“El almacenamiento de la patata en nuestro país está en declive. Cada vez se guardan menos patatas y la campaña de almacenamiento es también más corta”, explica el riojano Carlos Javier García Ladrón, gerente de Agrofield, en el marco de las jornadas técnicas de la cuarta edición de la feria Alimagro, celebrada en Xinzo de Limia (Ourense) recientemente.
García concreta además que cada vez resulta más difícil almacenar patatas y conservarlas hasta mayo, como venía siendo habitual. En gran medida, esto se debe a la menor eficacia de los antigerminativos actuales, en comparación con el CIPC, que venía empleándose de forma generalizada y cuyo uso ha sido prohibido desde el otoño de 2020.
Debido a esta dificultad para conservar las patatas se han acortado ya los tiempos de venta. Así, antiguamente los precios elevados se situaban alrededor del 15 de abril y en mayo, mientras que actualmente se han adelantado ya a comienzos de marzo. “Tenemos la necesidad de guardar patata para cubrir las necesidades del mercado, por lo que es preciso que se regule este mercado, ya que no se pueden vender todas las patatas entre septiembre y octubre”, valora García.
¿Cómo se conserva la patata en España?
En España la mayoría de los almacenes no dispone de unas instalaciones adecuadas para garantizar la conservación de la patata, ya que son un número muy reducido de almacenes los que cuentan con sistemas de frío que contribuyen a esta conservación. “La menor eficacia de los antigerminativos obliga a disponer de unas buenas instalaciones de almacenamiento, pero la mayoría de los almacenes españoles no cuentan con ellas”, reconoce. En España solo el 10% de los almacenes disponen de sistemas de frío y cajones, el sistema más idóneo, mientras que en Francia el 80% de los almacenes ha abandonado ya el granel.
En España solo el 10% de los almacenes disponen de sistemas de frío y cajones, mientras que en Francia el 80% de los almacenes ha abandonado ya el granel
El 30% de los almacenes tienen un sistema de ventilación forzada y emplean cajones o big-bags. “A diferencia de contar con sistemas de frío, en este caso la eficacia de conservación disminuye notablemente, en especial en años calurosos en los que se ventila en exceso el almacén para bajar la temperatura de las patatas”, concreta García.
Buena parte de estos almacenes disponen de cajones con una capacidad de una tonelada que se apilan en varias alturas. Es uno de los métodos más recomendados para almacenajes largos, ya que de esta manera se optimiza el aprovechamiento de las dimensiones del almacén y se facilita su gestión. Mientras, los big-bags o sacas son muy utilizadas para el transporte de patatas, así es que en la mayoría de ocasiones están perforadas para facilitar la aireación y son apiladas en estanterías, por lo que se recomienda para aquellos almacenes que realizan un almacenaje de la patata durante períodos cortos de tiempo.
Tener un sistema de ventilación forzada y las patatas a granel es el método que emplea otro 30% de los almacenes de patatas españoles. Como reconoce García, en estos casos resulta complicado conservar de forma eficaz las patatas más de un mes y medio.
“En los almacenes que tienen las patatas a granel resulta más difícil asegurar la eficacia del antigerminante”
Mientras, existe otro 30% de almacenes que no disponen de ningún sistema de ventilación o frío y las patatas se almacenan bien en sacas o a granel. Las patatas se van amontonando mediante cintas apiladoras sobre un sistema de conductos de ventilación para permitir la aireación interior del montón. Es uno de los métodos que permite almacenar un mayor volumen de tubérculos, aunque dificulta la gestión del almacén, a la par que resulta complicada la acción de los antigerminantes. “En estos casos, es difícil asegurar la eficacia del antigerminante”, valora García.
El clima, condicionante de la patata en España
Pese a ser un productor de patata, España cuenta con condiciones desfavorables para la conservación de la patata en comparación con otros países europeos como Bélgica y Países Bajos. Factores climáticos como la temperatura o las condiciones hídricas marcan la diferencia entre estas regiones y añaden dificultades en la conservación de las patatas españolas.
El propio clima mediterráneo de España, donde se suelen sobrepasar los 30 grados de temperatura e incluso superar los 40 de forma recurrente, acompañado de noches frías que pueden quedar con menos de 10 grados genera un estrés térmico en la planta, que afecta a la patata. Estas condiciones de estrés térmico se producen incluso en zonas productoras gallegas, como la comarca de A Limia.
Mientras, en Países Bajos y Bélgica la temperatura media se sitúa por debajo de los 30 grados y no caen de los 15 grados, lo que supone condiciones óptimas de temperatura para la planta de la patata.
“La conservación de las patatas españolas es más compleja, puesto que en ocasiones en el momento de la cosecha hay patatas ya con brotes nacidos debido al estrés hídrico y térmico que han experimentado”
Estos países también suelen tener condiciones hídricas óptimas, ya que es habitual que llueva casi todos los días, sin que lleguen a producirse tormentas, de manera que las plantaciones de patata no precisan de riego. En España, se acostumbra a regar cada 5 días, lo que provoca que el primer día el terreno quede encharcado, el segundo se logren condiciones óptimas, pero al tercer y cuarto día se acusa ya un estrés hídrico para la planta.
Como consecuencia tanto de las temperaturas como de la falta de humedad constante, se cosechan patatas más estresadas, a diferencia de las obtenidas en Países Bajos. “Resulta más complejo la conservación de las patatas españolas, ya que en ocasiones en el momento de la cosecha hay patatas ya con brotes nacidos debido al estrés hídrico y térmico que han experimentado”, indica García.
Alternativas tras la prohibición del CIPC
Tras la prohibición en octubre de 2020 del CIPC, el conservante más utilizado de forma generalizada por los almacenes, en la actualidad se presentan 5 alternativas populares para este fin. Recogemos algunas de las características de estos productos autorizados por el Ministerio de Agricultura para este fin.
-Hidracida Maleica, conocido por su nombre comercial como Super-Stop-Brot 18. Es de los pocos productos que se aplica ya en campo, cuando la mata aún no ha sido arrancada. “Es un producto muy técnico que exige un seguimiento exhaustivo del estado de desarrollo del cultivo para determinar el momento óptimo de aplicación”, explica el técnico.
Tiene una eficacia aproximada de un mes y resulta una alternativa económica en cuanto a su coste por toneladas y mes de almacenaje. “Es una producto ideal si el almacén no reúne las condiciones óptimas”, reconoce García.
– Etileno, comercializado como Restrain. Es un producto que se aplica ya en almacén, cuando la patata se ha sacado de la tierra. Suele emplearse un equipo dosificador que emite etileno al interior del almacén cuando el sensor detecta niveles bajos del mismo.
Es una de las alternativas que dispone de registro tanto para patata de siembra como de consumo, pero precisa un almacén muy bien cerrado y que esté situado fuera de la zona de trabajo.
–Aceite de menta, vendido como Biox-M. Se trata de una alternativa que se aplica ya en el almacén y solo tiene un efecto curativo, ya que quema los tallos que ya han brotado. Tiene una eficacia aproximada de unos 21 días. Dispone de un registro sobre patata de consumo y ecológica. “Solo está disponible en formulado termonebulizable y se recomienda su aplicación a través de una empresa especializada”, explica García.
-Aceite de naranja, conocido como Argos. Es otra de las alternativas pensadas para patata de consumo y ecológica y que se aplica directamente en almacén, una vez arrancado el tubérculo. Al igual que el aceite de menta, tiene un efecto curativo, ya que solo quema los tallos ya brotados y proporciona una eficacia de 21 días. También se aconseja aplicarlo por una empresa especializada, ya que se trata de un formulado termonebulizable.
-DMN 1,4 -dimetilnaftaleno, comercializado como 1,4 Sight. También se aplica ya en el almacén y es uno de los pocos que ofrece un efecto tanto preventivo como curativo, ya que inhibe la brotación de los tallos y quema los que ya han brotado. Este producto tiene una eficacia de 1 a 2 meses y tiene registro solo sobre la patata de consumo. También se aplica como un formulado termonebulizable, por lo que se requiere una aplicación especializada.
Como señala García, este producto ofrece además otras ventajas para la conservación de la patata, ya que proporciona una mayor turgencia del tubérculo y se reducen las mermas por pérdida de peso. También provoca menores daños por presión entre tubérculos y facilita y reduce las mermas durante el proceso de pelado en las fábricas de frito.