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En Galicia hay 11 robledas catalogadas como selectas, con árboles que destacan por su homogeneidad y por características externas superiores a la media, tales como forma, rectitud o resistencia a enfermedades. Ese material servirá de base para la conservación y mejora de la especie. Una iniciativa conjunta de la Fundación Juana de Vega y del Centro Forestal de Lourizán creará robledas selectas en terrenos públicos a partir de las bellotas de los mejores ejemplares de la comunidad.
El proyecto nace con una vertiente científico – técnica, centrada en la mejora de la especie, y también con un objetivo social, la promoción del uso del roble de Galicia, un árbol que con frecuencia estaba siendo sustituido por robles foráneos, tanto de la misma especie (Quercus robur) como de otras, como el roble americano (Quercus rubra). “La iniciativa nace por el interés de la Fundación Juana de Vega en la mejora y conservación del roble, así como en su suministro al mercado gallego”, explica Enrique Martínez, director del Centro de Investigación Forestal de Lourizán y coordinador del proyecto.
La inquietud de la Fundación Juana de Vega fructificó en un convenio con Lourizán para impulsar un programa que sirva de base a la futura mejora genética de la especie, una línea de trabajo novedosa que se plasmará en la implantación de al menos dos robledas en terrenos de titularidad pública.
En campo se plantarán al menos dos robledas de alta densidad, con 2.500 árboles por hectárea cada una
Pasos
El proceso se iniciará con la recogida de bellotas en algunas de las 11 robledas catalogadas como selectas por la Administración, que se ubican mayoritariamente en la zona oriental de Lugo y en el interior de Pontevedra y Ourense (Triacastela, A Fonsagrada, Castroverde (2), Becerreá, Vilalba –Lugo-; Lalín, Agolada –Pontevedra-, y Paderne de Allariz, Baños de Molgas y Avión, en Ourense). “De los rodales selectos que tenemos, se elegirán los árboles que mejor fenotipo presenten, valorando la forma, fuste y prestancia” -describe Enrique Martínez-. “De esos robles se recogerán las bellotas, siempre cuidando de mantener la trazabilidad en el proceso, de forma que en todo momento sepamos de qué árbol procede cada semilla”.
Las bellotas recogidas se cultivarán en viveros forestales de Galicia, que ya mostraron su interés en el proyecto, y durante dos años se valorarán los nuevos robles para analizar cómo se comportan y hacer una segunda selección. “Basándonos en parámetros como el crecimiento de la plántula, el grosor del cuello de la raíz o la facilidad de germinación, determinaremos cuáles son los mejores árboles, que son los que utilizaremos en campo”, señala el director de Lourizán.
Tras la selección, los nuevos robles se implantarán en al menos dos rodales de una hectárea cada uno. La idea es crear uno en la Galicia oriental y otro en la parte atlántica, ambos en terrenos de titularidad pública. Los robles se distribuirán con una alta densidad, de unas 2.500 plantas por hectárea, lo que obligará a los árboles a competir por luz y nutrientes, de forma que con el paso de los años se pueda hacer una tercera selección de los ejemplares que mejor se comporten en campo, que quedarán al margen de las claras.
De los 16 rodales selectos de antaño sólo quedan 11. «Hay un riesgo de perder material genético de calidad»
Riesgos para el roble
“El punto clave del proyecto radica en la conservación de material genético de calidad que corría el riesgo de perderse”, subraya Enrique Martínez. De las 16 robledas selectas que había en Galicia hace unos años, ya sólo quedan 11 clasificadas como tal, un declive que Lourizán y la Fundación Juana de Vega tratan ahora de reencauzar.
“La conservación y mejora del roble es importante desde el punto de vista de la biodiversidad o desde el productivista, pero también por cuestiones de sanidad vegetal. Hay factores como el cambio climático o el desplazamiento de material vegetal entre países que favorecen la aparición de nuevas enfermedades y plagas, por lo que resulta fundamental contar con una variedad de ejemplares seleccionados que puedan presentar resistencias a esos problemas futuribles”, destaca el director del Centro de Investigación Forestal de Lourizán.
Promoción del uso
Otro de los objetivos del proyecto se centra en la promoción social del roble, de forma que se extienda en Galicia la preocupación por la recogida de las semillas autóctonas y la selección de los mejores ejemplares. Un primer paso ya se logró con la implicación de dos viveros forestales, uno de Lugo y otro de Pontevedra, que colaboran en el proyecto.
«La iniciativa busca también fomentar la recogida de bellotas y la comercialización de robles de Galicia»
Las plantas de roble que se cultiven en los viveros y que finalmente no se implanten en las robledas públicas podrán ser comercializadas libremente por los propios viveros, que dispondrán así de un material de categoría seleccionada, identificado para su comercialización con una etiqueta verde. “Si aquí tenemos robles de calidad, no es preciso que vengan plantas de fuera” -valora Enrique Martínez-. “Sería importante que se estimulase la recogida de bellotas de los rodales selectos que existen en Galicia para comercializar robles procedentes de nuestra región».
El proyecto de conservación y mejora del roble es fruto de un convenio entre la Fundación Juana de Vega y el Instituto Galego de Calidad Alimentaria (Ingacal). La iniciativa cuenta con la asesoría y trabajo del departamento de Ecosistemas de Lourizán y del departamento de Mejora Genética del mismo centro.
