SAT O Liñar es una explotación familiar con relevo generacional que mira hacia el futuro. Miguel López se incorporó hace 5 años e invirtió desde entonces sobre todo en el bienestar de las vacas. Ya dobló el número de cabezas que antes atendía su madre, Belén, y pretende dimensionar la granja para que sea viable contar con mano de obra externa que le permita también a él tener la calidad de vida de la que ahora disfrutan sus vacas.
Miguel, como muchos otros jóvenes hijos de ganaderos, no se formó pensando en seguir con la explotación. Él hizo un Ciclo Superior de Mantenimiento Industrial y trabajó como empleado fuera del sector agrario. «Pero a mí las vacas me gustan y me fastidiaba mucho dejar esto, por lo que tanto lucharon mis padres, sin relevo. Es cierto que inviertes mucho para ganar poco, así que tiene que gustarte. Y yo estuve debajo de jefes y prefiero trabajar para mí», dice Miguel.
«Cuando llegue a las 100 vacas en producción pararé, no quiero perder el control del establo»
Así que se animó en el 2014 a seguir con la ganadería y desde entonces no paró de hacer cambios, unas mejoras que quiere seguir acometiendo de manera progresiva, para no hipotecar la viabilidad de la explotación, y en paralelo al aumento en el número de vacas con el que financiar las inversiones.
Pasó ya de las 60 cabezas que había cuando tomó el relevo a 125. Está ordeñando en este momento 67 vacas y quiere que sean 80 en menos de un año. Su intención y llegar, cuando complete las mejoras y ampliaciones previstas, a entre 90 y 100 vacas en producción. «Tendremos que meter entonces una persona a trabajar, pero no quiero crecer más porque sino pierdes el control del establo y yo soy de la idea de hacer yo las cosas y si aumentas mucho y metes mucha mano de obra pierdes ese control», razona.
Mejora de las instalaciones
De momento la explotación la atienden él y su madre. «Mi padre los echan una mano cuando sale de trabajar y los fines de semana, o también en campaña, cuando yo me dedico más al trabajo agrario», explica. Con los cambios que fueron haciendo en la granja en estos últimos años también fueron ganando en comodidad a la hora de trabajar y ahora «con el mismo trabajo que antes tenemos el doble de animales y el doble de producción y también más beneficios», afirma Miguel.
«Hoy una explotación para que sea algo rentable tienes que tenerla cómoda y ordenada, que haya confort tanto para las vacas como para el ganadero. Fue en lo que me centré en los últimos tres años. Le di una vuelta a lo que había buscando sobre todo mayor confort tanto para las vacas como para mí», dice.
«Hoy una explotación para que sea algo rentable tienes que tenerla cómoda y ordenada, que haya confort tanto para las vacas como para el ganadero»
Lo primero que hizo fue a reformar los cubículos y aumentar el número de plazas disponibles con las que contaba. «Amplié los cubículos, las camas y los pasos y puse panel sándwich en esa zona. Las vacas están ahí todo el tiempo, eso quiere decir que están más cómodas en esa zona, así que quiero cambiar el resto del techo y poner panel sandwich al resto de la nave también», explica.
Más espacio para la recría
La prioridad para Miguel en el momento de incorporarse fue mejorar antes de nada y en primer lugar las instalaciones de las vacas en producción, con lo que notó ya un incremento inmediato en la rentabilidad. Pero ahora, en segundo lugar, le tocará el turno a la recría, algo que también tendrá efectos sobre la producción en las primeras y sucesivas lactaciones de los animales. Tiene ya solicitado un plan de mejora para hacer una nueva nave de 12×18 metros destinada a las terneras y novillas.
Su intención es tener toda la recría en cama fría de compost separada en lotes por edades. «Echaré 40 centímetros de compost de inicio y luego lo moveré cada 3 días en invierno y cada más tiempo en verano porque cuando hace buen tiempo seca más y no es necesario moverlo tanto», calcula.
«Al final gastas en genética y no le sacas todo el rendimiento, porque al tener las terneras apelotonadas por mucho que las mimes no logras resultados. Me están pariendo a los 26 meses, por lo que estoy perdiendo 3 meses de leche en cada una por no tener instalaciones idóneas»
«Las terneras las tenemos muy mal de espacio y están bastante apretadas. Paren a los 26 meses, estoy perdiendo 3 meses en cada una por no tener instalaciones idóneas», reconoce. «Es muy raro que tengamos una ternera con neumonía o con descomposición. Hasta el destete, que hacemos con 2 meses o 2 meses y medio, van muy bien, porque mi madre es un fenómeno para las terneras porque tiene mucha paciencia y las trata muy bien, pero todo ese trabajo se va al traste después por no tener sitio», indica. «Al final gastas en genética y no le sacas todo el rendimiento, porque al tenerlas apelotonadas por mucho que las mimes no logras resultados», concluye.
En la SAT O Liñar ponen semen sexado en las novillas con la intención de crecer en el número de cabezas. En el trabajo que hace en genética, tanto en las primerizas como en las vacas con más de un parto, Miguel lo que prioriza son calidades y litros. Está entregando en este momento a Naturleite.
La sala quedó también pequeña
La sala de ordeño se le quedó también pequeña. «Tenemos 6 horas diarias de sala entre ordeñar y lavar», cuenta. Tiene solo 6 puntos por lo que el tiempo en ella se alarga cuándo a las 7 y media de la mañana y a las 7 y cuarto de la tarde se ponen a ordeñar. Miguel se decanta por una nueva sala en vez de poner robots. «Meteré sala otra vez, porque un robot no me llega y para dos no tengo ganado suficiente», argumenta.
«Notamos mucho aumento de producción al mejorar la comodidad de las vacas y en tres años pasamos de 27 litros de media a 32»
Pero su substitución tendrá que esperar. «Lo primero es finalizar la ampliación para las vacas en producción y hacer la nueva zona para la recría y después cambiar la sala, los cambios tienen que ser escalonados e ir por fases, y tengo claro que lo primero es la comodidad de las vacas y después la mía a la hora de ordeñar», razona.
Esos cambios que fue haciendo ya dieron resultados. «Por mejorar el manejo aumenté en tres años la producción de 27 litros de media a 32 y seguimos subiendo», explica. «Notamos mucho aumento de producción al mejorar el confort de las vacas. Al ampliar los cubículos las vacas están más cómodas y eso se notó también en la leche», dice.
«Soy un esclavo de los forrajes»
En ese programa de mejora escalonado que Miguel ha previsto, después de acabar con la ampliación de las instalaciones y con el cambio de la sala de ordeño, le tocará el turno a comprar un carro mezclador propio. Ahora mismo está en una CUMA.
El ensilado lo realiza en la propia explotación y la ración es única: 21 kilos de silo de maíz, 19 de hierba y 10 de pienso. «No es tampoco una ración de alta producción. Yo soy un esclavo de los forrajes pero limito mucho el concentrado porque nosotros no queremos salir en revistas, queremos tener rentabilidad a final de mes y si no superas el 50% del cheque de la leche en piensos, un promedio de 32 litros es tan rentable como uno de 40 con más pienso», dice.
«Nosotros queremos tener rentabilidad a final de mes y un promedio de 32 litros con menos pienso es tan rentable como uno de 40 litros con más concentrado»
Disponen de 26 hectáreas de terreno, de las que siembran a maíz 16 y el resto están a hierba. Pero la intención de Miguel es aumentar más superficie para no tener que hacer rotación anual de maíz y raigrass en tantas fincas. «El maíz quiere ir temprano y bien trabajado y rotando te pegas un tute grande pero no abonas ni haces los trabajos igual y el rendimiento no es el mismo. Yo saco de media entre 40 y 42 toneladas por hectárea. Con menos de 30 no compensa echar maíz porque te sale en 1.300 ó 1.400 euros por hectárea, que es mucho dinero», afirma.
En la zona en la que se encuentra esta SAT hay varios ganaderos sin relevo, pero San Martiño de Fontao está pegado a Sarria y eso encarece mucho los precios. «Compré 3 hectáreas pero pagamos a 4 y a 4,50 euros el metro cuadrado», cuenta Miguel. «Tuve que ir a coger tierras a 10 kilómetros porque aquí están carísimas», añade.
Separador de purín y cama de compost
Lo primero que hizo Miguel al incorporarse a la granja de los padres fue comprar un separador para el purín. «No me llegaba la balsa y así reduje la necesidad de tener más balsa», explica. Otra razón fue mejorar el confort de las vacas en las camas. «Tenía cascarrilla y cal y hacía yo la mezcla en casa porque comprada era insostenible. Tenía 700 euros de coste al mes pero las vacas se dañaban mucho porque reponía cada 10 días y se vaciaban mucho los cubículos», recuerda.
Redujo las células casi a la mitad al empezar a mover el compost de las camas todos los días
Así que no se lo pensó mucho. «Fui a ver dos separadores a Navarra en el mes de julio del año pasado y a los dos días lo compré. Vine convencido porque estaba aburrido de las camas vacías y arena no podía poner porque tengo emparrillado y balsa de lona», explica.
«Me decanté por este por el precio, porque ahorraba algo en comparación con otros separadores que hay en el mercado y tienes el mismo producto», considera. Aun así la inversión es grande. «Mucha gente me pregunta si me compensa para una explotación pequeña como esta y yo digo que sí, porque solo por ver a las vacas bien, limpias y cómodas, ya me merece la pena. Tardaré 2 años más en pagarlo seguramente con respecto a una explotación más grande pero pienso que es rentable igual la inversión», justifica.
El modelo que Miguel instaló lo distribuye la empresa de Sarria Corbar Maquinaria y comenzó a funcionar en su explotación hace ahora un año. Junto al instalado en la SAT Ladeira de O Páramo fue de los primeros en ponerse en Galicia. Así que empezó todo «un poco a la aventura», dice Miguel. «Cuando comencé tenía recuentos de 240.000 células y eché así meses. Cuando empecé a mover todos los días el compost y a tenerlo seco bajé hasta las 130.000», cuenta.
«A 70ºC no matas todas las bacterias, matas las malas, como el E-coli, pero llevas las bacterias buenas para la cama de las vacas»
Defiende que la utilización de compost en las camas tiene importantes beneficios para la salud de los animales. «A 70ºC, que es la temperatura a la que subes el compost, no matas todas las bacterias, matas solo las malas, como el E-coli, pero llevas las bacterias buenas para la cama de las vacas», argumenta. Como el coste del material es inferior a sistemas como la arena, el carbonato o la cascarilla, las camas están siempre más llenas, con la ventaja de que el sobrante vuelve al pozo del purín y no se pierde, ya que vuelve al circuito y es reciclado y reutilizado.
Cubrir la balsa y fertirregar
Con la dimensión que tiene SAT O Liñar el separador no tiene que funcionar todos los días para disponer de la cantidad de compost necesaria para llenar los cubículos. «Separo dos días a la semana, cada día 6 horas y logro 14 metros cúbicos de compost. Encamo cada 5 días y lo muevo todos los días, que es lo ideal», dice. Compró una gradilla para mover el compost en los cubículos diariamente para que de este modo no se apelmace para que las vacas estén más cómodas y al airearse seque mejor también, sobre todo en invierno. «Con la gradilla ahorras trabajo, porque con 20 minutos al día tienes las camas arregladas», explica.
Miguel ha solicitado también cubrir la balsa del purín para emplearlo para echar en los segundos cortes y en un futuro fertirregar con ella y pasar a separar todo el purín en compost para echar al maíz. «Siembro 10 hectáreas de maíz que están a 4 kilómetros y cuando llevas el purín la mitad es agua, así que no optimizas el transporte. Si en vez de purín llevase compost todo lo que va en el viaje sería abono», argumenta.
Poca potencia de luz
Esta explotación tiene un problema con la potencia de luz de la que dispone, una situación que se repite en muchas granjas que deciden ampliar. «Tengo 8 Kw y ando muy justo, gracias a que no tengo arrobaderas, sino no me llegaría. Y el separador tengo que ponerlo en las horas en las que no ordeño», cuenta.
Como muchos otros ganaderos en su misma situación, se encuentra con el problema de que para ampliar la potencia que tiene contratada es necesario reforzar antes la línea eléctrica que llega hasta su establo, pero la compañía suministradora lo obliga a tener que pagar él el coste que esto supone.
Los problemas de suministro eléctrico y la falta de potencia es una situación que viene de viejo y que trató de mitigar con la instalación de placas solares. «Puse solo 8 Kw porque era a potencia máxima que tenía contratada. Instalé las placas cuando puse el separador y no noté aumento en la factura de la luz a consecuencia de su funcionamiento», asegura.