“Ensuciar las manos con la tierra es un trabajo digno que tiene un gran valor”

Entrevistamos a Paula Oliveira, una emprendedora de Cabril (Montalegre, Portugal) que está recuperando y dándole una nueva vida a las culturas tradicionales del lino y del burel, en el marco de un proyecto ecoturístico

“Ensuciar las manos con la tierra es un trabajo digno que tiene un gran valor”

Paula Oliveira, a la derecha, cuenta con la colaboración de las vecinas de Cabril en la recuperación de la cultura del lino.

Paula Oliveira es licenciada en estudios portugueses y lusófonos por la Universidad Nova de Lisboa, tiene un master en gestión cultural (Universidad de Alcalá, Madrid) y cuenta con una amplia trayectoria profesional como gestora cultural en grandes ciudades del país vecino, como Lisboa o Braga, pero en el 2014 decidió regresar a la aldea de su madre, en Cabril (Montalegre), a escasos kilómetros de la frontera con Galicia, para iniciar un proyecto ligado a la tierra.

Nacida en Lisboa, de pequeña Paula ya había vivido en Cabril de los 10 a los 15 años, y se decidió a volver atraída por la potencialidad que veía en el patrimonio cultural y natural del lugar, que pertenece al Parque Nacional Peneda – Gerês. Tras asentarse en Cabril, Paula inició un proyecto de ecoturismo en el que destaca su esfuerzo por recuperar las culturas tradicionales del lino, del centeno y del burel, un tejido de lana caracterizado por su resistencia. Hablamos con ella sobre todo este proceso, en el que contó con la colaboración e implicación de la comunidad local.

¿Cómo te decidiste a regresar a Cabril, después de tantos años lejos?
– Hubo un tiempo en el que yo permanecí lejos de aquí, la casa tampoco tenía buenas condiciones y había otras prioridades; hasta que hice un master en la Universidad de Alcalá que era sobre gestión de proyectos culturales. Una de las partes del master trataba sobre patrimonio natural. Yo ya había trabajado con proyectos artísticos y culturales, pero nunca con el patrimonio natural, y siempre que estaba estudiando esto, lo asociaba a Cabril.

Recuerdo que después del master, cuando entré en Cabril y miré esto todo, dije ‘Guau!’, esto es un patrimonio gigante, pero la vida continuó, yo estaba trabajando con proyectos en un museo cerca de Lisboa, pero vino la crisis y aquel proyecto se paró.

Con la crisis, yo tuve que cambiar de vida, vivía en una ciudad, tenía muchos gastos, estaba con mi hijo y decidí venir para el Norte, no inmediatamente para Cabril porque es un lugar lejano, donde era dificil encontrar trabajo. Entonces fui para Braga, que era una ciudad en la que yo ya había vivido y tenía amigos.

Hace 7 años este proyecto parecía un gran sueño, un imposible. Muchas ideas de negocio ciertamente se perdieron, pero muchas otras se realizaron y otras aparecieron

Fui entonces para Braga y encontré allí un trabajo temporal, hasta que llegué a un punto en el que comencé a pasar más tiempo en Cabril, comencé a mirar las cosas y a percibir que podía desarrollar aquí mi propio proyecto, un proyecto que yo tendría que ejecutar y buscar mi propia financiación.

Comencé entonces con ese diseño, con ese plan, hace 7 años. En aquella altura, parecía un gran sueño, una gran locura, un imposible. Y bien, ciertamente muchas ideas de negocio fueron perdidas, pero muchas otras se realizaron y otras aparecieron después de estar el proyecto en marcha.

Paula Oliveira, en Cabril.

Paula Oliveira, en Cabril.

¿Cuáles fueron tus primeros proyectos de negocio en Cabril?
– Mi primer objetivo fue a crear un ‘hostel’ (albergue). En aquel momento estaba el inicio de los hostels en Europa y pensé para esta casa un hostel. Diseñé el proyecto, estaba todo planificado. Sólo que después requería muchos gastos, con licencias y con la obra. Precisaba mucho dinero solo para aquello y yo no tenía dinero.

Por tanto, lo descarté. Después, pensé en aquello que yo tenía y que podía optimizar. Pensé en la quinta de la Albaleda, un terreno que tenemos donde podía encajar un ‘glamping’. Glamping es un tipo de campismo con más confort, con más glamour, por eso se llama glamping. Lo proyecté, hice todo, pero el Parque Nacional no lo permitió porque el terreno está en una zona en la que no son permitidos emprendimientos turísticos.

Antes de hacer lo que fuera que hiciese, también quería percibir si yo encajaba con este cambio de vida

Por tanto, llevé dos grandes bofetadas y a partir de ahí comencé a poner las cosas en términos prácticos. Pensé en animación turística, yo tengo formación como guía turística y comencé a trabajar en ese sentido. Creé un espacio durante cuatro años, que era para mí un espacio de experiencia, un espacio de ensayo.

Antes de hacer lo que fuera que hiciese, también quería percibir si yo cuadraba con esta vida, con este cambio de vida. Durante cuatro años, mi plan era tener mis animales, mis caballos y hacer animación turística.

¿Cuál fue el problema?. El problema fue que estamos en un sitio, en una parroquia que aunque esté totalmente dentro del Parque Nacional y sea el Gerês, no es un Gerês conocido, no es un Gerês turístico. No tiene unidades hoteleras, no tiene turistas. Ese era el problema, ¿cómo es que yo hacía animación turística sin personas?.

Y era muy difícil en aquella altura que las personas viniesen para acá y encontraran servicios. Entonces yo tenía que ofrecer alojamiento y ahí comencé a pensar en crear un alojamiento. No ‘hostel’ porque era muy honeroso, así que comencé a alquilar cuartos.

Inicialmente la casa es grande, mi madre vive en la planta baja y el primer piso estuvo vacío muchos años hasta yo venir para acá. En un principio, pensaba que no lo iba a abrir a personas de fuera porque es el espacio de la familia, tiene nuestras cosas y es nuestra intimidad. Solo que llegué a un punto en el que no tenía otra alternativa y tuve que hacer esa experiencia.

Este proyecto fue y continúa siendo prueba y error, aprendizaje y mejoras, intentar transformar las dificultades en oportunidades, como en el fondo pienso que son todos los proyectos que están en crecimiento.

¿Cómo te organizaste para ofrecer este primer servicio de animación turística?
– Yo tenía, aparte de la casa y de la quinta, un espacio que se llama el Abrigo de la Garrana, al pie del parque de campismo que hay en Cabril. Es un espacio en el que tenía una caballeriza y unos barracones, hasta entonces abandonados, y también una cocina y una huerta. En aquel tiempo recibía a personas voluntarias que me ayudaban y los turistas que venían podían estar con los animales y salíamos de allí para hacer caminatas.

Fue todo muy experimental y de test de mi capacidad porque en el fondo todo giraba en torno a mí. Yo dije, voy a hacer esto todo y al fin de un tiempo voy a ver lo que resulta y lo que no resulta, y en esa altura enfocarme.

Valle de Cabril, en el Parque Nacional Peneda - Gerês, al final del verano.

Valle de Cabril, en el Parque Nacional Peneda – Gerês, al final del verano.

¿Qué valoración haces de aquel primero proyecto como guía turística?
– Con ese proyecto conseguí tener una experiencia e ir analizando con los pocos clientes que tenía si verdaderamente a ellos les gustaba lo que yo promovía. Porque el turista que venía para el Gerês era un turista de masas que ocupaba las unidades hoteleras que existen en Vila do Gerês durante los meses de julio y agosto y después desaparece y nadie lo ve. Por tanto, el turismo que yo siempre quise fue un turismo de experiencia, de naturaleza, de ecoturismo, y que las personas experimenten la vida rural, perciban la historia y se encuadren con las personas, con la comunidad y con el paisaje. Y no aquel turista que viene, se da unos baños y se va, sin añadir ningún valor a su experiencia.

El turista que venía al Gerês era un turista de masas en julio y agosto, pero yo siempre quise promover un turismo de naturaleza en el que las personas experimenten la vida rural, perciban la historia y se encuadren con las personas y con el paisaje

Verdaderamente, el turista que yo buscaba es un nicho de personas muy pequeño y no están aquí al lado ni saben que yo existo aquí. Entonces esa fue mi gran cuestión. ¿Cómo es que yo voy a resolver esto, como voy a llegar al otro lado del mundo, a otros países y atraer personas a esta esquina de Portugal en la que estoy.

La realidad con la que me encontré es que vinieron muchos turistas de otros países, de Alemania, de Holanda, de Inglaterra, incluso de Nueva Zelanda, que ya repitieron la experiencia de venir, o de Tasmania. Para mí, son países con paisajes y culturas extraordinarias. Entonces, ¿cómo es que ellos aprecian venir aquí?. Ahí me di cuenta de que mi idea tenía sentido.

Hace dos años, mi periodo de experiencia en el abrigo acabó, mis animales fueron para la quinta y yo me enfoqué más en el espacio de la casa y en el de la quinta.

Fue entonces cuando comenzaste a trabajar en la recuperación de la cultura del lino. ¿Cómo surgió esa iniciativa?
– Pues fue un día que estaba yo allá en el abrigo, donde tenía la huerta, y apareció un amigo de aquí de la aldea con el que comparto muchas ideas, y él me dijo que yo precisaba una actividad con un carácter más anual y que el lino era una buena opción.

Hay una historia del lino en Cabril, todas las casas trabajaban el lino, hay mucho trabajo que puede ser recogido y que puede ser hecho en ese sentido y yo, en aquella altura, pensé ‘una cosa más para añadir a tantas otras’.

No sabía nada del lino, pero aquella idea quedó allí y yo hablé con una señora mayor a la que le compro el heno para los animales. Le pregunté qué era lo que ella sabía del lino y ella quedó muy sorprendida por abordar esa cuestión. Ella me dijo ‘eso da mucho trabajo…’

Y aquello andaba en mi cabeza, pero no era un objetivo porque ya tenía muchas tareas. Entonces, poco a poco fui hablando con más personas, fueron explicándome el proceso todo. Son inmensas fases con inmensos instrumentos, todo palabras nuevas. La única cosa relacionada con el lino que yo conocía era el fuso, la roca, la estopa y el telar. Del resto más nada, y había muchas cosas nuevas que aprender, pero el tema era realmente interesante.

Por mi formación académica, a mí me gustaba investigar, escribir, recuperar memorias de la cultura, así que el lino fue ganando en interés para mí hasta que decidí sembrar mi primer lino hace cuatro años. Para eso, le pedí ayuda a las señoras de Cabril, ellas me ayudaron a sembrar el lino y aún me acompañan en muchas cosas.

Paula en el trabajo del lino, en su telar.

Paula en el trabajo del lino, en su telar.

¿Tu idea era conectar esta cultura tradicional del lino con el turismo?
– En el inicio, y aún se mantiene mucho a pesar de que surgieron otras líneas de trabajo, la idea era realmente crear un producto de turismo creativo, que es algo que ahora también entró en moda. Se trata de que los turistas vengan para tener una experiencia y partir con nuevos conocimientos. Puede ser por ejemplo poner las manos en la masa y aprender a hacer pan. Se trata de tener una experiencia que sea algo más que simplemente visitar un sitio y acabó.

En el inicio, la idea con el lino era crear un producto de turismo de creativo

Por tanto, ese era en el fondo el foco del negocio, era hasta aquí porque ya hubo otros cambios. Porque con lo que aconteció este año con la pandemia, todo esto fue aguas abajo. No es posíble un trabajo en común como el que hemos hecho con el lino, que es espadulado un día en la era, con toda la gente trabajando en conjunto para conseguir tener el lino listo para hilar, eso no fue posible, entonces hay que procurar buscar otra forma de ganar dinero con el lino. Fue por eso que yo monté un taller online del lino, para intentar llegar al público.

¿Qué resultado tuviste con el taller online del lino?
– Pues en un inicio volví a tener la misma dificultad que tenía con la experiencia de animación turística. Esto es muy bonito pero nadie sabe que yo estoy aquí. Cómo se lo cuento yo a las personas?. El taller online del lino lo pensé cómo una fuente de ingresos que me cubriera un tiempo porque yo en marzo no sabía cuándo podría abrir el alojamiento, estaba todo muy incierto.

Pensé en hacer una experiencia internacional, pero eso implicaría que yo tendría que trabajar también en inglés y podía ser demasiado y que yo no lo consiguiera. Por tanto, opté por hacer la experiencia sólo en portugués.

Toda vez que yo ya tenía esas dificultades de cómo le voy a decir al mundo que estoy aquí, cómo voy a comunicar, el año pasado me inscribí en octubre en un curso de marketing online, que fue mi salvación. Fue una inversión grande, pero fue sin duda mi salvación porque sin esas herramientas yo estaría completamente perdida.

Desde que comencé a trabajar con el marketing online, tanto con el alojamiento como con el taller, no sólo vienen aquí más personas, sino que vienen más tiempo y compran más servicios, no compran sólo el alojamiento, compran otras experiencias y la alimentación de la quinta.

Trabajo comunitario con el lino en Cabril. / Cedida.

Trabajo comunitario con el lino en Cabril. / Cedida.

¿Qué experiencias les ofreces a las personas que están viniendo a Cabril?
– Desde caminatas, como la ruta de las cascadas de Cabril, hasta experiencias como la de ‘Pastor por un día’, en la que acompañamos un pastor de cabras o vacas en alta montaña y pasamos un día conociendo cómo es la vida del pastor. Tenemos también la experiencia de la quinta, con la huerta y con los animales, donde vamos cuidar de la quinta y cogemos lo que nos es posible coger. Esta actividad de la huerta funciona muy bien por ejemplo para las familias con niños.

¿Qué cultivas en la huerta?
– La huerta tiene un poco de todo, tengo patata, patata dulce, berenjenas, tomate, zanahoria, melón, coliflor, frambuesas, cebolla, ajo francés… Mucha variedad, poca cantidad pero mucha variedad.

No hago producción para venta. La idea desde el inicio es vender directamente en el plato, hago comidas para la gente aquí alojada. Este año por primera vez conseguimos no comprar legumbres, no comprar cosas de la huerta. En términos de negocio es ventajoso, da trabajo, pero en calidad de comida y como experiencia para el cliente, vale la pena el esfuerzo. Sientes la diferencia en el sabor de los alimentos.

También ya tengo gallinas, huevos… Compro la carne y el pescado, algo de arroz, algunas cosas, pero gran parte es biológico y producción nuestra.

Hoy por hoy, mi trabajo está enfocado en crear condiciones en la quinta para desarrollar más experiencias. Aquí en la casa tengo un atelier para el lino, en el espacio de la cocina, pero quiero un espacio mayor en el que pueda recibir personas. Imagina que vas a la quinta y puedes sembrar allí el lino, hacer todas las fases del lino allí, quedar a tejer… También quiero tener allí ovejas y hacer el esquilado… Por ahora tengo caballos, burros y gallinas, pero no tengo ovejas.

A mayores del lino, te introdujiste también en el trabajo del burel, un tejido resistente hecho de lana que se empleaba tradicionalmente para las capas de los pastores. ¿Cómo está siendo este nuevo proyecto?
– El burel vino cuándo yo comencé a pensar desde un punto de vista más amplio en la cultura tradicional de la región del Barroso, que tiene muchos aspectos, pero yo para no desenfocarme elegí tres: el lino, la lana y el centeno, y en fases fui introduciendo cada uno de ellos. Porque son proyectos que precisan mucho tiempo. Primero, para la recogida de toda la información, de todos los procesos, después para ejecutar esos mismos procesos, para tener la experiencia y entender si, en el fin, yo soy capaz de hacer todo el ciclo y tener el resultado.

Lo que parecía una locura hace cuatro años atrás son cosas que ya se concretaron y que realmente funcionan. Incluso este año hice el burel, el año pasado lo había intentado pero no lo había conseguido, pero este año sí hice todo. Fui para el pisón -un ingenio hidráulico al pie del río- y yo había dicho que quedaba allí 48 horas, que son las necesarias para hacer una tela de burel. Quedé finalmente cuatro días porque el pisón es viejo y tiene inmensos problemas, pero lo hicimos y ya sirvió cómo test de la experiencia de turismo, porque hubo personas que, en una escala pequeña, pagaron para estar allí.

En cuanto a la recuperación del cultivo del centeno, se trata de una iniciativa promovida por el monte vecinal (baldío) de Cabril. ¿Qué es lo que estáis haciendo?
– Este es un proyecto que efectivamente es promovido por el baldío, que tiene una capacidad mucho mayor de implicar a la comunidad; yo colaboro como gestora del proyecto. Nosotros el primer año hicimos una actividad de formación, una vez más recoger y compartir el conocimiento de las personas más viejas, que enseñaron cómo se hace todo. Que no es sólo mallar el centeno, es necesario sembrar, que es algo hecho en alta montaña, y proteger el cultivo. Hubo aquí mucha historia, mucha cultura, mucho saber hacer. Es extraordinario.

Tenemos corrales en alta montaña en los que se cultivaba el centeno. Hubo aquí mucha historia, mucha cultura, mucho saber hacer. Es extraordinario

Nosotros tenemos los corrales en la sierra, en alta montaña. Son privados, pero lo que sucedía era que están abandonados desde hace muchos años. Estaban cercados por muros de piedra suelta, pero los muros cayeron y estaban degradados. Entonces, lo primero que hicimos fue la recuperación de los muros. Comenzamos con un corral e hicimos esa recuperación también como taller de capacitación, de aprender y enseñar cómo se recupera. Este año que pasó ya sembramos otro corral, ya recuperamos y sembramos dos corrales.

Es poca superficie, pero crea una diferencia de paisaje en la montaña importante, y también tiene un valor ambiental. El año pasado vimos conejos y perdices comiendo el centeno.

En el fin, en julio – agosto, el centeno es cortado y es mallado en la sierra. La tradición en estas aldeas del valle, que están a unos 300 metros de altitud, es que las personas fueran a pie para la cima, a 1.000 metros, y todos los portes eran a pie porque allá no hay nada.

Al acabar la malla, venían todos para abajo, cargaban todo para abajo y aquí las mujeres en la cocina tenían una cabra lista para que comiese toda la gente. Venían muy cansados, pero había una fiesta, con música. Nosotros quisimos recrear eso, el acarreo, y el segundo año ya la hicimos con alrededor de 80 personas. Este año hubo que hacerlo con limitaciones, como es lógico.

En muchos de tus proyectos, como el lino y el burel, destaca también la implicación de la comunidad. ¿Cómo estás logrando esa participación de las personas?
– En el fondo, yo pedí ayuda. Yo pedí ayuda y las personas más mayores, las que guardan memoria de los procesos, también quedan contentas de que haya quien se interesa por eso y que pueda tener continuidad.

En el caso del pisón, está parado, en decadencia, porque tiene que trabajar y no trabaja. Y su propietario, el señor Francisco, fue extraordinario, porque todo el trabajo que tuvimos que hacer fue un trabajo duro y nunca yo sentí que él mirara para mí y pensara ‘esta mujer está loca y no lo va a conseguir’. Por el contrario, este año él ya me confió el pisón para poder trabajar. Es un trabajo físicamente duro, un trabajo de hombres, porque el burel hasta ir al pisón es hecho por las mujeres, pero después es un trabajo de hombres, pero se hace. Pienso que debí ser la primera mujer ‘pisoeira’ de Portugal (risas).

El señor Francisco siempre me apoyó e incluso está contento y me permite que yo trabaje. Yo no hago nada sin su consentimiento, obviamente, pero siento que estoy en casa, que tengo esa puerta abierta.

Paula está recuperando la producción de burel 100% artesanal. / Cedida.

Paula está recuperando la producción de burel 100% artesanal. / Cedida.

Pero también hay muchas otras personas que en el inicio decían que era una locura que alguien como yo, supuestamente formada, instruída, con recorrido académico, con algunos cargos de responsabilidad, fuera a ensuciar las manos con la bosta de los animales, en la tierra. Eso en el inicio era extraño, pero ellos comprendieron que ese trabajo lo hago porque es un trabajo digno y de mucho valor, y entonces ellos colaboran mucho, mucho.

Por tu parte, también se puede decir que estás devolviendo parte de lo que recibes a través de tu colaboración con la escuela y con los hogares de personas mayores. Cuéntanos esa parte de tu trabajo.
– Con los hogares ahora no por la pandemia, pero sí hacía. Con las escuelas, todos los años desde hace seis años hago dos actividades por trimestre, siempre relacionadas con la cultura tradicional, con el medioambiente y la defensa del bosque. Este año será diferente, pero haremos cosas online.

También hacemos actividades en verano con ellos con el lino y con la lana. En las vacaciones, hicimos la siembra del lino y cada uno llevó una semilla plantada a casa. Y ellos quedaron bastante orgullosos de saber y de poder hablar con los abuelos acerca de eso. Porque hoy por hoy hay un gran vacío entre los abuelos y los nietos en cuanto que… Incluso yo habiendo nacido en la ciudad, tenía una relación de haber acompañado a mi abuela. Hoy los chavales están en el campo, pero no viven en la aldea porque no acompañan a los abuelos en las tareas. Entonces hay muchas cosas que ellos no saben, incluso en relación al bosque. Porque no se valora, no se le da importancia a eso.

Y los pequeños cuando perciben la historia y ellos trabajan, les gusta mucho hacerlo. Es un día diferente, de un aprendizaje diferente, de una manera lúdica.

Tú volviste a vivir a Cabril hace 7 años. ¿Cómo encontraste la comunidad de Cabril?
– La parroquia son 15 aldeas, con cerca de 500 residentes. Continúa habiendo escuela primaria con los niños, también un preescolar. La tendencia de la gente joven es la de irse, a excepción de algunos pocos a los que les gustan los animales, que tienen animales, vacas, cabras, que gustan de esta vida del campo y que procuran formas de continuar aquí, pero la mayor parte se quiere ir y emigra porque tienen familiares emigrantes. Hay mucha gente que va para Braga, una ciudad que está próxima, y que puede venir los fines de semana, pero la población de Cabril es sobre todo una población envejecida.

¿Qué balance personal haces de todos estos años de esfuerzos y trabajo por desarrollar tu vida en Cabril?. ¿Piensas que valió la pena?
– Una de las cosas que yo aprendí es que desistir no es una opción. Personalmente, tienes que encontrar una solución, a veces tienes que recular un poco y todo lo que hiciste hasta allí tiene que ser puesto de un lado y procurar otras formas. Pero desistir no, yo siempre lo tengo muy presente y durante mucho tiempo hice ese test de percibir si esta es una opción o no, si es un camino o no, pero cuando ves los resultados, cuando ves las personas que te acompañan, ves turistas de Nueva Zelanda que regresan a Portugal y quieren venir aquí otra vez, a este espacio, con tanto que hay para conocer en el mundo… Entonces dices, esto tiene algún valor, y te enfocas a ese apoyo en el fondo.

Desistir no es una opción. Personalmente, tienes que encontrar una solución, a veces tienes que recular un poco y todo lo que hiciste hasta allí tiene que ser puesto de un lado, pero desistir no

Si te enfocas en las cosas que fueron mal, que hiciste mal, pierdes energía. Ese no es el camino. Hay días malos que sientes que esto acaba aquí, la historía acaba aquí, pero en esa altura en que estás muy cansada y sin fuerza, yo opté por ir a dormir y recuperar.

La parte difícil fue poner la máquina a funcionar. Esa parte está hecha, ahora está andando y todo es continuar. Es un trabajo gratificante, ves personas implicadas, nuevos proyectos, veo otras personas jóvenes queriendo invertir…

Durante estos años, también tuve muchas dudas, sobre todo hace cuatro años, Mi hijo fue a vivir a Lisboa con el padre y a partir de ahí mis dudas personales fueron aun mayores. Porque yo pensé, por qué no vuelvo para Lisboa, procuro un trabajo en Lisboa y estoy cerca de mi hijo. Puedo ganar allí bien dinero y hacer mi vida como gestora de proyectos sin tener que trabajar 14-15 horas todos los días del año, pues es preciso estar aquí a diario por causa de los animales.

Todo eso era así, pero yo decidí, voy a quedar y voy a continuar a hacer este trabajo en cuanto tenga placer en el y perciba que es posible. Llegado aquí, yo estoy en esta fase de continuar el proyecto. La prueba de que es posible yo ya la tengo, claro que voy a tener que continuar dedicándole mucho tiempo, pero ya sé también que tengo que tener más disciplina y enfocar las cosas, no ser tan dispersa.

Paula ante su casa, en Cabril.

Paula ante su casa, en Cabril.

¿Satisfecha entonces del rumbo que tomaste, tras los primeros proyectos fallidos del ‘hostel’ y del glamping?
– Para mí, era mucho más fácil en el inicio pedir un crédito, construir el ‘hostel’ y fiar mi cabeza toda dentro de un proyecto de masificación turística, si yo tuviera en vista que el único beneficio fuera el dinero. Pero yo entiendo que hay muchos más valores que son igualmente importantes y en el mundo actual, tienen más sentido.

La idea, siempre presente y que torna este proceso más demorado, tiene que ver con la sostenibilidad y tiene que ver con el uso correcto de los recursos, tiene que ver con las relaciones que se crean en la comunidad, con la riqueza que se crea en el entorno porque el turismo es un sector muy desgastante del territorio y lo que yo pretendo no es eso, sino que los recursos puedan llegar a mis nietos como llegaron a mí de mi abuela.

La idea siempre presente tiene que ver con la sostenibilidad, tiene que ver con el uso correcto de los recursos y con las relaciones que se crean en la comunidad

Hablabas también de que tu trabajo está siendo bien valorado por los turistas. Háblanos de esa parte, de la recepción que están teniendo las experiencias que ofreces para conocer y vivir Cabril.
– En general, las personas valoran mucho este trabajo. Cuando pones empeño y amor en las cosas, las personas lo perciben, lo valoran y lo apoyan. Claro que no son todos porque no son todos iguales. Hay personas que quieren venir y que yo no puedo aceptar porque entiendo que no valoran este tipo de turismo ni están preparados para este proyecto.

Parte de mi tiempo, de mi trabajo es dedicado a la comunidad, a la escuela, a los hogares, es trabajo de responsabilidad social y eso tiene que estar en mi proyecto y las personas tienen que percibir que si vienen aquí no están pagando un alojamiento, están pagando una contribución para el desarrollo local. Hay muchas personas que no tienen esa sensibilidad y entonces este no es el sitio para estar ellos.

Hay también gente que alquila un cuarto y a la hora de hacer la reserva no lee lo que está escrito. Yo coloqué los servicios de alojamiento en Airbnb y siempre fue muy importante decir claro que es lo que yo ofrezco y lo que yo no ofrezco. Ya sucedió este año con personas que reclamaron porque no hay televisión y yo siempre digo que no hay televisión ni habrá televisión mientras yo estea en mi juicio perfecto. Si vienes aquí, no precisas televisión.

El tema es… Recuerdo ahora a un profesor alemán que vino y pidió comer con nosotros en la casa, y comió conmigo y con mi madre y él estaba maravillado. Decía, ‘tengo una experiencia fantástica para contar a mis amigos, de todo esto, de la vida de casa, del ritmo rural’. Esa es la experiencia que me gusta transmitir.

Cuando tienes una guía, ella te orienta en ese sentido, no es sólo llevarte a que conozcas un lugar, te crea condiciones para que lo hagas de forma agradable, para que te sientas bien y conozcas historias sobre las personas y lugares.

Ser pastor es un trabajo solitario que poca gente te agradece. El hecho de que nosotros los apoyemos con la experiencia ‘Pastor por un día’ ayuda a que se sientan valorados

Por ejemplo, la experiencia del pastor, nosotros vamos a acompañar el pastor todo un día, valorizamos su trabajo. Él hace eso todos los días, es un trabajo solitario, muy difícil, cada vez hay menos pastores. Y nosotros optamos por hacer una contribución y valorar su trabajo, no solo económicamente. Vamos a estar un día con él. El problema del rural y de la desertificación pasa también mucho por la autoestima. Es un trabajo solitario que muy poca gente te agradece.

Nosotros necesitamos un médico cuando estamos enfermos, precisamos de un arquitecto cuando queremos hacer la casa, pero necesitamos un agricultor al desayuno, a la comida y a la cena. Y nadie valora a un agricultor como valora a un médico o a un arquitecto.

Lo que sucede sobre todo en las generaciones más jóvenes es que ellos no quieren ser agricultores, no quieren ser pastores más, quieren una vida de valor. Y el hecho de dar esta contribución y de valorar a esa persona ayuda a que la gente joven quede en el territorio, que ellos vean que les gusta estar aquí, que este es su lugar, que tienen una forma de vida que les da lo suficiente para vivir, para tener una familia.

No tenemos todos que estar en ciudad, donde tenemos más dificultades para tener calidad de vida. Porque para tener calidad de vida en la ciudad precisas de mucho más dinero y aquí consigues tener calidad de vida con poco dinero y tienes en tu entorno otras cosas.

Hablando de mi caso personal, el hecho de haber ido, regresar y sentirme bien aquí, percibir que tengo herramientas, oportunidades para vivir aquí me permite quedar. Mi madre en algún momento, cuando yo regresé, pensó que el dinero que invirtió en libros y en la enseñanza era dinero malgastado, ahora pienso que ya no piensa así. Pero no fue dinero malgastado, todo es importante, es muy importante también salir de aquí para formarse, muy importante.

En cuanto a las culturas tradicionales que estás recuperando en tus proyectos, la del lino y la del burel, ¿piensas que pueden tener nueva vida, que son tejidos artesanales que pueden tener un mercado?
– Pienso que sí, volvemos a la misma cuestión. Hay muchas personas que valoran este tipo de materiales y comprenden su importancia, que están dispuestas a pagar.

Con el lino, mi voluntad para mí es ensayar otras componentes más artísticas. Personalmente, me interesa tener el hilo, pero no estoy muy interesada en tejer telas de lino. Puedo eventualmente vender el hilo a otras personas que tejan y que valoren el lino, pero yo personalmente estoy interesada en cosas más artísticas. Esto también es bonito porque a mí me gusta mucho la tradición pero también la innovación y probar nuevas cosas.

El lino era una producción muy importante en Cabril. Había grandes campos de liñares y pozos propios para el lino, gente que venía de fuera a comprar. Hay gente que me ha dicho que el lino era el oro de Cabril, entonces en el lino estoy enfocada en mi comunidad más próxima y en crear fórmulas de tener personas que colaboren conmigo y que perciban una remuneración por eso.

En cuanto al burel, el burel fue candidato a las siete maravillas. La tradición del burel no es sólo una tradición del Barroso, de Montalegre, es igual en la Serra da Estrela o en el Miño. También allí hay pisones, pero no trabajan.

Ahora queda solo burel industrial, no hay burel artesanal. Mi objetivo es darle continuidad a esto y crear un burel artesanal, 100% hecho en Montalegre.

Desde la perspectiva económica de tu proyecto, también son importantes los talleres de lino. ¿Estás encontrando personas interesadas en aprender el trabajo del lino?
– Hay muchas personas interesadas en aprender. Cuando hice el lanzamiento online del taller del lino, es todo un proceso, una estrategia de marketing. Era mi primera vez y decidí hacer una tertulia online de lino a través del Facebook. Estaba nerviosa, después pensé, una amiga aparece seguro. Por tanto, vamos a tener una conversación y me enfoqué de hablar de uno para uno, no en pensar que iba a tener una platea de gente y que después estuviera la platea vacía.

Entonces apareció gente en la tertulia a un nivel inmenso, yo creo que había pensado 40 minutos y estuve más de una hora. En el fin, cuando desconecté, tenía 1.000 visualizaciones, para mí esperaba una amiga… Después yo pasé para un taller con inscripción y me enfoqué a trabajar para el grupo que estuviera interesado en aprender, sólo en el mercado portugués. Habría también un mercado internacional muy fuerte…

Estás con proyectos muy interesantes que darían para hablar el día todo, pero vamos a ir concluyendo… ¿Quieres decir alguna cosa más como conclusión?
– Estos años han sido un camino con altos y bajos muy marcados. Sin el apoyo de la familia y de los amigos no sería posible continuar este trayecto. Pienso que cada vez más el tema de la sostenibilidad es fundamental en la manera como nos comportamos como ciudadanos y consumidores. Es una cuestión bien definida por la Unesco en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que tienen que ser palancas importantes para proyectos como el mío.

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