Tras la vendimia el viticultor va a disfrutar de un cierto relax, merecido tras los trabajos realizados en toda la campaña. Ahora bien, relax no es sinónimo de olvido, porque en otoño la venía también precisa de observación y de atenciones.
Entre las atenciones, y en función del estado sanitario, a su vez condicionado por la climatología habida en la campaña, puede estar la aplicación de uno o dos tratamientos funxicidas. Tratamientos que prolongarán la vida de la hoja hasta que las heladas finalicen el ciclo. En años como este, donde las producciones fueron altas y la sequía afectó la muchas venías, mantener las hojas fitosanitariamente protegidas, capaces por tanto de realizar una aceptable fotosíntese outonal, significa aumentar la provisión de reservas. Beneficio que agradecerán en especial aquellas plantas que quedaron más agotadas por el tirón de la cosecha.
Se recomienda aplicar después de la vendimia uno o dos tratamientos fungicidas
Dependiendo de las maneras de manejo, el otoño también es la época de preparar el terreno para sembrar cubiertas , sean temporales o permanentes.
En estas fechas compre revisar la venía, videira a videira, e ir marcando, croquizando y apuntando detalles de los pies que presenten síntomas de dolencias de madera, roturas por maquinaria o calquer otra anormalidad. También cualquier desperfecto en terrenos e instalaciones.
Relativo a fallos y la enfermedades, sobre todo cuando sobrepasan lo que me los consideraría ?tasa normal?, compre tratar de analizar las causas, y enviar a los laboratorios las bajas de diagnóstico incierto. Al arrancar las que secaron y las de afectación irreversible, aplicar los protocolos de desinfección.
Vigilar la presencia de flavescencia dorada
Los viticultores del Ribeiro, Condado, Rosal y Baixa Limia deberán prestar especial atención la cualquier alteración que les resulte extraña, aunque aparezca sólo en una videira. La razón es que la flavescencia dorada está presente desde hace unos años en los distritos de Braga y Viana del Castelo, en Portugal. La termoterapia aplicada a la madera a multiplicar controla este fitoplasma y, por tanto, supone un alivio para los viveiristas y en consecuencia para los viticultores. Sin embargo, las transacciones incontroladas, inevitables en las zonas fronterizas, junto con el hecho de que el vehículo difusor es un insecto, que ya está presente en la orilla norte del Miño, posibilitan que la enfermedad pueda entrar en cualquier momento, si no lo ha hecho ya. Así que hay que estar en máxima alerta.