No existe un modelo de monte ideal de frondosas al que converger, aunque sí existen referentes: los bosques centroeuropeos tratados desde hace siglos para obtener madera de calidad. Desde la perspectiva del ingeniero de montes Froilán Sevilla, especialista en el manejo de masas de frondosas, en «España apenas se inició ese camino con las frondosas, casi no hay formación. Se podría decir que donde más se aplica es en Galicia». Sevilla defiende que una buena silvicultura es precisa no sólo para obtener madera de calidad, sino también para mejorar la prevención de incendios.
«Lo que hice yo fue copiar la gestión de los mejores bosques centroeuropeos para aplicarla al norte de Burgos, donde trabajo», indicó el ingeniero en una charla sobre frondosas que tuvo lugar en Oleiros. Froilán explica que la silvicultura que aplica pasa por seguir árbol por árbol desde que son pequeños.
«Hay que hacer intervenciones relativamente suaves y cada poco tiempo, de este modo el matorral no invadirá el terreno y esto, de cara a los incendios tiene una importancia enorme», señala. La finalidad, según apunta, debería ser siempre llegar a la excelencia, aunque también hay que ser «modestos» y marcarse unos objetivos en base a las opciones que ofrecen los bosques.
Aplicación en terrenos pequeños
Durante la charla expuso un ejemplo de un propietario de Francia que tenía unas 400 hectáreas de frondosas. «Tenía claro lo que buscaba y en lugar de meter un maderista, decidió empezar a anillar los árboles», explicó Froilán. «Lo que hace este señor resume el concepto clave de la silvicultura», subrayó.
El proceso de anillado consiste en hacer un corte cilíndrico y superficial, que afecta a la corteza y a los primeros milímetros de tronco, de los individuos seleccionados. El objetivo es interrumpir el flujo de savia bruta y savia elaborada hacia la raíz, sin afectar a la estabilidad del árbol. El corte, que se hace en una franja de anchura variable, simula la muerte natural del ejemplar y contribuye a generar madera gruesa en pie. Sevilla considera que se trata de un elemento fundamental para el manejo de las repoblaciones forestales de frondosas caducifolias.
En el ejemplo francés, Sevilla explicó que el propietario anillaba los árboles con un machete y una hacha. Desde su primera visita, hace 21 años, hasta ahora, «los árboles crecieron y ya saca dinero». Con este caso puso de manifiesto que se puede hacer algo similar en Galicia, llegando a propiedades pequeñas de las que sacar rentabilidad.
«Este tipo de gestión la puede hacer un propietario privado pequeño», insistió, y aclaró que «es necesario que haya unidades de gestión un poco grandes (20 hectáreas) si se quiere sacar un aprovechamiento rentable. Lógicamente se trabajará con lo que se pueda, pero lo más importante es el nivel de capacitación de los actores», valoró.
Incendios, un grave problema
El tema de los incendios debe ser «una prioridad» en la gestión y la silvicultura «podría mejorar bastante la relación con los incendios, cambiando algunos factores». Froilán indica que no es bueno tener los macizos forestales con monocultivos y que es necesario buscar zonas estratégicas.
El ingeniero explica que no hay solución para luchar contra los incendios, porque cuando hay condiciones extremas, como las temperaturas de los últimos veranos, «da igual lo que se haya plantado». Asimismo, incidió en la importancia de que los incendios no entren en las robledas, porque si es así, se pierde la calidad en la parte baja de los árboles, que es donde se ven las heridas del fuego”.
Frente a las voces que consideran las frondosas una herramienta contra los incendios, el investigador valora que «la solución no es repoblar de frondosas». Para demostrarlo, mostró ejemplos donde las plantaciones de frondosas son un mayor riesgo para los incendios incluso que algunas plantaciones de coníferas. La clave, para él, es el manejo silvícola de las masas.
Un ejemplo de gestión en Labio
Sobre el alto peso de los aprovechamientos forestales gallegos en el conjunto del Estado, que representan alrededor del 50% de las talas, Sevilla considera que los datos de extracción gallegos están «trucados» porque en España las talas se concentran en cuatro especies: pino del país, pino radiata, eucalipto y chopo.
Las frondosas caducifolias en Galicia -de forma similar al resto del Estado- apenas representan un 3% de las talas con destino industrial, a lo que hay que sumar las talas para leñas domésticas. En ese sentido, en comparación con otras comunidades, el rasgo diferencial gallego es el menor peso del chopo.
«Galicia tiene un porcentaje muy alto de las talas de España porque tiene gran número de árboles de las especies comerciales», valora. Pero también puso de manifiesto la gran cantidad de hectáreas de frondosas que hay en la comunidad, más de 611.000 hectáreas (robles, rebollos, castaños, abedules, etc.): «Es un gran patrimonio y no podéis vivir de espaldas a él», aconsejó, para apuntar a continuación que «en Galicia hay un buen material genético».
Asimismo, el ingeniero se mostró fascinado por la visita que realizó a un bosque en Labio (Lugo). «Miraba a los robles que había allí y pensaba «crecen más que en Alemania», pero, ¿qué falta? Gestión», expuso durante la sesión.
Froilán destacó el trabajo que se hizo en ese monte gallego y los resultados que obtuvieron en tan poco tiempo. Explicó que las masas se deben abrir de forma suave y siempre «buscando los buenos ejemplares para ayudarlos».
Esto mismo fue lo que hicieron en Labio, «una ejecución mucho más pura de la que yo hago». Explica que en sus tareas siempre trata de ayudar al bueno, pero también corta parte del malo que hay en el monte, «lo que hacen aquí es simplemente ayudar a los buenos».
Para finalizar su exposición, concluyó afirmando: «Yo si tengo estos robles no tendría prisa en darle paso a la siguiente generación. Con lo que hay se puede trabajar y obtener un buen producto, y aquí hay un gran potencial».