Unións Agrarias pide que se amplíen los métodos de control de la fauna salvaje, de manera que en una zona concreta se pueda ir en busca de aquellos ejemplares de jabalí que provocan daños en los cultivos para abatirlos, algo permitido en otras comunidades, como por ejemplo en Cataluña.
El sindicato advierte de la insuficiencia del marco actual de caza para obtener un nivel adecuado de eficacia en la prevención de los daños del jabalí y propone extender la modalidad de caza con acecho (también conocida como recechos) a los métodos de control autorizables para el control de daños durante el período de veda. En estos momentos se permiten únicamente las esperas y las batidas.
La Xunta publicó la semana pasada en el DOG nuevas condiciones adaptadas al estado de alarma por el coronavirus para la realización de batidas y esperas, que tienen que ser previamente autorizadas por la Consellería de Medio Ambiente. «La mayor parte de los problemas se dan por la falta de agilidad en las autorizaciones de intervención por daños, que se demoran mientras los cultivos se ven reiteradamente atacados, por la falta real de colaboración de algunos TECOR y Sociedades de Caza, y por la baja eficacia de la modalidad de las esperas. Las estadísticas de la Xunta muestran una eficacia de estas últimas no superiores al 10%, ya que el 90% de las veces que se realizan esperas no se abaten animales, y no funcionan para alejar a las manadas de jabalís de los cultivos», argumentan desde UUAA.
Ventajas de los recechos
Se trata de un tipo de caza intermedia entre las esperas y las batidas, que combinan las ventajas de ambos sistemas, ya que se pueden realizar entre dos cazadores y en el entorno de las fincas con daños, pero con mayor movilidad que en las esperas, y no precisan de un gran despliegue de cazadores y medios como en el caso de las batidas, siendo útiles sin embargo también para espantar a la fauna salvaje para que no se acerque a los cultivos.
Esta modalidad es mucho más efectiva y sirve para espantar a los jabalís para que no se acerquen al entorno de las fincas labradas
Esta modalidad de caza en la prevención de daños, «puede ser aprobada por la Consellería de Medio Ambiente de inmediato, tendría gran eficacia para reducir los daños del jabalí en la agricultura y reducir la alarma social que provoca en el rural gallego», indica Jacobo Feijóo, de UUAA.
Por eso, el sindicato reclama a la Consellería de Medio Ambiente, que dirige Ánxeles Vázquez, que autorice esta modalidad de caza, ya recogida en la Ley 13/2013 de Caza de Galicia, de forma expresa para el jabalí, durante la época de la veda y para el control de daños.
Daños por valor de 14 millones de euros
UUAA demanda igualmente de la Xunta de Galicia un esfuerzo en la gestión de las ayudas por daños del jabalí, de manera que este año funcionen con eficacia y agilidad, y se garantice la colaboración de la guardería de Medio Ambiente para que informen a los afectados y se involucren en la busca de soluciones en los casos en que el jabalí y el lobo afecten a las explotaciones, poniendo en riesgo su viabilidad por bajas en el ganado en el caso del lobo, o por imposibilidad de obtener rendimientos viables en las parcelas de cultivo, en el caso de los daños del jabalí.
Es durante el periodo de veda del jabalí, de marzo a septiembre, cuando se concentran la mayor parte de los daños en la agricultura
Hay que tener en cuenta que es durante el período de veda de caza del jabalí, de marzo a septiembre, cuando se concentran la mayor parte de los daños en la agricultura, especialmente coincidiendo con la campaña de la siembra del maíz entre mayo y junio, y posteriormente con la madurez de la espiga a partir del mes de agosto. El maíz forrajero que se cultiva en Galicia supera las 68.000 hectáreas, con una producción de cerca de 100 millones de euros de valor, concentrándose en las comarcas de mayor actividad ganadera.
Unións recuerda que el jabalí, con más de 3 accidentes de tráfico al día en las carreteras gallegas, y más de 14 millones de euros al año en daños en la agricultura, aumenta su incidencia cada año que pasa, siendo una clara amenaza a la actividad de cientos de familias en el rural gallego, que demandan soluciones desde hace años ante los reiterados daños provocados por la fauna salvaje.