«En la franja atlántica europea se puede producir leche con la menor huella de carbono del mundo»

André Le Gall coordina el proyecto europeo Dairy for Future, en el que participan explotaciones y centros de investigación de nuestra comunidad. Este experto del Idele francés procede de una familia ganadera de la Bretaña, la principal región productora de leche de Europa. Hablamos con él de las semejanzas y diferencias que hay con Galicia

Andre Legall

André Le Gall durante su visita a Lugo el pasado mes de enero dentro del proyecto Dairy for Future

André Le Gall es miembro del Institut de l’Élevage (Idele) de Francia y coordinador del proyecto comunitario Dairy for Future, que busca mejorar la sostenibilidad social, económica y ambiental de las explotaciones lecheras de la fachada atlántica europea y en el que participan 10 regiones de la UE, entre ellas Galicia.

El pasado mes de enero expertos de las distintas zonas productoras de Inglaterra, Reino Unido, Francia, España y Portugal celebraron una reunión en Lugo para analizar la situación de cada país y avanzar en soluciones compartidas a desafíos comunes. En el encuentro participó André, con el que hablamos de los objetivos del proyecto y de la situación del sector lechero en Francia y en la Bretaña, de donde es originario y que constituye la primera región productora de leche de la Unión Europea.

El fin de las cuotas lácteas en el año 2015 supuso un punto de inflexión para el sector lácteo europeo y marcó el inicio de un proceso de adaptación de las explotaciones para seguir siendo rentables en el que cada país escogió una estrategia diferente y evolucionó de una manera también diferente, pues si en el lado positivo, liderando los incrementos, está Irlanda, en el negativo se encuentra Francia, que perdió cuota de producción y de mercado en el conjunto europeo.

Con 25 millones de toneladas anuales, Francia sigue siendo el segundo páis productor de la UE solo por detrás de Alemania

Con todo, con 56.000 granjas y 25 millones de toneladas anuales, Francia sigue siendo el segundo país productor de la Unión Europea, solo por detrás de Alemania. Tras el fin de las cuotas lácteas Francia se autoimpuso una autolimitación que hizo que sea el país de la UE donde menos esta creciendo la producción de leche, que se concentra en las tres regiones atlánticas del país: Bretaña, Normandía y el Loira.

– ¿Cuál es la radiografía actual de la producción de leche en Francia?
– Nosotros solemos decir que hay tres Francias lecheras: está la Francia de la producción lechera de llanura, que es todo el oeste de Francia, con la Bretaña, Normandía y el País del Loira a la cabeza; luego están las zonas de montaña, que producen muchos quesos bajo denominaciones de origen como Comté o Auvera; y finalmente están las zonas del país en las que conviven los policultivos con la ganadería.

Por lo tanto, la situación es diferente en cada uno de estos lugares: en la Francia de montaña, apoyada por la demanda de los quesos con denominación, la producción lechera soportó bien el fin de las cuotas, aunque zonas como Auvergne o Cantal pasaron dificultades; en la parte del país donde la producción lechera se mezclaba con otros cultivos la producción de leche disminuyó y casi ha desaparecido, sobre todo en esas zonas de transición; y finalmente en las regiones más productivas e intensivas del oeste la producción de leche se mantiene pero con muchos interrogantes sobre el relevo en las granjas, pues muchas de ellas no tienen sucesión clara.

Tras el fin de las cuotas en las regiones más productivas e intensivas del oeste la producción de leche se ha mantenido pero con muchos interrogantes sobre el relevo en las granjas, pues muchas de ellas no tienen sucesión clara

– Ese es un problema importante también en Galicia. ¿A qué crees que se debe?
– En Francia el número de granjas está disminuyendo y tenemos un problema de continuidad. Hace 20 años no teníamos este problema. Tenemos un problema de precios de la leche y un ataque social continuo en asuntos como el bienestar animal y la contaminación que producen las granjas. Esto desanima a la gente joven y hace que no tengamos gente que quiera trabajar y continuar en las granjas.

– ¿Está en peligro entonces el modelo de explotación familiar de Europa?
– Es una buena pregunta. Las granjas familiares están creciendo y creciendo y quizás sea difícil mantener el modelo de las granjas familiares, aunque hoy el 80% de las explotaciones de la UE todavía son familiares. La explotación de mi familia en la Bretaña cuando yo era joven producía 400.000 litros de leche y hoy produce más de un millón de litros solo con una persona trabajando e informatizada. Y aun así nadie quiere continuar.

– La Bretaña es la principal región productora de leche, no solo de Francia, sino de toda la Unión Europea. Con unas 8.000 explotaciones, 1.000 más de las que hay en Galicia, produce 6 millones de toneladas anuales, el doble de lo que se produce en nuestra comunidad. ¿Esta intensificación genera problemas de contaminación?
– El 70 o 80% de la superficie total de Bretaña está dedicada a la agricultura. Tenemos muchas vacas y también muchos cerdos y esa es la razón por la que tenemos problemas con la contaminación de las aguas. Tenemos entre 10.000 y 15.000 explotaciones de todo tipo en Bretaña. Pero aun así no hay problema por el uso de las tierras en Bretaña, no tenemos la presión de especies como el eucalipto, como hay en Galicia. Nuestras ganaderías tienen tierras suficientes para producir maíz o hierba y cuando una explotación crece tiene superficie disponible en un radio de 5 o 10 kilómetros.

El volumen de leche producida en la Bretaña se mantuvo en los últimos años a pesar de la reducción en el número de granjas. La producción láctea mantiene un gran peso económico y social pero tiene importantes desafíos. Además de las exigencias medioambientales, las explotaciones bretonas sufrieron la volatilidad de precios y una reducción de los márgenes de venta en relación a los costes de producción.

El 70 o 80% de la superficie total de Bretaña está dedicada a la agricultura y no tenemos la presión de especies como el eucalipto, como hay en Galicia. Nuestras ganaderías tienen tierras suficientes para producir maíz o hierba y cuando una explotación crece tiene superficie disponible en un radio de 5 o 10 kilómetros

– En relación a eso, en Francia existe la Ley Egalim. ¿Está funcionando?
– Un año después de su aprobación está empezando a funcionar. Es posible lograr mayor valor para el ganadero en productos como el queso o el yogur de marcas como Sodiaal, Lactalis, Danone o President. Ahí no hay problema. El problema aparece con la leche y los productos de marca blanca de las cadenas de distribución. Yo no diría que está funcionando muy bien pero diría que está empezando a funcionar. Si tú quieres leche diferenciada, leche de pastoreo, por ejemplo, tú eso tienes que pagarlo.

«La fachada atlántica de Europa tiene condiciones para producir leche con la huella de carbono más baja del mundo»

Vacas nunha pradeira na Bretaña francesa

Vacas en una pradera en la Bretaña francesa

Dairy for Future es un proyecto de colaboración del espacio atlántico europeo desde Escocia hasta las Azores pasando por Galicia y por la Bretaña que busca conseguir referentes de eficiencia de los distintos sistemas de producción y difundirlos al tiempo que se analiza de forma conjunta cómo es la situación de la producción lechera en toda la costa atlántica de Europa.

– ¿Cuáles son los objetivos del proyecto Dairy for Future?
– Tenemos cuatro grandes objetivos, que coinciden con los grandes desafíos del sector lácteo: el económico, el ambiental, el social y el laboral. El primero consiste en comprender la resilencia para garantizar la seguridad económica de las explotaciones lecheras, midiendo y reduciendo los costes de producción.Vamos a trabajar también en determinar aquellos aspectos que pueden dar más valor a la leche de los ganaderos para de este modo, combinando estos dos factores, reducción de costes e incremento de precios, que pueda quedar más dinero en el bolsillo de los ganaderos.

El segundo es la cuestión mediaoambiental, seguir profundizando en este aspecto, especialmente en la reducción de los gases de efecto invernadero y la huella de carbono de la leche. Las regiones del espacio atlántico europeo tienen condiciones favorables a la producción forrajera, a las leguminosas y al pastoreo y eso permite obtener la huella de carbono más baja del mundo porque este tipo de prácticas permiten la captación de carbono en las praderas.

Importamos muchas materias primas para alimentar al ganado, por ejemplo soja de países como Brasil o Argentina. La idea es adaptar la producción de leche a las características de cada zona para reducir de este modo los costes y la huella de carbono de las explotaciones

En tercer lugar, queremos identificar aquellos sistemas de manejo que permiten preservar el bienestar animal y el cuarto objetivo consiste en trabajar para mejorar el atractivo de la profesión de ganadero y la forma de llevar las explotaciones con una buena eficiencia laboral.

– En el proyecto colaboran 10 regiones, entre ellas Galicia o Bretaña. ¿De dónde viene esta colaboración?
– Llevamos tiempo trabajando en distintos proyectos conjuntos centros de investigación de las distintas regiones productoras de leche de Europa, ya lo hicimos en proyectos anteriores como el Green Dairy (2003-2006), Dairyman (2009-2013), Autograssmilk (2013-2015) o Eurodairy (2015-2018). El espíritu es poner en contacto a gente de distintas regiones de Europa. No se trata de competir entre las distintas regiones ni de ver quién lo hace mejor o quién lo hace peor, sino de colaborar para mejorar todos, cada uno en aquellos aspectos en los que puede mejorar estableciendo estrategias adaptadas a la situación de cada región.

No se trata de competir entre las distintas regiones ni de ver quién lo hace mejor o quién lo hace peor, sino de colaborar para mejorar todos

La zona altántica es una de las mejores zonas para producir leche del mundo. Tenemos buenas condiciones para producir más leche, llueve mucho y es fácil producir forraje y tener, por lo tanto, una producción a bajo coste y con bienestar animal. Importamos muchas materias primas y muchos productos para alimentar al ganado, por ejemplo soja de países como Brasil o Argentina. La idea es la producción local y adaptar la producción de leche a las características de cada zona y cada región de Europa para reducir de este modo la huella de carbono.

– El proyecto habla de reducir los costes de producción en las granjas un 10% y la huella de carbono un 20%. ¿Es esto factible? ¿Son dos objetivos compatibles?
– Yo creo que sí. Porque hay una relación entre la producción y la huella de carbono, porque la huella de carbono está basada en las emisiones de metano y por lo tanto en la eficiencia de las vacas en la digestión del alimento. Si reduces las emisiones de amoniaco y la huella de carbono haces una utilización más eficiente de la energía. Hay una relación entre el coste de producción y la huella de carbono y nosotros lo que decimos en este proyecto es que es posible lograr en la franja atlántica la menor huella de carbono del mundo en la producción de leche, es posible ser mejores que los neozelandeses.

Podemos ser mejores que los neozelandeses. Siendo más éficientes es posible reducir la huella de carbono y al mismo tiempo aumentar la producción

Es posible reducir la huella de carbono y al mismo tiempo aumentar la producción. Cuando incrementas la eficacia productiva de la granja reduces costes y huella de carbono. Para eso hay que reducir el uso de fertilizantes químicos, adaptar la alimentación del ganado a las características de cada zona e introducir sistemas innovadores de producción en las granjas.

– ¿Cómo ves el futuro de la producción de leche en regiones como Galicia o como Bretaña?
– Las 10 regiones participantes en el proyecto suman 100.000 granjas de producción de leche. La producción de leche en el espacio atlántico europeo tendrá futuro si conseguimos posicionarla en un modelo de producción intermedio, que por un lado sea aceptado por los consumidores y la sociedad en general y al mismo tiempo que tenga unos costes de producción bajo control, basados en los recursos locales y con bajo impacto ambiental. Cuando tengamos un sistema de producción de leche aceptado por el consumidor será posible poner en valor productos como la leche, el yogur, la mantequilla o los quesos y de esta forma lograr que esa valorización se traslade también al ganadero.

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