«Algunos de los primeros tractores que llegaron a Galicia fueron regalos para campesinos alineados con el falangismo»

El historiador Bruno Esperante profundiza en su tesis sobre el proceso de moto-mecanización de la agricultura gallega. Su trabajo analiza la adquisición de los primeros tractores y los condicionantes de esta revolución en el campo

«Algunos de los primeros tractores que llegaron a Galicia fueron regalos para campesinos alineados con el falangismo»

Bruno Esperante es doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Santiago y a comienzos de este año presentó su tesis centrada en el análisis del proceso de moto-mecanización de la agricultura gallega. La llegada de los primeros tractores, las marcas con mayor presencia, la forma de financiación o las limitaciones para hacerse con la nueva maquinaria fueron algunos de los temas que trata en su trabajo.

-¿En qué fechas se fija el inicio de la moto-mecanización de la agricultura gallega?
-Se trata de un proceso inicialmente muy gradual. En Galicia, comienza a acelerarse a mediados de los años sesenta del siglo XX. Eso lo vemos, sobre todo, en el ritmo de registros de tractores y se explica porque hay mayor oferta y el proceso de especialización lechera comienza a consolidarse en algunas comarcas gallegas. Ya en los años setenta, el proceso se acelera aún más y remata en los años ochenta.

-¿De qué manera se vio condicionado este proceso por la situación política?
-De forma muy directa. La introducción de tractores fue un proceso de cambio tecnológico que tuvo una especial necesidad del ámbito político para poder implantarse. Esto se explica porque era una innovación muy cara y de resultados inciertos en el marco de la agricultura gallega. Por el contrario, otras mejoras se introducían con menos apoyo, atención o incluso participación de la política, mas ese no fue el caso de los tractores. Por ejemplo, la consolidación de un mercado de oferta de tractores en España no se puede entender sin los pactos políticos de la Dictadura con los Estados Unidos entre 1950 y 1955. Ese lustro fue fundamental para que se acelerara el proceso de moto-mecanización en el conjunto del Estado.

-En tu investigación ahondas sobre la exclusión de determinados sectores de este proceso de mecanización y los motivos de esta. ¿Qué conclusiones extraes al respeto?
-Pues que la moto-mecanización, como cualquier otro cambio tecnológico, no fue un proceso técnico y socialmente neutral. Hay que preguntarse siempre por los resultados de estos procesos de innovación tecnológica. En la experiencia de la Dictadura analizamos cómo se beneficiaron, excluyeron y marginaron ciertas agriculturas y grupos sociales en función de intereses políticos. Por ejemplo, los primeros tractores que llegaban a algunos Ayuntamientos de la Galicia, no lo hacían en base a criterios técnicos, sino que llegaban como regalos destinados a los campesinos locales alineados ideológicamente con el falangismo. No era extraño ver cómo esos propietarios copaban los puestos de dirección local de los sindicatos verticales del campo (Hermandades) o también ostentaban los títulos de Jefes Locales del Movimiento.

«Hasta 1960 no se podían comprar libremente tractores en Galicia, sino que se tenían que pedir mediante solicitudes de adjudicación, lo que limitaba la demanda»

-¿No existía demanda en zonas como Galicia en los años 50 para llevar a cabo esa mecanización del campo? ¿Por qué no hubo tractores en Galicia hasta prácticamente 1960?
-En los años cincuenta no había casi demanda de tractores en Galicia. El Estado tampoco hacía nada para promoverlos y, aunque quisiera, no podía debido al aislamiento político y el estado crítico de su economía y de su capacidad industrial. De hecho, hasta 1960 no se podían comprar libremente tractores, sino que se tenían que pedir mediante solicitudes de adjudicación, lo que limitaba mucho la posible demanda. Los tractores sólo comienzan a llegar en los años sesenta, en un contexto donde desaparecen esos problemas políticos, económicos e industriales del Estado.

-¿Hasta que punto fueron relevantes los créditos americanos en la moto-mecanización del campo gallego?
-Yo pienso que fueron fundamentales. A nivel micro e inmediato en el campo gallego quizás no tanto, pero para el conjunto del Estado o en medio-largo plazo sí, porque los requerimientos en capital para industrializar la agricultura necesitaban de grandes inversiones y, en ese marco, el recurso al crédito se volvió un mecanismo esencial.

Los créditos americanos posibilitaron la reactivación de la economía y la normalización política de la Dictadura en el escenario internacional. Con los créditos se levantaron los boicots comerciales y se activó la capacidad industrial del país, por lo que se importaron tractores, semillas, maquinaria pesada, incluso vacas frisonas de raza selecta y asistencia técnica necesaria para instalar grandes fábricas de tractores en España.

Unos de

Uno de los tractores Barreiros que actualmente se pueden ver en el Museo del Campo y la Mecanización, en Silleda (Pontevedra).

-¿Qué papel jugó en esta mecanización una firma gallega como Barreiros?
-Barreiros fue la tercera empresa, marca y productora de tractores en España en aquellos años. Luego, la producción de tractores estaba completamente regulada y, desde 1955, sólo había dos licencias para producir tractores de la mano de Ebro en Barcelona y de Lanz Ibérica en Madrid. Barreiros sería entonces la tercera empresa en obtener la licencia en 1959, después de intentarlo varias veces. Después de eso, la evolución de Barreiros fue muy rápida. Con gran éxito comercial acabó por situarse como primera o segunda marca en muchas zonas tanto de Galicia como del Estado. En este caso, debido a que la demanda de tractores era elevadísima en los años sesenta y las otras dos grandes productoras no producían suficiente. Además, Lanz Ibérica estaba muy especializada sobre todo en la venta de tractores para el mercado de la mitad sur del Estado. Por lo que para la mitad Norte actuaba sobre todo Ebro y Barreiros.

-Además del Barreiros, analizas también otras marcas como Jonh Deer y Ebro, ¿cómo fue la evolución de estos tractores en las ganaderías gallegas?
-Ebro representaba la gran empresa española de tractores para la Dictadura. En realidad eran tractores que funcionaban como una marca blanca de la multinacional Ford, porque la asistencia técnica, y todo lo que tenía que ver en la producción de los tractores era proporcionado en gran parte por la multinacional norteamericana. Luego acabaron desligándose de los norteamericanos y firmaron con Massey Ferguson para que les proporcionase la asistencia técnica a mediados de los años sesenta. Fueron sin duda los tractores más vendidos hasta su desaparición en los años noventa.

«Los tractores Ebro fueron los más vendidos en Galicia hasta su desaparición en los años 90»

En el caso de John Deere, esta era y sigue siendo la gran multinacional de tractores que, cuando adquirieron Lanz Ibérica en 1963, acababan de situarse como la primera multinacional de maquinaria agrícola, superando a la Internacional Harverster. El caso de John Deere es interesante porque fueron conocidos por ser los que desarrollaban estrategias de venta más innovadoras. Comprendían que, lejos de la utilidad técnica, los labradores también  compraban el prestigio de su nombre y el color verde de sus tractores.

-¿Quién apostaba por esta maquinaria? ¿Cómo llegaron los primeros tractores al campo gallego?
-En los años cuarenta y cincuenta los tractores que llegaban lo hacían de la mano de campesinos ricos, o campesinos alineados ideológicamente con la Dictadura. Luego, en los años sesenta, los precios de los tractores bajan porque se producen muchos más y se importan otros tantos. Comienzan a aparecer las figuras de los atrevidos, o de los pioneros que tenían dinero y compraban los primeros tractores. Muchas veces, los tractores se amortizaban comprometiendo el trabajo al resto de los vecinos de su aldea y de la parroquia durante años.

«Muchas veces, los tractores se amortizaban comprometiendo el trabajo al resto de los vecinos de su parroquia durante años»

Luego, ya hay otro momento, para fines de los setenta y de los años ochenta, cuando ya se compra maquinaria de una forma vertiginosa. En este caso, si había casas que llevaban alquilando el tractor a un vecino hacía años, ahora compraban ellos un tractor nuevo o de segunda mano. En este caso, en los tractores de segunda mano, el volumen de compras llega a ser ingente en muchas aldeas en los años ochenta. Es el momento en el que todo el mundo tiene un tractor.

-¿Cómo financiaban los ganaderos estas inversiones?
-Las formas de financiación varían mucho de los sujetos que compran los tractores y de las razones detrás de la compra. También del momento. Por ejemplo, en los años setenta y ochenta, era muy común que los familiares emigrados, o la propia emigración estacional para trabajar en la construcción o en la hostelería en países como Suiza, explicaran muchas veces la compra de muchos tractores. En otros casos, los hijos o las hijas que ya tenían estudios, o trabajaban en otro sector de la economía, también aportaban dinero. Aquí el concepto de la casa labradora, lo de la familia grande, explica muchas veces los múltiples orígenes de la financiación de estas inversiones. Tíos, primas, incluso familia política ponía dinero para comprar un tractor que les sirviera a todos. En estos casos era muy habitual evitar el crédito o el endeudamiento a medio y largo plazo.

También había gente joven que habían tomado la decisión de heredar la explotación familiar y que se acogían a planes de viabilidad que se hacían en las oficinas de los Servicios de Extensión Agraria, o también en las oficinas del que fue luego en los años setenta el IRYDA (Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario). En estos casos intervenían todos los agentes en el proceso. Cajas de Ahorro vinculadas a empresas de venta de maquinaria y que, su vez, tenían contactos con agentes de extensión agraria que organizaban las charlas para la especialización de las explotaciones.

«El proceso de moto-mecanización en Galicia se produjo por demasiado tiempo de forma muy individualizada y poco ordenada»

-Hubo casos de compras de tractores en común, ¿son los pilares de las cooperativas agrarias actuales?
-La compra en común, entre vecinos o familiares, siempre fue una estrategia típica para asumir innovaciones muy costosas como eran los tractores. El problema en este caso es que la vía cooperativa para la compra o uso de maquinaria obtuvo escasa atención por parte de la Dictadura durante décadas. De hecho, en los años cuarenta aun desmantelaron los centros locales de uso de maquinaria que tan buenos resultados llevaban dando desde comienzos del siglo XX. El resultado fue que el proceso de moto-mecanización se produjo por demasiado tiempo de forma muy individualizada y poco ordenada.

-¿Fue el éxodo rural uno de los motivos que dio pie a la moto-mecanización del campo gallego o esta comenzó antes?
-La tendencia histórica antes de 1936 era ya de pérdida de población del rural y aumento de la población urbana. Fueron los efectos de la Guerra Civil y el hundimiento económico de la Dictadura lo que provocaron que se detuviese ese proceso y se produjese una re-ruralización. En los años cuarenta y hasta mediados de los años cincuenta fue muy difícil, sino imposible emigrar, así que las aldeas estaban llenas de gente. Ya luego, la moto-mecanización y la activación económica del país aceleró la pérdida de población de nuevo, aunque ese fenómeno es algo mucho más complejo y multi-factorial.

-¿Supuso la maquinaria motorizada el fin de la agricultura y ganadería familiar? ¿Qué llevó a que en vez de mantenerse como un aliado de este trabajo de índole familiar casi lo hiciera desaparecer?
-La maquinaria motorizada no puso fin a la agricultura familiar. Tampoco tiene por que hacerlo. Esa idea que liga los tractores con el fin de la agricultura familiar tiene más que ver con la función de la moto-mecanización en el proceso de industrialización de la agricultura. Es algo típico de la dinámica del capitalismo y de la función del cambio tecnológico que constantemente sustituye trabajo por capital. Si la idea era industrializar la producción de alimentos para atender una demanda creciente, luego había que producir mucho y muy barato. Es en ese contexto en el que los tractores, en vez de tenerse como aliados del trabajo familiar, lo que provocaban era su desaparición o relevo por trabajadores asalariados en las explotaciones.

«Los técnicos del Ministerio de Agricultura creían que la concentración parcelaria era esencial para adaptar el medio a la maquinaria»

-Otro de los factores que señalas como claves para la introducción de los tractores y de la maquinaria agrícola son las concentraciones parcelarias. ¿De qué manera influyeron?
-La concentración parcelaria no fue tanto un factor clave, sino un proyecto que los técnicos del Ministerio de Agricultura creían que era esencial para adaptar el medio a la maquinaria y no al revés. Sin embargo, se probó rápidamente que la concentración parcelaria era muy costosa, provocaba mucho rechazo en la población local y ocasionaba otros tantos problemas ambientales y dudas en los resultados que se podían obtener. El proceso de moto-mecanización se produjo igualmente sin concentración y, la adaptación de la maquinaria a las parcelas, o las nuevas formas de manejo y de cultivos se mostraron más efectivas que la propia concentración.

-En el estudio, además de la evolución del campo gallego en materia de mecanización, también abordas casos en regiones de Portugal o Irlanda. ¿Hay similitudes en el proceso?
-Intenté hacer algunas comparaciones a nivel local, más que a nivel macro. Sobre todo, me centré en analizar algunos trabajos que se hicieron para la región de Tras os Montes en Portugal, y en el condado de Kerry en Irlanda. El elemento común era la presencia del trabajo familiar y una especialización lechera más marcada en el caso de Kerry y en las comarcas en las que más trabajo de campo hice en la Galicia, como la de Barcala. Los resultados muestran hasta qué punto era importante la adecuación de la oferta de tractores a la demanda. Cosa en la que Irlanda llevó la delantera. También la manera en el que se benefició de poder integrarse en el mercado de la Comisión Económica Europea mucho antes que Galicia y Portugal.

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