Brotación forzada de las yemas para lograr dos cosechas en los viñedos

El experto Fernando Martínez de Toda explica esta técnica que permite retrasar hasta 2 meses la maduración de la uva y adaptarse a los efectos del cambio climático. Conocemos los resultados a nivel vitícola y enológico de este novedoso estudio

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Brotación forzada de las yemas para lograr dos cosechas en los viñedos

Una de las cepas en las que se ha aplicado la doble brotación, con racimos en distintas fases de maduración.

La brotación forzada de las yemas para obtener una cosecha es una técnica ya con cierta rodadura en los viñedos desde 2012, pero ahora el investigador de la Universidad de la Rioja, Fernando Martínez de Toda ha ido un paso más allá y ha apostado por la brotación forzada para lograr no una, sino dos cosechas al año.

Es una técnica novedosa de la que se publicaron las primeras referencias en el año 2020. “Se me ocurrió combinar dos técnicas para estudiar esta posibilidad novedosa de tener dos brotaciones de yemas”, explica Martínez de Toda. La idea es combinar en el mismo viñedo y en el mismo momento el recorte drástico de la vegetación con el forzado tradicional de las viñas, para así lograr las dos cosechas al año.

“Se me ocurrió combinar dos técnicas para estudiar esta posibilidad novedosa de tener dos brotaciones de yemas”

La brotación forzada de yemas consiste en hacer que se desarrollen yemas latentes, que está previsto que permanezcan en el pámpano y que se prevé que broten el próximo año. Como bien indica el nombre, esta técnica busca forzar su desarrollo en esa misma campaña. “Es una brotación forzada, ya que estas yemas no suelen brotar el año de su formación en condiciones naturales”, aclara el investigador.

Esta técnica permite retrasar la maduración de la uva, por lo que se presenta como una alternativa de manejo del viñedo que permite adaptarse a los efectos del cambio climático, siempre que la zona en la que se encuentra la viña lo permita.

¿Por qué optar por la brotación forzada?

Con algunos procedimientos en el manejo de la viña puede lograrse un retraso moderado de la maduración de entre 10 o 15 días. En los mejores casos, si se combinan entre ellos pueden alcanzar los 30 días. Pero, como apunta el investigador, en zonas con elevadas temperaturas, estos retrasos pueden no ser suficientes. Mientras, con la brotación forzada se logra retrasar hasta 2 meses la maduración de la uva. La principal limitación de la brotación forzada es que suele reducirse la producción de las viñas, aunque a veces puede interesar conseguir esta reducción.

¿Y qué beneficios proporciona retrasar la maduración de la uva? Martínez de Toda concreta que conseguir un retraso de la maduración permite que la uva se desarrolle en condiciones más frescas y de mejor calidad tanto para la uva como posteriormente para el vino. “La idea es utilizar esta técnica para mitigar los efectos de las altas temperaturas en el viñedo”, explica.

El retraso de la maduración influye en la calidad final del vino, ya que influye en la acidez, los aromas o la maduración fenólica

En zonas de producción vitícola sometidas a elevadas temperaturas este retraso influye directamente en parámetros como la acidez, los aromas y la maduración fenólica. Además, permite elaborar vinos con un menor contenido en alcohol.

En un estudio sobre el terreno en base a los datos del Observatorio de Logroño en 2015, la temperatura media pasó de 21,7 grados en agosto a 16,8 grados en septiembre o 13,5 grados en octubre. “Si conseguimos retrasar la maduración con la brotación forzada, la maduración podría realizarse con 4 grados menos”, ejemplifica el investigador.

Otra de las ventajas que proporciona es poder sincronizar o separar la maduración entre diferentes parcelas de viñedo.

Técnicas para la brotación forzada

Para llevar a cabo la brotación forzada de la viña, la técnica más clásica consiste en cortar los pámpanos alrededor del 5º o 6º nudo y eliminar la vegetación por completo. “Para conseguir una buena brotación de esas yemas latentes en el pámpano debe eliminarse todo lo que interfiera, tanto hojas, como nietos y como la uva de ese pámpano”, detalla el investigador.

Al margen de este método más tradicional para lograr la brotación forzada, también han probado una técnica más agresiva que reduce los nudos. Así, en lugar de dejar entre 5 o 6, el pámpano se corta ya a la altura del segundo nudo inferior. “Este procedimiento tiene la ventaja que no es necesario eliminar la uva, ya que al estar en nudos superiores ya no brotará. Así se conseguiría la brotación de esos dos nudos”, concreta.

Brotación forzada para lograr dos cosechas

Brotación forzada

Detalle de pámpano con uva primaria de la variedad Garnacha en maduración (en la parte inferior) y uva forzada en estado herbáceo (parte superior).

Frente a estos dos métodos de brotación forzada, Martínez de Toda ha dado un paso más y ha buscado una doble cosecha mediante brotación forzada, de manera que se obtengan dos cosechas al año, la segunda con un retraso de casi dos meses respecto de la primera.

La clave, según indica el Catedrático, es realizar un forzado de yemas latentes pero sin eliminar la uva primaria del pámpano. Para ello, realizan un recorte de pámpanos, por encima del sexto nudo, en el inicio del cuajado, de manera que se busca que se desarrollen las yemas latentes de los nudos sexto y quinto. El calentamiento global permite la maduración de la segunda cosecha.

“Podemos conseguir una primera cosecha con una maduración retrasada de unos 10 o 15 días y una segunda procedente de las yemas forzadas cuya maduración tendrá un retraso de hasta 2 meses”

“Actuando de esta manera podemos conseguir una primera cosecha correspondiente a los racimos principales, con una maduración retrasada de unos 10 o 15 días y además podemos conseguir una segunda cosecha procedente de las yemas forzadas cuya maduración tendrá un retraso de hasta dos meses respecto del control”, concreta el investigador.

La continuidad de los estudios durante la campaña de 2021 muestra que, para lograr una doble brotación con éxito se necesita un vigor mínimo del pámpano, para que así se garantice el desarrollo y la fertilidad suficientes de los brotes forzados. “En viñedos con longitudes de pámpano del orden de 2 metros se obtienen desarrollos suficientes, pero no en viñedos con longitudes de pámpano de 1,2 metros”, detalla el investigador.

Los primeros resultados obtenidos en 2019-2020 en viñedos de variedades como Garnacha, Tempranillo y Maturana Tinta, la vendimia inicial se retrasa hasta mediados de octubre y la segunda maduración sería en noviembre, en zonas altas y frescas de La Rioja. Mientras, en zonas más cálidas se consigue un mismo retraso, pero la primera cosecha se produciría a mediados de septiembre y la segunda en octubre. De este modo, la cosecha primaria madura unos 13 días más tarde y la cosecha secundaria unos 40 días más tarde.

Fenología con dos cosechas tras brotación forzada

Fenología de las cepas con dos cosechas tras la brotación forzada.

Otro de los aspectos importantes a valorar en los resultados es la propia respuesta de la planta a estas prácticas. Tal y como detalla Martínez de Toda, las viñas presentan algo más de un brote por pámpano. Además, se logra una producción forzada, con racimos más pequeños, del orden de algo más de 1 kilo por cepa, frente a los 3 kilos habituales. Así, la segunda cosecha representa alrededor del 30% de la cosecha primaria.

Resultados productivos de la obtención de dos cosechas

Resultados productivos de la obtención de dos cosechas. Número de racimos y peso en función de la maduración.

La doble brotación y la composición de la uva

La investigación también ha abordado los efectos de esta doble brotación en la composición de la uva. Uno de los valores que se ve afectado es el propio peso de la baya, que resulta más pequeño, pasando en uno de los casos analizados de 1,75 gramos en la primera fecha de vendimia a 1,01 en la segunda.

En el caso de la cantidad de azúcares de la uva también se verá afectado. “La cantidad de azúcar varía en función de cuánto se retrase la maduración y la llegada del frío”, apunta el investigador. El retraso de la maduración también deja un pH más bajo, una mayor acidez y ácidos málico y tartárico más altos, así como una concentración de antocianos mucho más alta que la cosecha primaria.

Resultados de la composición de la uva tras la brotación forzada para lograr dos cosechas.

Resultados de la composición de la uva tras la brotación forzada para lograr dos cosechas.

Otra de las conclusiones que destaca esta investigación, es que además de madurar la uva correctamente, se pueden acumular suficientes reservas para los próximos años.

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