María Dolores Calvo Méndez es presidenta de la cooperativa Condes de Albarei, socia de Delagro, e integrante de la representación sectorial de vino de costa de la Asociación Galega de Cooperativas Agroalimentarias (AGACA), siendo además la primera mujer que entró a formar parte del consejo de AGACA (2017-2021). Su compromiso con la igualdad le ha llevado a sumarse a la asociación “Nós, as mulleres”.
Además de su vinculación con el mundo del vino y cooperativo, es profesora, y asegura que no renunciaría a ninguna de sus dos vocaciones. Hablamos con ella sobre las tres décadas que lleva vinculada a la cooperativa.
Las jornadas de María Dolores Calvo Méndez se reparten entre dos actividades profesionales que vive con entusiasmo a partes iguales: la de ejercer como profesora de matemáticas en un instituto de Salceda de Caselas y como presidenta de la cooperativa Condes de Albarei. “Puede haber temporadas tranquilas en las que puedes atender a todo sin muchos agobios y otras en las que todo parece coincidir y tienes la sensación de no llegar, pero finalmente se va resolviendo. Hay que organizarse y repartir tiempos”, asegura, a la vez que reconoce que no podría elegir quedarse solo con una de las dos.
“La viticultura y la enseñanza son dos mundos distintos y a la vez con bastantes semejanzas. Trabajas con seres vivos, que tienen su ciclo vital. Ambos requieren de cuidados, dedicación, pasión, acompañamiento…van creciendo y ves tu intervención en su formación. En ambos disfrutas de la vida y su evolución. En la enseñanza asumes mucha responsabilidad porque lo que haces y dices repercute en personas en formación y hay que cuidar mucho los sentimientos y sensibilidades. Creo que no hay necesidad de escoger, la combinación me parece buena y enriquecedora”.
En 2006 llegó al Consejo Rector de Condes de Albarei como vocal y permaneció en el cargo ocho años. “Cuando Guillermo Rodríguez decidió dejar la presidencia en 2014, la cooperativa estaba pasando un momento económico complicado y parecía lógico que se presentase alguien del consejo rector que conociese el funcionamiento. Ninguno de mis compañeros se animó y yo decidí dar el paso y presentarme, contando en todo momento con su apoyo y confianza. Debo decir que no fue una sorpresa ver que la sociedad aceptaba con naturalidad que una mujer asumiese la presidencia, valorando en todo momento a la persona y no el género”, explica.
A partir de ahí, se inició un proceso de trabajo y esfuerzo por revertir el ambiente de descontento y cierta tensión que se había instalado en la cooperativa. “En aquel momento las dificultades venían dadas por la situación a nivel mundial y la nuestra en particular: habíamos hecho una inversión de gran envergadura, las ventas y los precios bajaron y el pago a socios se fue retrasando. Hacer frente a esta situación era el objetivo prioritario. Con mucho sacrificio se logró y hoy podemos estar orgullosos de que hay mucha más cohesión social y una situación económica desahogada”.
Pero empecemos por el principio de todo, ¿qué llevó a Dolores Calvo a vincularse al mundo del vino? “En casa había vacas, viñas, se cultivaba maíz, patatas…y yo colaboraba desde muy pequeña en todos los trabajos derivados de la actividad familiar (ordeñar, cuidar el ganado, esparcir abono, cavar, vendimiar, pisar las uvas…). Los olores, colores y procesos de la viña van asociados a mis vivencias desde siempre”, rememora.
“Por aquel entonces no había oído hablar nunca de cooperativismo como tal, aunque conocía y participaba de las labores colaborativas entre vecinos. La cooperativa Condes de Albarei no existía, ni otras en la zona. A finales de los ochenta mis padres cambiaron las viñas a la variedad de albariño y en ese momento comprendí que ya no se podía hacer vino en casa y que la mejor forma de sacarle productividad era entrar a formar parte de una cooperativa. Yo me animé y en 1992 me hice socia de Condes de Albarei”.
Una cooperativa con gran impacto social
En estos 30 años que Dolores lleva vinculada a Condes de Albarei, la cooperativa ha crecido y evolucionado, tanto a nivel de servicios a los socios como de implicación social, actuando como dinamizador económico, social y cultural de la comarca. “Consumimos y gastamos en nuestra zona, aportamos nivel económico a nuestros vecinos. Generamos riqueza compartida”.
“La cooperativa aporta y crea bienestar, fijando población. Además, ofrece apoyo técnico a socios y formación para que conozcan los últimos avances y puedan aplicarlos con la finalidad de obtener el mayor y mejor rendimiento de sus viñas. Pero también formación en otros aspectos como la igualdad, liderazgo y gestión, sin olvidar facetas más personales como autoestima, motivación… Destacaría también su gran implicación en el cuidado del medioambiente, la salud alimentaria, la calidad de los vinos y la sostenibilidad”.
Pero si hay quedarse con un momento clave en el recorrido por la historia de Condes de Albarei –socia de la cooperativa de segundo grado Delagro– , Dolores destaca cuando, hace catorce años, se materializaba la compra de pazo Baión, una finca con cinco siglos de historia. “Es difícil expresar la avalancha de sentimientos que me invadieron en aquel momento: sorpresa, alegría, responsabilidad, muchísima responsabilidad, ilusión, expectativa… Hicimos una apuesta muy fuerte porque teníamos muy claro el proyecto que queríamos llevar a cabo y el enclave era inmejorable. ¡La adquisición y puesta en marcha del proyecto de Pazo Baión ha supuesto un antes y un después en nuestra historia, pero aún nos queda mucho por escribir!”.
Hoy en día, Pazo Baión es un proyecto consolidado, reconocido como centro de referencia de enoturismo (en 2016 fue reconocido como mejor rincón enoturístico de España por la ruta de vinos de España) y que además tiene un importante componente social: el 5% de las ventas de sus albariños se destinan a programas de prevención contra las drogas a la vez que colabora en la reinserción sociolaboral de ex drogodependientes.
“Con la inversión recién realizada y una crisis económica mundial, las cosas fueron complicadas al inicio y la sociedad ha tenido que sufrir, pero hoy en día valoramos que ha valido la pena. Es una contribución de enorme valor colectivo. Es una satisfacción ver que llegan a Pazo Baión visitas de toda España y de países extranjeros, consumen en la comarca, pernoctan, compran, visitan otros lugares… es una forma más de activar la economía local”.
Una cooperativa a la delantera en igualdad
Otra de las señas de identidad de la cooperativa Condes de Albarei es su trabajo pionero en el ámbito de la igualdad de género y prueba de ello es que su Consejo Rector mantiene una composición proporcional al número de mujeres de la masa social. “En general, en las cooperativas agroalimentarias gallegas y españolas, sigue habiendo poca participación femenina en los Consejos Rectores y puestos de toma de decisiones. En nuestro caso se da un equilibrio en el reparto de puestos de responsabilidad entre trabajadores y trabajadoras, pero soy consciente de que somos aún excepción”, reconoce.
Lo cierto es que las tornas van cambiando, y en los últimos diez años el porcentaje de mujeres fue en aumento. Algo que, para Dolores, “no es fruto de la casualidad, sino del trabajo de concienciación que se viene realizando desde distintos ámbitos, aunque no es suficiente”. Entre ellos, destaca dos iniciativas en las que ella misma está fuertemente involucrada: AMCAE (Asociación de Mujeres de Cooperativas Agroalimentarias de España) y la Asociación de AGACA “Nós, as Mulleres”.
“En la sociedad en general y en el rural en particular, la presencia de la mujer en la vida pública aún no está equilibrada. En el rural la presencia de la mujer, sobre todo joven, es fundamental para afianzar población y dar un futuro a los pueblos. Se necesitan mujeres formadas profesionalmente, competentes, con iniciativa y ganas de desarrollar su proyecto de vida en el rural. Para ello debemos ofrecer servicios, conectividad y recursos que permitan a la gente joven plantearse el rural como alternativa”.
“Entiendo que el discurso tiene que cambiar. No podemos transmitir a nuestros hijos que estudien y se formen en especialidades que nada tienen que ver con el mundo agroalimentario y después pretender tener relevo generacional. Debemos dar una oportunidad al rural y al mundo agroalimentario. Presumamos del mismo, pongamos en valor lo que hacemos y lo que tenemos. Pidamos a las administraciones planes de estudios específicos en los que haya una oferta formativa relacionada con las actividades agroalimentarias de cada zona”.
La viticultura en perspectiva: esfuerzo, retos y pasión
¿Qué tendrá el mundo del vino que, pese a exigir sacrificios (y no poder vivir en exclusiva de ello en los casos de pequeños viticultores como el suyo), engancha tanto? “Cuando conoces de cerca el mundo del vino es difícil mirar a otro lado. Ver como cada año los ciclos de la vid se repiten, como van progresando los racimos… vas acompañando su proceso y te vas identificando con él”. Otra recompensa, según confiesa, viene “cuando te encuentras una botella de tu vino en un lineal de un supermercado, en un restaurante, en un país extranjero, en la que hay algo de ti, de tu trabajo, de tu esfuerzo… resulta muy motivador y estimulante. Sientes que estás contribuyendo a la alegría de la gente, estás presente en sus celebraciones y sus emociones”.
Los logros de la cooperativa han llegado con el esfuerzo de los socios. “En la D.O. Rías Baixas y en Galicia, en general, no es fácil vivir de la viticultura y el principal escollo lo presenta el minifundismo. Somos una D.O. pequeña que hizo las cosas bien, apostando siempre por la calidad y ahora mismo estamos muy bien posicionados en el mercado, pero es complicado para los pequeños viticultores crecer, ya que la concentración parcelaria no ha llegado aún a todas las zonas. En comarcas tan pobladas como el Salnés, si el poco terreno que tienes disponible para plantar no lo tienes junto, no es viable hacerlo. Necesitamos que nos faciliten un poco las cosas”.
Para ir cerrando nuestra charla, le pedimos que eche la vista atrás y nos cuente de qué está más orgullosa como presidenta de Condes de Albarei. “Creo que el mayor logro ha sido llegar hasta aquí juntos, permanecer unidos y consolidarse como una bodega de referencia en el sector. Mi mayor orgullo como presidenta son las personas que formamos la cooperativa: sociedad y trabajadores. La capacidad para tomar decisiones conjuntas que nos permitan salir a delante en un mercado muy competitivo, la fuerza que impulsa a las familias a creer en un sueño común y luchar por llevarlo a la práctica, con ilusión compartida”.
Por último, nos habla de los retos de futuro para el sector vitivinícola. “Creo que el principal reto que tiene la D.O. Rías Baixas es no perder sus señas de identidad. Somos una D.O. pequeña y tenemos que seguir diferenciándonos, no podemos perder nuestra esencia. Tenemos amenazas, como el hecho de que la variedad albariño es más conocida que la D.O. Rías Baixas y puede plantarse en cualquier parte del planeta. A esto tenemos que hacerle frente distinguiéndonos por potenciar nuestra situación geográfica, la tipicidad de nuestro clima, las características del terreno: identificándonos con el territorio”.
No duda en detallar cuáles son los desafíos que están sobre la mesa de la cooperativa: “Seguir trabajando en la cohesión social y aportando calidad de vida a nuestros socios y trabajadores. Continuar apostando por la calidad de nuestros vinos, generando valor añadido. Además, tenemos que seguir conservando nuestros valores: solidaridad, igualdad, honestidad, compromiso… y seguir avanzando hacia la sostenibilidad medioambiental, económica y social, sin dejar de ser rentables. En definitiva, seguir mirando al futuro juntos con ilusión compartida”.