Ganadería y emisiones de carbono, ‘fake news’ y hechos científicos

Artículo de opinión de Jacobo Feijoo, responsable de Desarrollo Rural de Unións Agrarias, que expone como las emisiones de la ganadería constituyen en realidad un circuito cerrado de balance neto cero

Ganadería y emisiones de carbono, ‘fake news’ y hechos científicos

En los últimos tiempos los ganaderos europeos están asistiendo con incredulidad a una campaña de linchamiento de su actividad ante la opinión pública. Hay un claro frente de intereses en contra de la producción de leche y de carne para, entre otras cosas, sustituirlos en el mercado de la alimentación mundial por distintos derivados y sucedáneos vegetarianos. Fenómeno que va a mover miles de millones de euros en los próximos años y que para poder triunfar, precisa convencer a la opinión pública, al ciudadano y consumidor, de que la actividad ganadera es dañina y hasta inmoral.

Aunque en esta campaña se mezclan muchos mensajes tendenciosos y medias verdades, hay una de ellas que destaca por ser especialmente perniciosa, al aludir a la preocupación por el cambio climático: nos referimos a los daños que supuestamente estarían causando al clima las emisiones de dióxido de carbono y metano que se originan en el metabolismo del ganado (especialmente el vacuno). Es este el aspecto que analizaremos en este artículo.

En concreto se acusa al ganado de ser un factor fundamental para acumular en la atmósfera de forma no sostenible, dióxido de carbono y metano, primero con su metabolismo y después en la descomposición microbiana de los purines del ganado.

Esta acusación es insostenible desde el punto de vista científico. Como veremos, aunque no hubiera ni una sola cabeza de ganado en el planeta, la biomasa vegetal se descompondría igualmente por la acción microbiana (o el fuego) para devolver a la atmósfera dióxido de carbono y metano.. Con ganado o sin ganado, este carbono orgánico se devuelve siempre a la atmósfera con un balance neto cero. Fenómeno totalmente natural y necesario para el reciclaje constante del carbono entre la biota y la atmósfera.

Obviamente, este escenario es conocido por la comunidad científica, pero lo grave es que no se tiene en cuenta en las instituciones políticas a la hora de fijar agendas y medidas de control de emisiones a la atmósfera. Así en informes, estadísticas, normativas, y propuestas de control se presentan en pie de igualdad las emisiones del metabolismo de la ganadería con las de cualquier combustible fósil, cuando las primeras nunca tienen un efecto acumulativo de dióxido de carbono en la atmósfera, y las otras sí.

Eso presenta ante la sociedad de forma interesadamente torcida la actividad de la ganadería y de los ganaderos, cuyo papel en la alimentación global y la conservación del entorno es insustituible y hay que reivindicar.

El caso del dióxido de carbono CO2

Es fácil de entender que cuando se quema un combustible fósil, bien sea gas, carbón o un derivado del petróleo, esta combustión si es completa producirá dióxido de carbono más agua, como nos enseñaron en la química elemental de la escuela. Esto sí que ciertamente incrementa el balance neto de dióxido de carbono en la atmósfera, pues carbono que no estaba en la atmósfera, sino en la corteza terrestre como carbón, petróleo o gas, pasa a la atmósfera tras su combustión en forma de dióxido de carbono gaseoso.

Y aumenta así la concentración neta de CO2 atmosférico, por lo que también aumentarán en forma proporcional cualquiera de los efectos que pueda tener este gas sobre el calentamiento global y el cambio climático.

Cualquier CO2 que emita una res procede de la degradación química de un vegetal que previamente ingirió. ¿Y de dónde obtuvo el vegetal el carbono que pasó al animal en forma de alimento?. De la atmósfera, de donde fue capturado por la fotosíntesis

Ahora bien, cualquier dióxido de carbono que pueda emitir el metabolismo de una res ganadera, procede de la degradación química de un alimento que previamente ha ingerido este animal en su dieta. ¿Y de dónde procedía este alimento? De un vegetal. ¿Y de dónde obtuvo el vegetal el carbono que pasó al animal en forma de alimento? Pues procedía de la atmósfera, de donde fue captado por la fotosíntesis.

La actividad metabólica del animal por tanto, no hace más que devolver a la atmósfera lo que previamente la planta había quitado de ella, en un circuito cerrado de balance neto cero. Lo mismo vale para el carbono que es emitido a la atmósfera en la descomposición microbiana de deyecciones del ganado, pues las deyecciones no son sino restos vegetales parcialmente metabolizados.

El ganado sólo devuelve a la atmósfera un CO2 que estaba previamente en ella

Por tanto, es imposible, repitamos, imposible, que el metabolismo de cualquier animal, o la degradación microbiana de sus deyecciones, aumenten el balance neto de la concentración de CO2 en la atmósfera: el ganado vía metabolismo, o por la degradación de sus deyecciones por los microorganismos del suelo, únicamente devuelve a la atmósfera un CO2 que ya estaba antes en ella, y de donde lo había retirado provisionalmente la fotosíntesis de la planta que le sirvió como alimento al animal.

El caso del metano

Se acusa a los rumiantes domésticos de contribuir al calentamiento global mediante la acumulación irreversible en la atmósfera del gas metano o CH4, que generan tanto en el metabolismo fermentativo del rumen, como en la degradación de sus deyecciones. ¿Qué hay de cierto en esto?

Es cierto que el metano se produce en el rumen de los rumiantes durante la pre digestión microbiana de la fibra vegetal ingerida, y también durante la degradación microbiana de las deyecciones del ganado en ausencia de oxígeno (por ejemplo en fosas sépticas de tratamiento anaerobio de purín, o cuando se aplican en suelos encharcados sin oxígeno disponible).

Y es también cierto que desde el punto de vista de limitar un excesivo efecto invernadero, es preferible que el carbono vuelva a la atmósfera en forma de CO2 y no de metano CH4, ya que una molécula de metano tiene hasta 23 veces más potencial de aumentar la temperatura de la atmósfera que una de dióxido de carbono (aunque su concentración actual en la atmósfera es 220 veces menor que la del dióxido de carbono).

Pero lo que se suele ocultar en estas informaciones es que el metano en la atmósfera no es más que una forma transitoria que adopta el carbono, pues como también aprendimos en la química de la escuela, se oxida de forma espontánea reaccionando con el oxígeno del aire, precisamente para dar CO2 y agua.

Con lo cual no se puede acumular metano en la atmósfera de forma indefinida, sino como mucho durante el tiempo que tarda en oxidarse de forma natural, que viene siendo, como nos dicen los químicos atmosféricos, de unos 12 años de media, pasados los cuales ese carbono que estaba en forma de metano, vuelve a estar en forma de CO2 en la atmósfera, listo para ser captado nuevamente por la fotosíntesis y comenzar de nuevo un ciclo idéntico planta-animal-atmosfera, impulsado por la energía del sol.

Dicho de otro modo, el metano que produce la actividad ganadera nunca aumenta el balance neto de la concentración de carbono en la atmósfera. Y nunca podrá acumularse en la atmósfera un stock de metano superior a las emisiones de los últimos 12 años, ya que va pasando paulatinamente por oxidación a CO2 y agua en ese plazo, no existiendo la supuesta acumulación irreversible de este gas en la atmósfera.

El metano, por tanto, es una forma intermedia y transitoria del carbono en la atmósfera, que finalmente se oxida a CO2. Cuando procede del ganado, el balance neto atmosférico de concentración de carbono que genera es igual a cero.

A mayores de estos argumentos, las fuentes científicas consultables sobre emisión de metano a la atmosfera, reconocen que sólo el 5% del mismo estaría siendo emitido por la rumia de los aproximadamente 1.500 millones de cabezas de rumiantes que se estima hay en la actualidad en el mundo. Reducir la cabaña ganadera global actual, pongamos que en un drástico 50%, apenas reduciría las emisiones de este tipo de metano a la atmósfera un 2,5%. Y ello suponiendo (que es mucho suponer) que en la descomposición de los vegetales que dejasen de alimentar a este ganado no se va a producir ningún metano, lo que es evidentemente falso, pues localmente en el suelo, siempre hay condiciones anaerobias.

Impacto real de la ganadería en las emisiones de carbono a la atmósfera

De todo lo expuesto hasta este momento, queda claro que una planta que muera naturalmente y caiga al suelo sin ser comida por un herbívoro, se va a descomponer en el suelo por la actividad microbiana, de tal forma que en el medio plazo, el carbono de sus tejidos y paredes vegetales va a volver a la atmósfera en forma de CO2, o de CH4 (dependiendo de las condiciones de aireación del suelo) con un balance neto de concentración de carbono en la atmósfera, cero.

¿Diferencia real desde el punto de vista del balance neto del carbono atmosférico, en que esa descomposición vegetal la hayan hecho los microorganismos del suelo o los del aparato digestivo del ganado? Cero. Ninguna.

Es más, es que es tal la potencia de la fotosíntesis a escala global en el planeta que los ecosistemas terrestres y marinos según nos enseñan los ciclos biogeoquímicos de los científicos, retirarían todo el CO2 de la atmósfera en apenas unos 10 años, si el mecanismo de descomposición de las plantas y resto de materia orgánica por los microorganismos, no lo devolviera a la atmósfera para iniciarse otro ciclo.

Lejos de estar ante un “problema”, estamos ante un mecanismo fundamental del funcionamiento de los ecosistemas y el ciclo del reciclaje de los nutrientes.

De hecho se calcula que no hay ahora más rumiantes en el planeta que hace apenas unos miles de años, cuando las manadas de herbívoros salvajes llenaban las planicies de América y África de forma mucho más numerosa que hoy día. Antes los rumiantes eran animales salvajes, hoy fundamentalmente ganado doméstico, pero con un número, de orden de magnitud muy similar antes y ahora.

Por tanto, el metano producido por rumia, ha venido siendo durante millones de años esencial para un correcto funcionamiento del equilibrio térmico de la atmósfera. El villano habrá que buscarlo en el metano que proceda de otras actividades, no en el que naturalmente lleva circulando millones de años a partir del metabolismo de los rumiantes.

Las emisiones del ganado tienen un balance neto cero. Querer hacerle creer a la sociedad que el ganado aumenta el carbono atmosférico es una falsedad que se divulga a sabiendas, con unos intereses económicos e ideológicos muy concretos

Repitamos la principal idea conceptual de este artículo: Es absurdo, y conceptualmente falso, culpar a la ganadería de cualquier incremento de carbono en la atmósfera, ya que exactamente el mismo dióxido de carbono captado previamente de la atmósfera por las plantas en la fotosíntesis, volverá a ella a través del metabolismo animal con un balance neto cero: directamente como dióxido de carbono CO2, o de forma transitoria como metano CH4 el tiempo que tarda este último en oxidarse a la atmósfera a CO2, establecido por los científicos en unos 12 años.

Si por impacto en emisiones a la atmósfera de la ganadería se quiere indicar las emisiones de los tractores, las fábricas de fertilizantes o las de los camiones o barcos que transportan forrajes y productos elaborados, estamos de acuerdo en que sí existen, son reales y se deben de minorar, como en cualquier otro sector.

Pero querer hacer creer a la sociedad que el metabolismo de un animal incrementa la concentración de carbono en la atmósfera, como sí sucede con las emisiones de un combustible fósil, cuando las primeras tienen balance neto cero y las segundas positivo, es una falsedad, que se divulga a sabiendas, que marca injustamente la agenda de la lucha contra el cambio climático, y que responde a intereses económicos e ideológicos muy concretos.

* Jacobo Feijoo

* Jacobo Feijoo es Ingeniero de Montes por la Universidad Politécnica de Madrid. Es responsable de Desarrollo Rural de Unións Agrarias y dirige la Asociación Sectorial Forestal Galega (Asefoga). Cuenta además con una dilatada trayectoria en proyectos de I+D.

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