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El Centro de Investigación Forestal (CIF) de Lourizán inició en los años 70 y 80 ensayos con dos especies que el tiempo ha confirmado como productivas y adaptadas a Galicia, el pino de Oregón (Pseudotsuga menziesii) y la sequoia (Sequoia sempervirens). El que fue director del Centro de Investigación en dos etapas, Gabriel Toval, ha expuesto los resultados de aquellos ensayos en una reciente jornada sobre la adaptación del monte gallego al cambio climático. «Aquellas experiencias tenían un objetivo principal de comprobar la productividad, pero también tienen interés en el actual contexto de cambio climático», subraya Toval.
La sequoia procede de un clima similar al gallego, templado y húmedo, incluso con sequías más marcadas en la época estival, asentándose en altitudes diversas desde el nivel del mar hasta los 900 metros, en tanto el pino de Oregón puede llegar hasta los 2.000 metros. Ambas especies se asientan en su área original de distribución sobre distintos tipos de suelo, entre ellos suelos similares a los gallegos, ácidos, profundos y ricos en materia orgánica.
Pino de Oregón
«En Galicia, los ensayos de pino de Oregón se situaron de forma mayoritaria en zonas de media montaña, en altitudes entre los 600 y los 1.300 metros. Son zonas menos productivas que las de altitudes inferiores, pero nos pareció adecuado probar la especie en zonas donde no hubiera una presencia tradicional de Pinus pinaster (pino del país)» -explica Gabriel Toval-. «La Pseudotsuga es un árbol que en turnos cortos se paga a precio del Pinus pinaster, por lo que no generaría interés entre los propietarios. Cuando presenta un diferencial de precios importante es cuando se va a turnos largos, de alrededor de 60 años».
Los ensayos con el pino de Oregón iniciados por Lourizán en los años 70 se situaron en 18 parcelas de Galicia y del resto de la Cornisa Cantábrica, probándose un total de 87 orígenes. Las más productivas, que llegaron a multiplicar por cuatro o por seis el resultado de las que peor funcionaban, fueron las originarias de zonas con exposición oeste, hacia el Pacífico, en su área nativa, tanto en las cordilleras costeras como en las del interior de los estados de British Columbia (Canadá) y Washington, Oregón y California (Estados Unidos).
Diferencias entre procedencias de pino de Oregón. / Imagen: CIF de Lourizán.
Esos ensayos con el pino de Oregón sirvieron en los años 80 para las recomendaciones de semilla que emitía el Icona. El propio Gabriel Toval fue comisionado a Estados Unidos para demarcar zonas de recogida de semillas en el año 1986. En aquel momento, la especie experimentó un cierto desarrollo en España, pero su expansión fue limitada y en la actualidad rondará las 20.000 hectáreas, muy lejos de países como Francia, que tiene unas 300.000 hectáreas reforestadas tras la Segunda Guerra Mundial, o Alemania, que supera las 100.000.
Control del matorral
Una de las cuestiones de interés que presentan tanto las sequoias como el pino de Oregón es la densidad de su copa, que deja pasar escasa luz hacia el sotobosque y dificulta el crecimiento del matorral. «En Galicia estamos acostumbrados al eucalipto y al pino marítimo, que son dos especies que dejan pasar abundante luz y que favorecen el crecimiento del matorral. Tienen ventajas, como una buena poda natural, pero en relación al control de la biomasa del sotobosque, del que se habla ahora como vía para la prevención de incendios, son más problemáticos», expone Toval.
Parcela de sequoias en Lourizán.
Altos crecimientos de la sequoia
Los ensayos con la sequoia desarrollados por Lourizán en Daneiro (Zas, A Coruña) y Foz (Lugo), entre otras ubicaciones, confirmaron la buena adaptación de la especie a Galicia. En Foz se lograron a los 12 años crecimientos medios de 13,1 metros y diámetros de 23 centímetros, con un máximo de 20 metros de altura y diámetro máximo de 43,9. La tasa de supervivencia fue del 72%.
Otro ensayo realizado en Zas logró números menores, si bien también positivos. A los 17 años, la plantación tenía crecimientos medios de 12,72 metros, con un máximo de 26 y un mínimo de 1,80. En diámetro, el promedio fue de 24,2 centímetros, con un máximo de 59 centímetros. La tasa de supervivencia fue del 62%.
Lourizán seleccionó las sequoias que superaron los 21 metros a los 16 años
«En cuanto a orígenes de las semillas, en los dos ensayos logramos ejemplares sobresalientes en cada origen. Hubo una gran variabilidad de resultados, que se habrían reducido se estuviésemos hablando de una plantación clonal», destaca Gabriel Toval.
El Centro de Investigación Forestal hizo una selección de la sequoia en las parcelas del propio centro a partir de 197 clones de los que siguió su evolución, seleccionando a todos aquellos que superaron los 21 metros de altura a los 16 años.
«La sequoia es una especie que los 4-5 primeros años crece poco. En Lourizán, el crecimiento medio a los 4 años era de 0,86 metros, pero una vez que pasa ese periodo, los árboles se desarrollan a un gran ritmo, superior al metro de altura por año», señala Toval, que recuerda también otro elemento destacado a tener en cuenta en la sequoia: «Tiene una corteza similar al alcornoque en el sentido de que resiste el paso del fuego, regenerándose la copa tras los incendios», destaca.
Turnos de tala
La sequoia permite optar por un gran abanico de turnos de tala. En Francia se está usando en turnos muy cortos para aprovechamiento de biomasa y también existe la opción de producir maderas de calidad en turnos largos.
