La lucha contra el nematodo del pino se centra en la eliminación de pies decaidos y sintomáticos, así como en el combate del insecto que tranmiste la plaga, el ‘Monochamus galloprovincialis’. Una investigación de la Universidad de Valladolid ha comprobado el potencial de un hongo, ‘Beauveria pseudobassiana’, para reducir las poblaciones del insecto vector del nematodo en mayor porcentaje que las trampas de captura convencionales.
El nematodo del pino, un gusano que causa el marchitamiento de los árboles y que provoca su muerte, está extendido por toda la geografía de Portugal y constituye una amenaza en la zona fronteriza. En España, se ha detectado en los últimos años su presencia en As Neves (Pontevedra) y en Salamanca y Cáceres, lo que ha obligado a la adopción de medidas de prevención extremas para evitar su expansión.
Como el nematodo no puede desplazarse de un árbol a otro por su cuenta, necesita un insecto vector que lo transporte. En España y Portugal, el transmisor es el insecto nativo ‘Monochamus galloprovincialis’. Este insecto, a priori inofensivo, ha pasado a ser un asunto primordial en sanidad forestal y resulta imprescindible contar con herramientas de gestión que ayuden a monitorizar y controlar sus poblaciones.
Por ello, en los últimos años un equipo de investigación de la Universidad de Valladolid en Palencia ha desarrollado trampas y cebos atrayentes altamente eficaces y muy específicos, compuestos por la feromona de la especie, reforzada por cairomonas (sustancias químicas emitidas por otros insectos), que son utilizados en el seguimiento de este insecto y en su captura masiva en los focos de infección.
Uno de los últimos avances consiste en una mejora del sistema de lucha biológica contra el insecto transmisor del nematodo. Gonzalo Álvarez, investigador de la Universidad de Valladolid, señala que el fin último de sus proyectos está en reducir todo lo posible el número de insectos que transmite la enfermedad para minimizar las posibilidades de que aparezcan nuevos focos.
“El objetivo, en este caso, ya no consiste simplemente en capturar insectos para reducir su población. Una vez capturados, los insectos son auto-infectados dentro de la trampa con un agente disruptor, el hongo ‘Beauveria bassiana’, y luego liberados de nuevo portando con ellos este agente que será transmitido a otros individuos de su especie al aparearse”, detalla.
Tres especies de hongos aisladas por primera vez
Los resultados de la investigación de la Universidad de Valladolid, que vienen de ser publicados en la revista ‘Journal of invertebrate pathology’ , se basan en experimentos realizados entre 2010 y 2013 en colaboración con investigadores de la Universidad de Córdoba expertos en el control microbiano de plagas mediante el uso de hongos.
Durante los inviernos de 2010 y 2011, los investigadores recogieron casi 500 trozas de pino (secciones del tronco de unos 50 centímetros de longitud) de árboles colonizados por ‘Monochamus galloprovincialis’ para encontrar una especie de hongo potencialmente útil. Estas trozas fueron cuidadosamente cortadas en láminas y de ellas se obtuvieron 84 muestras interesantes de las que, finalmente, se aislaron tres especies de hongos entomopatógenos potencialmente útiles para este insecto: ‘Isaria farinosa’, ‘Beauveria pseudobassiana’ y ‘Lecanicillium attenuatum’.
El siguiente paso será adaptar las trampas de campo para que el insecto sea inoculado con el hongo
Para seleccionar una de estas tres especies de hongos se estudió su virulencia sobre adultos y larvas de ‘Monochamus galloprovincialis’, y se concluyó que ‘Beauveria pseudobassiana’ era “con diferencia” el hongo más potente sobre insectos adultos.
En una segunda fase, ya sólo trabajando con ‘Beauveria pseudobassiana’, “se trató de ajustar la dosis adecuada y el tipo de formulación más aplicable”, agrega Álvarez. Una vez identificado un hongo y su dosis apropiada, el objetivo fue demostrar que podía haber una transmisión horizontal y vertical. “Esto es, que el hongo fuera capaz de ser transmitido de un insecto a otro y tener un efecto apreciable sobre la generación siguiente de insectos”.
Para ello se inocularon insectos con ‘Beauveria pseudobassiana’ y posteriormente se emparejaron entre sí: machos inoculados con hembras limpias y viceversa. Estas parejas fueron comparadas con otras en las que ambos progenitores habían sido inoculados y ninguno de ellos lo había sido, con la finalidad de encontrar diferencias significativas respecto al grado de máxima y mínima mortalidad posible debida al hongo.
Buenos resultados de la formulación en talco
Los investigadores probaron dos formulaciones, una solución líquida y una sólida, en forma de talco, con la que obtuvieron los mejores resultados. “Con la formulación en talco los insectos inoculados con el hongo lo transmitieron a sus parejas, de manera que la transmisión horizontal (de un sexo a otro durante la cópula) había quedado demostrada. Además, las hembras que habían sido contagiadas por este método tuvieron una descendencia mucho menor que las hembras no expuestas al contagio, por lo que el efecto sobre la generación siguiente también quedó demostrado”, subraya.
Una vez realizada la investigación básica, los investigadores se encuentran en disposición de diseñar un dispositivo con utilidad práctica en campo. “El siguiente paso es adaptar los cebos y trampas que desarrolla nuestro equipo para que, una vez capturado un individuo, sea inoculado con la cepa de ‘Beauveria pseudobassiana’ y salga de la trampa por su propia cuenta, portando el hongo y transmitiéndolo a aquellos insectos de su especie con los que entre en contacto”, concluye Álvarez.