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La Central Agropecuaria de Galicia-Abanca cerró 2020 con una asistencia de 34.976 reses y una facturación de 12.724.699 euros. Unas cifras fuertemente marcadas por el cierre del mercado durante las primeras semanas de la pandemia para garantizar la seguridad, lo que supuso la celebración de 10 sesiones menos este año, y también por las consecuencias de la crisis de la Covid-19 en restauración y hostelería, lo que afectó al mercado de la carne.
Las cifras de la Central se situaron en cuanto a asistencia total a sus subastas en un 24,13% menos de animales, ya que en 2019 habían concurrido 46.100 reses. La facturación fue un 30% menos, puesto que el año pasado había ascendido a 18.199.272 euros.
Por categorías, en los becerros de recría concurrieron 24.043 reses, un 22,29% menos que en 2019, cuando habían sido 30.938 animales, mientras que sus transacciones fueron 4.240.525 euros, un 29,44% menos, ya que el año pasado habían alcanzado 6.010.152 euros. Los becerros cruzados fueron los que experimentaron una mayor bajada, que fue del 13,69%. Estos animales pasaron de cotizarse a 292 euros por unidad en 2019 a 252 en 2020, debido tanto al temor de los cebaderos gallegos a la menor venta por la crisis de la Covid-19 como a las perspectivas de la subida del precio del pienso el próximo año.
Los becerros cruzados fueron los que experimentaron una mayor bajada, mientras los frisones se mantuvieron por la demanda del Magreb
En frisones, también se devaluó el precio medio, pasando de los 90 a los 80 euros, pero se sigue exportando una importante cantidad de animales al Magreb, donde son sacrificados según el rito halal. Este ganado es transportado en barco desde puertos catalanes y andaluces.
Por su parte, los becerros de Rubia Gallega descendieron solamente un 3,7%, de los 345 euros por animal a 332 euros, ya que la calidad de estos ejemplares fue valorada en esta situación de crisis y les supuso una ventaja frente a otras razas para no bajar excesivamente su precio medio.
Récord histórico
En cuanto al vacuno mayor, se registraron durante 2020 un total de 7.060 ejemplares, un 28,6% menos que en 2019, cuando fueron 9.888. Su facturación fue un 30,56% menor, al pasar de 8.313.009 euros a 5.772.236 euros este año. La reducción se debió, en gran medida, a que es la categoría que más se destina a hostelería, así los compradores estuvieron pagando menos porque buena parte de esta carne no se podía vender a la restauración por los cierres y restricciones debido a la Covid-19 y se congelaba, con la consecuente reducción de peso de las piezas. A su vez esto provocó que los ganaderos retuvieran y sigan reteniendo en sus ganaderías aquellas reses que aún puedan aguantar por edad, en espera en muchos casos de que se resuelva esta situación, lo que influyó en la asistencia.
Por categorías, la Extra incluso experimentó una subida en su precio medio, aumentando un 0,89%, de los 1.780 euros por animal a 1.796 euros. Las vacas de Primera se mantienen en los 1.091 euros del año pasado, mientras que en la Segunda y Deshecho descendió, respectivamente, un 0,96% (de 722 euros por unidad a 715 euros) y un 1,09% (de los 456 euros por ejemplar a 451 euros).
Un buey de raza Rubia Gallega con menos de 5 años se convirtió en la mejor marca al ser comprado por 6.781,5 euros
El incremento de las cotizaciones en las mejores categorías se debió, en parte, a la incorporación a la Central de nuevos mataderos que buscan en este mercado animales de calidad por los que están dispuestos a pagar precios elevados, mientras que no hubo movimientos en los que trabajan con reses de calidades inferiores. En este sentido, se alcanzó un récord histórico en el precio pagado por un ejemplar. Fue el día 28 de enero, cuando un buey de raza Rubia Gallega, que aún no había cumplido los 5 años, fue comprado por 6.781,5 euros, superando el récord anterior, que se situaba en los 6.006 euros pagado en 2015 por otro buey de la misma raza.
Respeto a los becerros carniceros, su asistencia descendió un 26,56%, al registrar este año 3.873 animales frente a los 5.274 de 2019. También lo hizo su facturación que de los 3.876.111 euros del año pasado se redujo a los 2.711.938 euros de este, lo cual supone un 30% menos. Por categorías, los frisones, con poca presencia en la Central y que por tanto influyen poco en el promedio conjunto de los becerros cebados, registraron una bajada notable, debido a su poca demanda por su menor calidad para el consumo, siendo este descenso del 18,4% (de los 440 euros por animal pasaron a 359 euros).
Por su parte, los de Rubios Gallega y cruces, que tienen mayor demanda y encuentran en la Central un buen nivel de compradores, descendieron solamente un 1,14% en el primero caso (de 874 a 864 euros) y un 4,58% en el segundo (de 807 a 770 euros). En esta línea, incluso antes del comienzo de la pandemia, el 7 de enero se registró el tercero mejor precio medio de la categoría en la historia de la Central, lo cual se situó en 899,16 euros, siendo la mejor marca los 918,80 euros conseguidos en el mes de junio del año pasado.
Subastas desde el móvil
La Central, que sigue siendo la única subasta informatizada de España, incorporó este año nuevas tecnologías para facilitar y agilizar el proceso de subastas. Así, en el mes de mayo se estableció un sistema telemático para comunicar a los usuarios los resultados de cada subasta en tiempo real sin que estos tengan que acudir al recinto, sustituyendo las subastas cantadas habituales por la difusión a través de la web y la aplicación TokApp.
Ahora la Central acaba de incorporar una aplicación para que los compradores subasten desde el móvil, a la cual se están sumando progresivamente los usuarios y que sustituye a las tiras en papel en las que los compradores anotan las subastas. En esta misma aplicación reciben los resultados. Las ventajas de estos cambios, como indican desde la entidad, son múltiples: eliminar el tecleo manual por parte del personal de la Central para introducir en el ordenador los datos que figuran en las tiras de papel, evitando así los errores que produce el factor humano, reorientar la labor de parte de los trabajadores a otras tareas, menor gasto de papel al eliminarse las tiras y los listados que se facilitaban a los compradores y que ahora tienen en la aplicación, y también aumento de la seguridad frente a la Covid-19 al reducirse la manipulación de elementos y el contacto entre compradores y trabajadores. Desde la organización ferial apuntan que se trata de una aplicación con gran potencialidad, por lo que seguirán incorporando utilidades en función de las necesidades de la Central.
Sed de Asemga
Por otra parte, desde el mes de septiembre la Central Agropecuaria pasó a albergar la sede administrativa de la Asociación Nacional de Mercados de Ganado (Asemga), siendo la primera vez que esta cambiaba su localización original en Talavera de la Reina. También en ese momento Julio Pérez, coordinador de la Central, se convirtió en el secretario administrativo de la asociación nacional.
En este mes de diciembre, el director de la Fundación Semana Verde y la Central Agropecuaria, Ricardo Durán, fue elegido vicepresidente primero de la Asociación Europea de Mercados de Ganado (Aemb). Un nombramiento que se suma al de presidente de Asemga, cargo que ocupa desde el año pasado.
