“La poda debe buscar la máxima iluminación de la vid”

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“La poda debe buscar la máxima iluminación de la vid”

Un buen equilibrio va a redondear la acción de la poda invernal. Cuando estamos en una plantación hecha, las medidas de corrección, si fueren necesarias van a estar limitadas por el diseño establecido en su día.

Pero cuando se trate de plantar de nuevo, la cosa cambia, porque un campo abierto, libre de obstáculos, admite todas las posibilidades de geometrías y arquitecturas.

Como excepción, cuando se trate de plantar viñas históricas de calzadas muy pendientes en los que sólo quepa una fila, de convenir, sólo podremos mudar algunos aspectos puntuales como pasar de vaso a espaldera, en la elección de patrón y poco más (esto no es inconveniente ninguno, porque en estas calzadas la experiencia milenaria ya llevó los diseños a su mejor expresión).

Mucho estudio. Observación de las disposiciones tradicionales. Documentos históricos si los hubiere. Recopilación de las experiencias que nos cuenten los viticultores más veteranos. Todo esto es provechoso para decidirse por un diseño de plantación en el que prime el equilibrio y por tanto la prosperidad de la planta a largo plazo, lo que en absoluto tiene que dejar de ser compatible con un grado razonable de mecanización.
Compatibilidad entre tradición y vanguardia, como se llegó en las viticulturas francesas que tienen los vinos mejor valorados. Allí hubo la lucidez de adaptar las dimensiones de las máquinas a la que era considerada desde siempre como la mejor disposición de las plantas. No al revés.

En igualdad de los otros factores, conseguir un buen equilibrio va a dar lugar a la mejoría de la fertilidad de las yemas latentes situadas en la base de los pámpanos.

Si los conos que están ocultos dentro de las yemas latentes situadas en la base de los sarmientos ofrecen una aceptable fertilidad, porque unas buenas condiciones de suelo-microclima de la planta favorecieron allí una buena cría, con la pre-formación de muchos rudimentos de racimos, la disyuntiva entre podas cortas o largas no vendrá determinada por la exigencia de un mínimo de cosecha, sino por las tradiciones de cada zona o por otras peculiaridades mesoclimáticas que puedan afectar a la buena marcha del cultivo, y de las que hablaremos más adelante.

Si la fertilidad de las yemas de la base viene siendo escasa hay que ir la podas largas

Pero si por el contrario lo que viene pasando es que por causa de los mesoclimas (como sucede en algunas viticulturas europeas que se acercan al límite Norte del cultivo) o por un estado de desequilibrio al que no se le puede dar solución a corto plazo, la fertilidad de las yemas de la base viene siendo escasa en todas las campañas, entonces no hay más remedio que ir la podas largas bajo pena de que la cosecha quede escasa.

La producción ha de ir proporcionada al vigor de la vegetación. Se dice que una cosecha pequeña es sinónimo de alta calidad. La mayoría de las veces es verdad. Pero si por cosecha pequeña entendemos la presencia de únicamente cuatro racimos perdidos entre un mar de vegetación sobrepasada de exceso de vigor, la calidad que pueda salir de ahí no va a ser gran cosa.

Cosechas moderadas van a ser mejores que las muy abundantes. La mayor parte de las veces es cierto. Ora bien, esto no está en contradicción con que las cosechas procedentes de vides con desequilibrios vegetativos manifiestos propenderán a ser defectuosas, tanto si vinieren mínimas cómo excesivas.

La poda debe contribuir a mantener la vid en buen estado sanitario

Estoy refiriéndome en primer lugar a las enfermedades de la madera. Y por supuesto que también a las otras, porque si bien es verdad que una buena poda invernal no es quien de evitarlas de por sí, sí que sirve de base para que posteriormente podamos repartir mejor en el espacio la vegetación emergente, mejorando por una parte su ventilación y favoreciendo por la otra la penetración de los productos fitosanitarios.

Para llevarla a cabo es necesario mantener una unidad de criterio y así lograr lo que antes se expuso y al mismo tiempo imprimir armonía a todo ese conjunto que es una viña. No sería imaginable una plantación en espaldera donde cada vid fuera conducida y podada de distinta manera, dando lugar a una anarquía total.

Una vez que las vides están a un determinado compás de plantación y ordenadas en filas, carecería de sentido que cada una de ellas tuviera un esqueleto diferente. También que la expansión de la vegetación fuera heterogénea en cada planta. El consecuente desorden dificultaría al máximo la organización de la vegetación (enrame) y las restantes atenciones. Un mal reparto espacial de los racimos repercutiría en la aireación y en la iluminación y sería muy difícil que los productos dieran llegado bien a todos ellos, y menos aún a todo su contorno.

El aspecto del conjunto, excepto que coincidiera con una de esas campañas milagrosas que surgen cada muchos años, sería lamentable. Con una masa foliar desorganizada la fotosíntesis se reduciría. La eficiencia en la aplicación de los tratamientos y la rapidez en las vendimias también. Esto nadie lo discute.

“La poda debe imprimir armonía a todo el conjunto que es la viña”

Por lo tanto, a mayores de la necesidad de realizar una buena poda de invierno, y especialmente cuando se trate de acometer nuevas plantaciones, para conseguir ese imprescindible equilibrio del que antes se habló, es preciso estudiar las geometrías, los sistemas de conducción y los portainjertos que mejor le convengan a cada variedad para un determinado terroir.

La geometría de plantación se complementará con una arquitectura idónea, definida por el propio entramado de la vid y por el diseño de un tramado en el que acoger y organizar racimos, pámpanos y hojas, según se vayan expansionando a lo largo del período vegetativo. La optimización de la distribución espacial y sujección ordenada de los pámpanos a lo largo de las líneas implica una mayor recepción lumínica y una mejor aireación.

No voy a entrar ahora a tratar de las peculiaridades de las espalderas verticales, sean de paredes simples o múltiples. Ni en las de las fincas descendentes, simples o dobles. Tampoco en las de las diferentes modalidades de emparrados. La arquitectura es un tema muy complejo, que precisa además de todos los nuevos aportes técnicos, de la recopilación de la sabiduría de los viejos viticultores y de muchos ensayos comparativos en las diferentes regiones vitícolas gallegas.

“El equilibrio debe implicar una mejor iluminación de la superficie foliar total”

Lo que sí puedo afirmar es que con independencia de los sistemas, el acercamiento al deseado equilibrio va a tener mucho que ver con la optimización de la relación entre la la superficie foliar efectiva y la superficie foliar total, o sea con una buena organización espacial de la vegetación que implique su mejor iluminación.

Esta buena organización espacial va a propiciar una mejor cosecha, permitiendo incluso que en algunos casos se pueda incrementar un poco el rendimiento. Aunque parezca contradictorio, la explicación es fácil. Hay viñas que tienen producciones muy escasas por causa de desequilibrios provocados por malos diseños que llevan a un pésimo reparto de la vegetación.

Caso de ser viable actuar en la palizada, se deben realizar modificaciones que permitan organizar mejor la pared foliar de modo que aumente su superficie útil, o sea el porcentaje de hojas bien expuestas (disminuyendo el espesor y por tanto los volúmenes interiores sumergidos en sombra). Habrá casos en que no llega con organizar, sino que sería preciso dividir la pared foliar. Con estas actuaciones mejorarán la iluminación, la ventilación y como consecuencia la sanidad.

Uno de los efectos previsibles de la mejora en la organización espacial de la vegetación va a ser el equilibrio. Los pámpanos mostrarán menos señales de exceso de vigor. A lo largo del día, todos ellos recibirán más luz, incluido los tramos de la base. Las yemas de estos tramos inferiores serán mejor alimentadas, en sus conos se preformarán más racimos, y por tanto aumentará la fertilidad. Habrá un aumento de producción, positivo siempre y cuando esté acorde al nuevo potencial que atribribuye la pared foliar reformada.

Los cambios del clima que antes citamos van a hacer más complicadas las afinaciones de estos cálculos, máxime cuando estamos hablando de un cultivo que -de no ser que lleguen nuevas pestes de las que no estamos libres a la vista de los panoramas que aparecen día sí y día también en estos tiempos de globalización- debería permanecer en el mismo terreno de medio siglo para arriba.

Francisco Rego Martínez

Técnico de viticultura en la Estación de Viticultura e Enoloxía de Galicia (EVEGA), en Leiro-Ourense, desde el año 1994.

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