Falsos mitos sobre las producciones ganaderas

Artículo de opinión de José Luis Cortiñas en el que analiza críticas frecuentes que recibe la ganadería, a la que se le atribuye la generación directa e indirecta de alrededor de un 30% del total de gases de efecto invernadero

Falsos mitos sobre las producciones ganaderas

El secuestro de carbono de los pastos compensa en parte las emisiones de gases de efecto invernadero.

Una vez finalizada la cumbre del clima de París, las producciones animales y más concretamente los rumiantes, son objeto de criticas provenientes de horizontes y medios muy diversos. Basadas en convicciones ciertamente loables de protección de la salud humana y del planeta, y a veces amplificadas por campañas tramposas, preconizan una futura política alimentaria centrada exclusivamente en vegetales, con el abandono o por lo menos una fuerte reducción de los productos de origen animal. Estas críticas tienen en común una visión simplista de los equilibrios nutricionales y ecológicos, siendo estos últimos especialmente complejos.

Es habitual en estas críticas una estigmatización de la ganadería, a veces deleznable, pues se ignora que mil millones de personas dependen de estas producciones para su manutención y para la conservación de su entorno.

En primer lugar, es conveniente admitir que en unos tiempos con una demanda mundial creciente de productos animales, los sectores ganaderos deben de evolucionar y progresar en sus prácticas para reducir los impactos medioambientales, mejorar nutritivamente las producciones, optimizar la utilización de recursos y valorizar sus superficies de una forma agroecológica, de forma que se contribuya a una actividad durable, climatointelingente y competitiva.

Y sobre esa base, debemos renegar de una visión simple que reduce las producciones animales a una mala conversión de la energía alimentaria, escondiendo una realidad más compleja. Una bioeconomia eficiente no se puede construir sin ciclos ecológicos bien definidos y caracterizados en los que el ganado tiene un rol esencial.

Nuestra reflexión sobre el peligro de proponer soluciones simplistas, tanto para los modelos intensivos como para los extensivos, conlleva poner en cuestión 3 falsas buenas ideas muy difundidas que criminalizan las proteínas animales, especialmente las rumiantes, por sus malas conversiones y sus emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI).

Falsa buena idea 1: Reemplazar las producciones animales por vegetales reducirá la pérdida de recursos y la emisión de los gases de efecto invernadero

Entre los opositores a las producciones ganaderas se escuchan ideas habituales como la de que el ganado consume más proteínas vegetales que las que transforma en proteína animal ( carne, leche ), o la de que es una aberración alimentar el ganado con recursos vegetales, siendo mejor destinar directamente estas proteínas vegetales a alimentación humana. La realidad es que los rumiantes son de hecho animales muy eficientes para producir proteínas, valorizando forrajes de tierras difícilmente convertibles, desde un punto de vista económico, a la producción de cultivos “humanoides”. Ni los forrajes ni los subproductos -derivados de la de industria agroalimentaria y de la de biocombustibles- son valorizables en la alimentación humana, siendo los rumiantes los únicos animales que pueden convertir estas celulosas en proteínas ( leche, carne ), básicas en la pirámide nutricional.

Los rumiantes valorizan en ocasiones forrajes de tierras difícilmente convertibles a cultivos humanos

Ejemplo, una vaca de leche produce entre 1 kg y más de 5 de proteínas animales por kg de proteína vegetal consumido. En tierras áridas o no laborables hay especies donde la proporción llega a 25. Todo esto sin tener en cuenta que sin ganado en los territorios, la perdida de biodiversidad, tanto microbiológica como florística y paisajista seria enorme y los problemas medioambientales incalculables. En la ganadería sin tierra, es destacable el caso del pollo, que posee las mejores tasas de conversión en carne.

Falsa buena idea 2: Reducir el consumo de productos animales mejora la salud humana

Durante los últimos 40 años, las producciones animales fueron asociadas al aumento de la prevalencia de enfermedades cardiovasculares o de la obesidad por sus elevados valores de colesterol y grasas saturadas. Es preciso decir que no todos los modelos productivos animales tienen los mismos valores ni los mismos perfiles grasos. También es cierto que la sustitución de estas grasas por grasas vegetales hidrogenadas resultó ser más perversa. Hoy en dia, las recomendaciones son más laxas, buscando un equilibrio de las fuentes proteicas entre vegetal y animal, vigilando especialmente los productos transformados elaborados con azúcares añadidos y bajos en vitaminas ,minerales y antioxidantes.

Falsa buena idea 3 : El suelo es mejor aprovecharlo por producciones vegetales que ganaderas

Recordemos lo dicho de que los animales no ejercen sólo una función de producción de alimentos a unos precios asequibles, sino también una función ambiental que será esencial en un futuro. El sistema policultivo-ganaderia basado en el reciclaje de nutrientes y aprovechamiento de biomasa es un ejemplo de producción agroecológica. La pradera permanente secuestra mas de 900 kg de CO2, llegando a compensar en un 80% las emisiones de metano de los rumiantes.

Los pastos permanentes secuestran carbono y compensan en un 80% las emisiones de los rumiantes que los utilizan

Además estas superficies sin laboreo tienen unas perdidas por erosión 20 veces menores que los cultivos anuales y contribuyen por la textura de su suelo a una buena filtración de las aguas superficiales y a la recarga de las capas freáticas. Estos ejemplos, entre otros, muestran que la sustitución de las producciones animales por las vegetales no conllevaría los efectos positivos deseados.

En un plan de equilibrio alimentario con bajos impactos medioambientales, sociales y climaticos, las producciones vegetales y animales deben progresar en eficiencia, aprovechando inercias.

*José Luis Cortiñas

José Luis Cortiñas es ganadero.

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