta esta sea la gran oportunidad para que la madera de Galicia ocupe un mayor espacio», valora José Carballo, presidente de la Fundación Arume, una entidad que nació en el 2019 para impulsar la cadena del pino de Galicia, del monte al mercado final.
El objetivo último de la Fundación es que Galicia produzca madera serrada de calidad que abastezca a la creciente demanda y que genere fidelización en el mercado. En este sentido, se encuadra la iniciativa impulsada desde la Fundación Arume de crear la marca Pino de Galicia.
«Cualquier aserradero nórdico ofrece unas calidades estandarizadas, clasificadas con independencia de donde compres. En Galicia no ocurre esto. Por eso, la Fundación Arume creó la marca Pino de Galicia, que es un esfuerzo por estandarizar hacia atrás, desde el mercado a la producción de madera, con un sistema europeo de clasificación que nos permita utilizar la madera y la tabla para aquellos usos en los que es más válida», detalla Carballo.
«El reto es ser capaces de ofrecer al mercado tabla con calidades homologadas, contrastadas y estandarizadas. Además, a través de eso, estandarizar la silvicultura y la producción de madera de calidad en el monte», concluye José Carballo, presidente de la Fundación Arume.
¿El propietario forestal recuperará la confianza en el pino?
La tendencia de precios bajos que mantuvo la madera de coníferas durante años, hasta la primavera del 2021, afectó a la toma de decisiones de los propietarios forestales en relación al mantenimiento o cambio de especies forestales en sus terrenos. Por eso, el sector también ve muy probable que con la revalorización del precio en monte de la madera de coníferas, los propietarios forestales vuelvan a confiar en el pino.
Conviene recordar que la madera de pino experimentó un incremento de precios ostensible en estos últimos meses, con subidas medias por lote del 40 – 50%. «Era una subida necesaria, ya que el pino estaba en un precio muy bajo», reconocen desde el Grupo Villapol (Trabada, Lugo).
«Para que los propietarios vuelvan a confiar en las coníferas, será necesario que la industria busque productos que permitan dar el mayor valor posible a las coníferas, de forma que en un futuro se pueda mantener el precio para el pino», argumentan desde XERA.
Junto a iniciativas como la de la fabricación de madera estructural para construcción (CLT), será preciso buscar otros productos serrados que eviten la actual dependencia del mercado de envases y palés.
Renovación de masas
Para garantizar el suministro de materia prima de coníferas, desde el sector apuntan a la necesidad de promover la renovación de muchas masas de coníferas, que se encuentran ya pasadas de su turno de tala y que, por muy diferentes motivos, no fueron puestas en el mercado. Así, insisten en la importancia de movilizar madera para que no envejezcan los montes y mejorar su calidad.
Una de las vías para conseguir movilizar esta madera es la silvicultura. «Es importante explicarle al propietario que la silvicultura, además de ser necesaria para obtener buena madera, es una manera de tener ingresos antes de la tala final. Los rendimientos de la tala final por metro cúbico van a ser mucho mejores si se hace una silvicultura apropiada, con claras intermedias», explica Jacobo Feijoo, responsable de la Asociación Sectorial Forestal Gallega, un colectivo de propietarios ligado a Unións Agrarias.
«El gran reto es dar valor a la madera de pino en el monte para que cuando se corte tenga un valor superior, no solo por tener metros cúbicos, sino porque tenga calidad» (Jacobo Feijoo, Asefoga)
De incrementarse la intervención sobre el monte, se conseguirá una mayor producción aunque no se incremente la superficie dedicada a pino.»Es muy importante hacer silvicultura en las coníferas. Podas, claras y mejora genética son claves para mejorar el aprovechamiento y la productividad de los pinares. Hay que especializarse e incrementar el valor, para que esa madera de pino tenga un valor añadido, ya que esto será lo que le sirva para competir en precio con otras especies muy competitivas por su volumen y sus turnos más cortos, como el eucalipto», explica Feijoo.
«El gran reto es dar valor a la madera de pino en el monte para que cuando se corte tenga un valor superior, no solo por tener metros cúbicos sino porque tiene calidad», concluye.
Elier Ojea. Presidente de Fearmaga
«Procuramos una salida alternativa a vender sólo tablas. Hay ejemplos en Galicia donde se vieron los esfuerzos por mejorar la segunda transformación de la madera»
Una de las dificultades para lograr el objetivo de ofrecer mayor cantidad de tabla serrada de pino de calidad se encuentra en el monte, por la falta de silvicultura (podas, rareos, etc.). «Con una gestión forestal idónea, Galicia podría aumentar sensiblemente sus talas. Unas de los problemas para poder lograrlo, junto con la falta de silvicultura, es el minifundismo de Galicia. Tenemos que procurar iniciativas encaminadas a lograr un bosque bien gestionado, unas dificultades que ya afrontaron desde hace años otros países como Austria», valora Elier Ojea, presidente de la Federación de Aserraderos y Rematantes de Galicia (Fearmaga).
En los últimos 40 años se redujo notablemente el número de aserraderos en Galicia, pasando de los 600 a poco más de 200, entre otros motivos por la falta de relevo generacional o la exigencia de fuertes inversiones. Entre los aserraderos que continúan, destaca la evolución de empresas que hicieron importantes esfuerzos por darle un valor añadido al producto.
«Los aserraderos y rematantes entendimos que era preciso que el sector se especializara y procuramos una salida alternativa a vender sólo tablas. Hay ejemplos de aserraderos en Galicia que hicieron esfuerzos por comprar maquinaria y adaptarse, para hacer una segunda transformación siguiendo las mismas tendencias que en el resto de Europa», recuerdan desde Fearmaga.