Las dos especies que concentran más del 90% de los aprovechamientos madereros en Galicia, el eucalipto y el pino, cargan con el sanbenito de ser consideradas por los colectivos ambientalistas como árboles que favorecen los incendios. El sector forestal, por su parte, defiende que no hay especies buenas ni malas. Sólo una buena o una mala gestión forestal -argumentan propietarios y empresas- que puede mejorar o empeorar el pronóstico de un fuego. Ahora bien, desde una óptica científica, ¿arde el eucalipto más?. Pues depende de cómo se mire. Repasamos el estado de la cuestión a nivel científico y social.
Superficies quemadas en Galicia
El verano se iniciaba en Galicia con una ofensiva mediática de los colectivos de empresas forestales y de propietarios, que pagaron páginas de publicidad en los principales periódicos gallegos para defender su teoría de que el eucalipto arde menos. Bajo el título «Datos, no opiniones: la mayoría de los incendios se producen en zonas abandonadas, no en eucaliptales», el sector forestal argumentaba que en el periodo 2000-2013, sólo el 8% de la superficie que ardió en Galicia correponde a los eucaliptos, en tanto el 71% es de matorral y algo más del 20% del resto de arbolado (pinares y masas de frondosas).
En Portugal, las masas de matorral mediterráneo se queman en mayor proporción que la superficie que ocupan. Los eucaliptos no
La argumentación, en cualquier caso, no aborda la cuestión técnica de si el eucalipto favorece o no los fuegos. Sólo prueba una cosa ya sabida, que donde más incendios se prenden no hay eucaliptos. El 60% de las parroquias gallegas de alta actividad incendiaria están en Ourense, un territorio en el que el eucalipto es prácticamente inexistente.
El caso portugués
Entrando en materia, el investigador en incendios Javier Madrigal, que trabaja en el Centro de Investigación Forestal (Inia, Madrid), analiza en un artículo la cuestión de si es cierto que hay especies que favorecen los fuegos. «¿Existe algún tipo de «selectividad» a escala paisaje que haga que determinadas estructuras de vegetación ardan más que otras?. Esta es una cuestión que nuestros vecinos portugueses llevan preguntándose bastantes años, ya que tienen una alta proporción de masas forestales ocupadas por plantaciones de eucalipto y de pino bravo, sobre todo en la mitad norte del país», plantea Madrigal.
Buceando en los artículos científicos sobre la cuestión, Madrigal destaca uno del 2005 que concluye, para el caso portugués, que las masas de matorral mediterráneo son las que mostraron una mayor selectividad ante los fuegos, es decir, se queman en mayor proporción que ocupan.
Los pinos y los eucaliptos presentan mayor inflamabilidad por características como su gran acumulación de compuestos volátiles
El análisis de los datos de las plantaciones de eucalipto reveló que, en la mayoría de los casos, la afectación de los eucaliptales era similar a la de otros tipos de bosque. Son datos semejantes a los gallegos y prueban, nuevamente, que donde más incendios hay en Portugal, es donde hay más matorral.
Especies más propensas a los fuegos
A la hora de analizar si hay especies más propensas a los fuegos, Madrigal describe como hay árboles, caso de pino o eucalipto, que presentan en general unas características que hacen aumentar su inflamabilidad (hojas finas, alto contenido en compuestos volátiles, mayor desecación de la hoja en verano, etc.). El investigador advierte, no obstante, de que el concepto de inflamabilidad es relativo.
«¿Es igual de inflamable una plantación de eucaliptos en producción que la misma plantación abandonada?. ¿Es igual de inflamable un pinar de 30 años que uno de 100 años? (…) La estructura de una masa es una de las razones fundamentales de su inflamabilidad. El modelo de combustible no depende de la especie, sino de la cantidad y la forma en la que se organiza la biomasa disponible para el fuego. Lo que hace que determinados bosques tengan una estructura más o menos propensa para un incendio es fundamentalmente el manejo histórico y presente que se hace de ellos o, en el escenario actual, la ausencia de dicha gestión».
Como ejemplo, Madrigal cita las repoblaciones jóvenes de pino y eucalipto. «Las masas nuevas y densas de cualquier especie presentan una estructura muy inflamable, por lo tanto, serán paisajes que siempre tendrán alto riesgo de fuegos», valora.
«El modelo de combustible no depende de la especie, sino de la cantidad y forma en que se organiza la biomasa disponible» (Javier Madrigal)
También recuerda el investigador que en repoblaciones que se hicieron a lo largo del siglo XX no se ejecutaron las necesarias claras, generando mortandad en las masas, decaimientos, ataques de insectos y con todo eso, acumulación de madera muerta. «¿Son entonces las repoblaciones de pinos la causa de los grandes incendios o es la ausencia de planificación a escala paisaje?», se pregunta.
Robles y fuegos
Los trabajos científicos prueban que las masas del género Quercus, caso de los robles, son mucho menos afectadas por los incendios que los pinares, como analiza un estudio de Antonio Vázquez para el periodo 2010-2016. Desde la perspectiva de Javier Madrigal, ese hecho se debe a un conjunto complejo de factores, si bien destaca que la menor acumulación de compuestos volátiles en los robles explica una parte de su menor inflamabilidad.
Las masas de robles se ven menos afectadas por incendios que los pinares
«Son también abundantes los testimonios de agentes forestales que observan más incendios de copas en masas de coníferas que en frondosas», valora Madrigal, aunque el investigador incide en la necesidad de más pruebas científicas y finaliza con una advertencia: «En incendios muy intensos, arde todo hasta que se termina el combustible disponible».
Comparativa de las velocidades de propagación de los incendios
Este verano, en unas jornadas sobre fuegos en las que participaba el investigador José Antonio Vega, que fue creador del Laboratorio de Incendios de Lourizán, un comunero le preguntó directamente si es cierto que el eucalipto no arde más que otras especies.
«El fuego presenta mayor velocidad de propagación y altura de llama en eucaliptales que en otras masas» (José Antonio Vega)
Vega le contestó apelando a la Fotoguía de combustibles forestales de Galicia, un extenso trabajo científico que documenta 150 modelos de combustible forestal en la comunidad y que correlaciona cada tipo posible de masa con el comportamiento del fuego. «Ojalá pudiese decir que el eucalipto arde menos, pero como se puede ver en la Fotoguía, el fuego presenta mayor velocidad de propagación y altura de llama en los eucaliptales que en otras masas», concluyó.
Un repaso a la Fotoguía permite constatar las diferencias de velocidad de propagación del fuego entre las masas de frondosas y los pinares y eucaliptales. Con un viento intenso de 30 kilómetros / hora y en pendientes máximas, el fuego suele moverse en las robledas o en los sotos a menos de 10 metros / minuto. En eucaliptales y pinares puede llegar a 60-70 metros / minuto en esas mismas condiciones.
Variabilidad de escenarios
La fotoguía, no obstante, sirve también para constatar una de las aseveraciones de Madrigal: la propagación del fuego depende más de la estructura de la masa que de la especie. Hay plantaciones jóvenes de pinares, con alta carga de matorral y gran densidad, en las que la velocidad de propagación, en las condiciones de viento y pendiente señaladas, llega a los 60 metros / minuto. En pinares adultos, con escasa densidad y sin matorral, la velocidad de propagación puede quedarse en alrededor de 12 metros / minuto, casi como en una masa de frondosas.
El fuego avanza menos en frondosas, con excepciones. Determinadas masas de rebollos jóvenes tienen una propagación similar a los peores eucaliptales
Lo mismo sucede con los eucaliptales. Eucaliptales adultos, con distancia de la copa al suelo y sin matorral, presentan una velocidad de propagación de alrededor de 15 metros / segundo, en tanto en plantaciones jóvenes o con abundancia de matorral, la velocidad de propagación puede duplicarse, triplicarse o cuatriplicarse.
La variación de los escenarios afecta también a las frondosas. Si bien en general presentan una menor propensión a favorecer los fuegos, la Fotoguía muestra una masa joven de rebollos (Quercus pyrenaica), con 23.000 brotes por hectárea, en la que se estima una velocidad de propagación, en las condiciones señaladas, de 60 metros / minuto. Igual que en el peor escenario de un eucaliptal.
Yo pienso que hay que incidir mas en la limpieza y menos en las especies.