Hasta el momento medíamos la eficiencia desde el punto de vista de la producción, pero ahora debemos tener en cuenta también los índices medioambientalesDentro de un proyecto llevado a cabo por el INIA se estudiaron 54 explotaciones de la cornisa cantábrica, desde Galicia hasta Navarra, distribuidas en 5 categorías: ecológico, pastoreo convencional, ensilado de hierba, ensilado de maíz y ensilado de hierba y maíz. En función de cómo expresemos la huella de carbono (por litro de leche, por UGM o por hectárea) salen mejor o peor paradas los distintos tipos de explotaciones. Según los resultados del estudio y expresada por litro de leche, la huella de carbono para una explotación ecológica es de 1,30 kilos de CO2; 1,15 en caso de ganaderías con sistema de pastoreo convencional; 1,01 para alimentación con silo de maíz y de hierba; 1,12 sólo con silo de hierba; 0,97 para las explotaciones basadas exclusivamente en silo de maíz. “El maíz es un alimento que reduce el metano bastante, pero al mismo tiempo necesita insumos para producirlo”, indica Gregorio.
La compra de alimentos representa el 20% de la huella de carbono para las explotaciones de la cornisa cantábricaLa ganadería, al igual que otras actividades, consume recursos naturales y genera gases de efecto invernadero. Pero al mismo tiempo, también aporta a la sociedad servicios ecosistémicos, como paisaje y biodiversidad, además de secuestro de carbono. “Este aspecto es muy importante de cara a los ecoesquemas de la PAC”, destaca Gregorio, que participó en las últimas Jornadas organizadas por Africor en Lugo.
A medida que compramos más forraje y más concentrado aumenta la emisión; la soja lleva tras de si casi 3 kilos de CO2 por litro de lecheLos resultados indican que la emisión de metano entérico representa el 43,1% del total de gases de efecto invernadero de las 54 granjas estudiadas; el manejo del purín el 20,4%; la compra de insumos para alimentación animal el 19,6%; el uso de la energía el 11,1%; los fertilizantes el 4,1%; y los consumibles (plásticos, medicamentos, etc) el 1,75%. “Este tipo de mediciones sirve para comparar explotaciones y para analizar globalmente las tendencias en los procesos de producción”, afirma Gregorio. “Al final, donde el ganadero puede actuar es en el manejo del purín y en los alimentos, que representan el 40% de la huella de carbono de las explotaciones”, indica.
Es recomendable ajustar la proteína bruta de la ración a las necesidades productivas, evitando su excreción en forma de ureaEn cuanto a la formación del óxido nitroso, prácticamente todo viene de la fertilización, tanto orgánica como inorgánica, así como de los restos de las cosechas. “Cuanta menos proteína coma la vaca, menos emisión de óxido nitroso va a tener y cuanto más pastoreo, mejor por la filtración propia de la orina, que reduce la actividad de la ureasa”, explica. Del mismo modo, también se debe restringir el pastoreo en condiciones de anoxia, así como la aplicación de purín. Ajustar la dosis de abonado a las necesidades del cultivo y utilizar fertilizantes que inhiban la actividad de la ureasa es también recomendable.
Cosechar la hierba por la tarde aumenta los azúcares, reduce la excreción de nitrógeno y las pérdidas de amoniaco y óxido nitrosoLas sugerencias para mitigar la emisión de óxido nitroso pasan también por la incorporación de leguminosas, porque tienen mayor digestibilidad y requieren de menor fertilización. “La dieta modifica la composición química del purín y la emisión de gases de efecto invernadero durante el almacenamiento y posterior aplicación, por lo que suministrar proteínas ajustadas a las necesidades de la vaca reduce el amoníaco y la posterior emisión de óxido nitroso en el estiércol”, indica.
Por cada litro de más que consumimos de gasóleo estamos emitiendo entre 76 y 96 kilos de CO2A nivel de alimentación, reducir la compra de forrajes externos mediante mejoras nutricionales de los forrajes propios, no esperando a la madurez para su aprovechamiento, puesto que de esta forma requerirán mayor aporte de concentrado, y aumentar la superficie por UGM serían estrategias a adoptar. “Deben adoptarse aquellas medidas que mejor se adapten a cada explotación, porque todo es imposible”, indica Gregorio.
Hacemos muy buena leche pero hay mucho que mejorar en el proceso“Hay una relación bastante directa entre el metano y la eficiencia de utilización del nitrógeno recuperado en leche. Cuanto más metano se produce por litro de leche, menor eficiencia”, indica Gregorio, que sin embargo asegura que “el metano sería parte de la solución, no un problema, porque es un gas de vida corta (10-12 años de permanencia en la atmósfera) que por medio de reacciones oxidativas se convierte en CO2, capturado después por las plantas a través de la fotosíntesis e ingerido de nuevo por la vaca en forma de carbono”.
La Unión Europea se marca el objetivo, dentro de su estrategia del Pacto Verde Europeo, de lograr en el 2050 una Europa climáticamente neutra, es decir que no emita CO2, en todos los sectores, entre ellos la producción de alimentos.
La nueva Política Agraria Común (PAC) que se aplicará entre 2023 y 2027 tiene también presente estos desafíos y quiere contribuir a apoyar la innovación en el sector en este campo. Las limitaciones, y también las penalizaciones, a las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, uno de los principales gases causantes del cambio climático, van a llegar a la granjas, tanto de producción de leche como de carne.
La agricultura y ganadería juegan un papel fundamental para alcanzar la neutralidad del carbono en el territorio de la UE en 2050
La nueva PAC mira hacia el pastoreo, no solo por ser una vía para lograr la reducción de las emisiones, sino porque es además una forma de aumentar la materia orgánica y la capacidad de sumidero de carbono atmosférico en el suelo. La ganadería extensiva, la agricultura de conservación (con siembra directa), la rotación de cultivos y las cubiertas vegetales son métodos para incrementar la captura de carbono.
El papel fundamental del asesoramiento
Con la lupa de la emisión de gases de efecto invernadero puesta sobre el sector agroganadero, los productores están haciendo esfuerzos por reducir la huella ambiental de sus explotaciones, un camino largo que se está empezando en Galicia de la mano de los técnicos que asesoran a las granjas en su día a día y que están llamados a tener un papel destacado en la nueva PAC.
El reforzamiento de los AKIs, nomenclatura con la que la Política Agrícola Común designa todo el entramado de ayuda externa a las explotaciones, tanto de carácter público como privado, es precisamente uno de los elementos novedosos para el nuevo periodo de ayudas europeas que comienza en el 2023.
El reforzamiento de los AKIs es uno de los elementos novedosos para el nuevo periodo de ayudas europeas que comienza en el 2023
Habrá fondos comunitarios para la puesta en marcha de un sistema de asesoramiento técnico profesional como el que ya existe en otros países, como Irlanda, por medio del Teagasc. Del buen aprovechamiento de estos fondos dependerá en buena medida el avance en la eficiencia y las buenas prácticas medioambientales de las granjas en lugares como Galicia.
Fondos de la PAC para incentivar el cambio de modelo productivo
Con el objetivo de avanzar en una producción de alimentos más respetuosa con el medio ambiente y hacia una agricultura y ganadería que ayuden a mitigar el calentamiento global, la Unión Europea se propuso que la nueva Política Agrícola Común, que estará en vigor en el período 2023-2027, incentive determinadas prácticas beneficiosas con el clima y el paisaje, que serán definidas por cada Estado miembro.
En el caso español, la propuesta de ecoesquemas, de adopción voluntaria por parte de agricultores y ganaderos, define 7 prácticas concretas que serán subvencionadas mediante ayudas adicionales. Los ecoesquemas, también llamados eco-regímenes, dispondrán de un presupuesto anual de 1.107 millones de €, equivalente al 23% del presupuesto de las ayudas directas.
El ecoesquema sobre pastoreo extensivo fomenta esta práctica sostenible de gestión de la tierra y captura de carbono
Una de estas prácticas que se quiere fomentar desde la PAC es el aumento de la capacidad de sumidero de carbono de los pastos mediante el impulso al pastoreo extensivo. Las cubiertas vegetales, la siembra directa y la rotación de cultivos son otras de las prácticas que se priman.
En concreto, el pastoreo se pagará en Galicia a 62,16€ por hectárea y la rotación de cultivos a 92,22€ por hectárea. A partir de 65 hectáreas de pastos y 30 hectáreas de cultivo se cobrará solo el 70% del importe del ecoesquema. La carga ganadera deberá situarse entre 0,4 y 2 UGM por hectárea y deberá realizarse el pastoreo con animales propios durante un mínimo de 90 a 120 días al año.
Portugal es, junto con Nueva Zelanda, de los países productores de leche en el mundo con menor huella de carbono
En Portugal, donde una parte importante de la leche se produce en base a pastoreo, caso por ejemplo de las Azores, la huella de carbono se sitúa en 0,89 kilos de CO2 por litro de leche, por debajo de los niveles existentes en Galicia y dentro de las recomendaciones establecidas por el Panel Intergubernamental de la ONU para el Cambio Climático, aunque la creciente intensificación de la producción láctea portuguesa en los últimos años supone un riesgo también de incremento notable en las emisiones.
¿Qué es la huella de carbono?
Luis Cortiñas es asesor ganadero y experto en gestión medioambiental, un campo en el que lleva más de 15 años trabajando. “En sí misma la huella de carbono es la expresión de una cierta contaminación del aire. Mide la emisión de tres gases: CO2, metano y óxido nitroso. Pero la huella ambiental de una granja, además de la huella de carbono, incluye también la huella hídrica y la afectación sobre la biodiversidad. A día de hoy la huella de carbono es quizás la más solucionable por la tecnología y el conocimiento, y para arreglar la huella de carbono no debemos estropear las otras dos”, defiende.
A veces por emitir menos metano podemos estar aumentando la emisión de óxido nitroso
“No veo coherencia en lo que se está haciendo, porque para arreglar la huella de carbono no puedes cargarte las otras dos, la huella hídrica y la biodiversidad, ni podemos fomentar la liberación de óxido nitroso para reducir la de amoniaco, porque 1 kilo de óxido nitroso son 298 kilos equivalentes de CO2, no son los 25 del metano”, ejemplifica.
No se están teniendo en cuenta estas cosas, dice, y existe un cierto “tabú” a la hora de hablar de la huella de carbono de las granjas. “Lo primero que hay que hacer para poder mejorar es medir la realidad de partida, pero aquí este es un mundo que aún está empezando”, asegura.
Un 40% de emisiones por encima de las recomendaciones de la ONU
Luis realiza certificaciones y auditorías y ayuda a las granjas a mejorar en este campo. Reconoce que el sistema oficial de cálculo penaliza a las explotaciones gallegas, al tener solo en cuenta la huella de carbono y no el uso de los recursos hídricos o la generación y mantenimiento de la biodiversidad.
Somos una potencia en materia hídrica y en biodiversidad pero oficialmente no se tiene en cuenta
“Los datos que salen están siendo malos, de 1,4 kg de CO2 por litro de leche. La ONU nos asignó un máximo de 1 y no se está cumpliendo. Estamos un 40% por encima de lo asignado por el Panel Intergubernamental de la ONU para el Cambio Climático”, admite.
Nuestra principal responsabilidad con el planeta es producir comida, no capturar carbono
Luis es partidario de no obsesionarse con esas cifras, porque, dice, “en Galicia estamos en un lugar en el que si haces las cosas bien es fácil estar por debajo de 1”. Además, defiende, “secuestrar carbono hoy es una actividad industrial y no debemos obsesionarnos en competir con eso; nuestra principal responsabilidad con el planeta es producir comida, no capturar carbono”.
El cálculo que hace es que “con la producción de leche de una hectárea deberíamos satisfacer la demanda de 32 personas durante todo el año, eso equivale a unos 6.500 litros por vaca. El que no llegue a ese nivel de producción no está haciendo las cosas bien, por muy poco carbono que emita”, argumenta.
Mayor autosuficiencia alimentaria
Solo por respirar una vaca emite 2,3 toneladas de CO2, a lo que habría que añadir las actividades asociadas de manejo y alimentación. Luis explica que “en lo que nosotros producimos tenemos buena huella de carbono, pero tenemos tal dependencia de los insumos externos que es muy difícil reducir la huella total de la granja”.
Un kilo de soja brasileña trae una huella de 3,70 kg de CO2
“El problema de la soja no son los kilómetros, ni lo es el flete; es la producción. La soja brasileña, que es nuestra gran fuente de suministro, tiene una huella enorme, porque las tierras de la Amazonía son pobres y hay que abonar para producirla. La soja producida en EEUU en buena tierra, no tiene esa huella. Pero 1 kg de soja brasileña trae una huella de 3,70 kg de CO2, eso no lo tienes en un kilo de hierba, por eso si yo uso 12 o 13 kilos de materia seca de concentrado en la ración, es muy difícil bajar de 1,40 kg de CO2 por litro de leche”, indica.
Del mismo modo, dice, el maíz es un cultivo emisor. “Estamos emitiendo 300 kg de CO2 por hectárea de superficie de maíz forrajero cultivada (70.000 en Galicia), cuando en el prado son 600 kg de captura anual por hectárea, una captura natural en base a la microbiota del suelo”, detalla.
Una hectárea de maíz emite 300 kg de CO2 mientras una de prado captura 600 kg
Luis advierte de que “la capacidad de desestocar es el doble de la de estocaje” y llama la atención sobre determinadas prácticas perjudiciales, como dejar vacías las tierras del maíz. “El manejo de la tierra no se hace muchas veces con criterios agronómicos, sino mecánicos. Al dejar la tierra descubierta emito emisiones pero, sobre todo, me quedo sin tierra. El daño que estamos haciendo es brutal, porque estamos dañando la estructura del suelo”, asegura.
Cambios en la alimentación y el rebaño
Dentro del paquete de medidas a aplicar en una ganadería para reducir la huella de carbono es necesario trabajar en distintos ámbitos. “Son cosas muy transversales y cada técnico en lo suyo va a tener que aplicarlo, pero por lo general no hay un cuerpo técnico formado en estos aspectos”, dice Luis, que asegura que “un tercio de las acciones tienen coste cero, es cuestión de cambiar hábitos, y en otro tercio lo que gastas, lo recuperas, es una inversión rentable”.
Es necesaria formación técnica para mejorar el pastoreo y reducir la huella de carbono
La primera de las medidas que propone es basar la producción de leche en los prados para ganar autosuficiencia alimentaria. “Una hectárea de prado permanente produce más proteína que una hectárea de soja”, asegura Luis, que defiende que la pradera debe producir, al menos, 6,5 toneladas de materia seca al año, y que esta cantidad sea la totalidad de la fibra y el 90% de la energía y la proteína que necesita la granja (para 1,2 UGM).
Dado que para el cómputo como sumidero de carbono debe tratarse de una pradera de más de 6 años, es necesario trabajar con resiembras para reimplantar un tipo u otro de hierba en función de la finca y el momento en el que se va pacer. “Al prado están pidiéndosele unas funciones nuevas, de captura de carbono, que van más allá de producir hierba, y las semillas comerciales actuales no sabemos cómo se comportan en ese largo plazo”, afirma.
Hay que adelantar la edad del primer parto e ir a vacas que duren más años produciendo en el establo
El siguiente paso sería manejar bien el pastoreo, para lo cual dice, es necesaria formación técnica. “Hay que llevar un control de lo que come la vaca, porque si no pace lo suficiente hay que ir la suplementar en el pesebre”, explica. En este sentido, valora el hecho de que se haya bajado dos puntos el valor de la proteína bruta en las dietas de leche, optimizando de este modo la parte nitrogenada de la ración. La inclusión de aceites esenciales y taninos pueden ayudar en la asimilación de lo ingerido, pero Luis aclara que “una vaca que pace ya los toma ella misma”.
A nivel de rebaño, “hay que ir a vacas que duren más”, dice. “Hay nuevos índices técnicos, como el de litros por día presente, que tienen que ser una referencia. Una producción de 12 litros por día presente hacen falta solo para no pasarse del kilo equivalente que aconseja el Panel climático de la ONU. El primer parto tiene que ser antes, por lo que hay que hacer bien la recría y empreñar antes a las terneras, y los días de secado hay que reducirlos, para que haya pocos días oscuros. Una vaca que solo produce la mitad de los días que pasa en la granja no es eficiente”, asegura.
No es normal que se abone en función de la capacidad del tanque de purín
Otra gran vía para la reducción de la huella de carbono de las granjas de leche es el almacenaje de purín y estiércol. Para eso, las instalaciones deben ser las adecuadas. “No es normal que se abone en función de la capacidad del tanque de purín. A la hora de fertilizar, lo primero es optimizar bien lo que yo tengo”, insiste Luis.
A nivel energético, propone adaptar la potencia del tractor a la necesidad del trabajo. “¿Para qué voy a quemar 20 litros de gasóleo si lo que estoy haciendo lo puedo hacer con la mitad?”, dice. “La huella de carbono lo que detecta precisamente son las ineficiencias del ciclo energético”, concluye.
El ejemplo del sello de certificación climática Bas-Carbone en Francia
Luis Cortiñas asegura que el nivel de concienciación de los ganaderos gallegos con la reducción de la huella de carbono es aún bajo. “Mientras eso no sea trasladado al recibo de la leche es difícil convencer a la gente”, reconoce. Y piensa que “va a ser más una presión comercial que de la PAC” la que haga avanzar en este ámbito.
El bajo nivel de concienciación ambiental de los ganaderos es una de las barreras con las que se encuentran los técnicos que asesoran a las granjas en Galicia
En Galicia las demandas del consumidor en los aspectos ambientales son aún incipientes, pero en otros países europeos condicionan en muchos casos las decisiones de compra. En Francia en el año 2000 se creó la asociación Bleu Blanc Coeur, reconocida por los Ministerios de Agricultura y de Medio Ambiente y de la que hoy forman parte más de 4.000 granjas que tienen una huella de carbono inferior a 0,8 kg de CO2.
El propio gobierno francés puso en marcha hace tres años el sello de certificación climática Bas-Carbone, que busca identificar en el mercado los productos que contribuyen a la captura de carbono y a la lucha contra el cambio climático, primer paso para recompensar a esos productores por su labor.
La reducción y uso racional de fitosanitarios y fertilizantes son dos aspectos en los que la normativa europea se ha ido endureciendo en los últimos años. Hace una década se introdujo la obligatoriedad del cuaderno de fitosanitarios que cada explotación debe cubrir, donde se anota el nombre del producto y la finca y fecha en la que fue aplicado.
El incumplimiento de la normativa, en aspectos como el de las franjas de protección a cauces de agua, está considerada una falta grave, llevando aparejado en algunos casos incluso la pérdida de la totalidad de la anualidad de la PAC.
En los últimos años se han llevado a cabo también distintas revisiones de las normativas de ordenación ganadera, con nuevas normas para las explotaciones porcinas (RD 306/2020) y avícolas (RD 637/2021). Se prepara también una para el ganado vacuno que se encuentra aún en plena tramitación.
Las nuevas normas de ordenación ganadera y gestión de los estiércoles y purines están siendo herramientas claves para reducir las emisiones de gases contaminantes en el sector agroganadero
Todos estos cambios normativos buscan la reducción de las emisiones de amoniaco en la granja con estrategias centradas en la nutrición, el alojamiento de los animales y el almacenamiento del estiércol y el purín producido. En este ámbito, otro cambio legislativo que se espera es la entrada en vigor antes de final de año del Decreto de Nutrición Sostenible de Suelos Agrícolas, en tramitación por parte el Ministerio, lo que obligará a la realización de analíticas y a disponer de Planes de Abonado.
“En muchos casos en este momento se está abonando sin tener una analítica de suelos previa pero a partir de la entrada en vigor del Decreto habrá que tener analítica de todas las fincas, aunque no tiene por que ser el mismo año en todas”, explica Elena Piñeiro, presidenta de la Asociación de Asesores Rurales de Galicia.
En este momento se está abonando en la mayoría de los casos sin tener una analítica de suelos previa
Desde esta Asociación defienden un modelo de asesoramiento a las granjas público-privado, con participación de organismos de carácter oficial y entidades de acompañamiento privadas, para que la realización de los planes de abonado no caiga en las manos de las empresas comercializadoras de abonos.
Problemas para echar el purín por los topes por hectárea
Elena advierte de que en zonas donde hay mucha concentración ganadera, “habrá problemas para poder cumplir con los límites máximos que fija el nuevo Decreto por falta de superficie disponible donde echar el purín”.
El nuevo Decreto se espera antes de final de año, implicando cambios importantes en la gestión del purín. “Desde el momento en el que tengas que decir en que fincas echas el purín vas a tener unas concentraciones máximas, pudiendo echar en una finca más o menos purín en función del cultivo que tengas en ella”, explica.
El límite será de 250 kg de nitrógeno en fincas de maíz y 200 kg en praderas de menos de 5 años
Por ejemplo, el límite será de 250 kg de nitrógeno y 100 kg de fósforo por hectárea y año para maíz forrajero y 200 kg de nitrógeno y 100 de fósforo en pradera de menos de 5 años. “En las zonas de concentración ganadera no va a haber tierras suficientes y va a haber problemas serios para poder echar el purín. Es más condicionante el fósforo a día de hoy que el nitrógeno, porque los suelos en Galicia tienen ya una concentración muy alta”, afirma Elena.
Por eso, recomienda a las granjas que se encuentren en esta situación optar por sistemas de separación y tratamiento del purín, como los instalados en explotaciones de la zona de A Terra Chá como SAT do Ferreiro, Casa Carballo o SAT A Vereda.
“Convencer al ganadero a veces no es fácil”
La UE obliga a reducir un 16% las emisiones de amoniaco a partir de 2030. Para cumplirlo, el Gobierno español estableció una reducción del 45% para el amoniaco procedente de la producción de leche y una parte importante de esas emisiones se originan en el almacenaje y aplicación del purín, algo que en parte se resolvería con la separación de la fracción sólida de la líquida.
“La parte sólida tiene muchos beneficios porque es un estiércol distinto al tradicional, porque al pasar por el separador queda un material que tú extiendes en la tierra fácilmente y la liberación de los nutrientes es lenta, por lo que los lixiviados son prácticamente inexistentes, porque los nutrientes están en fase sólida. Se nota en la cosecha, porque todo lo que echas se aprovecha, esa es la diferencia”, afirma.
Se separa la fase sólida y se pasa por un tambor que la higieniza para poder usarla en la camas de las vacas
La fase líquida podría emplearse para regar con ella. “Tiene muy poca fibra y puede echarse incluso cuando el maíz está nacido, porque no se pega a la hoja”, dice. Pero a pesar de a las ventajas que tiene el sistema de separación, “a veces convencer al ganadero no es fácil”, asegura Elena.
“El mercado exigirá una certificación de impacto medioambiental de los productos; Lidl o Aldi comunicaron que comenzarán a trabajar con esto hacia finales de este año” (Xoán Rodríguez)
“Si se mejora la productividad y eficiencia en la granja podríamos reducir las emisiones de carbono”: Jude Capper, investigadora del Reino UnidoParece haber una cierta correspondencia entre la producción de leche y las emisiones de carbono. Así, contar con animales más productivos ayuda a reducir el impacto ambiental tanto de la producción de leche como de carne. “Si se mejora la productividad y eficiencia podríamos reducir las emisiones de carbono. A medida que baja el rendimiento lácteo las emisiones de carbono suben”, explica Jude Capper, una de las investigadoras del Reino Unido que participó en la sesión. “No es que se esté promoviendo una mayor la producción. Hay que comprender las peculiaridades de los sistemas y mejorar las granjas, pero no hay un sistema que sea ideal para todos”, reconoce Capper.
“El reto es seguir produciendo leche produciendo forraje abundante y de calidad”: César Resch, doctor e investigador del CIAM“No se trata de los concentrados que le damos a los animales sino de la eficiencia de la granja, la ingesta de concentrado y la producción de leche. El reto es seguir produciendo leche a base de producir forraje abundante y de calidad”, apunta el doctor e investigador responsable César Resch. Las investigaciones sobre la huella de carbono y el amoníaco desarrolladas por la investigadora Marion Sorley del departamento de Agricultura de Irlanda (Teagasc) también señalan la importancia de controlar la eficiencia del pienso y del forraje para mitigar las emisiones de carbono en la granja. Aunque también es muy importante tener presentes las emisiones de estiércol. Además, y aunque el amoníaco no es un gas de efecto invernadero, apunta a la necesidad de abordar desde un punto de vista agrícola su gestión para reducir el impacto ambiental de las ganaderías.
“Tener más vacas en la granja no siempre resulta un incremento del margen neto”: Laura Shewbridge-Carter, investigadora del SRUCLos investigadores apuntaron a que los modelos de pastoreo se presentan como los sistemas con unos menores costes de producción frente a las ganaderías estabuladas, en base a un trabajo en el que analizaron la gestión y gastos de granjas en pastoreo, híbridas y estabuladas. De nuevo, la eficiencia de la ganadería será clave. “El hecho de tener más vacas en la granja no siempre resulta un incremento del margen neto”, indican. Además cuestiones, como tasa de sustitución o la edad del primer parto afectan directamente a la eficiencia financiera de la granja. “Contar con animales eficientes en la granja permite reducir la superficie de suelo y las necesidades de agua de la ganadería, lo que lleva también a una reducción de las emisiones y a un ahorro en los costes de producción”, explica la investigadora Jude Capper. Otro de los factores estudiados por Shewbridge-Carter y Topliff ha sido el gasto de las ganaderías en mano de obra. En este sentido, se observan grandes diferencias entre los países. Mientras en las granjas de regiones como Las Azores (Portugal) tienen un gasto mínimo en personal debido al propio sistema, ya que predomina el pastoreo, Francia se sitúa como el país con mayor inversión destinada al personal de la granja. “En Francia tiene un coste significativo el personal: con un gasto de 20 euros por hora a los empleados”, señalan.
“Los granjeros son ya parte activa de la toma de decisiones y transmisión de conocimientos en las estrategias innovadoras para el sector”: Liz King, investigadora del AHDBLos ganaderos han pasado a colocarse en el centro de las estrategias, pasando a un modelo circular de confianza del granjero en el que también se tienen en cuenta otros elementos que influyen en la gestión de la granja y en el desarrollo de la actividad ganadera para proponer estrategias innovadoras. Además, se ha visto una transformación en el perfil del ganadero que influye directamente en el desarrollo de las innovaciones para el sector. “Cada vez las personas que entran en el sector son más tecnificadas y esperamos que entren más mujeres”, valora Liz King. El investigador Jean-Baptiste Dollé, del departamento de Agricultura francés (Idele) incide también en la importancia de involucrar a los productores en el desarrollo de estrategias. “Debemos involucrar a los ganaderos para que entiendan el papel que desempeñan en la lucha contra el cambio climático y la reducción de las emisiones. Debemos concienciar a los ganaderos de que se trata de un tema complejo para que los ganaderos adquieran nuevas prácticas”, señala.
“Debemos involucrar a los ganaderos para que entiendan el papel que desempeñan en la lucha contra el cambio climático y la reducción de las emisiones": Jean- Baptiste Dollé, investigador del IdeleEn esta línea, en Francia han desarrollado una herramienta, la Cap2er, para evaluar los diferentes procesos de las granjas francesas, de modo que se estime la huella de carbono y se puedan plantear estrategias adaptadas para reducir las emisiones. Ahora se encuentran ya desarrollando una versión europea, tras solicitárselo varios países. Además, trabajan ya en un sello para certificar esta reducción de CO2. “Hemos creado una metodología para cuantificar y certificar estas reducciones de CO2. Es una herramienta esencial”, detalla Dollé. Están ya en proceso de certificación 1.300 granjas. De hecho, en Francia buscan una reducción de la huella de carbono de entre 15 y el 20% equivale a 300 o 400 toneladas CO2 por granjas en un período de 5 años. Para lograrlo plantean 40 prácticas de mitigación de las emisiones entre las que se encuentran cuestiones como la mejora genética de los cultivos, la mejora de la fertilidad de los suelos o la conservación de la biodiversidad.
Carga ganadera y porcentaje de novillas de reemplazo:
Carga ganadera y emisión de carbono equivalente por litro de leche corregida:
Gasto en alimento por litro producida y emisión de carbono equivalente:
Los resultados reflejan que las emisiones de CO2 por litro de leche se duplican según el coste de la alimentación de las vacas: 0,98 para las más basadas en pastoreo y 1,75 para las que emplean más pienso.
En este sentido, César Resch destacó que “el factor a controlar son los gramos de concentrado por litro producida, teniendo cómo objetivo de 200 a 250 gramos por litro de leche. Para que este objetivo sea factible económicamente necesitamos forraje en cantidad y calidad”. “El reto tecnológico está en producir 40 litros de leche con 9 kilos de concentrado y no con 12 o 14 kilos como está sucediendo en muchas granjas de vacuno de leche de España, algo que es inviable del punto de vista medioambiental y también económico con los precios actuales de las materias primas”, advirtió.Sistema de producción y emisión de carbono equivalente: