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Un recordatorio sobre la racionalización de la fertilización de nuestro maíz

Durante los últimos meses hemos asistido a una escalada sin precedentes en el precio del maíz dando al productor de grano un enorme impulso, mientras que al ganadero y productor de silo de este cultivo las cosas se le están poniendo realmente complicadas con unos precios del alimento para su ganado brutales.

En este mismo contexto, también nos enfrentamos a un aumento vertiginoso del precio de los fertilizantes, utilizados a gran escala en la producción de maíz. Justo cuando pensábamos que se había llegado al pico, el conflicto entre Rusia y Ucrania ha presionado al alza el precio del gas natural, que está directamente ligado a la producción de fertilizantes, fundamentalmente nitrogenados, así como a algunas materias activas fitosanitarias.

La inflación observada en los factores de producción crea una gran incertidumbre en la siembra de algunos cultivos, y en particular la de maíz debido a que no deja de ser una planta exigente en cuanto a fertilización y requerimientos hídricos se refiere. Se acrecienta así la duda sobre futuras producciones, stocks, disponibilidades y precios, y en definitiva sobre la rentabilidad de nuestras decisiones.

El stock mundial de fertilizantes se encuentra en el nivel más bajo de los últimos años y su precio no debería cambiar drásticamente a corto plazo, manteniéndose en niveles altos

Centrándonos en los fertilizantes, el stock mundial se encuentra en el número más bajo de los últimos años; además, también existen algunas restricciones a su exportación por parte de los principales países productores, como Rusia y China. Estos dos factores, combinados con la alta demanda y la crisis del gas natural, indican que su precio no debería cambiar drásticamente a corto plazo, manteniéndose en niveles altos.

Ante esta situación cultivos como el trigo, la cebada y el girasol, con menores costes de producción, menor requerimiento de nitrógeno y mayor tolerancia a la escasez de agua, pueden presentarse como una alternativa. En España ya se ha experimentado un aumento de la siembra de cereales en otoño-invierno, lo que ejerce una presión extra sobre la superficie de siembra de maíz.

El conocimiento de las necesidades de nutrientes del cultivo de maíz es fundamental para maximizar la aplicación de fertilizantes y su eficiencia, evitando gastos innecesarios

En este escenario se hace evidente que el conocimiento de las necesidades de nutrientes del cultivo de maíz es fundamental para maximizar la aplicación de fertilizantes y su eficiencia, evitando gastos innecesarios.

El cultivo de maíz necesita 16 nutrientes durante su ciclo de producción, de los cuales 13 son aportados por el suelo. ¿Y los otros tres? Carbono y Oxígeno se adquieren de la atmósfera, y el Hidrógeno del agua.

La disponibilidad de estos nutrientes en el suelo para la planta dependerá básicamente de su concentración en el mismo, y del pH. Generalmente la disponibilidad será menor para la planta cuando el pH aumenta (véase Figura 1).

Figura 1 – Disponibilidad de nutrientes para las plantas según el pH del suelo. Fuente: Castellanos, 2014

Figura 1 – Disponibilidad de nutrientes para las plantas según el pH del suelo. Fuente: Castellanos, 2014

El sistema radicular de la planta es el principal responsable de la absorción de los nutrientes, y, por tanto, cualquier práctica cultural que promueva su desarrollo óptimo mejorará el potencial productivo (laboreo y descompactación, drenajes, etc.). El agua también juega un papel clave en el transporte de nutrientes desde el suelo hasta las raíces y por ello, dependiendo del tipo de suelo, las prácticas culturales (laboreo, tipo y momento de riego, etc.) también serán importantes.

El uso de starters o iniciadores se recomienda normalmente para siembras tempranas, en parcelas con temperaturas más frías y/o con valores bajos de fósforo, aportando nutrientes, especialmente este último dada su baja movilidad, para el acceso inmediato de las raíces jóvenes a esos nutrientes cuando las condiciones de desarrollo no son las más favorables y el sistema radicular todavía no está bien establecido.

syngenta millo2Es importante saber que el sistema de raíces seminales de la planta tiene un papel de anclaje más que de asimilación de nutrientes, teniendo que la radícula emerge desde la punta del grano alargándose en esa dirección (independientemente de si el grano mira hacia arriba o hacia abajo) y las raíces seminales laterales se alargan hacia la base del grano (y poco después en profundidad debido a la gravedad). Hasta que el sistema radicular no esté perfectamente desarrollado, alrededor del estado fenológico V3 (método del collar) o 4/5 hojas (método BBCH 14-15), la planta sobrevive a expensas de las reservas alojadas en el endospermo de la semilla.

Un análisis de suelo le dará al agricultor la oportunidad de conocer los nutrientes disponibles para la planta en cada parcela

Previo a esto un análisis de suelo le dará al agricultor la oportunidad de conocer los nutrientes disponibles para la planta en cada parcela, permitiendo calcular la fertilización necesaria de acuerdo al rendimiento esperado, o deseado, siendo necesario tener en cuenta las características físicas del suelo (textura, % materia orgánica, etc.), las prácticas culturales (rotación, estercoladuras, tipo de laboreo, riego, etc.), y otros aspectos.

Las necesidades del maíz están fuertemente determinadas por el rendimiento que queremos o podemos alcanzar. En la tabla 1 podemos observar la cantidad de nutrientes (nitrógeno, fósforo y potasio) extraídos por la planta de maíz para un rendimiento en grano de 16 toneladas (al 14% de humedad) ó 75 toneladas de ensilado (33% materia seca).

Tabla1 – Extracción de N, P y K para grano de maíz y ensilado de maíz. Fuente: https://www.ipni.net/

Tabla1 – Extracción de N, P y K para grano de maíz y ensilado de maíz. Fuente: www.ipni.net

La necesidad de estos nutrientes es similar a la acumulación de materia seca en la planta, lo que indica que las necesidades en las primeras etapas son bajas, subiendo desde V6 (método collar) u 8 hojas (BBCH 18), hasta el inicio de la etapa reproductiva (véase Figura 2).

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Figura 2 – Absorción estimada de nitrógeno, fósforo, potasio y azufre a lo largo del ciclo de maíz. Fuente: adaptación Universidad de Illinois, Estados Unidos.

Si bien el nitrógeno es, quizás, el nutriente más importante, y por lo tanto el más utilizado en el maíz, también es uno de los más costosos y al estar sujeto a diferentes pérdidas (como la volatilización o la lixiviación), es importante utilizarlo de manera eficiente, para maximizar su valor.

Para ello es importante aplicar las cantidades adecuadas durante las fases donde el cultivo más lo necesita. Tradicionalmente, y más en el norte y en maíz para ensilaje, la fertilización nitrogenada se realiza casi íntegramente enfondo, con fertilizantes estabilizados y de liberación lenta, mientras que más al sur, zonas más enfocadas a maíz grano, normalmente se utiliza una fertilización mixta con una aplicación de sementera y otra de cobertera.

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Hasta la emisión de sedas (R1), el maíz absorbe aproximadamente el 63% de sus necesidades de nitrógeno con la siguiente pauta aproximada: desde emergencia hasta 8 hojas (BBCH 18) ó V6, absorbe solo alrededor del 5% del nitrógeno necesario. Entre las 8 y 14 hojas se absorbe alrededor del 20% y alrededor del 38% desde 14 hojas hasta la emisión de sedas. En este estado, el nitrógeno permite que la planta finalice su estado vegetativo, esté lista para la polinización y aún almacene suficiente en el tallo y las hojas, que se utilizará para llenar el grano (como se observa en la Figura 3).

El 37% restante se absorbe desde la emisión de sedas hasta un poco antes (R5) de la maduración fisiológica (véase Figura 4). El nitrógeno necesario para la producción del grano (unas 160-230 unidades) se tomará del suelo, pero también de la propia planta (hojas, tallo, brácteas y zuro), y esta parte puede representar entre el 38 y el 54% (para altos rendimientos). La literatura informa que el N extraído de las hojas puede ser de hasta un 63%, y el tallo contribuye con un 20%.

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Figura 3 – Absorción de nitrógeno durante el ciclo del maíz.

También es importante saber que las nuevas genéticas presentan comportamientos muy diferentes respecto a los híbridos más antiguos, y a pesar de necesitar solo unas 3 unidades de Nitrógeno más durante todo el ciclo, la absorción de N después de la floración es alrededor de un 29% superior.

Figura 3 – Absorción de nitrógeno por las distintas partes de una planta de maíz. Adaptado de How a Corn Plant Grows, Iowa State University.

Figura 4 – Absorción de nitrógeno por las distintas partes de una planta de maíz. Adaptado de How a Corn Plant Grows, Iowa State University.

En base a este conocimiento, es fácil comprender que una distribución de los principales nutrientes en las fases más críticas tiene mucho sentido para maximizar el rendimiento y reducir las pérdidas y los costos. Y es importante desmitificar que las raíces no buscan nutrientes y, por lo tanto, es necesario colocar nutrientes como P y K en lugares donde sean fácilmente interceptados por ellas.

En cuanto a la estrategia de nitrógeno, lo más difícil será asegurar la cantidad de N necesaria para el desarrollo del grano sin comprometer la sanidad y desarrollo de la planta, ya que su disponibilidad depende de varios factores como la cantidad y el momento de aplicación así como del tipo de nitrógeno aplicado, la tasa de mineralización de la materia orgánica, las condiciones climáticas (que impactan en la volatilización, lixiviación, desnitrificación y mineralización), el potencial productivo de nuestro maíz, etc.

El abonado orgánico podría suponer uno de los pilares clave en la racionalización de la fertilización en las zonas de maíz para silo con alta carga ganadera

Además, solemos encontrarnos con una práctica mal valorada en términos de fertilización y que podría suponer uno de los pilares clave en la racionalización de la fertilización en las zonas de maíz silo con alta carga ganadera y que no es otra que la estercoladura. Pocas veces se realiza un análisis de estiércoles y por tanto pocas veces sabemos que es lo que realmente estamos aportando a nuestro suelo. A modo orientativo en la siguiente tabla tenemos una estimación de cuál puede ser el contenido medio de diferentes estiércoles procedentes de ganado vacuno.

Tabla 2 – Contenido promedio de diferentes estiércoles de vacuno. Adaptado de la Penn State Agronomy Guide.

Tabla 2 – Contenido promedio de diferentes estiércoles de vacuno. Adaptado de la Penn State Agronomy Guide.

Como podemos observar, la cantidad aportada de estos tres macroelementos no es nada despreciable, más teniendo en cuenta los volúmenes de estiércol y purines que se suelen aplicar.

También es cierto que no todo este nitrógeno se aprovechará por la planta. Nuevamente, deberemos tener en cuenta las posibles pérdidas de nitrógeno que tendremos, asociadas al proceso de amonificación del nitrógeno del estiércol principalmente, que estará en forma ureica, y dependiendo del manejo del estiércol que hagamos tendremos una mayor o menor pérdida.

Dependiendo del manejo del estiércol que hagamos tendremos una mayor o menor pérdida de nutrientes

En este sentido, parece importante dividir la cantidad utilizada antes de la siembra y durante el período vegetativo y, si es posible, una aplicación después de la floración jugará un papel importante en el peso del grano, parámetro que influye en el rendimiento de grano en aproximadamente un 15%.

La forma de manejar nuestro cultivo en nuestra explotación impactará claramente en la rentabilidad de este. Durante las últimas décadas se nos exige ser cada vez más cuidadosos en la toma de decisiones y más aún en la situación excepcional que estamos viviendo en esta campaña.

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