La Comunidad de Montes Vecinales en mancomún de Tameiga, situada en la parroquia de Tameiga (Mos, Pontevedra), integra diversas líneas de trabajo, a mayores de la gestión de su espacio forestal. La comunidad administra parte del polígono industrial de Monte Faquiña, ubicado en sus terrenos, y gestiona su propio centro sociocultural. Uno de los últimos pasos del monte vecinal ha sido la creación de una de las primeras comunidades energéticas de Galicia, iniciada con paneles solares ubicados en el centro social y en los techos de naves del polígono.
La comunidad energética es una nueva figura que se abrió en los últimos meses para posibilitar que agrupaciones de personas o entidades produzcan, consuman, compartan o vendan su propia energía.
En la idea inicial de los comuneros de Tameiga no estaba la creación de una comunidad energética. Antes de la irrupción de la pandemia, en los años 2018-19, «estábamos implementando programas de gestión y control de costos y observamos como cada año había un incremento de consumo eléctrico, por lo que procuramos reducir el gasto cambiando iluminación, instalando bombas más eficientes, etc., hasta que llegamos a un punto que no conseguimos bajar más el consumo», explica Gonzalo Pérez, comunero y coordinador de la comunidad.
En vista de que la actividad de la comunidad estaba aumentando y que, a medida que se ampliaban las infraestructuras, crecía cada vez más el consumo de energía, «planteamos cómo se podía reducir el gasto y estudiamos la opción de una instalación de energías renovables para autoconsumo en la parte de la nave forestal que tenemos en el polígono», detalla el coordinador.
«Pensamos en el autoconsumo, a través de paneles fotovoltaicos, para reducir un consumo que era cada vez mayor» (Gonzalo Pérez)
En paralelo a la valoración de la iniciativa de autoconsumo por parte de la comunidad, en el 2021 el Gobierno decidió impulsar las comunidades energéticas en el marco del «Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia». Este fue el momento en el que la gerencia de Tameiga, con la asesoría de la cooperativa Nosa Enerxía, decidió crear una comunidad energética y «apostar por la instalación de paneles fotovoltaicos en tres tejados, tanto en el centro sociocultural de As Pedriñas como en dos tejados más de las naves del polígono», amplía Gonzalo Pérez.
En total, la comunidad de Tameiga instaló paneles con una potencia total de generación de 225 kilowatios, que pueden llegar a producir 300 megawatios hora al año, una electricidad que se destina «principalmente a la energía necesaria en las naves y en el centro», explica Pérez, al tiempo que añade que «está siendo un modelo que genera interés entre los propios comuneros, e incluso ya hay vecinos que están viendo la posibilidad de ponerlo en marcha en sus hogares. En este sentido, nosotros fuimos, en cierto modo, un banco de pruebas», comenta el coordinador de Tameiga.
La idea de la comunidad energética de Tameiga es crecer de manera progresiva, tanto con nuevos paneles en las naves de los polígonos como con paneles que puedan instalar los propios vecinos. «El objetivo es que la comunidad energética sirva para producir e intercambiar la energía» -explican-. «En un futuro, en el caso de vecinos que no tengan paneles instalados, si hubiera disponibilidad de energía también se les podría vender a bajo costo», valoran.
Desafíos y perspectiva de futuro
Por el momento, este tipo de intercambio o venta de energía no es posible en Tameiga, pues «la puesta en marcha de puntos de volcado a la red aun no se materializó, a pesar de las diversas peticiones que se realizaron; por lo que estamos pendientes de las autorizaciones pertinentes para tener los puntos de conexión a la red eléctrica», señala Gonzalo Pérez. La adquisición de este enlace le permitiría a la comunidad de Tameiga llevar la energía excedente del autoconsumo a las casas de los comuneros.
Otra de las trabas que expone el coordinador es «que las comunidades de montes no tienen personalidad jurídica pero sí capacidad jurídica plena, es decir, podríamos vender energía sobrante o hacer negocio con ella, por ejemplo, pero no podemos acceder a determinadas ayudas, como algunas del Idae a las que no pudimos optar por esta cuestión», cuestiona Gonzalo Pérez.
A pesar de las trabas, la comunidad continúa avanzando, con la pretensión de seguir aumentando la capacidad energética y planificando nuevos horizontes. «En un inicio, una de las ideas que teníamos era la de incluir un coche eléctrico, con un punto de carga, para uso y disfrute de todas las personas comuneras, en la búsqueda de una movilidad sostenible; pero a causa de la pandemia y las limitaciones que implica, dejamos la iniciativa en pausa», especifica Gonzalo Pérez.
«Ahora que conseguimos acceder a la energía, van surgiendo cuestiones accesorias a la comunidad energética con el objetivo de optimizar los recursos y reducir el gasto, y así, ser cada vez más eficientes», adelanta Pérez. Una de las propuestas actuales es la puesta en marcha «de un sistema de bombeo que lleve el 3% o el 5% de agua de la piscina que, por normativa sanitaria tenemos que renovar cada día de uso, hacia las balsas contraincendios de los montes», ejemplifica el coordinador.
Plan de ordenación
En cuanto al futuro que contemplan para su monte, de 88 hectáreas de superficie, un primer paso radica en «establecer un nuevo plan de ordenación forestal, con el apoyo de la Xunta, con el que se pretende generar un espacio multifuncional de aprovechamientos y en el que se conserven los recursos acuíferos que alimentan las casas de la parroquia, autogestionados por los vecinos a través de varias Comunidades de Aguas Vecinales.
El monte de Tameiga está en la actualidad ocupado de manera mayoritaria por pinos, con rodales también de eucaliptos y, en menor medida, de frondosas. De cara al futuro, la comunidad proyecta dedicar más espacio a la producción de castaña y a las setas. También se mantendrá la actual extracción de leñas, procedentes de clareos y podas, que se suministran sin costo a todas las casas comuneras que la demandan.
La defensa de lo comunal: de recuperar terrenos a un nuevo intento de expropiación
La comunidad de montes vecinales de Tameiga está conformada por unas 300 familias; «en número de usuarios estará por los 900 o 1.000 comuneros», comenta Pérez. La superficie de monte que abarca se corresponde con dos parcelas, «una de 88 hectáreas, aproximadamente, y otra que tiene la parte industrializada del polígono de Monte Faquiña, de unas 40 hectáreas, de la que conseguimos recientemente la titularidad, puesto que inicialmente no se habían clasificado esos terrenos como comunales y estaban siendo gestionados por el Concello”, apunta el coordinador.
Tras esa recuperación de terrenos, la comunidad se encontró hace unos años «con un intento de expropiación de un terreno rústico de especial protección forestal por parte del Concello de Mos y de la SAD Celta de Vigo, que querían construir una ciudad deportiva y un megaproyecto comercial», expone Pérez. Hasta el momento, «la magistrada del juzgado contencioso nº3 de Pontevedra revocó la licencia municipal concedida y declaró la ciudad deportiva ilegal», amplía el coordinador y comunero. El proyecto inicial afectaba a una parte del monte de la comunidad, de donde se extraen una parte de los recursos acuíferos para las casas del vecindario.
Así las cosas, Tameiga es hoy en día una comunidad de montes con una estructura cada vez más profesionalizada. Cuenta con unas 20 personas contratadas, incluyendo una cuadrilla de trabajadores forestales y los apartados de gestión socio-cultural y deportiva del centro As Pedriñas, restauración y cafetería del centro, y la parte de la administración que le corresponde de las naves del polígono, esto es, mantenimiento, gestión, arrendamientos, etc.
“Podemos afrontar nuevos retos, canalizar la ayuda de comuneros que aportan trabajo voluntario y plantearle iniciativas a los comuneros. Tenemos una junta rectora proactiva”, concluye Perez