Pateiro Vinos de Guarda: Ribeiro hecho a fuego lento

El proyecto de Iván Vázquez Pateiro, uno de los pocos en toda Galicia que pone el foco en los vinos envejecidos, ha conseguido que en poco más de 2 años sus elaboraciones sean conocidas más allá de nuestras fronteras

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Pateiro Vinos de Guarda: Ribeiro hecho a fuego lento

El enólogo Iván Vázquez Pateiro comenzó a elaborar en el 2017 sus propios vinos de guarda. // Foto: José Ramón Domínguez.

El ADN del vino corre por las venas de Iván Vázquez Pateiro un enólogo de Ribadavia (Ourense) que lleva casi dos décadas asesorando a bodegas gallegas y españolas. Procedente de una familia con gran arraigo en el mundo de la viticultura, fue a partir de 2017 cuando comenzó a elaborar sus propios vinos. Su inquietud por aunar los conocimientos técnicos adquiridos durante su formación y trayectoria profesional con el legado de sus antepasados le llevó a dar un paso más y así nació el Patito Feo, la primera criatura de Pateiro Vinos de Guarda.

“El origen de todo tiene un componente absolutamente pasional. El Patito Feo surge de la necesidad de probar fórmulas que entonces eran vistas como más arriesgadas, pero que realmente estaban muy vinculadas a lo que hacían en su día los viticultores del Ribeiro, como el caso de mis abuelos. Cuando haces las cosas con pasión el consumidor lo nota. Es por ello que desde el principio tuvimos una muy buena acogida, algo que nos animó a dar más pasos para seguir creciendo”, explica. Que el impulsor del proyecto utilice el plural para expresarse no se trata de una casualidad, ni algo fruto del azar. En la conversación con Iván se puede entrever la importancia que tiene el apoyo de su familia y el respeto por el legado recibido. El concepto “familiar” es algo que va más allá del marketing de esta bodega, que imprime un carácter muy marcado a todo lo que hace.

Tanto es así que su apuesta se centra en los vinos de guarda y las elaboraciones especiales, propuestas diferentes que están teniendo una gran aceptación en el mercado gallego, nacional y, con especial relevancia en este último año, en el extranjero. “La crisis de la Covid-19 ha cambiado las reglas del juego. En un escenario diferente era necesario buscar nuevas fórmulas para mantener el volumen de ventas. Esto nos llevó a acelerar en el objetivo de expandir nuestra presencia en el mercado extranjero y lo cierto es que ha resultado una auténtica tabla de salvación en un año tan complicado como 2020”, comenta.

En solo 2 años, esta bodega asentada en la Denominación de Origen Ribeiro, cuenta con una producción de unas 20.000 botellas, aunque sus previsiones de crecimiento han sufrido una ligera disminución por la crisis sanitaria. “Este año teníamos pensado alcanzar las 30.000 botellas, pero finalmente por una cuestión de cautela nos quedaremos sobre las 20.000”, indica.

Buscar la evolución del vino

Iván tenía claro desde un inicio que sus vinos serían de guarda, vinos que buscan evolucionar con el paso del tiempo. Un concepto que marca la hoja de ruta a seguir en todos los trabajos, desde aquellos que se realizan en el viñedo hasta los que tienen lugar en la bodega. “En estas elaboraciones no hay lugar a la improvisación. No se trata de que en un momento dado veas que un vino pueda convertirse en guarda. Desde los primeros pasos, la meta es llevar a cabo elaboraciones que evolucionen tanto en barrica o ánfora como en botella”, detalla el vitivinicultor.

Así, cuando buena parte de las bodegas de O Ribeiro están pensando ya en sacar al mercado su cosecha del 2020, ellos acaban de embotellar sus vinos blanco y tinto de 2019. Trabajan a ritmos diferentes y eso les ha ayudado a hacerse su propio hueco en el mercado. “El consumo óptimo de la mayoría de nuestros vinos, como los Pateiros y los Patitos Feos, se prolonga 5 o 6 años desde que se embotellan. Cuanto más tiempo pase, más evolucionan en botella y mejoran”, apunta.

Combinar tradición y modernidad

En la elaboración de los vinos de Pateiro Vinos de Guarda prima recuperar las técnicas de antaño y conjugarlas con las posibilidades que ofrecen los avances actuales. “Nunca podemos perder de vista las buenas prácticas que nos han dejado como legado quienes han trabajado las tierras del Ribeiro desde hace varios siglos. Por ello buscamos combinar esos conocimientos con los controles y las tecnologías que hoy están al alcance de nuestras manos”, explica.

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Iván opta por aunar técnicas tradicionales y nuevas tecnologías para lograr sus vinos. // Foto: José Ramón Domínguez.

Ese guiño al pasado se percibe con sólo dar un pequeño paseo por la bodega y contemplar depósitos especiales para la maceración del vino como ánforas o barricas de roble. Un vínculo que no se limita en exclusiva a esos recipientes, sino que también se extiende a las técnicas, ya que Iván procura trasegar muy poco el vino y oxigenarlo lo menos posible. “Hacemos prensados poco abusivos, como se realizaba antaño, haciéndolos incluso en una lagareta”, concreta.

Abrazar las bondades de los métodos tradicionales no impide que desde esta bodega del Ribeiro se optimicen los procesos gracias a las soluciones que ofrece la tecnología actual. Herramientas como los equipos de frío o los depósitos de acero inoxidable son grandes aliados para controlar procesos como las fermentaciones y que las elaboraciones desarrollen y potencien sus cualidades.

Mimar el viñedo

Para Vázquez Pateiro la búsqueda de la excelencia empieza fuera de su bodega, concretamente en los viñedos. Su apuesta por variedades autóctonas como las blancas Treixadura y Loureira o las tintas Caíño Longo y Sousón comienza por la recuperación de parcelas antiguas. “Claro que nos encantaría contar con cepas centenarias, pero eso en el Ribeiro es algo utópico. Por desgracia a mediados de siglo XX se produjo una apuesta por la cantidad en lugar de la calidad, con castes foráneas que provocaron una bajada del prestigio de los vinos de esta región. Nuestro anhelo es recuperarlo devolviendo a los viñedos las variedades que siempre marcaron el carácter de nuestros vinos”, subraya.

Entre ellas también se encuentran Albariño, Godello y Brancellao, presentes en algunos de los viñedos que ha adquirido y en los que también pueden encontrarse vides viejas de tinto que tendrán un valor fundamental en sus planes de futuro. “El tinto y los vinos que hago de barrica son los que más rápido se vende. Actualmente elaboramos 3.000 botellas y nuestra idea es poder aumentar la producción para poder atender a esa demanda”, argumenta.

Tienen en torno a 2,5 hectáreas propias, aunque por el momento no todas están en producción, dado el proceso de replantación en el que se encuentran inmersos actualmente. Para completar la producción compran la mitad de la uva en viñedos próximos a la bodega y del Val del Avia. Este es también un proceso cuidado y controlado, puesto que pactan con los viticultores su adquisición la campaña anterior para poder supervisar y adaptar todos los cuidados de los viñedos a su filosofía.

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Sus ocas se han convertido en un aliado para controlar la vegetación de los viñedos. // Foto: Almudena González Vázquez.

En este aspecto, Vázquez Pateiro considera de vital importancia las prácticas vitícolas. La poda es uno de las labores más importantes entre los cuidados que requiere el viñedo. “Para obtener buena calidad y rendimientos de la vid para mí es fundamental realizar una poda adecuada, tanto en invierno, la que se hace ahora entre diciembre y marzo, como la poda en verde”, explica. La mirada a la tradición tampoco se escapa en estos procesos ya que tienen en cuenta factores como el ciclo lunar para llevarlos a cabo.

“Queremos ser sostenibles en todos los procesos, desde la viña hasta que nuestros vinos llegan al consumidor”

Y en un momento como el actual, en el que ha quedado todavía más patente la importancia del cuidado del planeta, desde la bodega se ha reforzado su compromiso con la sostenibilidad. La fertilización de sus tierras se realiza con abonos orgánicos, tal y como hacían sus abuelos décadas atrás. El empleo de herbicidas es otra palabra desterrada: sus ocas, que se han convertido en una especie de mascotas improvisadas, ejercen de desbrozadora animal no sin llevarse de cuando en vez algún que otro racimo a la boca. “En este aspecto también tenemos mucho que aprender de nuestros antepasados. Sus procesos convivían de una forma más armónica con los ecosistemas y la meta es poder emularlos. No llegamos a ser oficialmente biodinámicos, pero trabajamos bajo esa filosofía, nosotros queremos ser sostenibles desde la viña hasta que nuestros vinos llegan al consumidor”, reivindica el vitivinicultor. Por ellos, esa filosofía va más allá de los viñedos: todos los elementos de embalaje son de materiales reciclados y reciclables; y elementos como los corchos son naturales y producidos en factorías de proximidad lo que, entre otras cosas, aminora la huella de carbono que produce la actividad de Pateiro Vinos de Guarda.

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El patito Feo Treixadura fue el primer vino que sacaron al mercado. // Foto: Garabatophoto.

Sus vinos

El hecho de ser un proyecto reciente no impide que elaboren una gran variedad de vinos. Su primer vino, y quizás uno de los más conocidos, El Patito Feo Treixadura, da buena cuenta de la filosofía de esta bodega. “Al igual que la fábula de Hans Christian Andersen nosotros queríamos un vino que evolucionase hasta lograr una gran transformación, como el patito feo que se llega a transformar en un hermoso cisne, por ese paralelismo escogimos el nombre”, recuerda.

El primogénito de sus creaciones es un blanco a base de Treixadura que madura sobre lías primero en depósito y después en barrica. Más tarde llegaría su hermano tinto, El Patito Caíño Longo y Sousón que también madura sobre lías, pero en este caso exclusivamente en barrica.

Los vinos Patito Feo y Pateiro son los emblemas de la bodega aunque también participan en proyectos de elaboraciones especiales como La Bandida

Bajo el nombre de Pateiro, Iván decidió dar rienda suelta a su creatividad con dos micro-elaboraciones: Pateiro Ánfora y Pateiro Barrica. El primero, elaborado a base de Loureira y Treixadura, permanece unos 11 meses en un ánfora oval antes de ser embotellado. Se trata de un vino de parcela del que suelen sacar al mercado unos 500 litros. El segundo, su otro vino de finca, permanece cerca de un año en barricas de roble y de él se producen cerca de 600 botellas.

La creación más joven e irreverente tiene nombre de mujer: Saramusa. Se trata de un vino con tiempos de guarda más bajos que, aún así, está enfocado para consumirse a los 2 años. Esta elaboración, que ha tenido una gran acogida en la hostelería, es la que cuenta con una mayor producción, 12.000 botellas.

La familia se completa con los frutos de la colaboración de Iván con otros socios, el proyecto La Bandida Wines. Bajo este sello han dado el salto al mercado dos vinos especialmente concebidos para la alta restauración. Uno de ellos es La Bandida sobre lías, un coupage de todo el valle del Avia que se lleva a cabo en depósito. En este proyecto se incluye la elaboración más especial y cuidada de la bodega, La Bandida Fina Camineros, del que sacan unas 2.400 botellas.

El año de las oportunidades

La crisis sanitaria del coronavirus se ha convertido en un impulso para adelantar su apuesta decidida por los mercados extranjeros, ya que hasta el momento sólo suponían un porcentaje mínimo frente a su presencia en el mercado gallego y nacional. “En 2019 estábamos vendiendo casi el 100% de nuestro vino en España, solo teníamos unas pequeñas ventas a Reino Unido”, recuerda.

En un año han conseguido comercializar el 10% de su producción en países como EEUU, Holanda, Estonia o Suiza

Con el parón de la restauración y la reducción de las ventas nacionales, Iván comenzó a buscar otros mercados. “Teníamos miedo de adentrarnos en otros mercados y después no conseguir abastecer su demanda, ya que nosotros hemos ido poco a poco y comenzamos con unas 2.000 botellas el primer año”, apunta. Sin embargo, hoy no se arrepiente de haber dado el paso y está comercializando ya sus vinos en países como EEUU, Holanda, Estonia, Suiza y se encuentra en negociaciones en Alemania y Dinamarca. “El 10% de nuestra producción actual la estamos destinando ya a la exportación. Estos mercados fueron los que nos ayudaron a sobrellevar este año», argumenta.

Su intención pasa por seguir mirando a la exportación dado lo que aprecian en estos países las elaboraciones especiales y los vinos exclusivos en los que se especializa Pateiro Vinos de Guarda.

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