El consumo y la creación de granjas de insectos se está abriendo camino en Europa en los últimos años. Mientras que en continentes como el asiático es habitual su consumo, en los países europeos es aún incipiente. Con todo, factores como el incremento de la demanda de alimentos de alto valor nutritivo y de los ingredientes proteicos, un mercado que mueve en la actualidad unos 40.000 millones de dólares y se prevé que crezca alrededor de un 9,7%; hacen prever que pueda incrementarse su presencia.
Así, el sector de la alimentación ha dirigido su punto de mira hacia nuevas fuentes de proteínas como son los insectos y surgen también cuestiones al respecto: ¿Pasarán a ser los insectos parte de la alimentación en las granjas? ¿Proliferarán las granjas de insectos en Europa? ¿Pueden resultar una alternativa competitiva para producir alimentos las granjas de insectos en Galicia?
En este contexto nace el proyecto piloto Bioproinsect que trabaja por un mayor aprovechamiento de los insectos como fuente de alimentación animal y humana. La iniciativa cuenta con un presupuesto de más de 181.000 euros, de los que el 75%, es decir unos 145.000 euros, proceden de fondos Feader. Algunos de los principales avances logrados en las primeras fases del proyecto fueron presentadas en días pasados en una jornada virtual que contó con representantes de las tres entidades que participan en este proyecto innovador: la firma Galinsect, la Universidad de Vigo a través del grupo de investigación Biotecnia y la Fundación Empresa Universidad Gallega (Feuga).
El proyecto Bioproinsect busca conseguir una mayor aceptación del consumidor y mejorar la digestibilidad de la proteína procedente de los insectos
Entre los retos que afronta el proyecto Bioproinsect se encuentra conseguir una mayor aceptación del consumo de los insectos por parte del consumidor, para lo que el procesado de los insectos, en harinas o productos transformados puede ser una vía clave. Como señalan desde Feuga, uno de los socios del proyecto, “Bioproinsect ayudará a reforzar la posición de la industria agroalimentaria gallega como productora de alimentos funcionales y a promover la diversificación del medio”.
Otro de los desafíos que se plantea en el consumo de insectos y que se aborda con este proyecto piloto es mejorar la digestibilidad de la proteína que proporcionan algunos de los insectos como el Tenebrio molitor, conocido popularmente como gusano de la harina, sobre el que están trabajando en este proyecto, dado su alto aporte proteico. En concreto, las proteínas de este insecto están asociadas a un componente estructural, la quitina, un anti-nutriente, ya que el organismo humano no es capaz de digerirlas, lo que limita su potencial uso. En este sentido están trabajando para separar la quitina mediante un proceso biológico, lo que permitirá mejorar la digestibilidad.
El gusano de la harina
En el proyecto han optado por utilizar el Tenebrio molitor, por ser un insecto que proporciona un alto contenido en proteínas. En concreto, según la fase de crecimiento en que se encuentre puede proporcionar un aporte del 50% de proteína. Aunque suele comercializarse en su fase larvaria, como gusano, en el proyecto también ha estudiado las posibilidades que ofrece tanto el escarabajo como la pupa. “Desde un punto de vista nutricional puede resultar interesante incluso el consumo del insecto en la fase de pupa, como alimento animal por el alto contenido en lípidos y proteína y bajo contenido en quitina”, señala José Manuel Salgado, investigador principal del grupo de investigación Biotecnia. Así, la investigación también busca optimizar este proceso.
Los insectos, también proporcionan un importante aporte de lípidos. En el caso del gusano de la harina estos lípidos están compuestos por ácidos grasos saturados y mono y poliisaturados, el ácido oleico y linoleico, Tienen un mayor contenido que otras carnes y similar a algunos aceites. “Si al insecto se le aporta una dieta rica en linaza, que proporciona omega 3, es capaz de acumular estos lípidos que tienen un gran valor nutricional y mucha aplicación en medicina”, detalla Salgado.
Aunque influye negativamente para la absorción de la proteína por los humanos, este insecto también proporciona quitina, un biopolímero muy abundante en la naturaleza, pero está poco explotada. El contenido en quitina del insecto va a depender de la especie, la etapa o la dieta y ambiente.
Así, el Tenebrio molitor es un insecto que seco tiene un 52% de proteína, un 27% de grasas poliinsaturadas, ácidos grasos omega 6, un 8% de fibra y permite un gran volumen de producción, ya que tiene un ciclo de desarrollo rápido.
Aprovechar la proteína de una forma sostenible
En Bioproinsect trabajan para mejorar la digestibilidad humana de los insectos y además pretenden hacerlo de una formas sostenible y sin un elevado coste económico. Por estos motivos han apostado por un proceso biológico de hidrolizado de proteína. Este proceso permite generar mayor valor añadido a la proteína, ya que además de resultar más digerible por el ser humano, permite una mayor capacidad antioxidante de dicha proteína y tiene aplicaciones agricultura como biopesticidas, ya que estimula las defensas de las plantas; así como antimicrobiano en alimentos y aplicaciones en medicina.
“Los tratamientos biológicos tienen un menor impacto ambiental, sobre todo si se compara con los tratamientos químicos, pero tienen un elevado coste de las enzimas y un menor rendimiento”, reconoce Salgado. De ahí que también estén investigando en la producción de enzimas propias que les permitan abaratar costes.
Hasta el momento, en el grupo Biotecnia han caracterizado ya harina de escarabajo, larva y pupa. Así como harina de larva y pupa escaldada, ya que el escaldado puede proporcionar un mayor aprovechamiento, además de abono de insecto. Esta caracterización les permite conocer el contenido en proteína, quitina y lípidos y la humedad de la harina.
También han hecho un estudio sobre los minerales, que les ha permitido comprobar que el insecto, en sus diferentes fases, tiene un alto contenido en magnesio, potasio y sodio. “El potasio también sería especialmente interesante para la alimentación animal debido a que los animales tienen dificultades para mantener el potasio y todas la dietas deben contenerlo”, señala el investigador.
En la caracterización del abono de insecto, destacan los carbohidratos como la celulosa, xilano o arabinano. “Esta presencia de carbohidratos se debe a que en muchas dietas de los insectos se incluyen cereales que contienen estos carbohidratos, pero muchos insectos no son capaces de digerirlos”, concreta Salgado. También destaca un alto contenido de proteína, ya que el insecto no es capaz de digerir toda la proteína. “Estos altos contenidos en carbohidratos permiten utilizar este abono como substrato biotecnológico para el propio bioprocesado de los insectos.
En el proyecto han procedido además a la producción de proteasas, enzimas necesarias para la separación de la quitina de la proteína, mediante un proceso fermentación en estado sólido. Han probado utilizando hongos filamentosos en abono de insecto, así como harina de insecto y bagazo de cerveza. Finalmente, tras los datos obtenidos, han descubierto que la mejor opción es utilizar una mezcla de abono de insecto y bagazo de cerveza. “Al mezclar el abono de insecto y bagazo de cerveza se ha doblado la obtención de proteasas”, especifica el investigador.
Además, optar por este proceso de fermentación sólida les ha permitido usar directamente los residuos como sustrato y lograr una alta productividad, a un bajo coste y con un bajo impacto ambiental. Al mismo tiempo destacan que es un proceso fácilmente implantable en industrias o ganaderías. Este sólido utilizado para la producción de las enzimas tiene también potencial para ser utilizado como alimento animal.
Ventajas de las granjas de insectos
Desde la empresa Galinsect, proveedor de los insectos del gusano de harina para el proyecto piloto, tienen claro que este tipo de ganadería proporciona importantes ventajas frente otras granjas tradicionales. “La crisis de las materias primas está generando una reducción importante de la capacidad de producción de alimentos, por eso nos centramos en buscar una agricultura y ganadería más eficientes que el modelo tradicional”, explica Rubén Recamán, uno de los cinco socios de Galinsect.
Recogemos algunas de las ventajas de las granjas de insectos, según apuntan desde Galinsect, firma pontevedresa centrada en la producción de gusano de harina.
-En las granjas de insectos se puede aprovechar el 100% del peso del animal, mientras que en otro tipo de granjas como las de vacuno, porcino o aves apenas se llega a aprovechar el 50%.
-Se necesita menos espacio. La cría de los insectos se puede desarrollar a nivel vertical.
-Es una ganadería más sostenible, ya que emite menos gases de efecto invernadero y precisa muchos menos recursos hídricos que las granjas tradicionales.
– Alta conversión alimentaria. Los insectos son muy eficientes en cuanto a convertir el alimento que ingieren. Para producir 1 quilo de insecto se necesita en torno a 1,5 – 2,5 quilo de alimento. Se pueden utilizar subproductos para su cría.
-Se están abriendo oportunidades de mercado en Europa, ya que la Comisión Europea está legislando para poder utilizar el gusano de la harina en la elaboración de piensos para la alimentación de distintas especies animales, sobre todo la avicultura, sector en el que ya se permite no solo el insecto vivo sino las proteínas transformadas, las grasas y la proteína hidrolizada. Incluso en el sector de los rumiantes, donde se restringió mucho el uso de proteínas de origen animal, ya se pueden utilizar proteínas hidrolizadas para la elaboración de piensos.
-Los insectos podrían sustituir a las harinas de pescado. Ya hay una directiva para que poco a poco y a partir del 2025 se vaya reduciendo el uso de harina de pescado en la acuicultura. En la ganadería hay también muchos piensos en los que se utiliza la harina de pescado y donde los insectos pueden tener cabida.
-En las granjas utilizan residuos de la industria agroalimentaria como alimento de los insectos. El único subproducto que producen son las deposiciones del insecto, que a su vez resultan un abono para la agricultura, en un ejemplo de economía circular.
– Puede abrirse un importante nicho de mercado en la alimentación humana a través de los alimentos transformados y pensados especialmente para dietas altas en proteína.
-Los aceites y quitina obtenidos con los insectos pueden tener utilidad en alimentación, cosmética, el sector farmacéutico, energético e incluso en el sector agrícola con la formulación de fertilizantes.