“En las zonas de montaña los ganaderos somos los que cuidamos del medio ambiente y el territorio”

En el ayuntamiento de Cervantes la ganadería es la principal actividad económica y social. Hay cuatro vacas por cada vecino y mantienen casi 4.000 hectáreas de pastizales. Hablamos con tres explotaciones de la zona para conocer cómo trabajan y para que nos cuenten cómo va a ser la Feria en Defensa del Ganadero de Montaña que el próximo 11 de mayo pone en valor su actividad

As ganderías de vacún de carne son as verdadeiras xestoras do territorio en concellos como Cervantes

Las ganaderías de vacuno de carne son las verdaderas gestoras del territorio en municipios como Cervantes

“Tengo 40 años y soy de las pocas de mi generación que decidí apostar por la ganadería y quedarme aquí”. Esta frase, de Mari Carmen García Gómez, ilustra claramente la situación de la montaña de Lugo, aquejada de un fuerte proceso de envejecimiento y despoblación.

Mari Carmen y su familia son los únicos que viven de manera permanente en Bazal, en la parroquia cervantega de Vilaspasantes, y sus 40 vacas pacen también otras aldeas cercanas donde ya no quedan explotaciones ganaderas.

El ganado sirve para mantener a raya el fuego, como el que en la primavera de 2017 afectó a la propia Vilaspasantes, solo unos meses antes de la gran ola de incendios que en otoño de aquel año arrasó zonas de Red Natura en otras parroquias vecinas, como Cereixido, Donís o Noceda.

El ganado sirve para mantener a raya el fuego como el que en 2017 quemó amplias zonas de Red Natura en Os Ancares

En Os Ancares, al igual que en otros muchos lugares de Galicia, los ganaderos y sus animales son los verdaderos gestores del territorio, los que cuidan de la naturaleza y la biodiversidad en una de las zonas de mayor riqueza ambiental de la comunidad, pero se sienten desprotegidos e incluso «atacados» por una Administración que no hace más que poner trabas e impedimentos a su trabajo y por una sociedad cada vez más urbana y desconectada de los problemas y necesidades del rural.

Más vacas que gente

El ayuntamiento de Cervantes cuenta con un total de 229 explotaciones agroganaderas, de las que 176 tienen ganado bovino (un total de 4.804 cabezas, según los datos del Censo Agrario del año 2020) y gestionan un total de 4.000 hectáreas de superficie, de las que más del 90% (más de 3.750 hectáreas), son pastos permanentes, la mejor barrera contra el fuego y el abandono.

Pero tener vacas en la montaña no es lo mismo que tenerlas en otros lugares. La orografía escarpada y la climatología de los meses de invierno condicionan el manejo del ganado e incrementan los gastos y la carga de trabajo, pero muchas veces no se ve compensado en el precio de venta de los terneros.

En el ayuntamiento de Cervantes hay 4 vacas por cada vecino (1.209 habitantes y 4.804 cabezas de ganado)

A esa escasa rentabilidad de la actividad se añaden otros factores que inciden de manera directa en la despoblación, como la falta de servicios en un territorio disperso. En el ayuntamiento de Cervantes, de 27.664 kilómetros cuadrados, la densidad de población es de 22 habitantes por km2.

Los 1.209 habitantes actuales son menos de la mitad de los que tenía el municipio en el año 1995 (2.584), tres veces y medio menos de los que había en 1970 (4.294) y seis veces y medio menos que en 1950 (7.952), una caída exponencial que parece no haber tocado fondo aún.

“Por mucho que te guste esto, al final tiene que haber rentabilidad”

Fermín, cun dos xatos do seu rabaño de gando vacún

Fermín, con uno de los terneros de su rebaño de ganado vacuno

Fermín Fernández Gómez tiene 46 años y cogió la explotación familiar hace 11, con 35, después de trabajar 14 años «fuera de casa», 10 de ellos como camionero de transporte internacional. “A mí me gusta mucho el rural y quise que fuese mi forma de vida, pero por mucho que te guste, tiene que haber rentabilidad”, sentencia.

Cuando él se incorporó había unas 15 vacas en su casa y hoy tiene unas 50 reproductoras, prácticamente todas de raza rubia gallega, y vende los terneros que produce con el sello de la IGP Ternera Gallega Suprema, la marca emblema de la carne de calidad gallega. Pero eso no garantiza nada. “El precio de la carne en origen no repunta, incluso ha bajado este año, pero todo lo demás sube”, se queja.

A Fermín también lo conocen por Lamas, el nombre del lugar donde vive. “Aquí a mucha gente se nos conoce con el nombre del pueblo, porque como ya quedamos pocos, a veces uno en cada pueblo, pues no lleva a equívoco alguno”, bromea. “En Lamas quedamos solo dos vecinos y con vacas yo solo”, añade ya en serio.

Aquí a mucha gente se nos conoce en el nombre del pueblo porque como ya quedamos pocos, a veces uno en cada aldea, no lleva a confusión

Fermín llevó hace un año su tractor a Lugo desde Cervantes para protestar por la situación del sector de la carne y de unas normativas, llegadas muchas de ellas desde Bruselas, que no tienen en cuenta la realidad de zonas como Os Ancares. “Aparte de otras trabas, uno de los problemas más grandes que tenemos es a nivel burocrático, padecemos mucho papeleo y nos imponen cosas absurdas para cumplir con la PAC”, se queja.

“Cuido de 80 hectáreas en medio municipio”

El ganado de Fermín pace unas 80 hectáreas “en medio municipio”: en la parroquia de San Pedro, en la de San Román y algo en la de Castelo. “Ese es uno de los problemas grandes que tengo, porque todas son fincas pequeñas y tenemos que ir adaptando el tamaño de los lotes a la dimensión de las parcelas. Tenemos 7 o 8 lotes de ganado de 6 o 7 vacas e incluso tengo algún lote de 4 vacas, porque si metes 10 o 12 vacas tendrías que moverlas todos los días de finca”, explica.

Pero más lotes significa más trabajo y no hay quien lo haga porque escasea la mano de obra. “De momento me ayuda mi padre a moverlas, pero es difícil. Estoy barajando comprar un remolque para el tractor para desplazarlas”, dice.

Para vigilar todos los lotes, ¿cuántos mastines tendría que tener? Para mí esa no es la solución

El riesgo de ataques del lobo es otro de los factores que condiciona el manejo del ganado. Las vacas que tienen crías pequeñas las deja en las fincas alrededor del pueblo porque requieren más control y para tenerlas más protegidas, pero eso no es ninguna garantía. “Hace dos años me mató un ternero aquí al lado de la casa y el problema es que va a más”, asegura.

Fermín tiene perros de guardia para proteger al ganado de los ataques del lobo pero con el sistema de pequeños lotes dispersos con el que trabaja él considera que es algo que no resuelve el problema. “Yo tengo mastines solo en uno de los grupos porque para vigilar todos los lotes casi tendría que tener tantos perros como vacas. Para mí esa no es la solución”, concluye.

El condicionante de la climatología

Junto con el pequeño tamaño de las parcelas, la dispersión de la superficie y la difícil orografía, la nieve del invierno y la sequía del verano condicionan la manera de trabajar de los ganaderos de la montaña. “En invierno guardo el ganado dentro, aunque no es una ciencia matemática, porque si hay pasto fuera procuramos que coman todo directamente a diente por economía”, indica.

“Los terneros cuando viene mal tiempo los guardo en el establo con 4 meses para cebarlos y hacer mejores canales. Salen las madres y entran, lo que otra vez más supone más trabajo. Los desteto normalmente a los 7 meses y medio y después los alimento con concentrado de cereales y hierba seca”, detalla.

En esta zona hay poco suelo y nos afecta mucho la sequía

El pienso Fermín tiene que comprarlo, pero el forraje intenta producirlo él. “Normalmente soy autosuficiente, hago unos 580 rollos en total, 500 de silo y 80 de hierba seca, pero estos dos últimos años no hubo una gran cosecha y en 2022 tuve que comprar algo de silo. En esta zona hay poco suelo y nos afecta mucho la sequía”, cuenta.

Volver al tojo

Hasta ahora en esta ganadería encamaban los terneros con paja, pero la escasez de la cosecha de cereal el año pasado en Castilla disparó los precios de la paja, lo que hace inviable en muchos casos su utilización. “Traje algo pero me costó a 200 euros la tonelada y considero que a ese precio no tiene sentido usarla, toda vez que no es para la alimentación del ganado sino para hacer abono”, argumenta.

Segamos tojo y carpanza en el monte; algo siempre hice, pero este año más por la carestía de la paja

Así pues, Fermín optó por volver al sistema tradicional de encamar al ganado. “Este año corté maleza en el monte cómo se hacía antiguamente, para abaratar. Es una mezcla de tojo, carpanza y otras hierbas. Lo recogimos yo y otros dos amigos juntos. Segamos en octubre y después lo metimos en rollos por comodidad. Hicimos unos”, explica.

Fermín destaca la función ambiental y de limpieza y control del matorral que realizan las ganaderías en territorios como el de la montaña, tanto por la acción directa de los animales paciendo como por el trabajo que llevan a cabo los ganaderos. “En total nosotros este año limpiamos unas 8 o 9 hectáreas de monte cerca de las casas de Folgoso”, que fue donde recogieron el molido, detalla.

“Algún día, cuando desaparezcamos las pequeñas explotaciones familiares, las Administraciones se darán cuenta del gran error que han cometido”

Mari Carmen, o seu home José Antonio e os seus fillos Carlos e Sergio

Mari Carmen, su marido José Antonio y sus hijos Carlos y Sergio

Mari Carmen García Gómez vive con su familia en Bazal, perteneciente a la parroquia de Vilaspasantes. “Viviendo a diario solo somos nosotros”, lamenta. “Tengo 40 años y soy de las pocas de mi generación que decidí apostar por el sector agroganadero y por quedarme aquí. “Para mí fue como un reto personal, ya que a mí me gusta mucho la ganadería”, explica.

El marido de Mari Carmen, José Antonio, tiene una empresa de construcción y de desbroces y también trabaja limpiando los accesos a los núcleos de población en invierno cuando hay nieve. “Aquí hay que dedicarse un poco a todo para sobrevivir”, dice Mari Carmen, que es quien está al frente de la explotación familiar.

Cuidado del ganado y de las personas mayores

Tiene en este momento 40 vacas, después de verse obligada a reducir temporalmente el número de animales. “Teníamos bastantes más pero estoy cuidando mi madre, que está enferma y ha sido necesario reducir la carga porque no podía seguir con el ritmo de trabajo que teníamos. Una persona mayor enferma necesita mucho tiempo de dedicación. Hay que conciliar y compatibilizar todo, así que reducimos temporalmente las cabezas de ganado que teníamos”, explica.

Aquí hay que dedicarse un poco a todo para sobrevivir

Para atender la ganadería, a Mari Carmen le echan una mano sus hijos, Carlos (de 18 años) y Sergio (de 21), que están estudiando y ayudan en su tiempo libre. “Colaboramos un poco toda la familia, aunque la explotación la llevo básicamente yo, pero ellos son en este momento un pilar fundamental”, cuenta.

“Siempre que podemos, tenemos el ganado fuera”

La superficie con la que cuenta esta ganadería es de unas 60 hectáreas, muy repartidas en diferentes aldeas del entorno. “La base la tengo en Bazal, que es donde vivimos, y en otra aldea, en Cela, que es de donde soy yo, también tenemos fincas. Pero ahora aquí los pueblos van quedando abandonados y llevamos el ganado a diferentes lugares como Vilaspasantes o Bimieiro”, enumera.

“Tenemos fuera el ganado siempre que podemos, bien en los prados o en trozos de monte que también los pastoreamos con el ganado. En invierno, por ejemplo, las tenemos en estas zonas de monte y les ponemos de comer, así de paso limpian el monte”, destaca.

Aunque cada vez nieva menos, cuando nieva mucho estabulamos todo el ganado, pero a no ser que haya una nevada muy grande lo tenemos fuera todo

“El lobo es una de las cosas que nos condiciona mucho. Hace dos años sufrimos un ataque en Santa Mariña, con una ternera atacada y muerta, pero no nos lo reconocieron como ataque del lobo porque dijeron que no había evidencias suficientes”, lamenta.

En cuanto al desnivel de las fincas, “tenemos algo de todo”, dice. “La mayor parte de la superficie es mecanizable pero hay zonas de más pendiente en las que corres muchos riesgos”, reconoce.

“Nuestros hijos se quieren quedar, pero hoy es casi una aventura”

Los dos hijos de Mari Carmen y José Antonio “tienen muy claro que no se quieren alejar de esto”, dice su madre. Sergio, el mayor, está haciendo el Ciclo Superior de Agroforestales en Becerreá y su hermano Carlos el de Mecánica en Lugo. “Aunque el futuro es incierto, los dos tienen pensado vivir aquí; son los dos muy amantes de esto”, asegura Mari Carmen.

Nos ponen mil restricciones, normas y burocracia que nos ahogan

Le gustaría que sus hijos se viesen apoyados para continuar porque, dice, “hoy en día lo tienen muy complicado, es casi una aventura”. “Las ayudas que tenemos son mínimas; sin embargo nos ponen mil restricciones, normas y burocracia que nos ahogan. Somos los verdaderos gestores del territorio con nuestro ganado y nuestras vacas son beneficiosas para el medio ambiente. Algún día se darán cuenta del gran error que cometieron si llegamos a faltar estas pequeñas explotaciones familiares”, afirma.

“Pero a nosotros nos preguntan pocas veces”, se queja. “Para que jóvenes como mis hijos puedan cumplir su objetivo de no marcharse de aquí, viviendo de la ganadería o de otra actividad, para eso las Administraciones tienen que darse cuenta de que somos necesarios y que nos hay que cuidar un poco más y no solo acordarse de que existimos unos días antes de las elecciones para pedirnos el voto”, remarca.

“Tenemos un problema coa rata-topo y desde hace 3 años la hierba seca tengo que comprarla toda”

Félix, xunto ao seu fillo Izan, coas vacas da gandería

Félix, junto a su hijo Izan, con las vacas de la ganadería en la parroquia de Vilaver

Félix González Pereira tiene 44 años y se incorporó en el año 2017 a la explotación familiar, que cogió de sus padres. Antes trabajó en la construcción en Lugo, donde sigue viviendo. Todos los días, después de dejar a los niños en el colegio, va hasta Vilaver para cuidar del ganado.

Tiene en este momento 45 reproductoras más dos toros y está limitado por la superficie de la que dispone, unas 34 hectáreas. Se encuentra en la zona del ayuntamiento en la que más ganadería hay, junto con la vecina parroquia de Quindous.

“Tengo difícil poder ampliar porque superficie no hay mucha y tengo que tener cuidado para no pasarme con la carga ganadera. En Vilaver somos 4 casas con vacas y todo lo que nos valía en el monte ya lo tenemos a pastizales”, explica.

En las 50 hectáreas de pastizal del monte comunal hacíamos 400 fardos de forraje pero ahora está infestado y no hay más que tierra

Son un total de 50 hectáreas de pastizal las que tienen en el monte comunal y que gestionan los cuatro vecinos con ganado. “Hacíamos allí 400 fardos de forraje al año, 100 para cada uno, pero ahora no podemos segarlas para hierba seca porque está todo infestado con la plaga de la rata-topo y no traemos más que tierra”, cuenta.

“No nos han dado ningún tipo de solución de momento y desde hace 3 años yo la hierba seca tengo que comprarla toda”, denuncia. La Xunta habilitó el año pasado una línea de ayudas específica, pero Félix cobró solo 1.400 euros, que al precio que ha alcanzado también la hierba seca en el último año “no llega ni para un camión de rollos”, dice.

Las ganaderías de la montaña precisan recoger más forraje para pasar el invierno que las de zonas más bajas, donde las praderas rebrotan antes

A él aquellos 100 rollos de hierba seca que traía del monte comunal le resolvían ya buena parte del invierno, pero ahora se han visto obligados a dejar de segar la hierba y llevan el ganado a pacer. “Tenemos las vacas allí pastando, pero tampoco da, ahora produce mucho menos. Antes desde que hacíamos el corte de hierba seca llevábamos 15 vacas cada uno; ahora tenemos 7 cada uno solamente porque si llevamos más no tienen suficiente que comer”, asegura.

“Dan más trabajo, pero los terneros crecen más estando en la cuadra”

El pastizal del monte está a unos 1.000 metros de altitud y el pueblo a 800. “En invierno hay que bajar las vacas, porque en el monte da el viento de todos los lados, mientras que abajo es más abrigado”, explica.

“En invierno estabulo también a las vacas que paren de pocos días y no tengo los terneros tampoco fuera. Da más trabajo, pero los terneros crecen también más estando en la cuadra que fuera y para mí tiene mejor calidad la carne”, defiende.

Para el cebo de los terneros emplea solo hierba seca y pienso. “Los terneros no comen silo, eso es para las vacas”, indica. El silo lo hacen en las fincas de más abajo, que no están tan afectadas por la plaga de la rata-topo como las praderas del monte comunal.

Para encamar sigue usando paja, a pesar de su fuerte encarecimiento. “Estoy comprando el alpacón de 4 cuerdas a 80 euros y me dura una semana, cuando hace unos años lo compraba a 18 y 20 euros”, compara.

Socio de la cooperativa A Carqueixa

Félix es socio de la cooperativa A Carqueixa, con sede en San Román y de la que forman parte un centenar de explotaciones de vacuno de carne de varios ayuntamientos de Os Ancares. Los terneros que produce, dentro de la IGP Ternera Gallega Suprema, son comercializados a través de la cooperativa, con la que logra un mejor precio.

Yo soy de los que pienso que el consumidor no puede pagar ya más por la carne de lo que paga

Los últimos animales que mandó le vinieron liquidados entre los 5,85€ kg canal y los 6,25€. “No sobra nada con el precio que tiene hoy la paja o el pienso”, dice. Los animales que produce son machos de unos 300 kilos en canal y hembras entre 250 y 260 kilos.

“Basta con dar una vuelta por los caminos que llevan al rural para ver como está: abandonado y despoblado”

Unha imaxe da feira nunha edición anterior

Una imagen de la feria en una edición anterior

El próximo sábado 11 de mayo los vecinos de Os Ancares se juntarán un año más en San Román en la Feria en Defensa del Ganadero de la Montaña, una cita festiva y reivindicativa recuperada en el 2019 por iniciativa de la asociación Territorio Verde, que busca el desarrollo económico y la revitalización demográfica de la zona y que defiende el valor y el trabajo de los ganaderos como gestores del paisaje y el medio ambiente y como generadores de riqueza y empleo en el territorio.

La buena acogida que tuvo esta feria desde la primera edición queda patente en el público asistente y el número de ganaderías participantes, no solo de Cervantes sino también de los ayuntamientos del alrededor.

Fermín, Mari Carmen y Félix acudirán a la cita con animales de sus ganaderías. Los tres destacan la importancia de ferias como esta para mostrar su trabajo y también para juntarse, en una zona en la que no abundan las oportunidades para hacerlo.

Además de llevar su ganado, Fermín también echa una mano a los organizadores en la preparación del terreno y otras labores de intendencia. “Queremos que se consolide. Llevo participando desde la primera edición y cada vez va a más. El año pasado vinieron expositores del Bierzo y quedaron encantados”, insiste.

Es una tradición recuperada que me parece muy bonita y muy buena para dar a conocer Cervantes y la manera que tenemos de trabajar

La feria tiene para él una parte sentimental. “Esa feria se había hecho en el año 1984 y 1985 un poco más arriba, en Seixas, a 1 km de San Román. Tenía yo 6 años y recuerdo que se habían llevado las vacas de casa. Aún tengo las copas que se habían conseguido”, recuerda.

“Nos hacen mucha falta este tipo de iniciativas en la montaña”

Más allá de las transacciones y ventas de animales que se puedan llevar a cabo en la feria, Fermín piensa que “es una forma de poner el rural en valor”. “Basta con dar una vuelta por los caminos que llevan al rural para ver como está el rural: abandonado y despoblado. Ese es el espejo del rural”, lamenta.

En esta feria hay un ambiente fabuloso, muy familiar, de reunión de la gente

También Mari Carmen lleva participando en la feria desde el principio con ganado tanto para exposición como para venta y ya tiene escogidos los que va a llevar este año. “Espero llevar algún premio, porque los he cuidado mucho para que luzcan”, dice. “Espero todo el año a que llegue la feria de San Román porque es un reconocimiento a nuestro trabajo, que tiene muy poca visibilidad”, añade. “Fue una iniciativa maravillosa que nos encantó. Nos hace mucha falta que haya este tipo de iniciativas en la montaña. Necesitamos revivir esto”, propone.

Félix también ha llevado ganado todos los años, los dos primeros años vacas para la exposición y el año pasado dos terneros para vender. “Hay muy buena feria, con mucha gente y mucho ganado”, asegura.

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