Cume do Avia, una idea de juventud para unos vinos de autor en ecológico

Los vinos de esta bodega asentada en O Ribeiro son el resultado de años de trabajo cooperativo en el que el respeto al medio y a las variedades autóctonas, así como a las elaboraciones tradicionales marcaron el camino. Conocemos más de esta iniciativa

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Cume do Avia, una idea de juventud para unos vinos de autor en ecológico

Los hermanos Diego y Álvaro junto a su primo Alfonso, que se encargan del viñedo y la elaboración y comercialización de los vinos. // Foto The Source.

Cume do Avia es uno de esos proyectos que nace, literalmente, de la amistad y la juventud. Más por eso, no deja de estar asentado en pilares fuertes que le han permitido afrontar un largo camino y conseguir que sus vinos sean reconocidos tanto en su tierra como fuera de nuestras fronteras, donde comercializan más del 70% de su producción.

Sostenibilidad, cooperativismo y diversidad productiva son palabras claves que marcaron el proyecto desde sus orígenes. Son los ejes que desgrana Diego Diéguez Collarte, uno de sus promotores, cuando comienza a explicar el recorrido que iniciaron en el 2004 los seis socios que integran la cooperativa que da forma a Cume do Avia.

El proyecto echó a andar en el 2005 como una cooperativa para la producción de uva ecológica con variedades autóctonas

Los vinos de esta bodega asentada en el Ribeiro, son el resultado de años de trabajo cooperativo en el que el respeto al medio ha sido una de sus máximas, lo que le supuso importantes retos y atrancos. Variedades autóctonas y elaboraciones fieles a la identidad de sus uvas son otras de sus marcas de identidad. Sin embargo, reconocen que el camino no ha sido sencillo y continúa a ser laborioso, más aún con las consecuencias que está dejando la pandemia sanitaria.

El origen de la cooperativa

Una asociación juvenil y una concentración parcelaria son el germen de Cume do Avia. «Vimos en la concentración parcelaria una oportunidad para dar continuidad al trabajo colaborativo que realizábamos en la asociación juvenil y que nos podía dar una rentabilidad económica y poner en valor tanto nuestro lugar como su patrimonio material e inmaterial», explica Diego.

La idea surgió ya en 2004, pero tomó forma un año después, con la creación de la cooperativa, integrada a día de hoy por 5 socios. Junto con Diego, su hermano Álvaro y su primo Adolfo Collarte, conocido cómo Fito, son los que afrontan el trabajo diario tanto en los viñedos como en la elaboración y comercialización de los vinos.

Los viñedos se asientan en Eira de Mouros, una antigua aldea abandoada de Ribadavia

La concentración parcelaria les posibilitó contar con una mayor superficie agraria disponible para el viñedo. Así, a día de hoy tienen plantadas unas 9 hectáreas de cepas, en su totalidad de variedades autóctonas. «No es habitual disponer en esta zona de tanta superficie para el viñedo, de hecho, mucho del espacio en el que ahora hay cepas, en otros tiempos fue campo o monte», detalla.

Vista de las ruinas que aún se conservan en la aldea abandonada.

Este proyecto también sirvió para recuperar y volver productivo el lugar de Eira de Mouros, uno de los núcleos que conformaron antiguamente la parroquia de Santo Andrés de Camporredondo, en Ribadavia (Ourense) y que llevaba abandonado desde el año 1942. «Eira de Mouros es el corazón físico y espiritual, una fuerza telúrica que alimenta el proyecto», reivindica Diego, puesto que es también un lugar vinculado a sus raíces y antepasados.

Comenzar de cero

El proyecto comenzó de cero, ya que tuvieron que comprar y adecuar los terrenos para la plantación de nuevas cepas. Incluso adquirieron la maquinaria pesada que precisaban para estas tareas «aún sin saber cómo trabajar con ella», reconoce. Vieron en esta estrategia un ahorro del beneficio empresarial, que iba acorde también con su modo de entender el proyecto cooperativo y que luego se convirtió en una herramienta de apoyo a lo largo de los años.

Incluso adquirieron la maquinaria pesada que precisaban para las tareas de adecuación del terreno y plantación de las cepas

«Es una muestra más de nuestra manera de comprender el proyecto, no sólo implicándonos en el diseño, sino en todas las fases del proceso», concreta Diego. Años después, esta maquinaria la utilizaron en una empresa de servicios agroforestales, que les permitió sostener económicamente el proyecto de Cume do Avia, mientras las viñas no comenzaban a producir.

Los viñedos se asientan tanto en zonas ya dedicadas a la producción de vino, como antiguas huertas o monte.

Al margen del valor sentimental, la elección de los terrenos en el lugar de Eira de Mouros fue una decisión muy pensada y orientada ya a una producción en ecológico. «En la producción en ecológico hay muchos factores que tener en cuenta para no dejar todo a los tratamientos. La elección de zonas ventiladas como estas reduce muchos problemas de hongos, como el oídio y el mildiu, las principales amenazas para los viñedos en Galicia», justifica Diego.

Escogieron terrenos ventilados y con una gran variedad de suelo y altitud que le aporten identidad a sus vinos

La elección de los terrenos fue también determinante en el proyecto. «Buscábamos contar con una amplia variedad de suelos que le confiriesen identidad a nuestros vinos», detalla Diego. La diversidad tanto de castas como de suelos supone para ellos una oportunidad, al margen de reconocer las dificultades que fueron encontrando por este motivo. Así es que entre los viñedos que trabajan existe además una diferencia de altitud de alrededor de 100 metros. Los viñedos se encuentran en Eira de Mouros y Costa do Veliño, un lugar que mira al valle del Avia, y tiene el río Miño a sus espalda, siendo la cumbre de ese monte, de ahí que hayan decidido bautizar la firma como Cume do Avia.

Esta diversidad sumada al abanico de variedades con las que cuentan les obliga a un mayor control específico de las cepas e incluso a tener que vendimiar en distintas fases. «La vendimia puede prolongarse casi un mes, porque vamos viendo que cada una de las castas, según la zona en la que se localicen, esté en su momento óptimo. Nos encontramos con que tenemos momentos de la vendimia muy diversos», detalla el cosechero.

100% ecológico desde los inicios

Desde sus comienzos, Cume do Avia quiso ser un proyecto apegado a la tierra y que apostó por una producción 100% en ecológico, en vez de comenzar en convencional y luego dar el salto a ecológico. Una de las primeras consecuencias de esta decisión fue que los rendimientos llegaron más tarde. «Ahora mismo el viñedo aún no es todo lo productivo que puede llegar a ser. Los costes de implantación en ecológico fueron muy elevados y el horizonte productivo se fue alargando», concreta. Así, las cepas en vez de comenzar a producir a los 4 años lo hicieron ya casi a los 8 años. «Escogimos el camino más difícil y el que supone una mayor inversión en el tiempo, sobre todo al contar con viña nueva», explica.

Las primeras cepas las plantaron en el 2008, la segunda remesa de planta vendría un año después. Ya en el 2013 continuaron incrementando la superficie de viñedo y las últimas cepas las pusieron en el 2015. También habían previsto plantar unos 8.000 metros cuadrados de nuevas viñas este invierno, pero por causa del coronavirus han decidido demorar el proceso de ampliación del viñedo.

Las cepas se encuentran en zonas muy diversas en cuanto a altitud y suelos.

En las primeras plantaciones ni siquiera optaron por abonar las cepas, dado lo difícil que les resultaba disponer de estiércol o abonos ecológicos y certificados. «Nos decidimos por emplear cubiertas vegetales con gramíneas y leguminosas para tener un suelo más rico, pero en estos primeros años resultaron una dura competencia para las cepas», comenta el viticultor.

«Comenzar en ecológico pudo ser un error a nivel empresarial, pero desde el punto de vista agronómico fue una decisión muy acertada»

Desde aquellos primeros años hasta el momento fueron incorporando compost, elaborados tanto por ellos como por otros productores en ecológico. «En esta zona, cuando comenzamos no teníamos ganaderías en ecológico de las que tener abono, y los costes de traslado los hacían inasumibles», recuerda. Ahora también compran algunos de los abonos y compost ya hecho a ganaderías no intensivas que cuenten con el sello ecológico.

Pese a las dificultades de los comienzos en ecológico, Diego apunta que mereció la pena, al tiempo que reconoce que haber comenzado en convencional habría tenido sus ventajas, sobre todo porque al no estar certificados en los comienzos luego tuvieron que pasar igualmente un período de transición, como si vinieran de una producción en convencional. «Comenzar en ecológico puede que fuese un error a nivel empresarial, por el costo que supuso, sin embargo desde un punto de vista agronómico fue una decisión muy acertada puesto que nuestras cepas ya afrontaron un proceso de selección natural y quedaron las más resistentes», justifica.

«En la producción en ecológico hace falta ser muy proactivos con los tratamientos»

Para atajar las plagas del viñedo, optan por emplear el azufre, así como estractos hidroalcohólicos que sirven también para estimular el crecimiento de la planta y aportar nutrientes. «En la producción en ecológico hace falta ser muy proactivos con los tratamientos, porque una vez que detectas el problema es más difícil atajarlo con las soluciones sostenibles», reconoce.

Variedades autóctonas

Casi la totalidad de las cepas de Cume do Avia son de variedades autóctonas del Ribeiro. «Solo tenemos unas 200 cepas de Mencía, que vinieron confundidas y que estamos pendientes de injertar», detalla. Su apuesta se encamina más hacia las variedades tintas, pero a día de hoy tienen casi la misma cantidad de tintas que de blancas.

Entre las variedades blancas cuentan con cepas de Albariño, Lado, Loureira, Caíño Blanco, Treixadura y Godello. En las tintas plantaron cepas de Brancellao, Caíño Longo, Sousón, Carabuñeira o Ferrón. «La diversidad de variedades supone una dificultad añadida, pero si consigues hacerlo bien es una oportunidad», reivindica.

Una crisis, una oportunidad

Una mala cosecha, la del 2016 que se vio muy afectada por los hongos, fue el punto de inflexión para que los esfuerzos de los viticultores se centrasen en exclusiva en el proyecto. «Decidimos que teníamos que dedicar más tiempo a los viñedos y a la bodega. Era momento de dejar otras actividades como la prestación de servicios agroforestales», comenta Diego.

Vista de las antiguas instalaciones de la bodega, que en estos momentos se encuentran ampliando.

Esa cosecha también resultó determinante para sus vinos. En aquel momento, ninguno de ellos tenía una formación específica sobre enología, aunque contaban con una estrecha vinculación con el mundo del vino, puesto que su abuelo fue uno de los viticultores fundadores de la Cooperativa Vitivinícola del Ribeiro, Viña Costeira. «Nosotros fuimos los primeros de la familia en cerrar el ciclo. Comenzamos a investigar y a realizar vinificaciones por variedades para conocer lo que cada una nos podía aportar», explica el vitivinicultor.

«La gente tenía mucha curiosidad por degustar vinos de variedades que no suelen presentarse en monovarietales como el Brancellao o el Caíño Longo»

Esa crisis resultó una oportunidad para diferenciarse en el mercado. Así, aunque el objetivo final era conseguir vinos fruto de procesos de cofermentación de varias variedades también siguieron elaborando monovarietales que están teniendo gran aceptación. «Resultó que la gente tenía mucha curiosidad por catar vinos de variedades que no suelen presentarse en monovarietales como el Brancellao o el Caíño Longo», argumenta.

Vinos de autores

Los primeros vinos los elaboraron en una bodega que tuvieron alquilada desde el 2013 al 2015. En el 2016 decidieron trasladarse a la antigua bodega de sus abuelos, que ahora están ampliando. Con el cambio a la bodega familiar comenzaron a hacer sus propias elaboraciones sin asesoramiento enológico externo. Dejan que sean las uvas las que marquen el carácter del vino, sin realizar ningún tipo de corrección, lo que propicia que tengan que vendimiar más temprano. Este es uno de los motivos por los que no están adscritos a la Denominación de Origen, pese a que consideran importante el papel de estos organismos para conseguir erradicar prácticas ilegales y contribuir a la profesionalización de la viticultura.

Realizan vendimias tempraneras procurando vinos más frescos, con lo que los vinos resultan con una baja graduación alcohólica

«La vendimia tempranera nos permite elaborar los vinos que nosotros procuramos, sin embargo buena parte de nuestras elaboraciones no se ajustan a los parámetros que fija la DO, puesto que tienen una graduación de alcohol por debajo de los 11 grados, lo que no nos permite indicar las variedades, cuando nosotros procuramos con nuestro trabajo dar protagonismo a las castas», detalla el viticultor. Sin embargo, el viñedo está certificado bajo la Denominación de Origen Ribeiro, aunque no lo esté la bodega.

Su afán por conocer las posibilidades que le brinda cada variedad hizo que continúen realizando cada campaña entre 20 y 25 elaboraciones, aunque luego realizarán alrededor de entre 11 y 14 vinos, dependiendo de la cantidad de uvas que tengan de cada una de las castas. «Buscábamos formar una gama de productos que le vayan dado identidad a nuestro proyecto, por eso trabajamos en vinos muy personales, que muchos llaman de autor, que en este caso al ser un trabajo de varios, son vinos de autores», indica.

Dos Canotos, es uno de los vinos de gama media que elaboran.

En la elaboración de los vinos procuran evitar las bajas temperaturas, tampoco clarifican, ni desfangan sus elaboraciones. Además, el envejecimiento de sus vinos lo realizan en pipas de castaño. «Cada vez hay más cubas viejas de castaño en nuestra bodega, esa es también una de las marcas de nuestra identidad. Buscamos un matrimonio con el territorio, no sólo con las variedades que escogemos sino también con las prácticas que llevamos a cabo para elaborar nuestros vinos», sintetiza Diego.

«Cada vez hay más cubas viejas de castaño en nuestra bodega, son también una de las marcas de nuestra identidad»

En la cosecha de 2019 tuvieron una producción de 26.000 botellas, que esperan ir incrementando en los próximos años. Su carta de elaboraciones comprende diferentes gamas. Una básica de vino tinto y blanco, donde a cada cosecha le asignan un número. Este 2019 salió al mercado como Cume del Avia Cosecha 7. Su gama media la conforman los vinos blanco y tinto que comercializan bajo el apodo familiar Canotos. La gama más alta se corresponde con los monovarietales. Aunque estas elaboraciones estarán condicionadas por la cantidad de uva que consigan, en el 2020 están comercializando monovarietales de Treixadura, Albariño, Sousón, Brancellao y Caíño Longo.

La mayor parte de su producción, alrededor del 70%, la venden en el extranjero. Este año, además se encargaron de comercializar y elaborar un nuevo vino tinto bajo la marca Arraiano, procedente de las uvas de viñas de la familia y amigos. Abren así una nueva vía de financiación para el proyecto, mediante una línea de vinos elaborados con uvas más allá del lugar de Eira de Mouros. «Se trata de un vino que elaboramos siguiendo los mismos preceptos que para los vinos de Cume do Avia, pero que procede de viñas que no cuentan con la certificación ecológica, aunque procuran una viticultura sostenible y respetuosa con el medio», explican. Este año sacarán al mercado 5.000 botellas de este tinto y esperan comercializar también un blanco en los próximos años.

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