Ourense arde sobre quemado

La provincia concentra alrededor del 60% de parroquias de alta actividad incendiaria de Galicia, sin que se logren encontrar soluciones para los reiterados fuegos en zonas como el Macizo Central, el Xurés o el sureste ourensano

Ourense arde sobre quemado

Imagen de un brigadista en un incendio forestal de Ourense. / Imagen: @AT_Brif.

Lo más sorprendente de la ola de incendios de Ourense, que llevó por delante ya más de 8.000 hectáreas, es que no sorprende a nadie. El propio director xeral de Defensa do Monte, Tomás Fernández Couto, declaró que “esperábamos este fin de semana una fuerte actividad incendiaria en el Macizo Central de Ourense”, para después precisar que de los 11 incendios de mayor dimensión que se registraban este domingo en la provincia, 7 estaban en el Macizo Central.

En Ourense el fuego es tradición. Puede decirse que estos días arde sobre quemado porque los grandes incendios de la provincia se registran todos en municipios reincidentes. Si se analizan los listados de parroquias de alta actividad incendiaria de los últimos años, alrededor de un 60% son de Ourense.

Así que si hubiera que jugar una quiniela de incendios, hay valores seguros. Concellos ourensanos que protagonizan la actual ola de fuegos, como Cualedro, Vilariño de Conso, Lobios, A Mezquita o A Gudiña, tienen una presencia constante en los listados de parroquias de alta actividad incendiaria que elabora cada año la Xunta.

Para el sector forestal, el problema de los incendios en Ourense se hace cansino. Tras el anterior gran incendio de Lobios, en el Xurés, que calcinó este mes de agosto 600 hectáreas, desde ‘Campo Galego’ consultamos el caso de los incendios en la provincia de Ourense con el director de la Asociación Forestal de Galicia, Francisco Dans, que resumió el asunto en una frase: “Es lo mismo de todos los años”.

“La mayor parte de Galicia presenta un escenario de bajo riesgo para los incendios, pero tenemos una serie de puntos problemáticos, entre los que destaca la provincia de Ourense y comarcas o concellos de otras provincias como el Barbanza (A Coruña) o Cerdedo (Pontevedra)” -explica Dans-. “Es un tema que está estudiado desde hace por lo menos 15 – 20 años. Donde hay gestión del monte, no arde. Donde hay despoblación y falta de gestión del monte, arde”, concluye.

“Si por ejemplo en Chandrexa de Queixa se produce un incendio por cualquiera motivo, por un descuido o porque alguien lo prende, arde todo por el abandono generalizado que hay del monte”, explicaba Dans hace un mes. Estos días, un incendio calcinó ya 500 hectáreas en Chandrexa de Queixa. Otro valor seguro para la quiniela.

Diagnosticado el problema, otra cosa es buscarle soluciones. “¿Por qué está abandonado el monte en Ourense?. Porque no hay perspectivas de ganar dinero de forma sostenible con el” -opina Dans-. “Si la Administración apoyara a emprendedores o empresas hasta el punto de que los aprovechamientos que propongan sean sostenibles, bien sean ganaderos o forestales, podríamos aumentar la gestión del monte”, valora.

En similares términos se expresa Unións Agrarias, que habla de una “bomba de biomasa” en Ourense por el abandono de la actividad agraria y forestal en el conjunto de la provincia. “A día de hoy, en el rural ourensano el abandono es la principal ‘actividad’, toda vez que la actividad agroganadera con capacidad de gestionar el territorio es marginal en la provincia, con tendencia a desaparecer de no tomarse drásticas iniciativas de apoyo por parte de la Administración”, valora el responsable de Desarrollo Rural de Unións Agrarias, Jacobo Feijoo.

Unións hace las cuentas de lo que representa la provincia a nivel agrario y forestal. Ourense tiene un 8,2% de las explotaciones de carne y menos del 1% de las explotaciones de leche de Galicia. En cuanto a la actividad del sector forestal, las cortas de madera de la provincia a penas alcanzan el 5% de la producción gallega.

“Ni la agricultura, ni la ganadería, ni la gestión forestal sostenible tienen apenas presencia en la provincia de Ourense, lo que hace que el territorio se esté transformando de manera estructural, en una ‘bomba de biomasa’ formada por miles de hectáreas de matorral y monte desordenado, en continuidad y sin apenas presencia de los cortafuegos naturales que forman tierras de labor, pastos, y prados”, concluyen.

El ‘expediente X’ que representa la provincia de Ourense se abordó el pasado año en un Consello Forestal, en el que la Federación de Aserradoiros de Galicia (Fearmaga) le pidió a la Xunta que se impulsasen soluciones para Ourense, con dos prioridades: fomentar las iniciativas empresariales en el monte y reducir el minifundio de las propiedades particulares.

Pero el minifundio a veces no es el problema, pues en toda la provincia de Ourense Unións habla de “miles de hectáreas de concentraciones parcelarias abandonadas”, con el caso paradigmático de Cualedro, donde cada pocos años hay fuegos en tierras de concentración sin trabajar. “Es necesario un marco legal que premie la actividad y castigue el abandono”, opina la organización agraria.

Antonio Mota – Unión de Tecores de Galicia (Unitega)

“Hay que gestionar el combustible del monte”

Menos optimista sobre la posibilidad de recuperar tierras para la actividad se muestra el secretario de la Unión de Tecores de Galicia (Unitega), Antonio Mota, buen conocedor de la realidad del monte ourensano. “Creo que todos estaremos de acuerdo en que nunca volveremos a tener en Ourense la carga ganadera del pasado. Que recuperar actividad agraria y ganadera puede ayudar?, sí. Que es la solución?, no”, valora Mota.

El responsable de Unitega subraya la necesidad de reducir combustible forestal en el monte, para lo cual aboga por una mayor apuesta por la prevención. “Si mantenemos la misma política de esperar que haya incendios para ir a apagarlos, no puede extrañarnos que el problema continúe” -argumenta Mota-. “Es necesario gestionar el combustible forestal del monte. ¿Cómo se hace eso?. En Portugal apuestan por las quemas controladas en invierno, que aquí parece que son tabú. Otra cuestión importante son los desbroces”, defiende.

Trabajos preventivos
Mota cifra el personal que trabaja en la extinción de incendios en toda Galicia en alrededor de 7.000 personas. “Todas estas personas no deberían ser sólo bomberos forestales. En ciertos periodos críticos, con previsión de olas de calor, sí que tendrían que centrarse exclusivamente en la extinción, pero en otros periodos, podrían también dedicar parte del tiempo a trabajos preventivos, como se hace en otras comunidades, pero salvo excepciones, como la de Brif Laza, no vemos que las brigadas trabajen en acciones preventivas”, valora.

La reincidencia de incendios en determinadas parroquias y concellos pone de manifiesto la necesidad de actuaciones preventivas, al entender del responsable de la asociación cinegética. “Si en Cualedro, en zonas de concentración parcelaria con pistas anchas, el fuego se mete en las casas cada pocos años, es necesaria una visión estratégica que plantee defensas, por ejemplo creando discontinuidades en el combustible”, razona.

La misma opinión sobre la necesidad de una mayor prevención es compartida por Unións Agrarias. “Urge que se revise el modelo de gastar casi 90 millones de euros anuales en medios de extinción, simplemente para esperar a que llegue el fuego a un territorio abandonado para ir apagando detrás de las llamas. La sociedad gallega no se puede permitir tener una provincia entera fuera de la actividad productiva, esperando año a año al fuego y confiando en la llegada de la lluvia para evitar una catástrofe medioambiental”, concluye Jacobo Feijoo.

Parque Natural del Xurés
Capítulo aparte merece el caso del Parque Natural del Xurés, donde los incendios afectan a terrenos protegidos de especial valor ambiental. “La conservación y las limitaciones de actividades sobre territorios protegidos a veces chocan con la prevención de incendios. Si en el Xurés, por ejemplo, deniegan autorización para abrir una pista forestal, como ha sucedido, careceremos de esa estructura desde la que se puede parar un incendio. Entonces, si se quiere apostar por ese modelo de conservación, después no nos rasguemos las vestiduras en redes sociales cuando pasa lo que pasa”, advierte Antonio Mota.

Prevención policial
El control policial de vigilancia preventiva sobre áreas con incendios es otro de los puntos sobre los que el sector forestal piensa que es posible actuar. “Este pasado fin de semana podrías ir de una punta a otra del Xurés sin que nadie te parara. Si se esperaba que hubiera incendios, igual habría sido necesario que hubiera una vigilancia preventiva o que incluso se adoptasen puntualmente otras medidas, como la prohibición del acceso de personas al monte (senderistas, cazadores, etc.), que es algo que ya se está haciendo en días de alto riesgo en zonas protegidas de Portugal”, sugiere Antonio Mota.

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