La selección genética, una de las claves para adaptar el viñedo al cambio climático

Alberto Gambra explica qué estrategias están llevando a cabo para que los viñedos se adapten a las condiciones climáticas y los parámetros que fijan los consumidores actualmente

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La selección genética, una de las claves para adaptar el viñedo al cambio climático

El ingeniero agrónomo de Vitis Navarra, Alberto Gambra, explica la importancia del material vegetal como factor determinante para adaptarse a una parte de las consecuencias y problemáticas del cambio climático. El profesional ofreció una charla en la ‘V Jornada Técnica sobre Sostenibilidad e Innovación Vitivinícola: Innovación y buenas prácticas para un futuro sostenible’, organizada por la empresa Alfatec Ingeniería y Consultoría en las bogedas Martin Códax (Cambados, Pontevedra).

Gambra recordó que a lo largo de los años las actividades humanas y las mutaciones “llevaron a nuevas selecciones que se adaptan a diferentes condiciones climáticas”. Sin embargo, ya se ha producido una erosión genética, es decir, una disminución progresiva de la variedad genética que ha llegado a estos tiempos. “Esto es un gran problema en el panorama europeo y, en especial, en el español”. Indica que la reducción se debe a diferentes factores, como las exigencias y parámetros que se imponen en el mercado o que fijan las propias Denominaciones de Origen, además de causas climáticas extremas como las grandes heladas o sequías. En ese sentido, recuerda la importancia de la variabilidad genética, que es una de las principales herramientas que tiene la naturaleza para adaptarse a los diferentes cambios que van sucediendo. “Todavía más importante es que todo este patrimonio vitícola diferencia enormemente a unas regiones de otras. El material vegetal es un elemento que enriquece enormemente cada región y merece mucho la pena conservarlo”, destaca.

Alberto Gambra durante su charla en las bodegas Martin Códax.

Alberto Gambra durante su charla en las bodegas Martin Códax.

Estrategias de selección

En cuanto a estrategias de selección, los que permiten conservar una mayor variabilidad son los bancos de germoplasma, un reservorio genético con una gran cantidad de genotipos dentro de una misma variedad o de diferentes variedades: “Nos sirven para guardar la variabilidad, que es tan importante para el futuro”.

En su exposición, Gambra presentó uno de los proyectos que llevan a cabo con la Universidad de Navarra para recopilar la mayor variabilidad posible. Primero seleccionan una región vitícola destacada, que disponga de material local y autóctono. A partir de ahí, realizan un cribado, observan posibles virus y una selección sanitaria. Finalmente, con las variedades seleccionadas, hacen las multiplicaciones. “Si no hubiésemos realizado este proceso, actualmente ya no existiría la variedad Garnacha de Navarra”.

También explicó que el tempranillo es una de las variedades más sensibles al cambio climático, es isohídrica, muy sensible a las temperaturas y que no lleva nada bien el estrés hídrico. “La problemática que surge es que los vinos que provienen de esta variedad registran una subida de su pH”. En ese sentido, a través del proyecto Lowphwine, se está evaluando la influencia de diversas estrategias para reducir el pH en los vinos de tempranillo. “Por nuestra parte, entramos en este proyecto abordando la parte del material vegetal, tanto del vinífero como del propio injerto”. Para ello, desde la Universidad de Navarra han hecho una caracterización de la madre genómica de las 145 variedades que han seleccionado de los 1.500 tempranillos. “De los 145 genotipos se ha hecho otro cribado y nos quedamos con 100, que tienen un pH inferior y una buena calidad”, destacó.

Llevarán a cabo un proyecto con Martin Códax para identificar qué variedades de albariño están adaptadas a la sequía y altas temperaturas

En ese sentido, Gambra indicó que hace 100 años o más “ya sabían que llevando a cabo una coplantación con variedades de ciclo largo podrían acidificar los tempranillos, porque mejoraban la estabilidad microbiótica de los vinos. Es un ejemplo de adaptación antiguo”.

Otra de las estrategias muy práctica e interesante que ha destacado, sobre todo, a nivel de adaptación es la selección clonal. Según indica, es un método muy riguroso, con mucha trazabilidad y donde la administración certifica que es un material sanitariamente in vivo, sobre todo muy bien caracterizado.” Esto nos permite diseñar viñedos con un material identificado y poder adaptarse a las condiciones de suelo, clima o al objetivo de lignificación”. Sin embargo, esto ha tenido consecuencias. “Todos los viñedos que se están poniendo actualmente son viñedos monoclonales e idénticamente iguales. La mayoría de clones que se se sitúan a menos de media hora de la variedad original. Además, se utilizan los clones que se consideran mejores, por lo que hay una muy baja diferenciación”.

Para finalizar, indicó que actualmente está llevando a cabo un proyecto con Martin Códax y otras entidades que tienen por objetivo adaptar las variedades viura y albariño a condiciones de sequía y altas temperaturas. “Se pretende establecer un banco de germoplasma, hacer una selección agronómica y, sobre todo, identificar marcadores moleculares responsables de estas adaptaciones”. De esta manera, sabrán en un futuro qué tipos de albariño están adaptados a la sequía y qué genes son los responsables de esta adaptación.

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