La enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE) es la gran espada de Damocles sobre las cabezas de ganado vacuno de las explotaciones gallegas para este 2024. Con la llegada de la primavera y el aumento de las temperaturas, los insectos culicoides que actúan de vectores del virus comienzan a multiplicarse y con ellos aumenta el riesgo de contagio del ganado.
Como cuando fue de la pandemia de la covid-19 en humanos, el año pasado se dieron muchos palos de ciego en el tratamiento de los animales afectados por EHE. De esa experiencia previa es necesario aprender para enfrentar la amenaza este año.
Tres veterinarios que lucharon contra la enfermedad en Galicia y Castilla y León en 2023 contaron en una reciente jornada organizada por la asociación Agromuralla algunas de las claves para entender cómo se comporta el virus y dieron algunos consejos para enfrentar sus consecuencias en las granjas tanto de leche como de carne.
Emilio Buenadicha, veterinario clínico en Salamanca
“Non es cierto que la EHE afecte sólo a animales inmunodeprimidos”
Emilio Buenadicha es veterinario clínico en Salamanca, donde la EHE tuvo una importante afectación el año pasado. En Castilla y León, al igual que en la vecina Extremadura, la mayoría de las ganaderías son explotaciones de carne que tienen sus vacas en extensivo. “Cuando va mucho calor, las vacas se van a las zonas más húmedas y sombrías, que es precisamente donde se encuentra el insecto”, explica.
Estar desinfectando cuando el ganado está fuera no es una labor fácil y lleva tiempo, pero Emilio lo propone como una primera barrera de contención. “Los repelentes no son la panacea, pero algo ayudan. No es una guerra perdida, pero incluso desinfectando mucho, bañando a las vacas incluso a diario, en muchos casos no conseguimos frenar la enfermedad y evitar que la EHE llegara a esa explotación”, relata.
El uso de repelentes no es la panacea, pero algo ayuda
Otra de las confusiones existentes en relación a la enfermedad es a qué animales afecta. “Los animales más débiles son más propensos a sufrir casos clínicos a consecuencia de la enfermedad, porque si el virus entra en una vaca que ya está en un estado de carnes complicado va a ser más difícil que salga adelante, porque va a estar un tiempo sin comer, pero hay contagios también en animales que están sanos y fuertes”, asegura Emilio.
“En un primer momento el Ministerio a nosotros nos dijo que la enfermedad iba a afectar solo a esos casos de animales inmunodeprimidos, pero no es cierto, afecta a todo tipo de animales, aunque un animal fuerte se defiende mejor y resiste mejor la enfermedad y muchas veces la pasa sin sintomatología (casos subclínicos) o con sintomatología más leve”, cuenta.
No alargar el tratamiento con antiinflamatorios
En base a su experiencia en el tratamiento de la EHE el año pasado, el veterinario salmantino recomendó “poner antiinflamatorios en cuanto veamos los primeros síntomas clínicos”, aunque advirtió también sobre las consecuencias de extender esos tratamientos en el tiempo.
“Pienso que es un problema, porque si una vaca echa una semana sin comer no sabemos si mueren por no comer o por el tratamiento. Por eso lo que nosotros empezamos a hacer era que si veíamos que llevaba 3 días sin comer dejábamos de tratarlas con antiinflamatorios y algunas veíamos que salían adelante, pero en los primeros días sí que los recomiendo”, insiste.
Garantizar que el animal enfermo coma y beba
Para Emilio, “es importante mantenerles la comida y la ingesta de agua a los animales infectados”. “Si mantienen la rumia tienen menor problema para superar la enfermedad y también es vital que beban agua, que es casi más importante que la comida, porque se deshidratan muy rápido”, explica.
Vimos que los animales que eran capaces de beber y comer algo eran capaces de salir adelante; mientras que la vaca que se negaba era difícil recuperarla, aunque la sondases
Para asegurarse de que comen y beben, recomendó en determinados casos separar los animales enfermos de los sanos, para de este modo tenerlos más vigilados y controlados. “Uno de los problemas en regímenes en extensivo que teníamos nosotros era garantizar que esos animales enfermos tenían acceso al agua y estaban hidratados. Hay que vigilar a los animales infectados y una de las cosas que vimos que ayuda bastante es el aislamiento de los animales positivos para facilitarles el acceso al agua y a la comida, porque los animales que eran capaces de beber y comer algo durante el proceso de la enfermedad veíamos que normalmente eran capaces de salir adelante, mientras que las vacas que se negaban a comer y beber era muy difícil recuperarlas, aunque las sondases”, aclara.
Consecuencias en la fertilidad del rebaño
Más allá de provocar caídas en la producción e incluso la muerte o daños irreversibles en los casos más graves, una de las secuelas habituales de la EHE se da en el ámbito reproductivo. “Muchos ganaderos que pensaban que tenían las vacas preñadas ven ahora que salen en celo y muchos toros se quedaron totalmente infértiles”, explica.
Muchos ganaderos que pensaban que tenían las vacas preñadas ven ahora que salen en celo
“El el momento álgido de la enfermedad veíamos abortos a término y terneros que nacían sin ganas de mamar. Ahora estamos teniendo problemas de malformaciones en feto en vacas que estaban en el último tercio de la gestación”, detalla Emilio.
Preocupación por el serotipo 6, que circula por Marruecos
En comunidades como Extremadura o Castilla y León, muy afectadas por el serotipo 8 del virus, llegado desde Túnez en 2023, temen ahora la entrada este año del serotipo 6 procedente de Marruecos.
“Hay casi tanta preocupación por eso como por el que tuvimos el año pasado. Porque compañeros de la zona de Cádiz, que ya habían tenido algún caso el año anterior, comentan que el segundo año la afectación baja mucho. Pero si viene un serotipo nuevo el cuadro clínico puede variar”, alerta este veterinario salmantino.
Javier Sabín, veterinario y ganadero de A Capela
“Ha habido muchos más casos de los declarados”
Javier Sabín es veterinario en A Capela, donde trabaja sobre todo en granjas de carne. Además, él mismo es ganadero y ha sufrido en su rebaño la enfermedad, que se cebó en esta zona de Ferrolterra, una de las más afectadas de Galicia el año pasado.
“Hubo muchos más caos de los declarados. Mucha gente no dio aviso por miedo al cierre y bloqueo de las explotaciones”, asegura Javier, que pide avanzar en un mapa epidemiológico para conocer cuál es la situación real de la enfermedad en Galicia.
“Me gustaría que se hiciesen más sangrados para tranquilizar a los dueños de los animales, porque en las zonas donde hubo casos el año pasado la inmunidad seguramente será mayor, porque buena parte de los animales estuvieron en contacto con el virus”, argumenta.
Momento de estrés en la granja
Además de veterinario, Javier es también ganadero y recuerda como un momento de preocupación e incertidumbre a entrada de la EHE en su explotación y el incremento de la carga de trabajo que supone hacer frente a la enfermedad.
“Tengo vacas en extensivo en varios lotes y es un momento estresante porque tienes que separar vacas; es un trastorno a nivel manejo”, asegura. Recomienda controlar al día a los animales, ver que comen y beben y, si eso es así, “en una semana por sí solos superan la enfermedad”, dice.
En las explotaciones que cuentan con sistemas de monitorización puede detectarse antes la EHE; se ve una caída de rumia antes de que aparezcan los primeros síntomas visibles en la vaca
En su rebaño cuenta con collares de monitorización del ganado, lo que permite una detección precoz de la enfermedad. Esta ventaja, dice, se da sobre todo en las explotaciones de leche, mucho más digitalizadas por lo general que las de carne.
“En las granjas de leche tenemos mayor capacidad de reaccionar ante un cuadro clínico. Muchas granjas ya tienen sistemas de monitorización y en ellos se ve una caída de rumia antes de que aparezcan los primeros síntomas visibles en la vaca”, explica.
Tanto en explotaciones de leche como en ganaderías de vacuno de carne, Javier recomendó adelantarse a la enfermedad y tomar ciertas decisiones previendo la posible afición de la EHE en Galicia este año. “Si estás cebando vacas para mandar a matadero, yo aconsejo adelantar su salida antes de que lleguen los meses de calor, para prevenir que puedan coger la enfermedad y bajar de peso, porque después no va a ser fácil que recuperen esos kilos”, argumenta.
“Es necesario que se controle el transporte del ganado”
A la hora de prevenir la enfermedad y minimizar sus consecuencias, Javier considera que “no por más desinfectar van a aparecer menos casos”. “Yo pienso que la solución va más por la inmunidad del rebaño”, dice en relación a la vacunación, pues “cuantos más animales tengamos inmunizados menos circulación va a haber del virus y menor incidencia va a tener”.
El primer caso en Galicia fue en Abegondo, muy cerca de un matadero; blanco y en botella
Pide además “que se extreme el control y la desinfección en el transporte de ganado”, como uno de los factores de riesgo que estarían detrás, en su opinión, de la llegada de la enfermedad a Galicia. “El primer caso que hubo en Galicia fue en Abegondo y muy cerca de allí está un matadero: blanco y en botella”, afirma.
Los movimientos de animales podrían estar también detrás de la entrada de la EHE en España, dado que el serotipo 8 que circuló el año pasado por la península procede de Túnez, un país al que se exporta ganado vacuno en barco desde puertos de Andalucía y el Mediterráneo.
José Taboada, veterinario y ganadero de Portomarín
“En cuanto apagamos los ventiladores, la EHE empezó a afectar a vacas lecheras estabuladas”
José Taboada tiene una explotación de leche en Portomarín y trabaja también como veterinario en otras granjas, tanto en la provincia de Lugo como en la de A Coruña. “Los casos que atendí yo fueron sobre todo en granjas lecheras, en algún caso con más de la mitad de los animales infectados”, explica.
José observa un patrón claro en los contagios en ganaderías lácteas: “En los meses de julio y agosto la enfermedad afectaba sobre todo a vacas secas y novillas que estaban fuera, más que a las de producción que estaban dentro, porque teníamos los ventiladores funcionando. Pero en cuanto apagamos los ventiladores, en septiembre, octubre y noviembre, empezó a afectar sobre todo a los animales que estaban en los establos. Daba igual que fuera una granja antigua o moderna; las instalaciones influyen relativamente”, asegura.
En otoño, en cuanto bajan las temperaturas, los mosquitos buscan refugio en los establos; da igual que sea una granja antigua o moderna; las instalaciones influyen relativamente poco
Este cambio de incidencia se debe, afirma, a que “el insecto transmisor busca también calor dentro a medida que bajan las temperaturas fuera. En pleno mes de diciembre hubo un caso en Touro”, recuerda.
Los efectos de la entrada de la enfermedad en las explotaciones se notan aún varios meses después de sufrir la EHE. “Me estoy encontrando ahora muchos fallos en reproducción; hubo granjas que subieron una dosis o dos por vaca tranquilamente a consecuencia de la enfermedad”, afirma.
Problemas diagnósticos
“Somos conscientes de que esta enfermedad va a causar estragos”, asegura José, que apuesta por mejorar el diagnóstico. “Tenemos que ser cautos y sangrar para estar seguros, porque hay otras enfermedades con cuadros hemorrágicos y respiratorios que se pueden confundir con la EHE, como casos de clostridium”, ejemplificó.
Hay más control en las granjas de leche que en las de carne
A la hora de detectar la EHE este veterinario considera que “las granjas de leche juegan con una ventaja de 2 días en la detección, lo que implica coger la enfermedad mucho antes”. “Hay más control en las granjas de leche que en las de carne”, defiende.
Anima además a los ganaderos afectados a notificar los casos, “porque sino la Administración sigue en su 1-2% de prevalencia y no sale de ahí”, dice. “Pasa lo mismo que con la vacuna de la lengua azul, que no se notifican los casos de abortos o los shocks anafilácticos por choque con penicilina y para la Xunta no se producen”, comparó.
Tratamientos alternativos
José es certificador del sello ELUA, que obtienen aquellas explotaciones que producen leche A2 y no emplean antibióticos y productos desparasitantes en el ganado. “Yo soy más partidario de poner antiistamínicos que antiinflamatorios en el ganado enfermo con EHE y me gusta mucho trabajar con levaduras vivas y probióticos para volver a poner la rumia a andar”, explica.
Con todo, reconoce que no se alcanzan los mismos resultados en todos los animales infectados. “Tuve casos de vacas que se quedaron a cero litros y en una semana estaban produciendo en el mismo nivel que antes y otras con la misma pauta de tratamiento que no se acabaron de recuperar y siguen con altibajos”, admite.
Yo soy más partidario de poner antiistamínicos que antiinflamatorios
En cuanto a las medidas de control, José remarca la necesidad de reducir los desplazamientos del ganado. “No pueden venir a sacrificarse vacas desde Cádiz a Galicia, porque eso está generando transmisión. No fuimos eficaces en la prevención, en frenar el avance de la enfermedad”, asegura.
A nivel de explotación, remarca que “si estamos todas las semanas sulfatando a los animales no nos queda un euro en el bolsillo”. “Hay que valorar las medidas desde el punto de vista coste-beneficio; eso supone otro protocolo más en una granja que normalmente ya está llena de protocolos y saturada de trabajo. Tenemos que generar pautas y protocolos cómodos para los ganaderos”, defiende.
Tenemos que generar pautas y protocolos de desinfección cómodos para los ganaderos
Por eso, dice, “en algunas granjas estamos metiendo repelentes vía oral, de manera que los animales los eliminan en el sudor y en la orina y existen también piedras de lamer específicas con plantas repelentes”, explica.
También funciona la plantación de determinadas especies de plantas en el entorno de los establos, como la citronela, que actúa como repelente natural para los mosquitos. La lucha biológica es otra de las posibilidades, como la suelta de moscas caníbales que se comen las larvas de los culicoides.
“Antes de que saltase la pandemia de la covid-19 estábamos trabajando en un proyecto en granjas de Castilla introduciendo murciélagos, ya que un murciélago puede comer hasta unos 10.000 mosquitos en una noche”, dice.