Una semana después de que el fuego arrasase los montes de Trabada, los afectados tratan de asimilar lo sucedido, valorar los daños y planificar los trabajos de repoblación y recuperación de la superficie quemada.
Nadie duda de la intencionalidad en el origen del fuego y todos aseguran que las condiciones climatológicas que se daban el pasado jueves día 12, con viento fuerte de sur y altas temperaturas, fueron determinantes para el fatal desenlace.
El eucalipto es la especie predominante (prácticamente la única) en los montes de A Mariña. Desde hace más de 50 años los propietarios han apostado por su potencial de crecimiento. Las cortas de eucalipto, que alcanzan en la comunidad 5,6 millones de metros cúbicos anuales, suman 1 millón de toneladas solo en A Marina lucense.
Alrededor de un 20% de las cortas de eucalipto gallegas se producen en A Mariña
La zona de Trabada cuenta, a diferencia de lo que sucede en el resto de la comarca, con concentración parcelaria en los montes, buenas pistas de acceso, balsas de agua, cortafuegos y otras medidas antiincendios, pero que se mostraron totalmente inservibles para frenar el avance de las lapas.
El fuego cruzó al vecino ayuntamiento de Ribadeo y obligó a cortar la autovía A-8, que incluso llegó a atravesar debido a su virulencia. De nada sirvieron los medios aéreos desplegados ni las cisternas de los ganaderos.
Porque al contrario de lo que sucede en otros lugares de Galicia donde arde el monte, en esta zona no hay abandono: sigue habiendo explotaciones lácteas y al monte se le saca rentabilidad económica. Todo lo contrario a Ourense, el tradicional agujero negro en incendios forestales en la comunidad.
El mayor fuego del año en Galicia
Las más de 2.300 ha ardidas, según el recuento provisional de la Xunta, equivalen a más de una cuarta parte de la superficie total del ayuntamiento de Trabada (82,71 km cuadrados). Solo la quemada en este fuego es casi la misma superficie que había ardido hasta el momento en toda Galicia este año: 2.600 ha.
No es el primero fuego importante que se produce en el municipio de Trabada, pero sí el más devastador de su historia. A comienzos de la década de los 80 otro incendio había arrasado 400 hectáreas en tres horas en Fórnea y Vilar.
El del pasado fin de semana se inició en la zona de O Bizarro y avanzó hacia el lugar de Barreiros y desde ahí el viento de sur lo llevó hacia Penacova (donde se desalojaron las viviendas a causa del humo y la cercanía del incendio) y Trabadela, en la parroquia de Sante; hacia O Castro en la de Vidal; y San Fernando, en Valboa; para luego irse extendiendo hacia las parroquias de Cedofeita y Arante, ya en Ribadeo, con conatos y focos secundarios también en Alto de Fórnea y Noceda.
Trabada es un ayuntamiento eminentemente forestal y ganadero y también ardieron pastos
Por parte de la Xunta fueron desplegadas 114 brigadas, 78 motobombas, 6 aviones y 3 helicópteros pero las fuertes rachas de viento obligaron a los medios aéreos a dejar de volar y los tractores con las cisternas del purín de los ganaderos de la zona tomaron el protagonismo para luchar por tierra contra las llamas, que avanzaban sin control. Ardieron también numerosos pastos y la discontinuidad que estos provocan en la masa forestal no fue suficiente en esta ocasión para detener el avance del fuego.
El cambio climático cambia el perfil de los incendios
La riqueza generada por el monte y la humedad habitual de A Mariña habían alejado hasta ahora el peligro del fuego de los montes de la comarca. Pero las circunstancias han cambiado. “Estamos ante un cambio climático que afecta también aquí”, reconoce la alcaldesa de Trabada, Mayra García. “Evidentemente, nada tiene que ver como era antes el clima, cuando la especie llegó a esta zona, con como es ahora”, afirma en relación a las plantaciones de eucalipto que hay en el municipio.
Por eso la regidora espera que la Xunta de Galicia, junto con los propios ayuntamientos afectados, que han solicitado una reunión con Medio Rural, hagan “un trabajo conjunto de planificación y de ordenación de las plantaciones en el territorio”.
En la mayor parte de las zonas había concentración parcelaria, por lo que han ardido grandes piezas de monte
La inmensa mayoría del monte quemado eran plantaciones de eucalipto, excepto en Valboa, donde también ardió pino, perteneciente a la Comunidad de Montes Vecinales en Mano Común de la parroquia. El monte en la mayor parte del territorio está concentrado. De hecho, excepto en Vidal, el resto de zonas ardidas eran zonas de concentración parcelaria, por lo que han ardido grandes piezas de monte, como una de 400 ha entre O Castro y Vidal y otra de 200 ha en Mondigo.
Trabada es un ayuntamiento eminentemente forestal, pero también ganadero, con un buen número de ganaderías lácteas, concentradas sobre todo en la parroquia de Sante
La alcaldesa no tiene dudas de la intencionalidad del fuego y confía en que “la investigación dé sus frutos y pueda caer el peso de la ley sobre quien originó este daño tan grande”. El fuego también afectó a infraestructuras como traídas de agua y desde el Ayuntamiento temen ahora que los trabajos de saca de la madera quemada de los montes puedan provocar daños en las pistas y carreteras municipales.
La saca no va a ser inmediata
Javier Barcia, de Maderas Barcia, de Lourenzá, tenía madera comprada en varios de los montes que ardieron, tanto en la zona de Trabadela, O Bizarro y Vidal, en Trabada, como en Vilaframil, en Ribadeo.
El monte afectado, en su caso, eran superficies grandes todas, compradas a particulares. “Menos en Vidal las otras zonas de Trabada eran zonas de concentración de monte. En Ribadeo, sin embargo, eran fincas más pequeñas; tenía varias compradas en la zona de Vilaframil, donde el fuego llegó a cruzar la autovía. Estuve casi toda la noche e impresionaba ver el fuego. Entre la fuerza del viento y la temperatura, de 25 grados de madrugada, eso era una bomba”, relata.
Es muy temprano aún para decidir el uso final de la madera quemada. “Algún monte que igual estaba más limpio y en el que pasó rápido el fuego quizás puedan salvarse los eucaliptos”, confía. En los casos en los que hay que cortar la plantación, dice, la saca no va a ser inmediata.
La normativa exige una espera de dos meses para poder cortar madera en un monte quemado
“Hay que tramitar los permisos y la normativa exige un mínimo de dos meses desde que pasó el fuego para entrar en el monte a cortar”, explica. Además, “la madera quemada tiene que ir pelada y para pelarla hay que esperar a que retoñen los eucaliptos para que pelen mejor, sino pelan mal”, dice.
La saca se convierte también en mucho más “engorrosa” en un monte ardido. “No da gusto trabajar con las máquinas en lo quemado, porque hay que andar limpiando filtros todos los días”, asegura Javier.
Destino de la madera quemada
“Esa madera tiene que ir muy limpia para que te la quieran para celulosa”, dice. “La que es maderable hay que pelarla pero la pérdida de valor en esos casos no es muy grande si se da aprovechado toda. El problema es que si está muy quemada, la primera troza se pierde en algún árbol”, explica.
Para que la quieran para celulosa la madera quemada tiene que ir pelada y muy limpia
En caso de que el eucalipto no sirva todo para celulosa y tenga que ir para tablero ya supone un 30% menos de valor. “Es distinto que tenga que ir para astillar o para biomasa, que vale tres veces menos”, admite.
El problema de la salida para biomasa es también de capacidad. “Esas fábricas recogen mucho menos y ese mercado ahora se va a saturar, porque asume menos cantidad de madera que el de la celulosa”, cuenta.
Si el destino es hacer tablero el precio cae un 30% y si va para biomasa vale tres veces menos
“Esto es malo para todos, es malo para el propietario y es malo para las empresas forestales. Asta cuadró todo fatal, porque coincide con la bajada de precio que ha tenido el eucalipto en los últimos meses”, concluye.
Pero los propietarios más afectados son aquellos con plantaciones más jóvenes. “Si tiene menos de 5 o 7 años pierdes todo, el coste de la plantación más el valor del tiempo, porque son años de crecimiento que pierdes”, enfatiza Javier.
Fincas no maderables que hay que reponer
Sara Montero es gerente de Edelmiro López SL, una de las empresas forestales asentadas en el ayuntamiento de Trabada y a la que le han ardido más de 50 ha, entre ellas una finca grande en O Castro. “Nosotros en particular tenemos un recuento de entre 54 y 57 hectáreas afectadas, 37 de ellas en una sola pieza hacia Valboa que ya nos ha ardido tres veces, una de ellas, cuando aún vivía mi abuelo, por un chispazo en la línea eléctrica”, cuenta.
La madera de menos de 10 años no es por lo general maderable en esta zona y su extracción supone unos costes importantes
“En esa finca la plantación podía tener unos 6 años, por lo que no es maderable, pero para volver a plantar hay que cortar primero. Vamos a esperar a ver si hay rebrote, porque los trabajos forestales de tala y saca de esos árboles suponen un coste importante”, dice.
Sara calcula un mínimo de 20€ por tonelada extraída el coste de sacar esa madera delgada a un parque, por lo que el importe total de sacar y reponer la plantación ascendería a unos 3.000 €/ha. “Sería el coste de volver a poner a producir ese monte”, indica.
Los turnos de tala en esta zona son más largos que en A Terra Chá y se logran buenas producciones, de 400 o 450 toneladas por hectárea
“Estamos esperando a ver si la Xunta saca algún fondo de compensación, o si se tramita por parte de los ayuntamientos afectados una solicitud de zona catastrófica para poder acceder a dinero de la Unión Europea para que todo el monte que se quemó se pueda volver a poner en producción”, propone.
“En Vidal no hay concentración como en otras parroquias, tenemos minifundio y el fuego nos ha afectado a todos los vecinos en mayor o menor medida. Las plantaciones de eucalipto aquí son muy importantes para la economía de las familias”, destaca.
“El monte estaba limpio”
Sara insiste en que el monte que ardió estaba cuidado. “Los vecinos en Trabada estamos concienciados de que hay que tener el monte limpio. Estaba desbrozado y había cortafuegos pero era un incendio de copa que se propagaba saltando por arriba, eso es muy difícil de parar”, dice.
Fue un incendio de copa que se propagaba saltando por arriba; eso es muy difícil de parar
No tiene tampoco dudas en la intencionalidad del origen del fuego porque “hubo ya un conato de incendio en agosto en Barreiros que lograron apagar”, recuerda. Pero esta vez, dice, “se dio la tormenta perfecta por las condiciones climatológicas que había”.
Con afán constructivo, para evitar nuevos fuegos en el futuro, Sara propone mejorar el mantenimiento de las infraestructuras de agua y la creación de nuevos depósitos. También que por parte del Ayuntamiento se compren mangueras y conectores para poder engancharlas a las cisternas agrícolas “porque se demostró que fue el recurso más válido para apagar el fuego”, dice.
Las cisternas de los ganaderos demostraron ser el recurso más válido para apagar el fuego
“La ayuda de los vecinos fue la más importante, incluso más que los medios públicos profesionales desplegados. Fue increíble la unión y la movilización de la gente. El fuego empezó a las 3 de la tarde y los hidroaviones volaron hasta las 7 pero después pararon por el viento y ya no volvieron”, recuerda.
Entre 12 y 15 millones de euros en pérdidas directas
El ayuntamiento de Trabada llevaba 40 años sin un incendio forestal importante. El último gran fuego se produjo en el año 1982, recuerda Daniel Villapol, de Maderas Villapol SA, y fue el detonante de las concentraciones de monte llevadas a cabo en el municipio.
“Aquel incendio tuvo lugar en la zona de Vilar y saltó a Arante. Eran fincas muy largas pero muy estrechas. A raíz de aquel fuego decidimos ordenar el monte y hacer las cosas de otra manera. Fue indirectamente lo que nos llevó a hacer la primera concentración privada, donde se creó la SAT Costa e Granda, con 250 ha. Fue el primer ejemplo de concentración privada y se hizo en 14 meses”, destaca.
El 67% del término municipal de Trabada es monte y el fuego ha calcinado el 15% de la superficie forestal del ayuntamiento
Hoy, la mayor parte del monte del municipio está ordenado. “Esta zona de A Mariña es la número uno a la hora de trabajar el monte en Galicia. Lo que ardió estaba ordenado a todos los efectos, con pistas, cortafuegos, balsas de agua y todas las medidas que hay que tener”, asegura.
Como mínimo, calcula Daniel, las pérdidas directas por parte de los propietarios forestales afectados por el fuego, unos 1.000, estarían entre los 12 y los 15 millones de euros. “La desgracia es muy grande, una verdadera pena”, lamenta.
Afectada un 10% de la SAT Monte de Trabada
En la parroquia de Trabada el fuego afectó a unas 130 ha, de las 1.250 totales de la SAT Monte de Trabada, constituida en su día por 302 propietarios. De ellos medio centenar se habrían visto afectados por el fuego del pasado fin de semana, ya que dentro de la superficie de la SAT hay parcelación individual y cada uno conserva la propiedad sobre las sus fincas, aunque el plan de cultivos y toda la plantación tras la concentración se hizo en conjunto.
La mayor parte de la superficie quemada de la SAT estaba plantada del año 2007 y 2008, unas 100 ha con clon de eucalipto glóbulus y 30 con pino pinaster. “El pino no queda otra que cortarlo, ya que al pasar el fuego se muere, porque aunque no se queme, el calor colapsa la sabia y el árbol se acaba muriendo», explica Daniel.
Con los años que tenía, unos 15 de un turno de tala total de 24-25 años, el aprovechamiento que se va a poder hacer de él va a ser limitado. “Se había hecho una poda baja y una limpieza hace 2 o 3 años y estaba prevista hacer una clara ahora. En el momento del torno en el que está casi todo va a tener que ir destinado a trituración, porque no da aún madera de calidad para aserrado, por lo que pierde mucho valor, aproximadamente entre 7.000 y 8.000€ por hectárea”, calcula.
Las pérdidas en el valor de la madera en plantaciones de 15 años son de unos 7.000 euros por hectárea, tanto en el caso del pino como del eucalipto
En el caso del eucalipto, “puede vivir tras el incendio, pero si se ha visto muy afectado por el calor vuelve a brotar por él arriba y no se desarrolla bien, por lo que hay que cortarlo también», dice. “Le faltaban como mínimo 4 o 5 años para la corta, porque el clon de glóbulos en la costa necesita entre 18 y 22 años para llegar al punto adecuado de rendimiento y en estos últimos años es cuando realmente acumula más toneladas, por lo que las pérdidas son también importantes, de entre 6.000 y 7.000€ por hectárea”, indica.
A mayores, dice, cortar este eucalipto “tiene mayor coste de aprovechamiento”. “No va a descortezar hasta la primavera que viene y va a perder peso. Y parte de él no valdrá para celulosa, que es muy exigente con que no vaya nada manchado. Si tiene que ir para tablero el valor es entre un 20 y un 30% menor”, aclara.
Deterioro en el suelo para la próxima plantación
Daniel teme también que el fuego producido y el miedo a que se repita un incendio de estas características en los próximos años puedan llevar al “abandono” del monte. “La gente joven está menos vinculada al monte y la gente mayor no sé si se va a animar a plantar. El temor a que se repita el fuego va a estar ahí y al ser intencionado más aún, porque el riesgo es mayor, por lo que mucha gente es posible que deje de plantar al verlo como una inversión insegura”, dice.
Plantar una hectárea de monte con eucalipto cuesta en este momento entre 1.600 y 2.000 euros, dependiendo de la dificultad, una cantidad importante a la que hacer frente por parte de los propietarios. “Va a ser difícil acceder a ayudas de la Administración para volver a plantar eucalipto por lo que va a haber abandono del monte, porque va a haber gente que va a desistir de hacer una inversión importante ante el riesgo. El fuego va a desanimar a la gente y el monte va a perder valor”, considera.
El monte va a tener una productividad menor cuando se vuelva a plantar en ese suelo quemado
Al hecho de tener que esperar al menos 20 años para recuperar la inversión realizada, se suma la menor productividad del monte tras el incendio. “El suelo en esta zona no es muy rico y hay un deterioro importante en el suelo por el fuego, por lo que la plantación posterior va a tener menor crecimiento. Algunas zonas pendientes van a tener pérdida de suelo, eso va a conllevar que la siguiente producción sea menor”, advierte Daniel.
El valor de la madera puede multiplicar por 10 el coste de la plantación, en función de la especie plantada, su crecimiento, la ubicación de la parcela y el precio que tenga la madera en ese momento de venta, pero habrá que alargar más años el turno de corta para compensar el déficit de crecimiento de la nueva planta en un suelo desnudo y sin materia orgánica.
“El eucalipto non tiene la culpa; no arde por sí solo”
Desde la otra punta de la comarca de A Mariña, Manuel Galdo, presidente de la Asociación de Productores de Madera de Viveiro (PROMAVI) pone el foco en no culpabilizar al eucalipto de lo sucecido.
“El eucalipto no es el culpable, no arde por sí solo, pero si se prende fuego cuando está todo seco, el monte de eucalipto también arde. Ese sambenito de que el eucalipto arde más siempre lo tenemos los productores, aunque el eucalipto no es la razón de que arda el monte, más bien es la razón de que no arda”, argumenta.
“Afortunadamente en esta zona llevábamos mucho tiempo sin lo que se considera un gran incendio, que es aquel que supera el límite de las 500 ha; llevábamos en A Mariña más de 20 años, cerca de 30, sin un fuego de esta consideración”, explica.
Crear discontinuidad en el monte
Según la información aportada por el Pladiga 2023, el año pasado ardieron en Galicia un total de 51.642 hectáreas, de las que 34.876 eran superficie de monte raso y las restantes 16.766 se trataban de zonas arboladas, una parte mínima de ellas con eucalipto.
En este sentido, el informe forestal sobre el eucalipto en la cornisa cantábrica, editado por la Confederación de Organizaciones de Selvicultores de España (Cose), desmonta el mito sobre los supuestos riesgos asociados a la especie y centra la cuestión: el riesgo no es la especie, sino la falta de gestión del monte o un mal manejo técnico.
Por eso, desde las asociaciones de propietarios forestales se aboga por optimizar su cultivo, integrándolo en paisajes rurales más resilientes ante los incendios y los riesgos asociados al cambio climático.
Las masas continuas de eucaliptales deberían tener otras franjas intermedias de caducifolias que amortigüen el avance del fuego. Pero, ¿es eso factible con el actual modelo de propiedad del monte?
El manejo de las plantaciones de eucalipto, considera Manuel, es compatible con el mantenimiento de franjas de frondosas caducifolias allí donde técnicamente sea aconsejable (vertientes hacia cauces de agua, entorno de viviendas y núcleos de población, cercanías de vías de comunicación, etc.), que ejercerían una función de atenuación del fuego.
Pero advierte, “en una zona de concentración parcelaria se puede pedir que haya eso, pero donde no hay concentración no. La parcela media en Galicia es de 2.000 metros cuadrados; no se puede pedir habiendo ese parcelario que haya franjas de protección de frondosas”, argumenta.
Cumplir la normativa en cuanto a distancias de plantación
Manuel destaca la ordenación forestal de Trabada. “Las plantaciones que hay allí son el ejemplo para toda Galicia. Hubo concentración parcelaria y las fincas son todas de 1 hectárea para arriba, cuando el resto de propietarios de monte estamos contando aún por ferrados”, compara.
Otro de los aspectos en los que hace hincapié es en el respeto a las necesarias distancias de plantación que marque la normativa en cada momento. “La legislación que hay en vigor por parte de la Xunta de Galicia estamos de acuerdo en que se aplique. Las administraciones, en plural, tienen que velar porque se cumpla”, insiste.
El Ayuntamiento de Ribadeo llevó a cabo en los últimos años campañas de limpieza de las franjas de protección alrededor de las casas
El Ayuntamiento de Ribadeo llevó a cabo en los últimos años importantes campañas de cumplimiento de la normativa de distancias de plantación y limpieza de las franjas secundarias en el entorno de los núcleos de población, viviendas aisladas, vías de comunicación y demás infraestructuras, mientras en el caso de Trabada “había franjas de separación creadas por los pastizales, porque es una zona de fuerte implantación ganadera”, destaca Manuel.
“La distancia a las viviendas es lo que debe primar. En este caso hubo desalojos pero no ardió ninguna casa, como ardieron en otras zonas de Galicia en años pasados”, compara.
El monte en A Mariña arde sobre todo en octubre, que es cuando la maleza está seca
“El monte en esta zona de A Mariña no estaba descuidado o abandonado pero eso no evita que si el incendio fue provocado, con temperaturas de 30 grados, vendaval y todo seco después de un mes sin llover, el monte arda”, reconoce Manuel.
“El otoño es en esta comarca la época más complicada”, asegura. Y considera que con las condiciones que se dieron el incendio era imposible de frenar. “Las pistas de acceso son fundamentales a la hora de hacer gestión forestal y también a la hora de apagar el fuego y aquí las había. También había cortafuegos, aunque no hay cortafuegos mejor que la autovía y la cruzó. Por eso lo que podemos decir es que afortunadamente llovió”, resume.
Imágenes que deja el incendio
Terreno forestal varios días después del comienzo del incendio. Estas tomas reflejan una de las primeras zonas devastadas, comprendiendo principalmente Barreiros, parte del Bizarro y Trabadela. El vídeo finaliza en dirección al avance del incendio hacia zona de Penacova, la cual tuvo que se desalojada en su momento.
Continuación del avance del fuego desde los puntos de partida del Bizarro y Barreiros. En esta ocasión se ven parcelas comprendidas entre Vidal y O Castro en paralelo a la carretera LU-132. Esta toma finaliza en una casa de Trabadela, una más de las afectadas por la cercanía al fuego. El incendio continuó hacia las zonas de Valboa, San Fernando, Cedofeita o Arante, por lo que en el vídeo tan sólo aparece una parte de su magnitud.
Vista a pie de la LU-132, a laaltura de Chao do Sevil, sobre el avance por viento de sur-sureste en la primera hora del incendio.