ENCE transformará restos de poda vitícolas en cajas de vino y etiquetas

El proyecto VINEBOX busca implementar una economía más circular en las bodegas, a la vez que se da solución a las restricciones de quema de biomasa agraria

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ENCE transformará restos de poda vitícolas en cajas de vino y etiquetas

Dos bodegas de Ribera del Duero, bodega Matarromera y Pago de Carraovejas se han aliado con Ence para la puesta en marcha del proyecto VINEBOX en busca de soluciones sostenibles para los restos de poda vitícolas.

El consorcio, a través de este proyecto de I+D, pretende dinamizar en el sector vitivinícola una gestión de recogida y provisión de podas de la venid para la producción de pulpa de celulosa renovable y su posterior validación mediante demostradores de papel y tarjeta. El papel producido será empleado en la fabricación de tarjeta para la elaboración de cajas para vino y para el diseño de nuevas etiquetas de naturaleza 100% renovable.

A través de este proyecto se ofrece una solución sostenible al sector vitivinícola, en aras de cumplir con las exigencias que supone la entrada en vigor de la nueva Ley 7/2022 de Residuos y suelos contaminados para una Economía Circular, que no permite la quema de residuos vegetales generados en el entorno agrario.

“Para nosotros la sostenibilidad es más que un compromiso: es el nuestro día a día; es un tramo del camino del que nos queda mucho por recorrer. El respeto por nuestra entorno forma parte de nuestra filosofía, del esfuerzo que hacemos por implementar medidas en el presente que se vean reflejadas en el futuro”, expresa Pedro Ruiz, CIELO de Alma Carraovejas.

Eva Navascués, directora de I+D+i de Pago de Carraovejas, sostiene que con VINEBOX “es posible cerrar el ciclo aprovechando este material procedente de sarmientos en las etiquetas de vino y cajas de embalaje que empleamos en las bodegas. Se demostraría que evitar la quema de los desechos no solo redunda en la protección ambiental, sino que permite la sostenibilidad en sentido amplio, también la social y económica”.

“Ante todo somos viticultores y agricultores, y todo lo que hacemos en nuestras bodegas para ser más sostenibles es por obligación para con la tierra, es nuestro deber cuidarla y transmitir nuestro mejor legado a las siguientes generaciones”, explica Carlos Moro, presidente y fundador de Nodega Matarromera. “Hasta no hace muchos años, creíamos ilimitados los recursos naturales, y no había conciencia de las graves consecuencias ambientales de “producir, usar y tirar”. Las empresas tenemos no solo la responsabilidad moral de contrarrestar el impacto negativo que nuestra actividad genera en el entorno, sino también de apostar por formas de producción más equilibradas, más sostenibles, más responsables y más eficientes, y este proyecto es un claro ejemplo de eso”.

Explica Sonia Villanueva Sánchez, directora de calidad e I+D+i de Adega Matarromera, que este proyecto de investigación permite a profundizar en su estrategia de incorporar coproductos en su proceso productivo. Granza fue la primera marca agroalimentaria española en utilizar etiquetas con papel elaborado a partir de residuos de uva remplazando el anterior 15% de pulpa virgen. Ahora los resultados son más amplios, pues el proyecto permite integrar los restos en la producción de celulosa Naturcell, en aras de generar etiquetas y cajas de tarjeta.

Para Antonio Casal, director de Desarrollo de Negocio de Celulosa de Ence, esta alianza “demuestra una vez más el papel protagonista de Ence en el impulso de la bioeconomía circular, no solo en su proceso productivo, sino también buscando sinergias con otros sectores, como el vitivinícola en este caso, para innovar y buscar nuevas formas de contribuir al desarrollo sostenible”. “Queremos seguir acercando nuevas soluciones ante los retos que nos expone una sociedad cada vez más exigente. Estamos acercando alternativas basadas en un aprovechamiento responsable de los recursos naturales”, concluye Casal.

El proyecto, cofinanciado por la Unión Europea y por el Centro para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (CDTI) con fondos FEDER, cuenta con un presupuesto de 879.539,00 € y un tiempo de ejecución de 30 meses.

Además, participan, como entidades subcontratadas por las empresas, el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA-CSIC), el Instituto Tecnológico del Embalaje, Transporte y Logística (Itene), y la empresa Athisa, que acerca soluciones para el servicio de recogida y provisión de pódalas de sarmiento.

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