José Antonio Castro es uno de los vecinos de Moreda (Folgoso de Caurel, Lugo) que colabora en el proyecto de la aldea modelo, contribuyendo al cuidado de vacas y cerdos. La aldea modelo de Moreda está conformada por 38,8 hectáreas, en las que hay 73 parcelas de 44 propietarios. Hablamos con él sobre la recuperación del ganado en el lugar.
– ¿Cómo surgió la idea de traer vacas de vuelta a la aldea y como las gestionáis?
– Vimos que esto se llenaba de maleza y teníamos que hacer algo. En el 2015 se vendieron las últimas vacas y mi padre fue el que propuso traer vacas de nuevo, soltarlas y probar, para que limpiasen algo. Fuimos a Asturias y compramos 15 vacas. Un mes más tarde volvimos a Asturias y esta vez trajimos un buey y cuatro vacas más viejas, para que guiasen a las más nuevas.
Siempre lo gestionamos mi padre, yo y tres vecinos más. La cosa fue aumentando, vimos que funcionaba, que el monte se mantenía limpio entre lo que limpiaban ellas y nosotros. Por eso estamos muy agradecidos, especialmente después de lo que pasó aquí con los incendios. Fue más que nada por no ver el abandono.
En un principio queríamos Cachenas de Triacastela, pero después conocimos la Casina Asturiana y nos gustó más. Es un ganado muy dócil que se adaptó genial y a penas tienen enfermedades.
– ¿Cómo manejáis el rebaño de vacas?
– Aquí no podemos cebar porque no podemos hacer ninguna nave, entonces vendemos los terneros para recría. El rebaño anda entre fincas particulares y monte común. Pienso que es un beneficio para todos porque fincas que no se iban a explotar, por lo menos se mantienen limpias. La idea es que anden sueltas y recoger hierba para pasar el invierno.
Aquí el trabajo de recoger hierba no es fácil por la orografía del terreno. Antiguamente se usaban las cabañas para dejar los rebaños, pero están todas destruidas, vamos a ver si podemos recuperar una cabaña por lo menos. Sólo se meten en verano cuando hay mucha mosca y hace calor, de día se meten en las cabañas y de noche salen a comer. De vez en cuando es verdad que desaparece algún ternero, pero no sabemos si fue el lobo o no.
– ¿Y respecto al ‘porco celta’ y a la puesta en marcha de la aldea modelo?
– Fue a raíz de las vacas. Teníamos un encinar pegado a las casas en el que las vacas no entraban. Preferimos el porco celta porque se adapta mejor al sitio. Fue un proceso de casi dos años, vinieron de la Xunta a ver si el sitio valía o no, y la verdad es que les encantó, así que montaron unas instalaciones para cerdo celta, protegidas con alambre eléctrico frente al lobo. La idea que tenemos ahora es la de crear un taller de elaborados, para poder vender y comercializar aquí esa carne.
El proyecto del porco celta lo hicimos porque todos los vecinos estaban encantados, nadie puso problemas, con que un vecino no hubiese querido ya no podríamos hacerlo. La mayor parte del proyecto de cerdo celta está en monte común, menos dos o tres fincas que son de particulares.
La creación de la aldea modelo fue a través de la Xunta y ella ponen todo el necesario para montar la explotación del cerdo celta, después somos nosotros los que tenemos que gestionar, son como unas instalaciones en alquiler.
La aldea modelo nos ofrece también apoyos complementarios, por ejemplo en traídas de aguas, en ayudas para casas de turismo rural y otras. Pienso que es una buena ayuda para vivir en el rural, dejando claro que tenemos todos nuestros trabajos, que podemos compaginar con la gestión de la aldea modelo, porque vivir sólo de esto sería imposible.
– Estáis ubicados en la sierra del Courel, al pie de la Devesa da Rogueira, que es uno de los bosques atlánticos más visitados y mejor conservados de Galicia. ¿Qué importancia tiene para vosotros?
– Para el pueblo siempre fue un monte muy importante, de donde sacaban madera que vendían para hacer la escuela, hacer caminos… Se hicieron también plantaciones de árboles que dieron trabajo a la gente de aquí… Siempre se le tuvo un cariño especial y siempre se cuidó. Hoy en día sigue siendo así y ciertamente atrae bastante turismo.
La Devesa está super protegida, entonces la idea es mantener lo que hay, mantener limpias las rutas que tiene, pero no abrir nuevas rutas y evitar que esto se masifique, como sucedió en los Picos de Europa.
Hubo una época, hace 15 o 20 años, hubo un “boom” de gente, después hubo un bajón y a raiz de la pandemia, se volvió a producir otro subidón y vino más gente de fuera, sobre todo de Valencia, Andalucía y Madrid, pero el 80% de los visitantes son de Galicia, sobre todo de la provincia de Pontevedra.
– ¿Qué otras intervenciones en el territorio destacarías nos últimos años?
– Hace 4 o 5 años se hizo una recuperación de sotos a través de la Xunta y también todos los vecinos tuvieron que estar de acuerdo. Luego limpiamos e hicimos poda de desmoche en los castaños.
La mayoría de los sotos ya estaban abandonados y también abrimos caminos para poder acceder. Ahora llevamos cuatro años con muy poca producción de castañas y muchas castañas quedan sin coger, entonces vamos a intentar hacer un paso del encinar a los sotos para que los cerdos aprovechen las castañas.