El suelo es el mayor almacén terrestre de carbono, pero hasta el momento no se tenía en cuenta el carbono acumulado en el suelo agrario. Ni como reductor para el cómputo de emisiones de las granjas ni para los mercados voluntarios de carbono, en los que empresas pagan por secuestro de CO2 para compensar su huella climática. Hasta ahora, en España el mercado voluntario de carbono sólo admitía la capacidad de absorción de CO2 de determinadas superficies forestales.
Pero esa realidad está cambiando y desde Bruselas se empieza a mirar hacia los suelos agrícolas no solo desde la óptica de la producción de alimentos, sino también desde el punto de vista ambiental y en su consideración de sumideros de carbono.
Se prevé que el desarrollo del mercado de carbono agrario sea muy rápido y que el 2024 sea el año clave
“Es un tema que está aún en la cocina. Todo el sector está esperando por la regulación de la UE, los últimos documentos de trabajo de la Comisión Europea son del pasado mes de marzo y se piensa que el 2024 puede ser el año clave, porque se prevé que la puesta en marcha del mercado de carbono agrario tenga un desarrollo muy rápido”, asegura Jacobo Feijóo, secretario general de la Asociación Sectorial Forestal Galega(Asefoga) -ligada a Unións Agrarias-, que tramita contratos de venta de carbono forestal de propietarios y comunidades de montes.
El mercado voluntario de carbono se vislumbra como una oportunidad añadida para obtener ingresos de la actividad agroganadera y para contrarrestar su fama contaminante, poniendo en valor su labor medioambiental como sumidero de carbono. Pero existe “preocupación” por que estos nuevos criterios “no distorsionen la verdadera prioridad del sector agrario, que es producir alimentos”.
No se puede distorsionar la verdadera prioridad del sector agrario, que es producir alimentos (Jacobo Feijoo)
“El enfoque verde de la PAC está muy bien, pero no se puede olvidar el enfoque productivo, no vaya ser que ahora nos pongamos a producir carbono y dejemos de producir alimentos en cantidad suficiente para alimentar a la población y para garantizar precios justos, tanto para los productores como para los consumidores”, defiende Jacobo.
La Xunta se posiciona ante la futura normativa de la UE
La Xunta ha anunciado como una de sus medidas para este año la puesta en marcha de un mercado de carbono propio a nivel gallego. En Galicia se está comercializando ya en este momento carbono forestal, dentro del Registro estatal creado a partir de la aprobación del Real Decreto 163/2014, pero ahora el Gobierno gallego creará una regulación alternativa para dar cabida a otro tipo de proyectos.
Como principales novedades, en el nuevo Registro gallego se prevé la inclusión de la capacidad de secuestro de carbono de los suelos agrícolas y de la madera estructural empleada en la construcción. También de masas arboladas sometidas a silvicultura que demuestren la captación de carbono adicional, en comparación con masas sin gestión. Si bien, aunque los sistemas de cómputo y certificación de este mercado autonómico estén basados en estándares internacionales, el secretario general de Asefoga advierte de lo “arriesgado” de ir por delante de la regulación comunitaria.
A medio plazo, los mercados locales de carbono van a tener que converger en la metodología europea, para que esos créditos sean intercambiables entre agentes de la UE
“Puede ser contraproducente ir por libre, porque hay que ver la credibilidad que puede tener un registro propio de la Xunta. Que un banco suizo compre unos derechos en Galicia depende de que ese crédito de carbono sea homologable dentro del sistema de la UE. Así que, una vez que la Comisión Europa diga como se mide el carbono agrario habrá que adaptarse a eso, por este motivo igual era mejor esperar y no lanzar un barco que después puede quedar varado en la arena. Lo que está claro es que cualquier mercado que se ponga en marcha tiene que ser internacional, a nivel de la UE como mínimo”, argumenta.
Aumento de la materia orgánica en el suelo
Para este nuevo modelo de compensación de emisiones que usa el suelo agrario como sumidero se tendría en cuenta únicamente la cantidad de carbono que se lograra incrementar a través de prácticas favorecedoras, no el carbono acumulado que ya hay en la actualidad.
Se computará el incremento de la profundidad del suelo, es decir, la materia orgánica que se logre acumular en la capa de tierra superficial
Galicia es un lugar privilegiado en cuanto a niveles de carbono en el suelo, multiplicando los niveles medios de otros territorios. La razón está en la gran cantidad de biomasa, principal fuente de carbono, y en los bajos niveles de pH del suelo.
El hecho diferencial del suelo gallego para la captura de carbono es la gran cantidad de biomasa y el pH ácido
Pero el hecho de que los suelos gallegos sean ricos de por sí en materia orgánica puede ser perjudicial a la hora de cuantificar el carbono que puede ser comercializado (solo aquel que se logre incrementar), frente a otros territorios que parten de niveles mucho más bajos de carbono acumulado en la actualidad, ya que sólo computaría el aumento de los centímetros de la capa de tierra superficial con materia orgánica, no la presente o depositada a día de hoy.
“En los suelos gallegos nos movemos entre un 5 y un 6% de materia orgánica en los primeros 50 centímetros de suelo. Con una gestión buena de conservación de carbono puedes llegar a unas 300 toneladas/ha de stock máximo que consigues acumular. Puedes meter más materia orgánica, pero los microorganismos la descomponen”, explica Jacobo.
Primas a través de la PAC o mercado voluntario
La valorización del carbono forestal ya está en marcha desde hace años en la UE, a través de un mercado voluntario y de registros oficiales de derechos, pero en el caso del carbono agrario está por ver cuál es el modelo por el que se decanta Bruselas, si por un modelo similar al forestal o por incluir la captura de carbono en la Política Agrícola Común.
“En el ámbito forestal hay un mercado voluntario en el que un tercero, normalmente una compañía privada, compra los derechos que tienes inscritos en un registro oficial. En los suelos agrarios vamos a ver por qué modelo se decanta la Comisión Europea, si por ir al mercado con los créditos de carbono generados o por pagos en la PAC por la cantidad de carbono que almacena la explotación”, plantea.
Dentro de los ecorregímenes de la PAC para el actual período 2023-2027 ya se establece una categoría titulada Agricultura baja en carbono en la que se incluyen pagos adicionales por tres prácticas beneficiosas: pastoreo extensivo, siembra directa y cubiertas vegetales.
Pero Jacobo aclara que “son pagos indemnizadores, que te compensan por lo que pierdes de producción, por ejemplo por no hacer laboreo, pero no son pagos incentivadores para que captures carbono ni la PAC entra a cuantificar tampoco cuánto capturas para pagarte por esa cantidad”, indica. Sin embargo, el sistema podría cambiar en las futuras reformas de la PAC.
Compensación de las emisiones ganaderas
Hasta ahora, los métodos de cálculo de emisiones de la ganadería no tenían en cuenta la capacidad de secuestro que tiene el suelo, por lo que la producción ganadera, tanto la intensiva como la extensiva, salía siempre mal parada en los cómputos oficiales, como emisora neta de gases contaminantes de efecto invernadero.
“Es injusto, porque tú no puedes equiparar un motor de explosión con el metabolismo de un animal. Un coche tiene emisiones netas, mientras que en la vaca es una emisión circular, con balance neto cero. Desde el punto de vista científico esas emisiones no son un problema sino una necesidad, ya que la materia orgánica tiene que volver a la atmósfera para seguir su ciclo, por eso no es lógico contabilizar las emisiones metabólicas”, argumenta Jacobo.
Hasta ahora, los métodos de cálculo de emisiones de la ganadería no tenían en cuenta la capacidad de secuestro que tiene el suelo
Existe un movimiento internacional, en el que se incluyen diversos países y miembros de la comunidad científica, que está tratando de incidir en el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU para que el cómputo sobre las emisiones del ganado sea 10 veces inferior cuando se trata de ganadería extensiva, con respecto a la ganadería intensiva.
De este modo los métodos de cálculo de emisiones en las explotaciones ganaderas podrían comenzar a tener en cuenta de cara al futuro el carbono que las granjas son capaces de secuestrar a través del suelo en sus praderas o tierras de cultivo, con lo que aparecerían balances positivos de carbono en función del tipo de granja y sus prácticas.
Reducción por sectores
Dentro del llamado Pacto Verde Europeo la Comisión Europea presentó poco antes de que diese comienzo la guerra de Ucrania el paquete legislativo Fit for 55, que propone reducir de cara a 2030 un 55% las emisiones de efecto invernadero con respeto a las producidas en 1990.
La normativa europea obliga a que haya una contabilidad de carbono por sector, de manera que cada sector económico sea neutral en el 2050, es decir, sea capaz de compensar sus emisiones capturando tanto carbono como emita y Galicia podría convertirse en el sumidero natural para las emisiones de la agricultura española.
Galicia podría convertirse en el sumidero natural para las emisiones de la agricultura española
Dentro de esa obligación de mitigación, a corto plazo el sector primario español tiene que hacer un importante esfuerzo para cumplir con las exigencias comunitarias, teniendo que reducir 43.000 toneladas equivalentes de CO2 de cara a 2030, procedentes sobre todo de la agricultura.
Una parte de esa reducción podría lograrse extendiendo prácticas como la siembra directa o las rotaciones con especies mejorantes para disminuir el uso de fertilizantes nitrogenados de origen químico, pero otra parte dependería de la capacidad de compensación que pueda tener la ganadería extensiva, sobre todo en la cornisa cantábrica, por la mayor capacidad de sus suelos para actuar como sumidero natural de carbono.
“Ya hay compañías dispuestas a pagar por el carbono agrario”
A falta de definir el funcionamiento y alcance del mercado de carbono agrícola, ya existen en este momento intermediarios dispuestos a comprar los créditos de carbono generados por las explotaciones agroganaderas. “Ya hay alguna compañía dispuesta a pagar por el carbono agrario; con nosotros ya se han puesto en contacto”, reconoce el secretario general de Asefoga.
Empresas de otros países, como la estonia eAgronom o la alemana Climate Farmers, están ya asentadas en España, ofreciendo sus Programas de Carbono, en los que calculan el potencial de secuestro de la explotación (exigen un mínimo de 50 ha de superficie), ayudan a implementar prácticas para incrementar esa capacidad y comercializan los créditos generados a través de la firma de un contrato con el productor a cambio de una comisión del 35%.
En países como Holanda, con escasa superficie de monte, entidades como Rabobank están ya comercializando créditos de carbono agrario
Estas empresas se presentan como impulsoras de la agricultura regenerativa en Europa, que se define como un conjunto de medidas que actúan mejorando el suelo y su capacidad de captura de carbono. “La regenerativa es un tipo de agricultura que va un paso más allá de la agricultura ecológica, porque pretende no solo no hacer daño al ecosistema, sino también restaurar el suelo”, explica Jacobo Feijóo.
La agricultura y ganadería regenerativas se definen como un conjunto de medidas que actúan mejorando el suelo y su capacidad de captura de carbono
Entre las prácticas agrarias, la fundamental es no arar la tierra, porque arar oxigena, lo que oxida y mineraliza la materia orgánica. De lo contrario, el carbono, cuando se secuestra en el suelo por partículas finas (arcillas), dura cientos de años almacenado si no se libera con el laboreo. También contribuyen a aumentar el carbono del suelo el mantenimiento de cubiertas vegetales, los aportes de materia orgánica o las rotaciones con especies mejorantes.
Multinacionales del sector de la alimentación, como Unilever o Nestlé, están primando la reducción de la huella de carbono de sus granjas proveedoras
La utilización de ganado en modelos extensivos es también una práctica que mejora la capacidad de secuestro de carbono del suelo. Los animales, al pisar, ayudan a incorporar carbono y a activar los ciclos de nutrientes, que se ven favorecidos por los abonos orgánicos que depositan, pero el modelo de pastoreo debe ser rotacional para no provocar compactación y liberación del carbono almacenado en el suelo.