Galicia, y en general la cornisa cantábrica, acumula en sus suelos la principal reserva de carbono orgánico en España. Pero, ¿cuántas toneladas de CO2 hay almacenadas en este momento y cuál es el potencial de incremento aplicando prácticas de agricultura y ganadería regenerativas?
El Ministerio de Agricultura ha hecho una primera estimación de los stocks actuales de carbono en los suelos españoles con carácter previo a la aprobación del Plan Estratégico de la PAC en base a los datos recogidos por el INIA en 2015, pero tiene en marcha en este momento un muestreo mucho más amplio, en 16.000 parcelas de toda España, para conocer de forma exhaustiva cuáles son los niveles de materia orgánica que presentan los suelos agrarios y qué margen de mejora existe con la aplicación de las medidas favorecedoras establecidas en los ecorregímenes de la PAC.
El Ministerio de Agricultura llevará a cabo un muestreo en 16.000 parcelas de toda España para determinar los stocks actuales de carbono en el suelo y su evolución
Estas 16.000 parcelas testigo serán analizadas cada dos años para tener datos de evolución y seguimiento. La primera fase finaliza en marzo de este año. El objetivo es evaluar si las nuevas prácticas agrícolas y ganaderas contribuyen a mejorar el contenido en carbono de los suelos, a reducir la erosión y a mejorar su fertilidad y capacidad de retención de agua. Este muestreo determinará también la capacidad de secuestro de CO2 en función del tipo de suelo y las prácticas agroganaderas implementadas para establecer las bases del futuro sistema de certificación de créditos en el que trabaja la Comisión Europea.
La Comisión Europea está trabajando en un sistema estandarizado para a toda la UE para la medición y comercialización del carbono orgánico del suelo
Desde Bruselas se está avanzando en un sistema estandarizado para toda la UE de medición y comercialización del carbono contenido en los suelos agrarios, pero está por ver si el cómputo tiene en cuenta solo el CO2 retenido en el suelo o la totalidad de medidas puestas en marcha por la explotación (energías renovables, dietas del ganado, etc) para reducir su huella de CO2.
“El contenido en carbono en los suelos en España es el más bajo de Europa”
“El contenido en carbono en los suelos en España es el más bajo de Europa”, reconoce el Ministerio de Agricultura. La cuantificación del contenido de carbono orgánico en el suelo por países, realizada por la UE en 2015, sería para España de 944 mega toneladas, frente a las 2.178 de Francia, por ejemplo. En el total de la UE los suelos agrarios albergarían 14.065 mega toneladas.
Se estima que alrededor del 75% de todas las tierras de cultivo de la UE están por debajo del 2% de carbono orgánico
En cuanto al contenido orgánico para cada categoría de uso de la tierra, los pastizales registraron el mayor contenido de carbono orgánico de la UE-27, con 9.019 mega toneladas; seguidos de las tierras de cultivo, con 4.393,2 mega toneladas; mientras que los cultivos permanentes tuvieron el menor valor, con 652,3 mega toneladas. El predominio de los pastizales en términos de contenido de carbono orgánico en comparación con otros usos del suelo se observa generalmente en todos los Estados miembros.
En comparación con el resto de Estados miembros, España presenta una media de carbono orgánico en el suelo por debajo de muchos otros países de la UE
Si atendemos a los datos del contenido medio de carbono orgánico en g/kg, el valor medio para la UE es de 43,1 g/kg, pero las diferencias son grandes entre Estados miembros: España, con 14,9 g/kg; Portugal, con 15,6 g/kg; Italia, con 18,6 g/kg; Francia, con 23,2 g/kg; frente a los 82,4 g/kg en Irlanda.
«España presenta el valor más bajo, inferior también al de otros países mediterráneos y que claramente compromete nuestra calidad del suelo», reconoce la documentación complementaria que acompaña el Plan Estratégico de la PAC en España.
Los suelos de cultivo españoles, fundamentalmente los del área mediterránea, tienen un bajo contenido en materia orgánica
Dentro de España, las comunidades de la cornisa cantábrica son las que presentan porcentajes de materia orgánica en el suelo mayores: 7,64% de Galicia; 7,39% de Asturias o 7,3% de Cantabria frente al 1,55% de Andalucía; al 1,84% de Extremadura o al 2,41% de Cataluña.
Se estima que el contenido medio de carbono orgánico del suelo en España es de 58,65 t/ha (3% de contenido de materia orgánica). Esta concentración varía a lo largo de la superficie española, situándose los suelos con mayores niveles de carbono orgánico del suelo en el noroeste peninsular, concretamente en Galicia, con contenidos que en ocasiones puntuales llegan a 150 t C/ha y porcentajes medios de materia orgánica de hasta el 8%.
Dentro de España, las comunidades de la cornisa cantábrica son las que presentan porcentajes de materia orgánica en el suelo mayores
En el caso contrario se sitúan la cuenca del Ebro o comunidades autónomas como Andalucía, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Murcia, Madrid o Extremadura, las cuales contienen áreas con climas semiáridos.
Según el Informe del INIA Metales pesados, materia orgánica y otros parámetros de la capa superficial de los suelos agrícolas y de pastos de la España peninsular, 26 provincias tienen un porcentaje de materia orgánica por debajo del 2%, por lo que estarían en riesgo de pérdidas importantes en la calidad de sus suelos.
«A tenor de los datos aportados por los diferentes estudios analizados, es posible constatar que los suelos de uso agrícola son los que más cantidad de carbono orgánico han perdido históricamente y los que, por tanto, poseen un gran potencial para secuestrar el carbono atmosférico», aseguran los documentos de análisis de situación incluidos en los ecorregímenes de la PAC.
Factores que influyen en la pérdida de carbono en los suelos
A temperaturas altas la materia orgánica se descompone más rápidamente, por lo que los suelos en climas más cálidos tienden a contener menos materia orgánica. Los incrementos de temperatura generan una mayor actividad microbiana con el resultado de una mayor mineralización de la materia orgánica y un mayor desarrollo de algunos procesos asociados, tal como la desnitrificación.
La actividad microbiana del suelo normalmente responde de manera exponencial a la temperatura duplicando aproximadamente la actividad por cada 10 grados de incremento de la temperatura. Este proceso se verá incrementado con el cambio climático.
Algunos factores que influyen en la pérdida de carbono en los suelos son:
- El aumento de la velocidad de mineralización de la materia orgánica del suelo, que provoca la oxidación de los compuestos carbonados y devuelve CO2 a la atmósfera, disminuye el carbono orgánico del suelo. Esta tasa de mineralización, en nuestras condiciones climáticas, se estima entre el 1 y el 3%, dependiendo de los tipos de suelo y manejo, de la naturaleza de los cultivos, de la intensidad de la actividad biológica, del clima, del tipo de humus, etc.
- Prácticas inadecuadas como un mal laboreo aumentan la exposición de la materia orgánica a la descomposición microbiana en la capa superior del suelo, contribuyendo así a una mayor tasa de descomposición.
- Los suelos bien drenados generalmente contienen menos materia orgánica que los suelos más húmedos, donde hay menos oxígeno disponible para su descomposición.
- Como consecuencia de la erosión que afecta la capa superior del suelo se eliminan los sedimentos enriquecidos en carbono orgánico.
Iniciativa 4 por mil
La iniciativa 4 por mil, lanzada en la COP 21 de París, persigue un incremento de los niveles de carbono orgánico del suelo como herramienta de mitigación y adaptación al cambio climático.
Pero la implantación de prácticas de manejo agrarias orientadas a incrementar la concentración del carbono orgánico en el suelo, no sólo tiene un interés desde el punto de vista de la mitigación del cambio climático, sino que además supone una apuesta por la mejora del resto de las propiedades del suelo, redundando de manera positiva en su calidad, potencial productivo y en la sostenibilidad de los ecosistemas agrarios.
Agricultura de conservación y ganadería regenerativa
En la conocida como agricultura de conservación, el conjunto de prácticas agrícolas buscan retener y aumentar la cantidad de carbono orgánico presente en el suelo. Se fundamenta en tres pilares básicos:
- Mínima alteración mecánica del suelo: en el caso de cultivos anuales la siembra se realizará a través de la cobertura orgánica del suelo, en cultivos perennes y en presiembra de los anuales la hierba se manejará mediante siegas o herbicidas.
- Cobertura orgánica permanente del suelo (un 30% como mínimo): con residuos de cultivos, cultivos de cobertura o manejo de la vegetación espontánea en los periodos intercultivos.
- Programar rotaciones o diversificación de cultivos en cultivos anuales: mediante asociaciones y secuencias de cultivos variadas que comprendan cultivos de familias botánicas diferentes.
La combinación de estos tres principios aporta beneficios ambientales cuando se materializan en las dos prácticas básicas de este tipo de agricultura: la siembra directa en cultivos herbáceos y las cubiertas vegetales en cultivos leñosos.
En general, y con las lógicas variaciones en función del tipo de suelo y las condiciones locales, la siembra directa y las cubiertas vegetales pueden reducir la erosión entre un 60 y un 90% respecto a cualquier otro modelo agrícola que altere físicamente el suelo.
Los beneficios de la siembra directa
El manejo del suelo mediante las técnicas de siembra directa y cubiertas vegetales puede contribuir por una doble vía a reducir los niveles de CO2 atmosférico: en primer lugar, por la reducción en el consumo de combustibles fósiles derivado de los menores requerimientos en el uso de los tractores; por otra parte, los incrementos de materia orgánica y la acumulación de restos vegetales en la superficie del suelo constituyen un sumidero para fijar carbono en forma de restos orgánicos. La cuantía del carbono fijado en el suelo variará en función de las condiciones edafoclimáticas y del manejo de los cultivos.
La siembra directa es capaz de fijar hasta 0,85 toneladas más de carbono por hectárea y año que el laboreo convencional
Diversos estudios indican que la siembra directa es capaz de fijar hasta 0,85 toneladas más de carbono por hectárea y año que el laboreo convencional, y que las cubiertas vegetales son capaces de fijar hasta 1,54 toneladas más de carbono por hectárea y año que el laboreo convencional.
La reducción o supresión del laboreo y el reparto en superficie de los restos de hierbas y cultivos propician una nueva dinámica de la materia orgánica. En pocos años, y en función de la cantidad de residuos vegetales distribuidos, de la textura del suelo y de las condiciones climáticas, se puede alcanzar un nuevo equilibrio con un incremento sustancial, respecto al status inicial, del nivel de materia orgánica edáfica.
Dependencia del glifosato
En la siembra directa, la diferencia fundamental respecto a la agricultura basada en el laboreo radica en que cuando es necesario controlar la hierba, justo antes de sembrar, se recurre a la aplicación de herbicidas. Una vez establecido el cultivo, el uso de fitosanitarios sigue las mismas pautas que un cultivo convencional.
La aprobación o no del uso de la única materia activa que actualmente se utiliza en este tipo de gestión del suelo es un elemento que puede condicionar en el futuro el desarrollo de este sistema de cultivo. La alternativa actual al glifosato pasaría por el uso de un cóctel de materias activas. Pero el proceso de autorización de materias activas por parte de la EFSA hace suponer que en los próximos años no habrá una materia sustitutiva del glifosato.
Nestlé lleva a cabo un proyecto piloto en España en el que participa una granja gallega
Ganadería Barbeiro ha decidido en los últimos años hacer un cambio en la manera de trabajar sus tierras, apostando por la agricultura de conservación, con menos laboreo y reducción en el uso de fertilizantes de síntesis química.
Juanjo Fraga espera ver resultados en poco tiempo, tanto a nivel de mejora productiva como de ahorro de insumos. Pero al mismo tiempo, este cambio de modelo puede aportarlle ingresos extra, por la vía de la retención de CO2 en el suelo.
Por un lado están los pagos de los ecorregímenes de la PAC que fomentan este tipo de prácticas (siembra directa, rotación de cultivos con especies mejorantes, etc) y por otro lado las primas que la industria que le recoge la leche, la multinacional suiza Nestlé, está comenzando a aplicar en sus granjas.
De hecho, las dos explotaciones con las que cuenta Ganadería Casa Barbeiro en A Mariña, la de Arante (Ribadeo) y la de Lagoa (Alfoz), forman parte de un programa piloto de Nestlé en España. Son las dos únicas granjas incluidas en él en Galicia (en Asturias hay una ganadería en ecológico). La iniciativa, de carácter pionero, consiste en medir el carbono actual contenido en el suelo y volver a hacerlo dentro de 5 años para comprobar el efecto de las prácticas de manejo aplicadas.
Pasamos de arar la tierra todos los años a no levantar nunca la capa superficial para conservar el CO2 almacenado
El cambio principal que Juanjo está acometiendo en su explotación a nivel agrario es la eliminación del laboreo. “Antes arábamos la tierra una vez al año, para echar el maíz, y la pradera la sembrábamos con grada rápida; ahora lo hacemos todo con siembra directa”, cuenta.
De las 200 hectáreas de tierras de cultivo que manejan, 170 ya han sido labradas este año con mínimo laboreo, mientras que las 30 restantes han sido trabajadas de manera convencional en función de las características de las parcelas (superficie de monte transformada en tierras de cultivo, por ejemplo).
Entre el 2 y el 5% de materia orgánica
El contenido actual en materia orgánica de los suelos de Casa Barbeiro varía en función de las fincas y su uso. En el monte roturado este año alcanzaron un 5,2% una vez incorporada al suelo la biomasa. “Tenía mucha maleza y muchas zarzas y lo que hicimos fue fresar todo y enterrar”, explica Juanjo.
En el resto de parcelas las analíticas muestran porcentajes más bajos. Por ejemplo: 2,4% en una tierra de cultivo de suelo arenoso al lado del río o 3,9% en una finca en rotación que llevaba años a pradera permanente.
Para mantener niveles por encima del 4% de materia orgánica en una tierra con cultivo intensivo hay que hacer muy buenas labores
“Para mantener niveles por encima del 4% en una tierra con cultivo intensivo hay que hacer muy buenas labores. Nosotros empleamos mucho purín, que es algo que queda en el suelo y aumenta la materia orgánica, pero usando solo abonos químicos esos porcentajes bajan mucho”, reconoce.
Juanjo espera que en tres años, con el cambio en las prácticas culturales aplicadas en su explotación (enterrado del purín y siembra directa) puedan comenzar a verse los resultados. “En Italia con este mismo sistema pasaron de un 1% de materia orgánica en el suelo a estar entre el 4 y el 5%”, explica.
En pocos años este tipo de prácticas estarán instauradas en todas las granjas; también estaba lejos lo de los purines y ya está aquí
Para determinar el punto de partida, hasta A Mariña se desplazó desde Inglaterra una empresa especializada con sus equipos, que permiten tomar, en una serie de parcelas testigo, una muestra de tierra a un metro de profundidad en tubos georreferenciados que guardan la localización exacta de los lugares de muestreo para volver a analizar dentro de 5 años el suelo en estos mismos puntos y ver la diferencia.
Aunque este tipo de iniciativas son por ahora poco habituales, Juanjo está convencido de que en los próximos años serán prácticas comunes en la mayoría de las explotaciones. “Pienso que en poco tiempo estarán instauradas en forma de normativa y nosotros queremos ir por delante. También estaba lejos lo de los purines y ya está aquí”, razona.